Columna de Opinión

“50% de abstención: la verdadera mayoría”. Escribe SERGIO MELINCK. “Campaña del Terror”. Comentario de HERMÓGENES PÉREZ DE ARCE. Domingo 01 Diciembre 2013.

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
¿Tengo o no razón cuando afirmo, una y otra vez, que en Chile siempre se termina haciendo lo que dicen los comunistas? ¿Y qué dicen los comunistas hoy? Su diputada electa Karol Cariola ha sido bastante franca: “el Programa (de Bachelet) es el primer escalón en el establecimiento del socialismo en Chile, en el patrón de Ecuador, Venezuela y Cuba”. Lucía Santa Cruz fue lapidada por analistas de izquierda que le atribuyeron a ella la frase. Cuando aclaró que su autora había sido Karol Cariola, la respuesta fue el silencio.
Hasta ahora, hay sólo una gran cosa clara de la primera vuelta: la única y verdadera gran mayoría en Chile es el 50% que no votó. Eso no es trivial. No sabemos muy bien lo que estas personas piensan o por qué no votan, pero podemos deducir que de alguna manera deben estar de acuerdo con el sistema, o al menos no les incomoda demasiado para tratar de cambiarlo, porque había nueve alternativas muy distintas para votar. Un muy diverso menú de opciones. Simplemente no les interesó hacerlo o ni siquiera les valía la molestia de ir a las urnas. Y esto tiene mucho sentido. Chile, por cierto con muchos desafíos por superar, ha progresado de manera inédita en los últimos 30 años y somos un ejemplo mundial al respecto. Negarlo es un ideologismo obtuso.

Entonces, dada esta nueva amplia mayoría que no quiere cambiar radicalmente el sistema, aquellos vociferantes que reclaman la urgencia de las grandes transformaciones que requiere el país, en realidad sólo hablan a nombre propio o de grupos muy pequeños. Es por ejemplo el caso de Claude, que resultó un auténtico fiasco electoral en relación con su discurso disruptivo y tremendamente descalificador. Igual cosa ocurrió con Roxana, que demostró que el mundo que dibuja es totalmente falso, ya que casi nadie se identificó con esa caricatura. El apoyo de ME-O no alcanza el 5% de la población, igual que Parisi. La novedosa opción de Sfeir no pasa del 1,5% de la población. Esas ideas no son atractivas para nuestra población.

Bachelet, con su aplastante mayoría relativa, incluso obtuvo menos votos que los que se obtuvieron el 2009, y hasta menos que Pinochet en 1989, y ahora con 13 millones habilitados para votar. Su eventual popularidad es sólo el 25% de la población. Sus propuestas de cambio simplemente no pudieron convocar más chilenos y eso hay que aceptarlo, aunque duela. La nueva mayoría verdaderamente no lo es tal y por ende no tiene real legitimidad para intentar los cambios abruptos y estructurales de la sociedad. Lo mismo ocurrió con la convocatoria a la AC, que no alcanzó el 5% de los votantes habilitados. Ya basta entonces de hablar de “la gente” que quiere esto o lo otro. El 50% se ha manifestado en silencio apoyando la trayectoria actual. Es tiempo entonces de políticos más responsables.

Por el lado de la derecha, la situación resulta más bien patética, con una falla de orden y liderazgo realmente asombrosa en sus partidos. El papelón de sus líderes en esta primera vuelta fue literalmente para escribirle versos. El gobierno tampoco apoyó mucho que digamos.

Entonces, una cosa es disputar la administración del Estado, otra muy distinta es tratar de hacer cambios radicales de ésta. Para eso se requieren amplias y verdaderas mayorías poblacionales, lo que en este caso no ha existido. Así ocurrió en el pasado cuando con un tercio de los votos se trató de hacer una revolución a la fuerza, con muy malos resultados para el país. Con escasos 3 millones de votos no se puede querer imponer una nueva sociedad, ya que la verdadera mayoría está de alguna manera conforme con lo que ha estado ocurriendo en los últimos 30 años, que han sido más que positivos para el país y su gente. De esos 30 años, 20 fueron de la Concertación, que ahora reniega cobardemente de su propio pasado. Claro que hay problemas en Chile, pero no hay país sin ellos. La pregunta es cómo se resuelven en términos prácticos.

No basta con repetir majaderamente el eslogan de educación pública gratuita y de calidad. En eso todos podríamos estar de acuerdo. Queremos saber exactamente cómo se propone hacer eso, porque francamente no queremos más Transantiagos.

No ha habido una sola palabra de análisis sobre qué es la calidad de la educación en el siglo 21. El pensar de que por el sólo expediente de ser educación pública va a ser mejor es un error de proporciones. Pensar que por sólo pasar los colegios de los municipios al gobierno central va a mejorar la educación es una falacia enorme. Lo más probable es que si se hacen esas medidas, veamos empeorar severamente la educación por su mala administración y la calidad de los profesores.

Y es legítimo preguntar qué pasará con la Universidad Católica, de Concepción, Santa María o Austral para mencionar algunas privadas. ¿Cómo será el procedimiento para hacerlas gratuitas para los estudiantes? ¿Fijarán acaso aranceles? ¿Y con qué criterio harán eso? ¿Y qué pasa con el sistema de títulos, seguirá siendo el mismo profesionalizante y no educante? ¿Y qué pasará con las actividades lucrativas que esas universidades tienen en la forma de estudios, asesorías o extensión? ¿Y cómo será la admisión o la investigación? ¿Y qué pasará cuando un estudiante lleve 8 años estudiando gratuitamente? ¿Y qué pasa con los convenios internacionales?

En fin, tenemos derecho a que las candidatas sean específicas, concretas, claras. Espero que de eso se trate la segunda vuelta y que las candidatas debatan públicamente estos temas. Me temo que una va a tratar de “pasar”.

Sergio Melnick

Campaña del Terror
Como tengo edad suficiente, recuerdo con claridad cuando los que advertían sobre las consecuencias de un gobierno de Salvador Allende eran acusados de promover una “campaña del terror”. Finalmente hubo un gobierno de Salvador Allende y fue mucho peor de lo que pronosticaba tal “campaña del terror”. Lo único que ésta había hecho había sido advertir de lo que realmente iba a pasar, que habría sido mucho peor si no nos hubiera librado de esa perspectiva un ente hoy “maldito e innombrable, odiado por todos y traicionado por todos, que incurrió en la más vil de las conductas: salvar a la Patria”. Pongo la frase entre comillas porque tiene autor: soy yo.

Ahora acaba de pasar una cosa extraordinaria, de ésas que sólo pueden suceder en Chile, donde nadie lee nada y, si alguien llegara a leer algo, no lo entendería. La historiadora Lucía Santa Cruz, haciendo excepción a la regla, leyó el Programa de Michelle Bachelet, y para concretar una doble excepción, lo entendió. Todo eso ya era grave, pero incurrió en una falta peor: lo reveló públicamente. Y esto ha provocado un pequeño terremoto político, entendiendo por tal lo habitual en estos casos: insultos desde la izquierda y aseveraciones de sus intérpretes más respetados en el sentido de que sería una exageración pensar que Michelle Bachelet va a aplicar su Programa. Quieren hacernos creer que no lo va a aplicar.

Esto último es posible, pero sería una gran burla. Claro, los candidatos suelen comportarse así. Si se compara lo que el candidato Piñera prometió a los militares (r) con los malos tratos que les ha inferido, se entenderá lo que quiero decir. Pero déjenme explicarles algunas cosas que los van a convencer de que Michelle Bachelet sí puede aplicar su Programa.

Desde luego, todo esto obedece, como tantas veces les he advertido, a una estrategia comunista que el respectivo partido no le va a permitir a Michelle Bachelet lanzar por la borda. En septiembre de 2001 el Partido Comunista, en su XXI Congreso, postuló textualmente lo siguiente: “Planteamos una Nueva Mayoría Nacional. Se requiere una mayoría activa, partícipe de un proceso que construya una relación político-militar favorable al cambio revolucionario”.

¿Tengo o no razón cuando afirmo, una y otra vez, que en Chile siempre se termina haciendo lo que dicen los comunistas? ¿Y qué dicen los comunistas hoy? Su diputada electa Karol Cariola ha sido bastante franca: “el Programa (de Bachelet) es el primer escalón en el establecimiento del socialismo en Chile, en el patrón de Ecuador, Venezuela y Cuba”. Lucía Santa Cruz fue lapidada por analistas de izquierda que le atribuyeron a ella la frase. Cuando aclaró que su autora había sido Karol Cariola, la respuesta fue el silencio. Y ¡cuando no! se hizo un esfuerzo por matizar las cosas: un columnista ha dicho que ¡tranquilos! así como no debe tomarse al pie de la letra la aplicación de la Biblia que ha prometido Evelyn Matthei, tampoco debe tomarse al pie de la letra la aplicación del Programa de Michelle Bachelet.

Pero ¿quién es Michelle Bachelet? La verdad es que eso no lo sabe nadie. En su gobierno, claramente, no fue ella. Para saber quién es hay que leer su biografía, de Andrea Insunza y Javier Ortega. Allí consta que en los ’70 era ayudista del MIR, colaborando en trasladar cosas de una casa-refugio de la asociación terrorista a otra y que en los ’80 convivía con el vocero del FPMR. Guerrilleros de éste sostienen públicamente que ella también pertenecía al grupo, cuando éste mataba más uniformados que nunca. Después, en 1989, ella perteneció al pacto electoral organizado en torno al Partido Comunista, el PAIS, y no a la Concertación. Fue candidata a concejala por Las Condes, donde obtuvo sólo poco más de dos mil votos, lo que probablemente le provocó una catarsis ideológica que la llevó a incorporarse al PS y a la Concertación, donde la versión de que su padre había sido asesinado (no es verdad, murió tras jugar básquetbol teniendo una condición cardíaca) y de que ella había sido torturada en Villa Grimaldi (estuvo seis días y tampoco es verdad lo de la tortura: se lo oí confesar a ella misma en TV) le dieron acceso a un ministerio. The rest is history.

¿Qué queda al cabo de todo esto? Lo que ha dicho Michelle y lo que dice su Programa. Lo primero, que en Chile “termina un ciclo económico y político”. Se acaba eso que describió Bill Clinton cuando vino y se tomó una Coca Cola Light en lo que hoy se llama “La Picá de Clinton”: “Chile es la joya más valiosa de la corona latinoamericana”. Viene “el otro modelo”, ese que donde decía “Estado” ahora debe decir “lo público”. “Lo público” es lo contrario de “lo privado” y “lo privado” es lo que quiere libremente usted, lo cual, a partir del 11 de marzo próximo, usted podrá metérselo por donde mejor le quepa, porque a nadie le importará y nadie lo respetará.

“Lo público” va a ser lo que manden ellos. Y lo van a hacer con la plata de usted, pues van a subir el impuesto a las empresas y, como van a suprimir el FUT, los dueños de ellas van a pagar, en vez de cero impuesto por utilidades no retiradas y del 20 % actual por las retiradas, un 35 %. Antes de asumir Piñera era 17%; entre Piñera y Bachelet lo dejarán en más del doble. ¡Ah, y se me olvidaba! Ya usted no va a ser tan dueño de sus cosas, porque el Programa dice que “la función social de la propiedad delimitará su contenido”. Y como en la nueva Constitución la simple mayoría mandará, a lo mejor las habitaciones demás que alguien tenga en su casa van a tener que ser ocupadas por gente que viva estrecha. ¿Usted creyó, cuando vio “Doctor Zhivago”, que era sólo una película?

El otro día pregunté, en una mesa de veinte personas reunidas para analizar la actualidad, cuántos habían leído el Programa de Bachelet. Resultado: ninguno. Yo sólo había leído un resumen de “El Mercurio”. Ahora oí y leí el análisis de Lucía Santa Cruz. Prometo leer el texto completo de 195 páginas apenas lo ubique, supongo, en internet. Es que es una parte sustancial de la “campaña del terror”, cuyos principales promotores son, por supuesto, los autores del Programa.

Comisión Comunicaciones. UNOFAR Filial V Región

Columna de Opinión

NO ENTREGUEMOS EL PAÍS. Por CA (R) Sergio Cabezas D.

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
Hay también una gran cantidad de ciudadanos que votó por un candidato que ya no corre. Por lo tanto, es hacia esa gente a quien hay que dirigirse. Desde el lunes me propuse iniciar una campaña en este sentido y el resultado ha sido asombroso.
Hay también una gran cantidad de ciudadanos que votó por un

candidato que ya no corre. Por lo tanto, es hacia esa gente a
quien hay que dirigirse.

En sintonía con tu entusiasmo por revertir la situación electoralen la 2ª Vuelta.

Me parece que es totalmente factible que gane
E. Matthei si sus partidarios nos ponemos las pilas.

En efecto. De acuerdo a lo dicho por E. Mathei, si cada uno de
nosotros que votamos por ella en la primera vuelta obtiene y
asegura a lo menos un voto más, podríamos doblar el 15 de
diciembre lo que se obtuvo el 17 de noviembre.

Votaron menos del 50 % de los inscritos y la mayoría de los
que no votaron lo hicieron por flojera o indiferencia y
pertenecen a nuestro sector (analiza todo el trabajo que existe
en el sector opuesto para “convencer” y “acarrear” a la gente a
votar).

Desde el lunes me propuse iniciar una campaña en este
sentido y el resultado ha sido asombroso.

Le he preguntado a cuanta persona he podido como le fue,
acaso votó o no y qué piensa hacer para la 2ª Vuelta.

Las sorpresas han sido mayúsculas: 2 compañeros de Colegio
(SSCC) y sus señoras no votaron por comodidad. Los convencí
que lo hicieran (4 votos)
3 personas votaron por otros que ya no corren y ahora se
plegarán a la Matthei · (3 votos más)
2 personas iban a viajar al Sur regresando el 16. Los convencí
que regresaran el 14 (2 votos más) y hoy he convencido a otra
persona que había votado por Sfeir.

Como podrás apreciar, en tan solo de 5 días (de lunes a
viernes) ya he logrado incorporar a 10 personas.

Si todos nuestros conocidos se ponen las pilas y hacen algo
igual, solicitándoles a parientes y amigos que hagan lo mismo,
no me cabe duda que podríamos obtener un cambio en la
Situación.

¡Así, sí se puede…!

¡Hay que tener Fe y Voluntad de Lucha!

Te agradecería que puedas difundir esto entre todos tus
listados de amigos y conocidos