Columna de Opinión

EL GOBIERNO MÁS ORIGINAL DE LA HISTORIA POR Joaquín García Huidobro “El Mercurio” 23. ENTRE ABORTOS Y… SILLAS MUSICALES POR Lillian Calm Periodista Temas.cl 26 03 2014. LOS MISMOS DE SIEMPRE. POR Axel Buchheister Abogado “La Tercera” 23 03 2014

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
:Escribe Lillian Calm “Distinto es cuando se aborta terapéuticamente a una autoridad… porque entonces lo que se procura es sanar, curar, la institucionalidad democrática abortando lo que no se condice con un buen gobierno”.Escribe Axel Buchheister: “Pero instalado el flamante gobierno, poco ha cambiado. Si bien en el gabinete ministerial hay caras nuevas y prometedoras, a nivel de subsecretarios comenzaron los problemas”.

“Uno pensaría que un gobierno que no ha logrado armar bien sus equipos tendrá especial prudencia a la hora de pedir renuncias. Parece, sin embargo, que resulta más excitante aplicar la guillotina cuando no se sabe lo que vendrá…”

Los críticos del nuevo gobierno son tan obcecados que no son capaces de reconocer que esta es la administración más original de nuestra historia.

La primera originalidad consiste en que, desde hace un par de años, todos los chilenos sabíamos que Michelle Bachelet ocuparía la Presidencia de la República en 2014. Como ella se hacía la silenciosa, pensábamos que su silencio estaba lleno de contenido, que estaba preparando los mejores equipos para gobernar y que tendríamos un programa a la medida de las necesidades del nuevo Chile.

La primera alarma sonó con el retraso del programa, pero nadie le dio mucha importancia, porque los chilenos esperaban que pronto se develaría el secreto y que vendría algo muy poderoso, como esos regalos en que una caja gigantesca esconde a otra, y ésta a otra, hasta que se llega a una cajita minúscula que alberga un diamante de enorme valor.

¿Y qué escondía el silencio de Michelle Bachelet? En estos días hemos descubierto que el mutismo no contenía nada. Como se ve, muy original.

El silencio no era más que un ardid para seducir a los electores, que ahora se preguntan desconcertados: “¿Y qué hizo ella en los últimos dos años? ¿Cómo no organizó las cosas de modo que nos ahorrara este festival de improvisaciones?”.

Las originalidades continúan. Nunca nos había pasado que los subsecretarios tuvieran que renunciar antes de haber asumido. Bastante original. En esos casos, la política es muy indulgente y quien hace de cabeza suele perdonar una y quizás otra vez. Pero a la tercera, no hay gobernante en el planeta que no cambie de asesores. Aquí, sin embargo, no solo han permanecido, sino que en estos días han repetido el espectáculo, esta vez con varios gobernadores. Al momento de redactarse estas líneas iban cuatro, pero todo es tan dinámico que uno nunca sabe.

El caso más notable fue el de la gobernadora de Chiloé, cuestionada por contar con puntaje propio de una persona indigente en su Ficha de Protección Social, sin que, al parecer, cumpliera con esa condición. Menos mal que el senador Girardi se apresuró a avisarnos antes que cualquier vocero que la Presidenta le había pedido la renuncia, y pudimos respirar tranquilos, mientras aprendíamos, de paso, que para saber lo que pasa hay que preguntarle a Guido.

Las rarezas no quedan ahí. Uno pensaría que un gobierno que no ha logrado armar bien sus equipos tendrá especial prudencia a la hora de pedir renuncias. Y si su misma coalición (en su versión concertacionista) ha establecido un sistema especial y objetivo de selección en la Alta Dirección Pública, lo menos que cabe esperar es que lo respete, máxime cuando la Presidenta había dicho que se someterían a evaluación esas personas antes de proceder a despidos. Pero en el Gobierno Original lo que diga la Presidenta no es lo relevante. Además, resulta más excitante aplicar la guillotina cuando no se sabe lo que vendrá.

Por otra parte, uno imaginaría que los despidos afectarían a enemigos particularmente poderosos, pero no: aquí nadie se salva, aunque sea el ayudante del maestro de cocina o la cuidadora del patrimonio de La Moneda. Y si el Gobierno, a pesar de todo, procede a realizar esas desvinculaciones, no puede justificarse diciendo que “la Alianza hizo lo mismo”, como si el adversario fuera el máximo modelo moral que debe ser imitado.

Pero hay más. Normalmente uno echa a los enemigos, pero aquí se ha cortado la cabeza a personas de izquierda, que habían aguantado estoicamente los cuatro años de la Alianza, esperando que vinieran tiempos mejores. No sabían que en el Gobierno Original se castiga a los amigos. Ya lo decía Stalin: “El Evangelio dice que hay que amar a los enemigos, pero en ninguna parte dice que hay que amar a los amigos”.

Por favor no se aburra, porque le dejé para el final la originalidad más interesante de todas, porque el Gobierno Original se llama así porque prescinde de su mejor gente. ¿Qué diríamos si a Sampaoli se le ocurriera partir al Mundial de Brasil sin convocar a Alexis, Medel, Valdivia y Vidal? Ni en la peor de las pesadillas podríamos pensar en algo semejante. Todos sabemos que la Concertación tenía figuras notables, verdaderos astros de la política. Estamos convencidos de que cualquier coalición del mundo querría contar en sus filas con Escalona, Alvear, Martínez o Vidal. Pero en el Gobierno Original todo es distinto: aquí los mejores han quedado fuera de la cancha.?

Joaquín García Huidobro

“El Mercurio”

23 03 2014

Primero se me vino a la memoria el juego aquél de las sillas musicales. Según se detiene y recomienza la melodía hay que retirar una de las muchas sillas, tantas como participantes, y quien no encuentra donde sentarse debe salir de escena y así hasta que queda un solo ganador y, por supuesto, una sola silla.

Pero al comprobar que, unas tras otras, las nuevas autoridades iban retirando sillas, es decir, se veían obligadas a entregar el “sobre azul” a los recién designados por ellas mismas —subsecretarios, gobernadores, seremis y de un cuantuay—, y prácticamente en todos los casos (menos uno, me parece) por carecer de antecedentes impolutos, pensé más bien que ya el Ejecutivo había comenzado a aplicar el tan anunciado aborto terapéutico.

Entendámonos bien: el aborto (que a secas o que con el apellido de “terapéutico” sigue siendo aborto) está proscrito de nuestra legislación, pero la verdad es que, ¿qué son sino abortos terapéuticos los que se han practicado con este desfile de autoridades no natas que ni siquiera han podido emerger del vientre materno?

Dejándonos de metáforas, científicos serios —aquellos no ideologizados— argumentan que no existe el aborto terapéutico, simplemente porque terapéutico significa curar, sanar, y ningún aborto cura ni sana a nadie. Con esa acción sólo se está asesinando a un inocente no nacido y creándole a la madre una culpa que arrastrará de por vida. Es por ello que el término es considerado una simple falacia (del latín fallacia, engaño) cuando se plantea en el caso del embrión.

Distinto es cuando se aborta terapéuticamente a una autoridad que sin pergaminos osó tener la pretensión de acomodarse en su silla musical, porque entonces lo que se procura es sanar, curar, la institucionalidad democrática abortando lo que no se condice con un buen gobierno.

Hemos observado cómo altos mandamases de la administración entrante —claro que con indisimuladas pugnas de por medio, según el partido al que pertenezcan— se han visto obligados a recurrir a esta medida sin retorno para sanear algunas reparticiones. Así se ha evitado que ciertos cargos fueran detentados por personajes dispuestos a lucir el rótulo de funcionarios “de confianza”, a pesar de estar muy lejos de ostentar los requisitos requeridos.

Sumando, ya han sido cerca de una decena los abortados. A mí no me queda sino celebrar esta acción de parte de la mandataria: aplicar el aborto con autoridades y no con niños, pues como médico pediatra experta en salud pública, ella tiene a su haber el Juramento Hipocrático al que se comprometen los de su profesión y entre los que está muy arraigada esa máxima del propio Hipócrates según la cual “no introduciré a ninguna mujer un pesario o abortivo en la vagina para impedir la concepción o el desarrollo del niño” (Corpus Hippocratícum, Libros Éticos, siglo IV a. C.).

Por todo lo anterior estoy segura de que a pesar de lo que se diga oralmente o en el papel, la Presidenta no puede estar con lo que se ha dado en llamar aborto terapéutico de no nacidos (no de autoridades), aquél que para reconocidos científicos no existe, pero con el que muchos ideólogos buscan matar a pequeños inocentes. Por eso me quedo a la expectativa. Si el aborto terapéutico se aprueba en la legislación chilena, es que simplemente alguien logró doblarle la mano a Su Excelencia.?

Lillian Calm Periodista Temas.cl 26 03 2014

LOS MISMOS DE SIEMPRE
Al terminar su primer mandato, la Presidenta Bachelet tenía una enorme popularidad, la que sin embargo era un activo netamente personal, pues no impidió que la Concertación fuera derrotada. La gente se agotó de una coalición que había devenido en una trenza de “apitutados” en el aparato público, con su secuela de sectarismo, ineptitud y corrupción.

El activo era tan valioso, que bien administrado redituó en una arrolladora reelección. Bien administrado fue sinónimo de callar —exitosamente— que junto a ella estaban los mismos políticos de la Concertación. La campaña se hizo centrada en su persona y “pasando”, sin aclarar nada. Se creó una imagen de ensueño, en que todo lo malo del famoso modelo sería corregido por arte de magia y vendría entonces la igualdad, la inclusión, la reducción de las diferencias de ingreso, etc. Y todo lo haría ella sola, porque los políticos del sector no figuraron para nada. Mejor aún, lograron que la vieja Concertación fuera sustituida por la Nueva Mayoría, conformada por los mismos de siempre más el Partido Comunista. Las encuestas indican que la gente valora más ésta que aquélla, en un margen que supera el aporte del mero partido de la hoz y el martillo, cuando no hay gran diferencia.

Pero instalado el flamante gobierno, poco ha cambiado. Si bien en el gabinete ministerial hay caras nuevas y prometedoras, a nivel de subsecretarios comenzaron los problemas. Dos de ellos cayeron por simple sectarismo interno y otros dos por cuestionamientos de probidad o moralidad. Luego, vinieron las controversias en torno a cuatro gobernadores por situaciones relacionadas, de una u otra manera, con la probidad y el ejercicio anterior de una función pública, que tuvieron que ser sustituidos. También han surgido acusaciones respecto de otros gobernadores e incluso al reemplazante de uno de los caídos, que no está claro si tienen base u obedecen a una revancha de algún postergado. Tampoco los seremis se han escapado de los cuestionamientos. Llama la atención que antes las descalificaciones dentro del conglomerado no afloraban con tanta facilidad; sin duda hay más pugnas intestinas.

Asimismo, entregan luces de cómo vienen las cosas, las peticiones de renuncia a funcionarios de confianza, pero de carácter técnico, y algunos intentos de sacar a quienes no lo son. Si bien en los primeros la facultad legal existe, contradicen el espíritu del sistema de Alta Dirección Pública de tecnificar y despolitizar la administración del Estado, iniciativa que fue adoptada en la época de la Concertación. A la mayoría se les pidió sin más la renuncia. Según los relatos, las conversaciones (para los que tuvieron esa oportunidad) siempre terminaron en un más o menos explícito “necesito el puesto”. Agreguemos los despidos de quienes estaban a contrata u honorarios, incluido personal meramente administrativo. Cuatro años sin pegas públicas han aumentado la presión de los partidarios por lograr un cupo.

Para los que encantados con la sonrisa y empatía de la candidata de la Nueva Mayoría, que la eligieron pensado que todo sería distinto de la vez anterior, se deben desayunar que no ha llegado sola; vienen con ella los mismos de siempre y con las mismas prácticas. Y quizás peor.?

Axel Buchheister Abogado “La Tercera” 23 03 2014