Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
Pero, ¿no será que por ser el tema de la Seguridad Nacional un tabú intocable o al menos rechazado por quienes nos gobiernan desde hace más de 21 años aún no se pueden permitir el lujo de preocuparse por él? ¿No será que un eficaz manejo de las amenazas podría permitir la recuperación del “poder militar”, al poner en evidencia las fortalezas que lo diferencian del poder civil? O ¿será que el complejo que los afecta respecto de los temas “militares” y los escasos frutos políticos que ellos brindan ha impedido a estos últimos gobiernos mirar los verdaderos problemas de Chile con una visión de Estado?
La vergonzosa actuación que hemos visto en una parte de la sociedad chilena, donde la violación de La Ley para cometer saqueos y agresión impune a carabineros y a destacamentos de presentación de nuestras FF.AA y Carabineros, como un derecho derivado de la campaña de rechazo a la construcción de una represa hídrica en Aysén, ha sido incentivada por la equivocada, tardía e ineficaz reacción del sistema de gobierno. Solo ver las imágenes transmitidas por la televisión y recordar los inicios del gobierno de la unidad popular fue una reacción inmediata.
La lógica desesperación de quienes han conocido con espantoso asombro el ataque a mansalva sufrido por cadetes de la Escuela Naval se ha visto elevada a límites que superan la razón y ponen en evidencia una peligrosa carencia de conocimientos y principios cívicos en toda nuestra nación, como también del peligro que conlleva incitar a las FF.AA. a actuar haciendo uso de sus poderosos recursos en situaciones de conflictos internos.
El Derecho Administrativo que norma nuestra realidad legislativa y estado de derecho establece que en el ámbito del quehacer público los agentes que sirven los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, en el cumplimiento de sus responsabilidades, sólo podrán ejecutar acciones que La Ley expresamente les indica y que el resto de los ciudadanos pueden ejecutar todas las acciones que La Ley No les Prohíbe. A partir de ese principio rector y sumando a él el mandato constitucional de que toda ley, a partir de su publicación en el Diario Oficial de la República se supone conocida por todos, por lo cual nada excusa su incumplimiento debiéramos intentar una seria reflexión y también la adopción de urgentes medidas correctivas.
¿A qué podemos atribuir actos tan desquiciados como el provocar el vandalismo demostrado, absolutamente alejados de las necesidades de convivencia humana?
Los sociólogos podrán calificar técnicamente los hechos observados, pero los simples ciudadanos de este país tenemos el derecho y el deber de expresar los sentimientos que ellos nos provocan, eso sí orientados a exigir que los verdaderos responsables de lo ocurrido enmienden su pensamiento y su proceder, y no quienes han sido las víctimas de su tremenda equivocación.
Lo ocurrido requiere se trate como una necesidad vital para la nación, donde deben destinarse con mucho mayor eficiencia los cuantiosos recursos que aún se despilfarran en proyectos que alimentan odios del pasado o entregan “circo al pueblo” con propósitos meramente electorales.
Junto a la falta de una visión gubernamental del problema, vemos con impotencia como se desarticula el sistema de reacción preventiva policial para enfrentar una de las amenazas principales que penden sobre nuestro Estado: la anarquía delincuencial.
Lo anterior, sumado a las hipótesis de guerra, dan el principal sentido y razón de ser a la Seguridad Nacional.
Pero, ¿no será que por ser el tema de la Seguridad Nacional un tabú intocable o al menos rechazado por quienes nos gobiernan desde hace más de 21 años aún no se pueden permitir el lujo de preocuparse por él? ¿No será que un eficaz manejo de las amenazas podría permitir la recuperación del “poder militar”, al poner en evidencia las fortalezas que lo diferencian del poder civil? O ¿será que el complejo que los afecta respecto de los temas “militares” y los escasos frutos políticos que ellos brindan ha impedido a estos últimos gobiernos mirar los verdaderos problemas de Chile con una visión de Estado?
Nada de ello ha ocurrido y por el contrario, hemos visto un intento de conducción política centralizada en las manos de un presidente y su ministro del interior que -en vez de exigir que las medidas que por lógica se encuentran en manos de niveles ejecutivos subordinados- hoy anulados por la intromisión superior inmiscuida en las decisiones tácticas, junto con asegurarse un grado de mezquina popularidad, lo que hace es restringir la capacidad de reacción de quienes debieran estar a cargo de la solución de esos problemas, al parecer sin análisis alguno y sin la menor consideración hacia los más afectados.
Una vez más, el complejo por el tema militar, que por más que lo nieguen se encuentra indisolublemente grabado en la mente de quienes han gobernado el país por los últimos 21 años, les ha penado en contra, poniendo en evidencia su incapacidad para superar el pasado como muy bien lo demuestran con las instituciones armadas, pues pareciera que sus servidores fueran los únicos que debieran dar vuelta la página para mirar el futuro y cumplir plenamente con sus obligaciones constitucionales. Como si los políticos estuvieran exentos de dicha responsabilidad y puedan darse el lujo (como lo han hecho) de mantener convenientemente en la memoria el recuerdo de la división causada POR ELLOS MISMOS entre los chilenos, sin ser capaces de asumir las obligaciones constitucionales que les corresponden.
Es inexplicable la débil e inconsecuente actitud con la que las autoridades de gobierno y políticos en general se manejan.
¡Déjense de pamplinas y de una vez por todas sean consecuentes con sus obligaciones, dejando que las fuerzas policiales restablezcan el orden que ustedes no son capaces o no se atreven a mantener!
“Se aplicará todo el rigor de la Ley”, pero definitivamente nada se hace.
¿A que están jugando las autoridades de este país? ¿Será una vez más el complejo militar?
¿O será un simple “parche antes de la herida”, para quedar en condiciones de culpar a los POLICIAS Y MILITARES si ocurre algún hecho de sangre, lavándose “pilatescamente” sus manos?
Algunas conclusiones, preliminares:
1) Ha quedado en evidencia la incapacidad del gobierno para enfrentar una de las amenazas clásicas de todo estado: La anarquía
2) La sociedad chilena actual muestra graves debilidades morales y una absoluta falta de ética, requiriéndose la imposición de campañas de instrucción cívica y formación valórica que aseguren que las próximas generaciones no las padecerán.
3) La causa de la descomposición valórica que pareciera estar en la combinación del materialismo y el individualismo de la sociedad chilena, se potencia con la permisividad y falta de respeto estimulada por la exacerbación de los “derechos” y la inexistencia de los “deberes”, el malhadado “EMPODERAMIENTO” del cual se ufana La Concertación, lo que requiere una urgente corrección.
4) Todo lo anterior demuestra la necesidad de dedicar tiempo al estudio de las responsabilidades políticas y criminales de quienes han dejado de cumplir sus obligaciones constitucionales, abandonando el interés por el bien común para dedicarse a satisfacer sus ambiciones personales.
RCO.
“Cuando apuntas con un dedo, recuerda que otros tres apuntan hacia ti”.
(proverbio inglés)
“Cuídate del perro que no ladra y del agua mansa”.
(proverbio latino)
“No te acerques a una cabra por delante, a un caballo por atrás y a un tonto por ningún lado”.
“Formar parte de la sociedad es un fastidio, pero estar excluido de ella es una tragedia”.
“La sociedad moderna olvida que el mundo no es propiedad de una única generación”.
Oscar Wilde.
“El hombre perfeccionado por la sociedad es el mejor de los animales; pero es el más terrible cuando vive sin ley ni justicia”.
“Los hombres no han establecido la sociedad solamente para vivir, sino para vivir felices”.
Aristóteles
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