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LIBERTAD DE PRENSA EN LAS AMÉRICAS. El Mercurio, Editorial, 24/10/2021

“No obstante el buen lugar de Chile, subsisten intentos de algunos por controlar a la prensa”. La Unión ha querido considerar este importante tema, que seguramente será un factor de discusión en los próximos días. Solo nos basta con mirar el entorno para ver lo que ocurre en otros países, en donde diferentes medios de comunicación han sido cerrados y sus autoridades perseguidas por no estar de acuerdo con los regímenes que los gobiernan. En nuestro caso es ver como la prensa trata a ciertos sectores por no compartir sus ideas.

Las dificultades que experimenta la prensa en el hemisferio acaban de ser rigurosamente examinadas durante la asamblea anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Esta vez se presentó el índice anual de libertad de expresión, que reveló que Chile mantiene amplia libertad para que los medios puedan realizar su trabajo. Junto a Uruguay, son los únicos países que alcanzan la categoría de libertad plena.

 

 

En el resto del continente, incluyendo a Estados Unidos, existen restricciones que impiden el libre ejercicio del periodismo, llegando a tres países en que los ciudadanos simplemente no tienen libertad para expresar sus opiniones ni para informarse de lo que sucede: Nicaragua, Cuba y Venezuela.

Durante el año, los gobiernos de Nicaragua y Venezuela cerraron dos diarios, La Prensa de Managua y El Nacional de Caracas, el que además fue expropiado en beneficio de un jerarca del chavismo. Las excusas ni siquiera intentan disimular los objetivos políticos de estas acciones arbitrarias.

También, por primera vez, dos vicepresidentes de la organización fueron apresados en sus respectivos países, Cuba y Nicaragua.

Aún más grave es constatar que el ciclo de los asesinatos de periodistas en la región continúa sin tregua. Comienza con la burla o el insulto por parte de autoridades, sigue con el matonaje en redes sociales, para luego derivar en amenazas con las que se logra silenciar a muchos, pero no a todos.

Aquellos que persisten en informar o en emitir opiniones que desagradan a las autoridades o a ciertos grupos de interés —muchos, de carácter delictual, especialmente vinculados al narcotráfico—, suelen caer víctimas de asesinos o sicarios.

Pero el ciclo no termina ahí, pues luego las investigaciones con frecuencia comienzan a arrastrarse sin progreso alguno y así van transcurriendo los años, hasta alcanzar la prescripción, con lo cual estos asesinatos quedan en la impunidad. Este año, son nueve los periodistas asesinados y dos o tres, ocurridos en la década del 90, los que están cayendo en la prescripción.

“No obstante el buen lugar de Chile, subsisten intentos de algunos por controlar a la prensa”.

En Chile, la situación es muy diferente y en nuestro sistema democrático los periodistas pueden trabajar sin temor a estas amenazas. Ha habido algunos incidentes que deben ser observados con particular cuidado, como han sido los ataques que han experimentado algunos equipos de prensa que han intentado cubrir los hechos de violencia en La Araucanía o las claras señales de amedrentamiento en redes sociales o incluso en rayados y carteles en manifestaciones.

Pero más allá de estos hechos aislados, los medios y los periodistas disfrutan de una amplia libertad de expresión.

Con todo, subsisten en el país intentos por controlar a la prensa, lo que queda en evidencia al leer los programas de los candidatos presidenciales que hablan de nuevas instituciones con las que se busca reemplazar el orden actual.

Una vez más, se procura otorgarle al Estado más funciones, centradas en un derecho a la comunicación que recuerda el fenecido nuevo orden mundial de la información que impulsaron los países comunistas en la década de los años 80.

Pero el país aprecia la transparencia y no será fácil que se abandone el sistema de libertad de prensa que ha dado seguridades a periodistas y medios.