Columna de Opinión

IMPRUDENCIA CONSTITUCIONAL: EL SISTEMA POLÍTICO Y ESTADO SUBSIDIARIO

IMPRUDENCIA CONSTITUCIONAL: EL SISTEMA POLÍTICO Y ESTADO SUBSIDIARIO
Francisco Orrego, Abogado
Publicado por El Líbero, Columnas de Opinión, 09/02/2020

Una reciente publicación de La Tercera destaca las principales propuestas de cambios constitucionales que los partidos políticos se encuentran evaluando de cara al plebiscito de abril próximo.

Algunas parecen sensatas, pero leo con preocupación las propuestas -del todo imprudentes- que algunos partidos políticos -de manera transversal- formulan para modificar el régimen político y el Estado subsidiario vigente en Chile.

Quienes han sucumbido a los cantos de sirena y han sido seducidos en cambiar el régimen presidencial por uno semipresidencial, donde coexistan un Jefe de Estado y un Jefe de Gobierno, donde los ministros se mantengan en sus cargos mientras cuenten con la confianza del parlamento, y donde el parlamento adquiere mayor poder, parecen olvidar nuestra historia política y constitucional.

En efecto, los hechos políticos acontecidos a partir del 18-O, donde se ha evidenciado un semipresidencialismo de facto, sólo reflejan lo peligroso que sería adoptar dicho régimen de gobierno para la estabilidad y madurez de nuestro sistema democrático, a saber: un parlamento que tiene capturado al Ejecutivo, que ha privilegiado un rol obstruccionista frente a uno constructivo, que ha abusado de las acusaciones constitucionales de manera grosera e inútil, entre otras.

A mayor abundamiento, la izquierda chilena y también algunos sectores de la DC han demostrado con hechos, luego del 18-O, que carecen de la cultura -y altura- política necesaria para convivir en un sistema semiparlamentario, porque sus prácticas demuestran que abusan de las facultades del Congreso.

Ni mencionar la falta de responsabilidad de nuestros parlamentarios y la baja calidad del trabajo legislativo. Recién se nos informa que el Congreso destinó casi 150 horas a revisar las acusaciones constitucionales en desmedro de su trabajo legislativo.

¿Alguien, en verdad, cree que -a la luz de la reciente experiencia- es posible avanzar en Chile hacia un régimen semipresidencial? Dificulto que alguien sensato piense que un cambio de régimen político va a mejorar la calidad de nuestra política o el trabajo parlamentario. Solo se puede anticipar -en base a la evidencia- una mayor confrontación política e inestabilidad institucional de prosperar una iniciativa de esta naturaleza.

En cuanto a la propuesta de eliminar el quórum calificado para aprobar y formar empresas públicas o estatales, ella solo parece encontrar respuesta o apoyo entre aquellos nostálgicos del Estado empresario omnipresente en la década de los sesenta y setenta.

Las empresas estatales, además de su gestión ineficiente, han demostrado que solo sirven como botín para los partidos políticos y ser foco fértil de corrupción, abusos e irregularidades. Los ejemplos de ello abundan: Codelco, Enap, EFE, TVN, entre otras.

Nuevamente, me pregunto si alguien medianamente serio cree que eliminar el Estado subsidiario va a mejorar la gestión y resultados de las empresas públicas o va mejorar la probidad y transparencia en su gestión.

Por el contrario, ello solo permitirá aumentar el tamaño del Estado, aumentar la ineficiencia del gasto público y aumentará los espacios de corrupción. El sentido común solo permite pronosticar mayores pérdidas y más corrupción.

Los chilenos están cansados de los abusos que cometen los parlamentarios en el ejercicio de sus cargos y están cansados de ver cómo se bota su plata en la gestión de empresas públicas.

Mientras no sea posible asegurar que nuestro parlamento esté a la altura de lo que el país necesita y no se mejore la calidad de nuestros parlamentarios, parece sensato rechazar cualquier propuesta que implique un cambio de sistema de gobierno.

Del mismo modo, mientras no se realice una profunda y radical cirugía al sistema de empresas públicas, para preservar el buen manejo de los recursos de todos los chilenos, también parece prudente rechazar cualquier propuesta que pretenda eliminar este aspecto del Estado subsidiario.

Aún estamos a tiempo de detener esta imprudencia constitucional.

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.

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GLACIARES DE LA REGIÓN METROPOLITANA

GLACIARES DE LA REGIÓN METROPOLITANA
Publicado por El Mercurio, Editorial del 13/01/2020

 Su protección legal es necesaria, pero no impedirá que el fenómeno del derretimiento continúe produciéndose.

El progresivo derretimiento que se observa en los glaciares de la Región Metropolitana despierta preocupación en diversos sectores. Su contribución a regular el ciclo hidrológico —almacenando volúmenes de agua en la forma de hielo y entregando posteriormente parte de ellos a los ríos, según las condiciones térmicas circundantes— puede verse afectada por la disminución de su superficie. Como consecuencia, la regularidad en la disponibilidad del recurso hídrico para la población, o para uso agrícola o industrial, también disminuye, amenazando la provisión tradicional de este indispensable recurso. Ello se hace aún más palpable en años de grave sequía, como el que en la actualidad está afectando al territorio nacional. Las mediciones efectuadas indican que el glaciar Juncal Sur, el más importante de la zona central, ha perdido un 25% de su superficie desde 1955 a la fecha, y en la cuenca del río Olivares, el glaciar Olivares Beta ha disminuido en un 34% y el Olivares Alfa en un 69%; en ambos casos, sus superficies se encuentran hoy distribuidas en ocho fragmentos.

Esta situación hace necesaria una regulación legal que mitigue los efectos de la acción humana sobre ellos, de modo de extender su permanencia en el tiempo. El proyecto de ley que protege a los glaciares, y que está en tramitación en el Congreso, apunta en esa dirección. Sin embargo, la forma en que había sido redactado originalmente dejaba indeterminado el número de años de antigüedad de un glaciar, lo que permitía la judicialización permanente de los reclamos que se formularan, y pretendía proteger masas de menos de una hectárea, incluyendo al llamado entorno periglacial, todo lo cual paralizaría la actividad minera, energética, de construcción de infraestructura o turística en la alta cordillera. Las indicaciones enviadas por el Ejecutivo fijaron en 15 años la antigüedad del glaciar a proteger, no resguardan masas de menos de una hectárea y tampoco incluyen al entorno periglacial.

En el caso de los glaciares de la Región Metropolitana, la cuenca del Maipo, la de mayor incidencia, tiene una zona cubierta de 6,7%, almacenando con ello hielo equivalente al caudal medio que escurre durante aproximadamente tres años, lo que es un volumen muy pequeño para considerarlo una reserva estratégica de largo plazo, aunque en años de extrema sequía pueda aportar entre el 60 y el 70% del caudal. Por otra parte, la intervención de una superficie glaciar de 100 hectáreas reduciría el aporte hídrico a recibir en un 0,25%, equivalente a alrededor de 3 hectáreas de riego. Todo esto indica que, a pesar de la importancia de preservar y extender la permanencia de los glaciares, el impacto de intervenciones menores tiene una bajísima incidencia en el riego y en el escurrimiento de agua para uso humano, todo lo cual debe ser considerado en el trámite legislativo que se está llevando a cabo, evitando la radicalidad en su redacción.

Por lo demás, el derretimiento de los glaciares es un fenómeno causado básicamente por el calentamiento global, de manera que su protección legal no impide que ese fenómeno siga dándose, ya sea en su desarrollo natural o como resultado de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Ello sugiere que tanto o más importante que la protección legal de los glaciares es enfrentar su desaparición paulatina, reconociendo los cambios que ocurrirán en el futuro en la pluviometría y en los caudales que escurran por las actuales cuencas. Ese es un problema que debe ser enfocado con herramientas distintas, que incluyen las ingenieriles, tecnológicas y económicas que optimicen el uso del agua hacia el futuro.

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