Un numeroso grupo de ex funcionarios de las Fuerzas Armadas y Carabineros nos reunimos hace unos días con el candidato a la Presidencia de la República don Sebastián Piñera. Nos interesaba escuchar sus puntos de vista sobre una serie de materias que son de interés para el país y, por ende, también para nosotros.
Lo único que trascendió de la reunión fue una frase del señor Piñera en que nos manifestaba su disposición a hacer cumplir el Estado de Derecho y a contribuir, desde su eventual rol de gobernante, con el funcionamiento normal de la justicia, de forma tal que no haya procesos que se prolonguen excesivamente en el tiempo. Nadie podría estar, de buena fe, en contra de ninguno de ambos propósitos.
Sin embargo, el ex Presidente y actual candidato don Eduardo Frei quiso hacer aparecer esta reunión como un encuentro entre “violadores de derechos humanos”. Lamento que un ex Presidente de la República pueda más la urgencia electoral que el respeto a las personas y a las instituciones. Los asistentes a esa reunión entregamos nuestra vida al servicio público, en forma honesta y transparente llevando una vida de austero sacrificio personal. En mi caso, llegué a la cúspide de mi carrera al ser designado por el propio ex Presidente Frei como general director de Carabineros y durante su gestión ejercí el mando con lealtad y profesionalismo. Nunca nadie, ni antes ni después, ha pretendido vincularme de modo alguno a un hecho reñido con la ética y menos con la ley. Por eso siento que sus palabras rompen una relación de respeto y consideración recíproca, que se extendió también a los ocho años en que compartimos en el Senado cuando él era senador vitalicio.
Los miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden formamos parte de este país y merecemos el mismo respeto, ni más ni menos, que cualquier otro grupo. Civiles y uniformados trabajamos por nuestro país y, en nuestro caso, cuando pasamos a la vida civil somos ciudadanos con los mismos derechos que el resto. Estigmatizar y discriminar, como lo ha hecho el candidato Frei, al voleo, sólo nos recuerda épocas de divisiones que debieran quedar definitivamente en el pasado. Es una lástima, porque así no “vamos a vivir mejor”.