Columna de Opinión

¿Señales positivas?

La directiva
No queremos pecar de excesivo optimismo pero, como no hay mal que dure cien años, ¿porqué no podrían marcar estos hechos el principio del fin? o, si alguien lo prefiere, ¿el fin del principio?

 

            Desde que se decretara la reapertura del caso Guzmán, diversas noticias procedentes del ámbito judicial nos llevan a aventurar la aparición de señales que podrían ser consideradas como positivas.
            Aunque las gestiones para lograr la extradición del frentista Galvarino Apablaza hayan fracasado, al primar para el gobierno del vecino país la solidaridad ideológica por sobre los compromisos internacionales de colaboración para combatir al terrorismo, hemos podido advertir un esfuerzo por parte del poder judicial chileno por aplicar la ley a diversos implicados en actos terroristas que, hasta el día de hoy, la habían eludido eficientemente.
            No podemos predecir si en estos procesos se hará finalmente justicia pero ya es algo que quienes habitualmente ofician de implacables acusadores, se vean obligados a defenderse de los cargos que se les imputan.
            También hemos tomado conocimiento que en la causa que se instruye por el emblemático ataque al Retén Los Queñes, donde perdiera la vida un miembro del Cuerpo de Carabineros, fiel a su juramento de servicio a la Patria, el Ministro sumariante no haya encontrado evidencias que respalden las denuncias de los querellantes, habiendo procedido a dictar sentencia absolutoria.
            Tampoco podemos predecir en qué terminará finalmente este proceso pero también ya es algo que un miembro del poder judicial se atreva a sentenciar con estricto apego a la ley, en lugar de hacer recaer la prueba de su inocencia en los mismos inculpados, como ha sido habitual en los numerosos juicios que se instruyen por la represión del extremismo.
            Ojalá muchos más se atrevan y no sea éste un caso aislado.
            No queremos pecar de excesivo optimismo pero, como no hay mal que dure cien años, ¿porqué no podrían marcar estos hechos el principio del fin? o, si alguien lo prefiere, ¿el fin del principio?
            Lejos estamos de buscar un empate con los obcecados partidarios del “ni perdón, ni olvido”, pero sí continuaremos exigiendo en todas las instancias a que tengamos acceso, que la ley se aplique a todos igual.
2010-11-10