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UNA PATALETA SOCIALISTA

                                                                                           Humberto Julio Reyes

            Aunque aún no se conoce el texto de la sentencia del Tribunal Constitucional mediante la cual cesa en su cargo de senadora la señora Isabel Allende, su colectividad reaccionó prontamente y de manera que me ha llevado a recordar el comportamiento de dicho partido durante los 1000 días de la Unidad Popular, cuando a sus miembros se les llamaba termocéfalos.

            Transcurridos ya varios días, pocas dudas quedan de la sorpresa que produjo un fallo desfavorable a la senadora socialista, toda vez que muchos, entre los que me cuento, pensaban que el cuoteo político existente en dicho tribunal, lo hacía altamente improbable.

            Así, la sorpresa produjo frustración y, a continuación, una reacción similar a la de un niño enfrentado a su padre cuando su deseo no es satisfecho, es decir una pataleta.

            La solidaridad partidista ha buscado “responsables” del revés; ha ensalzado las virtudes ciudadanas de la supuesta víctima de un atropello; ha reflotado el supuesto legado allendista; para terminar con amenazas apenas veladas hacia sus socios de coalición que no habrían estado a la altura de las circunstancias.

            Expresiones como “precedente grave” y persona “intachable” han sido repetidas como si se tratara de verdades absolutas, siendo el broche de oro el vocear a coro, siguiendo a la presidente del partido ofendido, quien no paraba de agitar su puño en alto, mientras majestuosamente subía unas escaleras: “Allende, Allende, Allende está presente”.

            Ante el espectáculo brindado en televisión, imposible no recordar a Carlos Altamirano y sus encendidos discursos, cuando el partido que ahora se dice democrático, no descartaba la lucha armada para llegar al poder y se preparaba a tal efecto.

            Conviene recordar que siendo el partido del presidente Allende, en lugar de apoyarlo, lo arrinconó, haciéndole imposible que negociara con la oposición una salida a la crisis institucional de 1973, sin embargo en la actualidad reivindican su “legado” y se declaran fieles custodios del “honor familiar” que este fallo habría mancillado.

            Pero esta sobrerreacción de dignidad ofendida, que podría incluso ser respetada por algunos y constituir una forma de solemne pronunciamiento, estaría terminando bastante desdibujada, me explico:

            En la aludida búsqueda de responsables se reparó en que dos miembros del tribunal habrían estado dentro del voto de mayoría, sin cumplir con su supuesta obligación de rechazar la acusación ¡PORQUE ERAN DEL FRENTE AMPLIO!

            En la lógica socialista, este supuesto deber solidario debió pesar más que cumplir con el deber como ministros de atenerse al texto constitucional.

            Con esta curiosa perspectiva, pintaba mal la candidatura de una diputada de dicho partido a presidir la mesa de la respectiva cámara. Los indignados socialistas podrían pasar la cuenta y no apoyarla.

            Pero, estimado lector, la candidata no fue elegida, aunque por otras razones ya conocidas, y la pataleta quedó en eso. El frustrado niño tuvo que tragarse su ira y aquí no ha pasado nada.

            Se rasgaron vestiduras pero, finalmente, entre bueyes no hay cornadas.

8 de abr. de 25

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