U al dia

Carta de la viuda del Almirante Martínez (Q.E.P.D.). En enlaces de interés se podrán ver la mayoría de los diarios del mundo

No creo sinceramente que sea una casualidad que once años después, justo en ese mismo día, Chile se salvara de cometer ese atroz crimen que es el aborto. Sin duda la Santísima Virgen ha intervenido.
Queridos amigos,
        Los días de esta semana, el Senado de la República votó en contra de los tres proyectos a favor del aborto que habían sido presentados por diferentes senadores, evitando así un crimen abominable y cobarde en contra de miles de bebes chilenos indefensos.
        Deseo recordarles que el 3 de Abril de 2001, aniversario del nacimiento de nuestro héroe Arturo Prat Chacón, mi esposo, Jorge Martínez Busch (Q.E.P.D.), en su calidad de Senador de la República y, por lo tanto, con plena autoridad para hacerlo, consagró a Chile, sus ciudadanos y sus instituciones al Corazón Inmaculado de María, quedando así estampado en las Actas del Congreso, según consta en el artículo que les envío. Este apareció en www.VivaChile.org del 30 de Marzo de 2012.
        No creo sinceramente que sea una casualidad que once años después, justo en ese mismo día, Chile se salvara de cometer ese atroz crimen que es el aborto. Sin duda la Santísima Virgen ha intervenido. Me siento orgullosa que mi Patria sea una de las cuatro o cinco en el mundo que no mata a niños indefensos
Reproducimos a continuación un extracto del Acta Sesión del Senado de la República de Chile del día 3 de abril de 2001, durante la cual el Senador Jorge Martínez Busch rindió un homenaje a Arturo Prat, en el día en que se conmemoraron 153 años de su natalicio. En aquella oportunidad, el Senador Martínez también hizo una oración consagrando a Chile al Sagrado Corazón de la Virgen María.
 
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“Señor Presidente, hoy día, 3 de abril de 2001, se conmemoran 153 años del natalicio de Arturo Prat Chacón.
En la hacienda de San Agustín de Puñual, reconstruida gracias a un esfuerzo colectivo de todos los ciudadanos de Chile, hoy en la mañana se ha celebrado una gran ceremonia cívico-militar. Ella se lleva a efecto en el santuario y cuna de Prat, así llamado.
En la casa reconstruida no sólo está la trayectoria personal, así como la pública y profesional de Arturo Prat, sino también un rincón que representa su vida espiritual, extraordinariamente rica por su ejemplo propio y colectivo que entregó con su acto heroico en la cubierta del Huáscar, en defensa de la honra y de la soberanía nacional.
En la reunión de esta mañana, ya tradicional en la Octava Región, se dan cita las autoridades nacionales, regionales y comunales. La asistencia por parte de personas de diferentes actividades, creencias y condiciones, está ligada al recuerdo del nacimiento de este héroe nacional. Asisten, además, jóvenes estudiantes de los colegios municipales y privados de la región, unidos a formaciones y delegaciones de las Fuerzas Armadas, naturalmente encabezadas por la Armada de Chile que –entre sus iguales, integradas por toda la ciudadanía–, en materia de custodia de los valores y de la Historia, se siente la primera.
Ello, porque, cuando se recoge el cadáver de Arturo Prat en la cubierta del Huáscar, y posteriormente es entregado en el muelle de Iquique a petición del ciudadano español don Eduardo Llanos, para ser sepultado cristianamente, entre sus restos mortales figuraban dos símbolos religiosos de extraordinaria importancia para él: el escapulario de la Virgen del Carmen y la Medalla Milagrosa, santuario ubicado en París, Francia.
Él no sólo dio un ejemplo extraordinario de valentía y arrojo, sino que, además, estuvo indisolublemente ligado a la fe católica.
Respetando la posición personal de cada chileno, no podemos dejar de reconocer, sin embargo, que en la historia de Chile siempre ha estado presente, con mayor o menor intensidad, la figura central de la Virgen María.
Se dice que el nuestro es un pueblo mariano. Quiero agregar que, en su expresión de las Fuerzas Armadas, por ejemplo, el pueblo de Chile ha asumido históricamente la tarea y el deber no sólo de considerar a la Virgen María como la madre de Cristo, creadora de una fuerza mariana inmensa, sino también como la Reina de Chile, tal como fue proclamada desde el principio por los Padres de la Patria.
Cuando uno piensa en la fe religiosa de Arturo Prat, en cómo la fue amoldando, en su maduración de los preceptos de la religión católica, no puede dejar de considerarlo como un ejemplo que nos permite legítimamente plantear hoy –cuando Chile más necesita paz y unión– que resulta bueno y conveniente acompañar el recuerdo de su natalicio –el 3 de abril de 1848, en la hacienda San Agustín de Puñual– con una oración, una oración que, en mí calidad de Senador creyente y definido como miembro de la fe católica, creo que es la mejor forma de rogar por nuestra patria. Hago dicha oración, señor Presidente –que en sí es una Consagración de Chile a la Santísima Virgen María, a Su corazón doloroso e inmaculado–, con el fin de que la imagen y ejemplo de Arturo Prat sirvan como una contribución que mueva al corazón de cada uno de los chilenos hacia una aproximación y un acercamiento más fraternos, de mayor unión y de mayor comprensión.
(Se levanta)
Dice:
“A Ti recurrimos, Inmaculada Madre de Dios en esta hora trágica de la humanidad, en medio de esta tempestad sin precedentes que conmueve desde sus cimientos a la Iglesia y que se refleja dolorosamente en nuestra Patria. ¡De qué compasión no estarás embargada ante la Pasión de la Iglesia, Cuerpo Místico de Nuestro Señor, y ante el abandono de nuestras naciones, Tú, que de pie junto al Calvario has participado tan íntimamente en los sufrimientos de Tu Divino Hijo! Quiera Dios, en medio de tantas ruinas y traiciones, según anteriores ejemplos, crear en nuestra Nación un ejército de verdaderos reconstructores. Más conscientes de nuestra debilidad, nos volvernos hoy hacia Ti, Virgen poderosa, Auxilio de los cristianos. Ante la magnitud de nuestra misión como católicos y desconfiando de nuestras propias fuerzas, ¡oh, Virgen terrible como un ejército en orden de batalla, que has recibido desde el comienzo la promesa de aplastar la cabeza de la serpiente!, queremos ampararnos bajo Tu maternal y poderosa protección. ¡Oh, Arca de la Alianza!, en medio de los peligros que nos amenazan, suplicamos a Dios se digne confirmar por medio de Ti nuestra vocación de servir a la Iglesia y a la Patria.
Por ello, ¡Oh, Virgen Inmaculada!, prosternados hoy al pie de Tu trono de gracia y deseosos de acrecentar Tu alabanza y Tu gloria y a fin de sumar nuestra pequeña parte al amor filial de Cristo, Tu Hijo, bajo la advocación de Tu Corazón Doloroso e Inmaculado, TE CONSAGRAMOS, ¡OH, DULCÍSIMA MADRE!, DE UN MODO IRREVOCABLE, A NUESTRA PATRIA VENERADA, A SUS HIJOS E HIJAS Y A TODOS AQUELLOS QUE EN ELLA HABITAN Y GUARDAN LA FE GLORIOSA DE NUESTROS PADRES.
Para que, al igual que bajo Tu advocación como Virgen del Carmen, reafirmemos que eres la Soberana de nuestra Patria y, por un acto de perpetua donación, Te ofrecemos y Te entregamos nuestro Gobierno, nuestras Instituciones, nuestros bienes y nuestras casas, y todos nuestros compatriotas, para que Tú seas la verdadera Reina y propietaria de nuestra Patria amada. Te entregamos y consagramos nuestros cuerpos y nuestras almas y nos consagramos nosotros mismos, para que dispongas de nosotros según Tu beneplácito. Nuestra Patria es Tu dominio. ¡Oh, Torre de Marfil!, sostenla tan firmemente que jamás se aparte del buen camino, ¡Oh, Virgen Fiel!, guarda a cada uno de sus hijos unidos inquebrantablemente a Ella. ¡Oh, Virgen Purísima!, mantén inmaculada nuestra fe. Tú, que has recibido el poder de exterminar las herejías en el mundo entero, no permitas que Chile caiga víctima de ellas. ¡Oh, Reina de Todos los Santos!, haz florecer entre nosotros la santidad de Tus hijos. ¡Oh, Madre de la Divina Gracia!, guarda nuestra Nación como un dominio fructífero y siempre vivo para la Santa Iglesia Católica Romana. ¡Oh, Madre de la Iglesia!, obtennos la gracia de ser un instrumento cada vez más dócil y más apto en las manos de Dios, para la salvación del mayor número posible de almas. ¡Oh, Consuelo de los Afligidos y Reina de la Paz!, procura para nuestra Patria la práctica de la caridad entre sus hijos, la inocencia de sus niños y la sabiduría de sus mayores. Concédenos, finalmente, ¡Oh, Madre del Sumo Sacerdote, la gracia de contribuir a la restauración de la Fe y del sacerdocio católicos y así el esplendor del alma sacerdotal de Cristo llevará, finalmente, al establecimiento de Su Reino sobre los individuos, las familias y nuestros estados. Confiados en nuestro titulo de fieles católicos, Te prometemos, ¡Oh, Reina de los Mártires y Confesores, que trabajaremos hasta nuestro último suspiro por restaurar todas las cosas en Cristo, extender Su Reino a nuestra Nación y preparar, ¡Oh, María!, el glorioso triunfo de Tu Corazón Doloroso e Inmaculado. Amén.”.
A todos quienes no son creyentes, con mí más profundo respeto, les deseo la bendición de Dios, nuestro Señor. Amén.
 
(Con este “AMEN” el señor Andrés Zaldívar, Presidente del Senado, cerró la sesión de ese día).