Columna de Opinión

LA PALABRA Y EL ENEMIGO

LA PALABRA Y EL ENEMIGO

“Existe una cruzada atávica contra el otro, contra la derecha, contra el neoliberalismo, contra las AFP, contra el sistema e incluso contra el Estado de Derecho”.

Leonidas Montes. El Mercurio, Columnistas, 29/04/2021

En este ambiente tan agitado, política e institucionalmente tenso, fue refrescante escuchar a Iván Jaksic hablando de Andrés Bello en la Academia Chilena de la Lengua. Su legado nos dejó profundas huellas. Llegó en medio de una crisis severa. Y todo lo hizo a través de la palabra.

Me acordé también de esa famosa carta que escribe al llegar a Chile. Echa de menos la pintoresca vegetación de Caracas, sus cultivos y la rica vida intelectual. Pero agrega que en nuestra incipiente patria se disfrutaba “de verdadera libertad; el país prospera; el pueblo, aunque inmoral, es dócil” (20 de agosto de 1829). Con nuestra libertad y prosperidad muy golpeadas, conviene pensar nuevamente sobre el sentido de esta frase.

Respecto de nuestra docilidad, la realidad ha cambiado. Solo recuerde esas colas del gran Transantiago, con miles de chilenos resignados y refunfuñando durante esas largas esperas. Partían a su trabajo al amanecer y regresaban de noche, cansados y echando una pestañeada con la cabeza apoyada sobre un vidrio empañado. Iván Poduje, en “Siete Kabezas”, atribuye al Transantiago gran parte de la ira acumulada. Esa rabia explotó con la crisis social del 18 de octubre. Sabemos que Chile ya no es un país dócil.

Nuestra inmoralidad no cambia. Basta ver las noticias o alguna prédica del Savonarola de turno en los matinales. En el debate ya no escuchamos mentiras ingenuas —esas equivocaciones que se pueden corregir y de las cuales uno se puede arrepentir—, sino engaños muy bien pensados y planificados. Por cierto, en períodos electorales abundan las promesas y las descalificaciones. La lucha por el poder aguijonea los ánimos. Y aunque la libido dominandi irrumpe con fuerza, también es cierto que los votos la tranquilizan.

En este mismo espacio escribí sobre la curiosa influencia de Carl Schmitt en Chile (aprovecho de agregar otra curiosidad: su influencia en China es grande).

Este férreo crítico del liberalismo y de la libertad —el Kronjurist que orientó el camino al Tercer Reich— centra su lógica política en una contienda entre amigos y enemigos. El enemigo es el otro que no piensa como uno, el extraño que no pertenece a la tribu. La política sería una guerra permanente, un estado de naturaleza hobbesiano. Estas ideas parecieran guiar el juego político actual. Javiera Parada fue tildada, a lo menos, de traidora. Y todo esto, por ser libre.

Además del evidente parlamentarismo de facto, vivimos una especie de binominal de facto. Como si regresáramos a la Guerra Fría, entramos en un odioso y peligroso juego de todos contra la derecha. En un país de amigos y enemigos, de buenos contra malos, esa simple expresión “por las buenas o por las malas” ha calado hondo. Existe una cruzada atávica contra el otro, contra la derecha, contra el neoliberalismo, contra las AFP, contra el sistema e incluso contra el Estado de Derecho. Y pareciera que todo eso se personificara en la figura del Presidente de la República.

El Presidente Piñera ha cometido errores. Tiene, como todos nosotros, sus defectos. Pero en esta campaña para convertirlo en el enemigo público por antonomasia, debemos reconocer su fortaleza y apego republicano.

Hace ya tiempo venimos caminado sobre una peligrosa cornisa. Hace ya tiempo hay señales inquietantes. Se celebra a Lenin, se llama a desconocer las elecciones en Ecuador y la comisión de Derechos Humanos de nuestro Senado sería presidida por un amigo, promotor y defensor de la dictadura venezolana.

Pese a todo, el espíritu liberal y republicano de Andrés Bello sigue vivo. Y para eso los tres poderes del Estado —Presidencial, Legislativo y Judicial— deben sostener el edificio institucional. Como decía Andrés Bello, la palabra, la política y la ley deben caminar de la mano. Esta es la mejor vacuna contra la decadencia institucional.

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

Columna de Opinión

CARTAS NO PUBLICADAS EN MEDIOS DE PRENSA. ADOLFO PAÚL LATORRE

CARTAS NO PUBLICADAS EN MEDIOS DE PRENSA
Ilegalidad e inhumanidad: Con asombro e indignación veo que siguen ingresando a las cárceles militares y carabineros ancianos y gravemente enfermos, condenados por sentencias dictadas contra leyes expresas y vigentes, por supuestos delitos cometidos hace más de 48 años, en juicios en los que fueron violados el debido proceso y otros principios esenciales del derecho penal, preceptos constitucionales y normas del derecho internacional de los derechos humanos.
Ilegalidad e inhumanidad:
Con asombro e indignación veo que siguen ingresando a las cárceles militares y carabineros ancianos y gravemente enfermos, condenados por sentencias dictadas contra leyes expresas y vigentes, por supuestos delitos cometidos hace más de 48 años, en juicios en los que fueron violados el debido proceso y otros principios esenciales del derecho penal, preceptos constitucionales y normas del derecho internacional de los derechos humanos.
Al respecto cabe preguntarnos si es humano mantener en prisión a tales personas y si la justicia se identifica con castigo; y si ese castigo ha de ser el encierro o un dolor equivalente al padecido por la víctima, lo que es más parecido a venganza que a justicia.
Adolfo Paúl Latorre
¿En qué país?:
El día 15 del mes en curso fue publicada en El Mercurio de Santiago, bajo este título, la siguiente carta al Director:
“¿En qué país democrático se queman o destruyen iglesias, escuelas, universidades, municipalidades, vehículos de trabajo, casas particulares, cosechas y monumentos, se cierran carreteras y calles, se atacan cuarteles policiales, se almacena clandestinamente armas de guerra y se asesina o hiere a policías y periodistas, al tiempo que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial parecieran observar de manera distante, como si ya fuese un panorama normal? Moisés Silva Triviño”.
El mismo día envié a ese diario la carta que sigue: “Al lector Moisés Silva Triviño le respondo a su consulta de ayer: en el mismo país en el que los jueces condenan a militares y policías mediante sentencias dictadas contra leyes expresas y vigentes, violando las normas de un debido proceso y principios esenciales del derecho penal asegurados por nuestra Carta Fundamental y por tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentran vigentes; en el mismo país en el que los órganos del Estado no cumplen con su obligación de garantizar el orden institucional de la República y la conservación del orden público; aplicando la violencia física legítima del Estado a la que este está obligado por deber de justicia y de autoridad para reprimir a quienes subvierten el orden social y lograr mediante ella la restitución del orden exigido por el bien común”.
Adolfo Paúl Latorre
El Estado de Derecho se va a imponer:
El Coordinador de la Macrozona Sur, Pablo Urquízar, comprometió que “se va a imponer el Estado de Derecho”.
¡Qué gran y esperanzadora noticia! Ello significa que se reconocerá que los guerrilleros y terroristas que ejercen una violencia desatada e impune —en zonas rurales y urbanas— constituyen un enemigo interno que está en guerra contra el Estado de Chile. Ello también significa que los órganos del Estado adoptarán todas las medidas necesarias y utilizarán todos los medios a su alcance para aniquilar a tal enemigo y así cumplir con su obligación de garantizar el orden institucional de la República; para lo cual, junto con medidas de otro orden, aplicarán la violencia física legítima del Estado necesaria para reprimir a quienes subvierten el Estado de Derecho y así restituir el orden exigido por el bien común.
Lamentablemente este desiderátum se ve difícil de alcanzar mientras la prensa y diversos actores políticos le bajen el perfil a una situación de violencia intolerable —ejercida por grupos paramilitares que utilizan armamento de guerra contra personas y bienes públicos y privados y cuarteles y vehículos policiales— utilizando el eufemismo “violencia rural”; mientras la opinión pública y las diversas organizaciones sociales no rechacen categóricamente la violencia terrorista o revolucionaria o, peor aun, la promuevan o la amparen; mientras la mayoría de los
 congresistas se opongan a la aprobación de leyes que le entreguen capacidades operativas a los organismos de inteligencia u otras necesarias para enfrentar en mejor forma el flagelo terrorista; y mientras se mantengan las actuales reglas de uso de la fuerza insensatas y extremadamente restrictivas.

Adolfo Paúl Latorre

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

Columna de Opinión

EL AFÁN DISCURSIVO DE SER “COOL” O LA AUSENCIA DE TINO: LAS FUNCIONES DE LAS FUERZAS ARMADAS EN CHILE EN EL MARCO DE LA CONSTITUYENTE

EL AFÁN DISCURSIVO DE SER “COOL” O LA AUSENCIA DE TINO: LAS FUNCIONES DE LAS FUERZAS ARMADAS EN CHILE EN EL MARCO DE LA CONSTITUYENTE

En las últimas semanas he seguido con atención el debate sobre las posibles funciones y vinculaciones respecto de las Fuerzas Armadas en el contexto de la próxima discusión constituyente del país.

Dra. Loreto Correa Vera, Investigadora CIEE-ANEPE – ANEPE, Columnas, 26/01/2021

En las últimas semanas he seguido con atención el debate sobre las posibles funciones y vinculaciones respecto de las Fuerzas Armadas en el contexto de la próxima discusión constituyente del país.

No se trata, por cierto, de un debate sobre preferencias de desarrollo, estimaciones de crecimiento, proyecciones sobre la industria. Se trata o se ha tratado de un ejercicio de suyo ideológico y polarizado en el contexto de la mirada auto referente respecto del Estado de Chile en el contexto regional y mundial sobre la seguridad y la defensa.

Desde ya hace algún tiempo, largo tiempo, la premisa que las Fuerzas Armadas deben ser o no ser tal o cual cosa para y en función del poder civil demuestra que en Chile se ha instalado una discusión pacifista.

Resulta cool, de moda, progresista y “moderno”, señalar por ejemplo que las Fuerzas Armadas deben disminuir su estructura porque son un enorme gasto de la nación. Más cool resulta apuntar que como tienen pensiones más elevadas que el resto, se trata de una injusticia social enorme. En tanto que la guinda del pastel señala que como América Latina es una “zona de paz”, no se necesitan.

En ese marco, una serie de analistas nacionales, y el Grupo GADFA en su conjunto, se han referido de manera aleatoria a la futilidad de las Fuerzas Armadas y su importancia para el país.

Intentar entender qué o quiénes están detrás de estas argumentaciones o motivaciones es un tema.

Veamos quiénes. Lo primero, hombres mayores, con o sin vinculación política castrense. También, hay tecnócratas aficionados a los números y cientistas sociales cercanos al ALBA y la UNASUR.

En el debate, han aparecido, por cierto, algunos exembajadores y, por último, políticos que han encontrado en el tema de las Fuerzas Armadas un mecanismo para mantenerse vigente en los medios de comunicación.

Desde la vereda del frente, contestan, exmilitares y un centro de estudios con elevada presencia en los medios, porque reúne lo que todos los cientistas sociales deseamos: recursos y plataforma digital para expresar ideas.

Sin embargo, ya sea desde una u otra vereda, resulta preocupante que haya mensajes estilo “el sofá de Don Otto” en la materia. Implícitos como: “acabemos con el poder de las Fuerzas Armadas porque no hay amenazas de invasión de nadie”. “Terminemos con los privilegios de las Fuerzas Armadas, porque no se lo merecen por lo que ocurrió en la dictadura”. “Hay que castigarlos por lo que hicieron durante el gobierno militar y porque no han pedido perdón”. “Hay que contenerlos, amarrarlos bien amarrados, porque son una amenaza en sí misma en relación a la institucionalidad y cualquier día vuelven a hacer otro golpe de Estado”.

Tal sinceridad no se expresa abiertamente porque sería obsceno hacerlo. Sin embargo, de todas las frases que han sido expresadas, hay una que llama poderosamente la atención y que menciona pasar integrantes de las Fuerzas Armadas a Carabineros.

Al respecto, y uno esto con el debate sobre la presencia de las mujeres en el debate nacional, me parece que llegó la hora de expresar la falta de tino que manejan estas intervenciones donde la preservación y la integridad del Estado de Chile – en este caso- está ausente. Cual más cual menos, apuntan a dibujar encima de la realidad –desde un mundo de fantasía, donde el peligro transnacional no existiría- un nuevo rol de las Fuerzas Armadas, sobreponiéndose a decisiones individuales y trayectorias vocaciones de todo tipo que por más de 200 años ponen en valor los tres pilares del Estado de Chile: autodeterminación, soberanía y territorio.

Así, los elevados pensamientos de los colegas apuntan más a una “gusticia”, que a una “justicia” en el marco republicano; un “deber ser” acorde con mecanismos de países lejanos y/o en las antípodas geográficas del planeta. Ejemplos que omiten que, si tal o cual país se vieran amenazado, lo más probable es que recibiera ayuda de la OTAN o de los Estados Unidos en su rescate.

De este modo, el problema de comprensión de la realidad y el contexto chileno es tanto o más notorio, cuando las argumentaciones reflejan etapas no superadas en la vida.

Odiosidades con justificaciones que ni siquiera Michelle Bachelet en su historia de vida familiar se atrevería a argumentar. Es más, nunca lo hizo. En ese plano, el discurso del abogado Rendón ameritaría una revisión personalísima.

Pero más complicada es la argumentación del GADFA, que reúne a políticos y embajadores que se refieren a las Fuerzas Armadas en un debate que no llegó al siglo XXI y convive con fantasmas del siglo XX.

En este plano, la sinceridad es madre de la razón. Los pactos sociales de los países nacen desde el respeto a todos los actores. No hay unos actores más legítimos que otros.

Por ello, lo primero, es la profunda convicción que hablar de defensa y no involucrar a la política exterior del país es una omisión integral al asunto. La defensa es un pilar clave para mantener o no la soberanía nacional, claro está. Un ejemplo: Si el Estado de Chile ha defendido sus principios en La Haya recientemente, no es solo porque cree que los países vecinos, tienen o no tienen razón. Es porque detrás de la política exterior nacional está la defensa nacional de respaldo.

Es esta fuerza, cientos de miles de hombres y mujeres con vocación, que han decidido en tiempos de paz ponerse al servicio del país porque lo aman y desean servirle. Por ello, con todas sus letras resulta maniqueo apelar a los 70, 80 y hasta la realidad de los 90, pasado que evidencia una ignorancia obsesiva.

Por otra parte, y esto le duele a un sector político nacional, una parte de la juventud chilena admira, pese a los esfuerzos en contrario, a las Fuerzas Armadas de Chile. Y las admiran porque representan valores y principios que identifican un Chile capaz de alcanzar cualquier meta.

Entonces, ¿Vamos a refundar sus instituciones? ¿Con cargo a qué? ¿Contándoles qué historia? ¿O vamos a emprender el penoso y fracasado camino de la memoria histórica? Porque si es esto último lo que vamos a hacer como país y que ni en la propia Alemania hizo con sus Fuerzas Armadas, ¡cerremos la puerta y que se vayan todos para su casa!

Hoy, doctrinariamente hablando, no hay quien señale dentro de las filas que los problemas políticos del país son causados o factibles de arreglar con un liderazgo castrense. Y en este plano, valga contradecir la ligereza de Jorge Baradit, quien las acusa de ser “un botón de pánico de Chile cada cuarenta años” o de ser responsables institucionales de “las enormes c… HISTÓRICAS” del país, haciendo borrón y cuenta nueva de las sentidas palabras de Patricio Aylwin al respecto.

Es esta juventud y una parte de la nación que quiere paz social, desarrollo y un país sólido, la que sabe que las Fuerzas Armadas chilenas no han salido de sus cuarteles sino por la presión de la clase política.

En función de esta realidad, enrostrarle a las Fuerzas Armadas relatos y argumentaciones latinoamericanistas como hace el GADFA, es ubicarlas en un plano caudillista que no solo no procede, resultan ser un falso dilema que no aplica a Chile, un “artefacto althusseriano” .

Siendo serios, la topografía del poder exige, antropológicamente hablando, abandonar el espejo retrovisor. Y siendo aún más francos: mantener el discurso de los 17 años de dictadura y recordar el golpe de Estado una y otra vez, sin recordar además que los que están vivos y fueron responsables de delitos están presos, es muestra que hay mucha gente que no avanzó en su vida lo suficiente en términos ideológicos y que ignora lo que actualmente las Fuerzas Armadas hacen o no hacen, o cómo lo hacen. Ese mundo, y particularmente, después de lo que hemos visto en estos días en Estados Unidos, murió hace años. Resígnense, actualícense.

Un segundo punto es la mirada de futuro. Las Fuerzas Armadas de Chile tienen enormes desafíos y roles en tiempos de globalización que no son ni remotamente cercanos a los roles tradicionales de la Guerra Fría.

Son cuerpos disciplinados y jerarquizados con capacidades para cumplir funciones específicas que no podría cumplir nadie más dentro del país, ni una Guardia Nacional –si la hubiera-, ni la PDI o los mismos Carabineros, ya de suyo diversificados en una enorme cantidad de labores. Y lo más importante, no son ni quieren ser deliberantes.

Algo de ello esboza Ricardo Couyoumdjian en su columna de El Mostrador del 8 de enero de 2021. Sin embargo, además están el apoyo y soporte que prestan dentro del marco del Sistema Político Internacional a través de las operaciones de paz –cierto, suspendidas, pero no clausuradas de por vida.

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

Columna de Opinión

Adolfo Paúl Latorre. Funciones

Funciones
Columna de opinión
A las personas que me han preguntado para que sirven las FF.AA. les he respondido: ellas sirven para garantizar la paz en libertad de la nación, protegiendo los irrenunciables intereses nacionales; para apoyar la política exterior e interior del Estado; para resguardar y asegurar, en última instancia, el orden institucional de la Republica.
Los institutos armados son la fuerza, la coacción organizada para mantener dentro y fuera de la nación el orden, es decir, el derecho, sin el cual no existe orden social alguno. Las FF.AA. son fundamentales para una nación altiva, que tiene la firme voluntad de defender su libertad y soberanía, que es respetuosa de su historia, de su cultura y de sus tradiciones, y que desea proyectarse hacia un futuro mejor. Ellas no tienen más ideología y norma que el servicio a la patria.
Adolfo Paúl Latorre

Abogado

Columna de Opinión

Construyendo museos

Construyendo museos
Cabe preguntarse qué pasa en Chile como para que el PC tenga un segundo aire capaz de convencer a toda una clase política de izquierda democrática de que su gobierno de veinte años fue un fracaso. La respuesta es fácil. Lo que ocurre en Chile es que ha llegado a su edad protagónica la generación que sufrió el derrumbe de la educación chilena.
Orlando Sáenz, Empresario y Escritor, El Líbero, Opinión, 21/04/2021

Hasta hace pocos días, yo creía que el mayor museo del mundo era el Hermitage de San Petersburgo y que los más grandes fundadores de museos de la historia eran los Medici o Catalina La Grande.

Pero un reportaje que vi en Eurochanel me hizo darme cuenta de que estaba equivocado y estaba siendo injusto. Y eso, porque el reportaje demostraba que Cuba es un museo muchísimo más grande que cualquiera y que el comunismo es el mayor constructor de museos de toda la historia.

El reportaje que me abrió los ojos se refería a un heroico grupo de cubanos que, a costa de ímprobos esfuerzos y sacrificios, mantenían en funcionamiento unos escombros de automóviles Lada de la década de los 60 y, en homenaje al entrevistador, los hacían desfilar en caravana esquivando a un tráfico de carretelas tiradas por caballos que circulan por la ciudad sin necesidad de semáforos ni tacos.

Contaban sus odiseas para conseguir repuestos que traían en sus maletas visitantes de buena voluntad o tenían que improvisar con arduo trabajo en talleres artesanales. Su recompensa era saber que el valor de mercado de esos cacharros arreglados era del orden de US$25.000, eso si es que en Cuba existe mercado.

La visión de ese reportaje me hizo recordar las varias veces que he estado en Cuba desde 1950 en adelante. Pero ahora reviví esos recuerdos bajo un nuevo prisma, y me di cuenta de que en verdad, Cuba parece un museo de antigüedades. Porque en Cuba todo es antiguo y pareciera que el tiempo allí se detuvo a mediados del siglo XX: edificios sucios y descascarados, ritmo de vida como el de un pueblo chileno de entonces, silencio impropio de una gran ciudad porque no existe el fragor del tráfico.

Es el efecto de setenta años de dictadura comunista que, en el caso de Cuba, golpea más porque a pocos kilómetros de distancia se puede ver una imagen de lo que podría haber sido hoy sin la catástrofe del comunismo. Y ello porque Miami es, en buena medida, la obra de los cubanos que eligieron la libertad y, sin más que lo puesto, huyeron a tiempo del puño que los ha oprimido por más de setenta años.

Todavía más, el reportaje me hizo pensar también en lo que vi en todos los países bajo regímenes comunistas que visité en el pasado: Rusia, China, Alemania Oriental, Hungría, Yugoslavia y, por supuesto, Cuba. Y, mirándolos bajo el mismo prisma, me di cuenta de que todos ellos parecían museos: el mismo silencio, el mismo ritmo de vida de pueblo, la misma decrepitud.

En algunos de esos países tuve el privilegio de ver viviendas particulares en que me encontré con recuerdos de mi niñez, como refrigeradores desvencijados, neveras, cocinas en precarísimo estado, radios a galena y ropa de otra época. Todo eso me hizo ver que el atraso es un sello del comunismo y el más evidente síntoma de su incapacidad para forjar una economía dinámica.

En algunos casos, la pobreza general del país era, en algún grado, una explicación. Pero dentro de algunos de esos países visitados, sin duda existía una tecnología de punta porque eran capaces de enviar vehículos al espacio y dotarse de un armamento de primera línea. Tal es, por ejemplo, el caso de Rusia, en que el atraso popular no era efecto de pobreza nacional sino de una política de espaldas al pueblo y solo instrumento de una cúpula fanatizada.

Siendo un hecho comprobado y comprobable que los gobiernos comunistas llevan al más acabado fracaso económico, cabe preguntarse si estos fracasos son coincidencias u obedecen a causas estructurales. Incluso dejando de lado el hecho de que algo que ocurre siempre y sin excepciones en decenas de casos no puede ser coincidencial, cuesta poco descubrir las causas estructurales que condenan a los gobiernos comunistas a convertir en museos los pobres países que caen en sus garras.

La doctrina comunista es dogmática en la total inhibición de la iniciativa privada y, como esta es el más poderoso factor de progreso material, los regímenes comunistas se condenan al fracaso al prescindir de él. Como el análisis de esto ha sido tema de otras reflexiones anteriores, remito a ellas a mis posibles lectores y, al mismo tiempo, les prometo enfrentar próximamente la más candente pregunta de nuestros tiempos: ¿no está demostrando China que un régimen comunista puede ser económicamente exitoso?

Pero el nunca desmentido fracaso económico de los gobiernos marxistas ortodoxos es la menos grave de sus consecuencias.

Si se le pregunta a internet cuales son los dictadores más genocidas de la historia de la humanidad, la respuesta nos deja atónitos incluso a quienes estamos más preparados para recibirla: el régimen de Mao, que es el campeón, le costó a China ¡78 millones de muertos! y el de Stalin, el escolta, le costó a la URSS ¡23 millones de cadáveres! Como Rusia y China fueron las escuelas predilectas de formación de los líderes comunistas chilenos, precisamente en los días en que ocurrían esas catástrofes, se puede juzgar el cinismo que se requiere para pretender hoy día aprovechar la ignorancia de muchos chilenos para erigirse en campeones de los derechos humanos.

Afortunadamente, la plaga del comunismo se convirtió también en una pieza de museo que solo subsiste en rincones de escaso desarrollo.

Como la historia tiene muchas veces ironía, ha muerto a causa de su propia experiencia como gobernante porque, de haberse mantenido como teoría, seguramente tendría una falange mundial de idealistas y utopistas como partidarios. Pero los muertos de Mao, Stalin y otra caterva de matones de menor talla, pesaron demasiado como para poder subsistir.

En vista de todo lo señalado, cabe preguntarse qué pasa en Chile como para que el PC tenga un segundo aire capaz de convencer a toda una clase política de izquierda democrática que su gobierno de veinte años fue un fracaso, a pesar de pasar a la historia como el ciclo virtuoso más progresista que el país ha conocido. Pero la respuesta es fácil. Lo que ocurre en Chile es que ha llegado a su edad protagónica la generación que sufrió el derrumbe de la educación chilena y cuya consecuencia es la de un amplio sector que si no sabe quién fue O´Higgins menos sabe quiénes fueron Mao y Stalin.

En verdad el comunismo fue una plaga peor que el covid 19 que segó la vida de muchas decenas de millones de seres humanos en el siglo pasado. Afortunadamente es una plaga que tiene una vacuna infalible y al alcance de todos, cual es un libro de historia del siglo XX. Nadie que lea ese libro dejará de estar inmune a los cantos de sirenas del comunismo.

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Columna de Opinión

Legítima reacción de las FF.AA.

Legítima reacción de las FF.AA.
SEÑOR DIRECTOR
“Hace unos días, un individuo en un bus interprovincial se negó a presentar su pasaporte sanitario, insultó al funcionario naval que fiscalizaba y trató de escapar. El marino -en encomiable cumplimiento de su deber- lo persiguió, lo redujo y lo entregó”
“a Carabineros, sin lesiones de ningún tipo. El Instituto de Derechos Humanos, antes de cualquier investigación, presumió que se habían violado los derechos humanos del infractor que, casualmente, tenía cinco órdenes pendientes de detención.”
“Recientemente, un programa de La Red 1V, que pretende ser humorístico, denigró la honra no solo del Ejército, sino de todos los miembros de las FF. AA., activos y pasivos. Las instituciones manifestaron públicamente su malestar, lo que desató la ira de cierta izquierda, que calificó el hecho como deliberación. Es curioso que los mismos que ayer promovían la ley del “”negacionismo”” sean ahora los paladines de la libertad de expresión.”
“Estos y otros hechos hacen pensar que hay quienes buscan cohibir la legítima reacción de las FF.AA., mediante una torcida y parcial aplicación de los derechos humanos, o acusándolas de deliberantes. Las quieren desprestigiadas e inermes; espero estar profundamente equivocado.”

Miguel A. Vergara Villalobos

 

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Columna de Opinión

A estas alturas y vistas las reacciones que generó el programa de La Red, parece que habría que agradecer la emisión del programa en que se burlaron del Ejército.

A estas alturas y vistas las reacciones que generó el programa de La Red, parece que habría que agradecer la emisión del programa en que se burlaron del Ejército.
¿Que lograron?
1.- Una demostración de unidad y solidaridad de las FFAA.
2.- Una declaracion del Ministro de Defensa.
3.- Una ocasión más para comunicar y hacer visible la labor que están ejecutando las FFAA en el control de la pandemia, apoyo a Carabineros y PDI.
4.- El repudio de sectores ciudadanos dejando en evidencia su valorización de las FFAA.
5.- Una declaración concertada de personeros de la izquierda preocupados por la unión de las FFAA y que los ubica en el sector contrario de la mayoría ciudadana que valora a las FFAA y de Orden.
Las reacciones anteriores obedecen a una ley natural: todo lo que se hace con mala intención repercute negativamente en el originador.
Por otro lado, el ataque desgasta y motiva al atacado.

Daniel Arellano W

 

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