Hemos visto, a partir de las reacciones posteriores a la reunión sostenida con el candidato Sebastián Piñera y uniformados en retiro…
Carta publicada en el Diario “La Nación” el 17 de noviembre de 2009
Hemos visto, a partir de las reacciones posteriores a la reunión sostenida con el candidato Sebastián Piñera y uniformados en retiro, que estamos muy lejos de una verdadera reconciliación nacional y lo real que es la discriminación contra un estamento importante de la sociedad chilena: el mundo militar. Las declaraciones del candidato Eduardo Frei Ruiz-Tagle demuestran un profundo sectarismo y discriminación, al calificar dentro de uno de los grandes presidentes del siglo pasado a Salvador Allende y luego señalar: “Prefiero estar con las víctimas que con los violadores de los derechos humanos”.
Pienso que ambas declaraciones encierran un profundo sentimiento de odio, sectarismo y discriminación, dirigido a un grupo de la sociedad que, como bien dijo Piñera, directamente representa a más de 200 mil personas. Pero nosotros, a su vez, representamos por cada una de nuestras familias por lo menos a unas 800 mil personas. Además, siempre el sector pasivo de las Fuerzas Armadas y de Orden está fuertemente relacionado con el sector activo de ellas, mediante familiares directos, hijos, hermanos, sobrinos, primos, que están en las filas, y también en forma indirecta, a través de amigos, compañeros de curso o superiores y subalternos con los que servimos y que aún se mantienen en actividad. Con ello, entonces, la cantidad de personas afectadas y aludidas sube de manera exponencial. No puede ser que, a más de 35 años de sucedidos los hechos del pronunciamiento militar, los mismos que polarizaron y dividieron a la sociedad chilena en forma profunda y que finalmente destruyeron la institucionalidad (lo que obligó a la intervención de las Fuerzas Armadas y de Orden) sean los que en la actualidad mantienen abierta la herida haciendo imposible cualquier intento de reencuentro y reconciliación nacional.
De esta forma, las comisiones Rettig y Valech, la mesa de diálogo o incluso el “Nunca más” pronunciado por uno de los comandantes en jefe del Ejército, o cualquier otra acción en esta misma dirección, se constituirán en actos estériles, que más que buscar el objetivo señalado, al parecer sólo buscan aumentar el escarnio en contra de este estamento de la sociedad chilena. Esto, sumado al lema de “ni perdón ni olvido”, estimo que sólo contribuyen a mantener la división profunda existente en la sociedad chilena.
Ya es el momento, más aun con miras a nuestro bicentenario, de sincerar las cosas y buscar de verdad equilibrar el tema para que como sociedad alcancemos, como ha sido siempre la costumbre luego de quiebres profundos a nivel nacional o internacional, el reencuentro y la reconciliación, de modo que podamos mirar hacia adelante de manera conjunta, entregándoles a nuevas generaciones un país unido y que supo sacar las debidas lecciones del pasado para no repetirlas.
Horacio Toro Pérez, oficial de Ejército (R)
Piñera y los derechos humanos (ver diario)
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