El diputado Teillier se presenta como héroe por haber sido jefe militar del PC y encargado de las relaciones con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) durante el gobierno militar.
Con desparpajo dice haber autorizado el atentado contra el general Pinochet, como una reacción ante los atentados que habría recibido la dirección de su partido. Califica los secuestros de personas por parte del FPMR simplemente como “cuestiones complicadas” y el asalto a armerías y camiones con víveres “eran cosas de cajón que se tenía que hacer”. Justifica la violencia por el contexto que se vivía: “hay que ponerse en la lógica que primaba en ese momento (…) si usted los saca del marco no se entienden (los atentados)”.
Me imagino que en ese “contexto” que reclama el diputado, incluye el hecho de que durante el gobierno de la Unidad Popular se fomentó abiertamente el odio de clases y la violencia como arma política, con el declarado propósito de establecer en Chile una dictadura marxista al estilo cubano. Tampoco debería olvidar los “resquicios legales” y los reiterados llamados a respetar la institucionalidad por parte de la Corte Suprema, de la Contraloría, del Colegio de Abogados, de la Iglesia Católica, de la Cámara de Diputados, etc. Menos podría dejar de considerar la crisis política, social y económica en que estaba sumido el país en 1973.
La violencia no debería tener “contextos” y menos validarlos para un solo bando. Es una injusticia monumental que mientras unos se paseen como héroes y ocupen altos cargos públicos, los de la contraparte -después de 40 años- sigan siendo vilipendiados, condenados y perseguidos por la justicia, financiando con fondos fiscales abogados e instituciones dedicados exclusivamente a ese fin. Los derechos humanos no deberían tener color político; el respeto a la dignidad de las personas no sólo es exigible a los agentes del Estado. ¡Basta de hipocresías y de cambiar la historia!
Miguel A. Vergara Villalobos