U al dia

Parte del Carlos Condell. y “Todos cumplieron con su deber, sin arriar el pabellón, aunque el enemigo fuera inmensamente superior!…”

La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una causa que creemos que es justa. Abraham Lincoln

Comandancia de la goleta Covadonga.

Señor Almirante:

Antofagasta Julio 6 de  1879.

Tengo el honor de dar cuenta a  V. E. del combate ocurrido eI día 21 próximo pasado en las aguas de Iquique, entre el buque ami mando y la Esmeralda, contra los blindados peruanos Huáscar, Independencia. Cumpliendo las órdenes de V. S., nuestros dos buques .continuaban desdé el 17 sosteniendo el bloqueo del puerto de Iquique. Al amanecer del citado día 21; nos encontrábamos haciendo Ia guardia la entrada del puerto, mientras la Esmeralda, vigilaba el interior.

A las 6 h. 30 m. se avistaron dos humos a 6 millas al N, pudiendo reconocer al blindado Huáscar y momentos después al Independencia. Para mayor seguridad avancé dos millas en su dirección y reconocidos los buques enemigos volví al puerto, poniendo señales a la Esmeralda, de dos vapores a la vista, disparando. Un cañonazo de aviso, Comprendida la señal por la Esmeralda., preguntó: ¿almorzó la gente? Y contestando afirmativamente, puso nuevas señales, ordenándonos reforzar las cargas y. En seguida de seguir sus aguas. Nuestros buques avanzaron tres millas al Norte en dirección al enemigo, enfrentando a la quebrada de Iquique y en disposición de batirnos.

 En este lugar y estando al habla nuestros dos buques a distanciarle 100 metros, el Comandante Prat nos dijo al habla; Cada uno cumplir con su deber . Y a distancia de 100 metros cayó el primer disparó del Huáscar en el claro que nos separaba. Ambas tripulaciones saludaron esta primer demostración del enemigo con un ¡Viva Chile! y ordenándonos la Esmeralda a abrigarnos, con Ia población, volvimos al puerto, tomando aquel buque su primera posición, colocándome con el mío con los bajos de la isla. Colocados así, rompimos nuestros fuegos sobre el Huáscar, que nos atacaba rudamente.

 La Esmeralda dirigía también sus proyectiles aI mismo buque, haciendo por nuestra parte abstracción de la Independencia, la que nos hacia fuego por batería, pero cuyas punterías eran poco certeras. Una hora habría pasado en este desigual combate, cuando observé que el Huáscar gobernaba sobre la Esmeralda, dejando pasar por su proa a la Independencia, que se dirigió rectamente atacarnos. En ese momento estábamos a 50 metros de los rompientes de los bajos, corriendo el peligro de ser arrastrados a Ia playa; de tierra se nos hacia fuego de fusilería y la Independencia se acercaba para atacarnos con su espolón. Comprendí entonces que mi posición no era conveniente; desde ese punto no podíamos favorecer a la Esmeralda que se batía desesperadamente.

 Una bala de a 300 del Huáscar había atravesado mi buque departe a parte, destrozando en su base el palo de trinquete. Goberné para salir del puerto, dirigiendo todos mis fuegos sobre la Independencia, que a distancia- de 200 metros enviaba sus proyectiles.

Al salir de los bajos de la isla, fui sorprendido por una cantidad de botes que intentaron abordarnos. Rechazado este ataque con metralla de a 9 y fusilería, continué rumbo aI Sur seguido por Independencia, que intentó tres veces alcanzarnos con su espolón.

Nuestra marcha en retirada era difícil; para utilizar nuestros- tiros teníamos que desviarnos de la línea de la costa, aprovechándose la Independencia, para acercarse y hacernos algunos certeros tiros por baterías, y con su coliza de proa y las ametralladoras de sus cofas.

El tercer ataque parecía ser decisivo: nos hallábamos a 250 metros del enemigo, que sin disminuir sus fuegos, se lanzó a toda fuerza de máquina sobre nuestro buque. En ese instante teníamos por la proa el bajo de Punta Gruesa. No trepidé en aventurarme pasando por sobre él rozando las rocas; el buque enemigo no tuvo Ia misma suerte: al llegar al bajo se varó, dejando su proa levantada. inmediatamente viré y colocándome en, posición de no ser ofendido por sus cañones, que seguían haciéndonos fuego, le dirigí dos balas de a 70 que perforaron su blindaje. Fue en este instante cuando el enemigo arrió su bandera, junto con el estandarte que izaba al palo mayor, reemplazando sus insignias con la señal de parlamento. Ordené la suspensión del fuego y péseme al habla con eI Comandante rendido, quien de viva voz me repitió lo que ya me había indicado el arriar su bandera, pidiéndome aI mismo tiempo enviase un bote a su bordo. Esto no fue posible verificar, no obstante mis deseos, porque en ese momento el Huáscar se aproximaba.

Además nuestra máquina solo podía trabajar con cinco libras de presión y el buque haría mucha agua a causa de los balazos recibidos; por todo esto creía aventurado pasar a bordo del buque rendido. Intertanto la tripulación de la Independencia se refugiaba en tierra, parte en botes y parte a nado, abandonando al buque que quedaba completamente perdido.

 El desigual combate anterior había durado hasta las 12 horas 35 minutos, es decir, cuatro horas. Durante él se dispararon: 38 balas sólidas de a 70. 27 granadas de a 70 30 id. comunes de a 9. 4 Id. de segmento de a 9. 15 tarros de metralla y 34 balas de a 9. 3,400 tiros a bala y 500 tiros revólveres.

Las pérdidas de vidas son las siguientes: Cirujano 1.o don Pedro B. 2o Videla que una bala le destrozos pies y murió a las siete de la noche. Grumete Blas 2.o Téllez. Mozo Felipe Ojeda. Heridos don M. Enrique Reynolds, en un brazo, en circunstancias de hallarse en el puente de Ayudante del que suscribe, Contramaestre 2.o Serapio Vargas. Fogonero 2.o Ramón Orellana. Marinero 2.o José Salazar. Soldarlo Domingo Salazar.

Los daños causados por las balas enemigas son: Una bala de cañón de a 300 que atravesó el buque de babor estribor, rompiendo el palo de trinquete en el entrepuente y salió a flor de agua. Este proyectil fue el que en su trayecto hirió al al Cirujano y al mozo. Dos balazos dados, uno en la carbonera de popa y el otro en la de proa, ambos a estribor a flor de agua. – El segundo bote destrozado y la chalupa perdida, totalmente con uno de sus pescantes.

La jarcia del palo mayor y trinquete cortados de banda a banda, y la del segundo a estribor.

A popa, en la bovedilla, una bala dejó su forma sin penetrar e innumerables tiros de rifles como de ametralladoras, en todo el buqué.

 Según he expuesto, al dejar el costado de la Independencia avistamos al Huáscar que se nos acercaba a toda fuerza de máquina.

La presencia de este buque nos hizo temer la pérdida de la Esmeralda incapaz de resistir por mucho tiempo los ataques de tan poderoso enemigo.

Sin embargo de lo desventajoso de nuestra situación, pues estábamos casi destrozados, las municiones agotadas, sobre todo las balas sólidas, y la tripulación rendida con cinco horas de trabajo constante, tomé todas las precauciones para emprender un segundo combate.

 Poco después y cuando el enemigo estaba a 5 rnillas de nuestra popa, y por la cuadra del vencido, vi dirigir su proa en su auxilio.

Este retraso nos permitió avanzar, distinguiéndolo nuevamente a l0 millas y siempre en nuestra persecución.

 En la oscuridad de la noche perdimos de vista al enemigo, y aprovechando la brisa que soplaba, hice rumbo al O. Proseguí en esa dirección hasta las 12 h. M., hora en que, creyendo que el Huáscar hubiese cesarlo de su propósito, me dirigí hacia tierra.

 Antes de terminar Ia narración de los sucesos de ese día, me permitiré manifestar a V. S. que los oficiales, tanto de guerra como mayores, se condujeron valientemente, estando cada uno a la altura de las circunstancias, cumpliendo como oficiales y como chilenos.

La tripulación toda sin excepción, ha hecho cuanto podía exigirse estando en el animo de todos la resolución de morir, sin arriar nuestra bandera.

 Hago una recomendación especial del Teniente 1o don Manuel J. Orella, cuyo valor, resolución y serenidad en su puesto, son dignos de elogio. A la vez hago mención especial del buen desempeño del ingeniero 2o don Emilio Cuevas, bajo cuya dirección está Ia máquina.

 Al amanecer del día siguiente 22, recalamos al río Loa, fondeando en Tocopilla a las 8h. 30m. M. P. En este punto fuimos auxiliados por gente de tierra que ayudó a achicar el buque, y por carpinteros que hicieron las reparaciones mas urgentes y necesarias para poder continuar el viaje.

 Antes de salir, cumplimos con el penoso deber de enviar a tierra y depositar solemnemente en la iglesia del pueblo, los cadáveres de las tres personas fallecidas en el combate acompañando a este acto una comisión compuesta del teniente Lynch y del contador Reynolds y  parte de la tripulación.

 En la tarde del día 23 salimos de Tocopilla con rumbo al Sur hasta las once de la noche, en que a causa, del fuerte viento y no avanzando sino una milla por hora, resolví volver al puerto indicado y esperar mejor circunstancia

 A las 5 A. M. del 24 zarpé nuevamente al sur, aprovechando la calma de la mañana. Una floja brisa del norte me permitió largar velas, fondeando en Cobija a las 12h. M. En este puerto nos pusimos al habla con eI vapor Santa Rosa, que venla del norte, ,embarcando en él, con destino a Antofagasta a los herirlos y al contador que debía solicitar del general en  jefe eI envío de algún vapor quo nos diera remolque.

 Salí de .Cobija a las 3h. P. M. y navegando muy cerca de Ia costa, pasamos muy a la vista de Mejillones y aprovechando Ia brisa terral, seguimos rumbo a Antofagasta hasta la mañana del día siguiente, día en que a veinte millas de este puerto recibimos remolque del vapor Rímac que nos condujo al fondeadero, largando el ancla a las 3h. P. M. del 25.

 A las 3h. A. M. un fuerte temporal del E. rompió el ancla y tres espías que amarraban el buque, y a pesar de fondear la segunda ancla con 90 brazas de cadena, fuimos arrastrados 5 millas afuera.

A las 8h. A. M. fuimos tomados a remolque por dos vaporcitos del puerto y conducidos a Ia dársena, donde fuimos amarrados convenientemente con una ancla y varias espías.

 A Ia una de este mismo día cuando creíamos estar en seguridad, nuestro vigía anuncia la aparición del Huáscar por el S. O. y apoca distancia del puerto. Tomé inmediatamente una posición que me permitiera defenderme; y percibiendo al buque enemigo que se dirigía a  apresar. al trasporte Rimac que huía al N., le dirigí dos tiros con el fin de distraerlo y dar tiempo para la salvación del transporte.

 Esto se consiguió porque el Huáscar  paralizó. un momento su marcha, siguiendo momentos después en su propósito, pero inútilmente. A Ias 4h .P.M. .el Huáscar volvió al puerto y después de un prolijo estudio de la costa, lanzó su primer tiro a nuestro buque.

Inmediatamente; fué contestado por nuestros cañones y los fuertes o baterías de tierra, siguiéndose un tiroteo de dos horas sin resultado notable, habiéndose consumido por nuestra parto 35 tiros de bala sólida.

 La tripulación de la Covadonga, a pesar de solo haber recibido tres o cuatro instrucciones sobre el manejo de la artillería, estaba ya en aptitud de desempeñar su puesto en combate. No obstante, los oficiales que comandaron las colizas de a.70, solicitaron de ml como un honor el ocupar los puestos de cabos de cañón.

Así, el teniente Orella, en la coliza de proa, y el teniente Lynch en la de popa, apuntaron y dieron fuego durante todo el tiempo, obteniendo el manejo mejor que pudiera desearse.

 Al presente me hallo con eI buque de mi mando fondeado en la dársena del puerto, que solamente tiene 2 a 3 brazas de agua; y por consiguiente, al descomponerse la barra con la marejada, la quilla toca en el fondo y hace sufrir aI buque, circunstancias quela hago notar para que V. S. se sirva tomar a la mayor brevedad la  resolución mas conveniente.

 El departamento de la máquina qué, como ya he dicho a V..S. ha sido atendido por el ingeniero Cuevas y sus subordinados, se halla a la fecha lista con un solo caldero (pues el otro esta inutilizado) y después de haber cambiado un émbolo que oportunamente recibimos de Valparaíso.

 No omitiré la circunstancia de hacer presente a V.S.  que el mayor andar conseguido durante el combate del 21 nunca fue mas de 4 millas.

 Es cuanto tengo el honor de dar cuenta a V.S.

(Firmado)  CARLOS A. CONDELL

Extracto de la opinión del diario peruano, El Comercio de Iquique, que publicó un artículo el 22 de mayo de 1879, pues el articulista fue testigo presencial del combate y cuyos párrafos más notables son los siguientes: 

– “Al habla ambos buques, el Comandante Grau intimó rendición a la “Esmeralda”, pero el jefe de la corbeta chilena se negó a arriar su bandera”… 

– “Era preciso que se diese fin a un drama tan sangriento y que no reconoce ejemplo en la historia del mundo”… 

 

– “En efecto, la “Esmeralda” se inclinó hacia estribor que fue por donde el ariete la cortó y segundos después se hundió siempre de proa… 

 

– “El pabellón chileno fue el último que halló tumba en el mar”… 

 

– “Al hundirse la “Esmeralda”, un cañón de popa por el lado del estribor hizo el último disparo, dando la tripulación vivas a Chile”… 

 

– “Después de la catástrofe, que apagó los gritos de entusiasmo con que desde el principio eran saludados los tiros del “Huáscar” por el pueblo y el ejército, siguió el estupor y silencio de todos”… 

 

– “La impresión que en los habitantes produjo el hundimiento del buque enemigo, pudo más que la alegría y la apagó. Tremendos misterios del corazón humano!…” 

 

– “Lo último que desaparece en las aguas es el pabellón chileno; no se oye el más leve grito, ni clamor alguno de socorro; ni siquiera resuenan vítores… a todos nos tiene anonadados el horror de aquella tremenda escena”… 

 

– “El Comandante John B. Rodgers, de la Fragata norteamericana “Pensacola”, comentó después de haber presenciado el Combate Naval de Iquique :”Desde que hay mar y hay Marina, jamás había presenciado nada más grande y heroico, que la conducta de Prat y sus compañeros…” “El “Times” de Londres publicó :”Este es uno de los Combates más gloriosos que jamás haya tenido lugar. Un viejo buque de madera casi cayéndose en pedazos sostuvo la acción durante casi tres horas y media contra una batería de tierra y un poderoso acorazado, y concluyó con su bandera al tope”… 

 

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