DESDE MI TUMBA por General (R) Hernán Núñez Manríquez. Ver ceremonia en el Cementerio General — Al anochecer del 26 de mayo de 1880 —-
Las opiniones en esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión
¿Dónde están los míos? ¿Dónde están mis camaradas? ¿Dónde está los que cantan los himnos y canciones de la Patria en nuestro recuerdo?
Siento gritos, groserías, bestias pateando mi tumba, la tumba con que la Patria me honró como testimonio de gratitud por haber entregado mi vida por ella y mi Bandera. No me lo merezco quizás, pero represento a miles de soldados que cumplimos nuestro sagrado deber.
Me insultan babosos de odio y drogados; borrachos quieren llegar a mis huesos, a mi lugar de descanso eterno. ¿Por qué me odian si antes me querían y respetaban?
Con una linda ceremonia me trajeron desde el Campo de la Alianza hasta este lugar el año 1955; me acompañaron viejos soldados con los que peleé a su lado, y quizás fue la viuda de alguno del cual nunca más se supo igual que yo, que saludó militarmente y llorando emocionada, cuando las tropas desfilaron frente a la estatua de mi General Baquedano y ante mi tumba, la de un hombre muy humilde.
Meten fierros y chuzos alrededor de mi sepulcro. ¡Siento como rompen la placa tan hermosa que me escribiera mi Capellán Abarzua!
Recuerdo que un fotógrafo de delantal blanco sacaba fotos de cajón a familias enteras que venían a visitarme, niños corrían a mi alrededor; o más de algún galán declaró su amor sentado a mis pies.
¡Aumentan los gritos, siento calor por el fuego que prenden en mi lápida, vacían botellas de cerveza, estoy hecho un basural!
¿Dónde están los míos? ¿Dónde están mis camaradas? ¿Dónde está los que cantan los himnos y canciones de la Patria en nuestro recuerdo?
¿Por qué han permitido esta ofensa, este oprobio, este deshonor?
¡Yo que junto a una legión de bravos di la gloria a este Ejército!
Estoy debajo de una carpa; escucho que hablan de mí; que yo, un humilde soldado chileno, estoy creando problemas políticos a un hombre que hace poco vino, torpe y jocosamente, a sacarse fotos a los pies de mi general.
Dicen que me sacan de aquí y me llevan a un mausoleo entre gallos y medianoche y como una solución de parche. Improvisadamente.
Lo siento por Chile y el Ejército.
Ya no tienen a su Soldado Desconocido.
Nos derrotaron, y me han dejado abandonado tras las filas enemigas.
Mi homenaje al Soldado Desconocido que visité anualmente de la mano de mi abuelo.
General (R) Hernán Núñez Manríquez
Fuente imagen: latercera.com
Ver ceremonia en el cementerio General :www.youtube.com/watch
Al anochecer del día 26 de Mayo de 1880
Cuando el rugir de los cañones ya se había apagado y solo se escuchaban a lo lejos algunos tiros de fusil, el General Manuel Jesús Baquedano González pide a sus ayudantes que den la orden de tocar el “toque de dispersos”. Hermosas y tristes melodías de corneta, que desde distintos lugares del campo de batalla, llamaba a reunirse a las tropas chilenas desperdigadas en el Campo de la Alianza, al terminar con un triunfo para Chile, una de las más grandes batallas de sud América.
Poco a poco fueron reuniéndose grupos de soldados que a pesar de la fatiga, lograron llegar a sus regimientos, otros con menos suerte, al escuchar el llamado y encontrarse heridos y sin posibilidad de moverse, hicieron tiros al aire para alertar a otros soldados y a las ambulancias de la necesidad de auxilio.
Pero 448 soldados no tuvieron la fortuna de oír el toque para reunirse, ni pudieron recibir ayuda.
Para ellos ya todo había terminado, pues las balas enemigas habían silenciado sus gritos de ¡Viva Chile…!
La guerra continuó y quienes quedaron tendidos en el campo, lejos de su patria por la cual murieron, desaparecieron a retaguardia de un Ejército que seguía hacia Lima.
Años después, cuando comenzaba un nuevo siglo y Tacna aún estaba bajo bandera chilena, un oficial que recorría los lugares de viejas glorias, se encuentra con los restos de uno de los aquellos patriotas que entregaron su vida por Chile en aquella jornada, y que a simple vista pudo ser reconocido su batallón, pues tenía un uniforme y kepí distintos al resto de las unidades, más al estilo de la Marina, aunque pertenecían al ejército.
Era un soldado del Batallón Cívico de Artillería Naval, más conocido como los Navales…
Sus restos son repatriados y guardados hasta encontrar un lugar donde puedan ser venerados por el pueblo al cual defendió y por el cual murió y que fuese adornado por la bandera tricolor de la estrella solitaria que los guió.
Treinta años después, es depositado a los pies del Monumento al General Manuel Jesús Baquedano, inaugurado recientemente y que fue erigido por el pueblo, en homenaje a quien guió a la victoria a Chile, terminando de completar un cuadro de honor y gloria en representación de no solo los caídos en la guerra del Pacífico, sino de cada uno de los hombres y mujeres que partieron al norte entre los años 1879 – 1884.
Su epitafio fue solo:
“Aquí descansa uno de los soldados con que el General Baquedano forjó los triunfos del heroísmo chileno…”
Había vuelto a Chile y puesto en un lugar de honor en representación de sus miles de compatriotas como “El soldado desconocido…..
Era uno de los mártires que tan solo un año antes de morir habían dejado Valparaíso en busca del enemigo.
¿Serán los restos de uno de los soldados González, Villacura, Villalón, Pérez, Vargas, Arredondo? o quizás de Acosta, Anativia, Cartajena, Pardo, Parraguez, Peña, Urbina, Varas o quizás Vera? Jamás lo sabremos.
141 años después de su muerte, primero olvidado en el campo de batalla, luego repatriado y años después homenajeado por el pueblo chileno y sus compañeros en la guerra que lo sobrevivieron, sus restos serán exhumados y trasladados, para evitar que los descendientes de los Héroes, sigan pisoteando y destruyendo no solo su tumba y su memoria, si no la de todo el pueblo chileno que partió en busca del enemigo a tierras lejanas, para evitar que llegara a sus hogares.
Pero el enemigo llegó al final.
Los tiempos cambian, lo sé, pero nunca me convencerán que el héroe que años atrás fuera el que defendía Chile, sea remplazado hoy por el que lo destruye.
Quedó por último con la tranquilidad que el “Soldado Desconocido”‘ no seguirá siendo vandalizado… por lo menos por un tiempo
Un hombre solo muere cuando se le olvida…
Un aporte de Oscar Saa y Francisco Alomar