Las opiniones vertidas en esta columna de opinión, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
Pretender separar o hacer una diferencia entre “los que estaban antes y los que están ahora” es intentar manipular un inconsciente colectivo que tiene más de 200 años, al menos en el Ejército y la Armada. Por su parte, tanto Carabineros, la Fuerza Aérea como la Policía de Investigaciones, son instituciones que fueron formadas a partir del Ejército y la Armada por lo que comparten su antigüedad en términos del inconsciente colectivo.
A pocos días del 11 de septiembre, nos preparamos nuevamente para que los medios de comunicación saturen los espacios de “noticias” y “reportajes” con hechos ocurridos con posterioridad a la fecha mencionada correspondiente al año 1973. Nada nuevo. Se sabe con mucha anticipación que esto ocurrirá.
Esta situación, propia de esta fecha en las últimas décadas, no deja de llamar la atención por la insistencia de su repetición ante una sociedad que parece ser inmune a esa “realidad” y que, majaderamente, se muestra sin importar su contexto histórico o veracidad. Pareciera ser que el efecto perseguido – el desprestigio del Gobierno Militar – no ha sido posible de conseguir, pese a la persistente ofensiva de comunicación desplegada desde larga data, principalmente por la televisión y la prensa escrita.
En ese mismo contexto, hay que agregar la exclusiva persecución judicial a miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden, en tanto que delincuentes, subversivos, terroristas y asesinos de militares y policías son indultados, amnistiados o protegidos, siendo que muchos de ellos fueron protagonistas de hechos ocurridos con posterioridad al 11 de septiembre de 1973.
La insistencia en repetir y concentrarse en sólo algunos hechos de la historia reciente con posterioridad a septiembre de 1973, complementada por una clara parcialidad en la aplicación de la justicia, obliga a buscar las causas más allá de la razón, por cuanto es difícil entender esa tenaz persistencia en intentar influir en la opinión de una sociedad que está cada día más alejada de la participación política.
Quizás una mirada desde el inconsciente nos podría dar una luz sobre las motivaciones por las que, medios de comunicación, y grupos interesados de personas, insisten en promover y mantener un ambiente de odio y confrontación que mantiene estancados y amarrados al pasado a algunos ciudadanos del país cuya mayoría, claramente, desea intentan mejorar sus condiciones y calidad de vida.
El inconsciente es una parte constitutiva de la psique del hombre. Su existencia fue enunciada por Freud, estudiada por Jung y complementada y desarrollada, entre otros, por Lacan, y recientemente por Castoriadis. El inconsciente humano da cuenta de actos que no tienen explicación racional o consciente; de allí que es difícil encontrar respuestas a sus manifestaciones, ya que normalmente escapan al mundo que denominamos como real, y menos a la relación causa – efecto.
El inconsciente se presenta de una manera extremadamente compleja. Quizás un ejemplo ayudará a entender su participación en las relaciones humanas: El ser humano generalmente actúa conforme a lo que quiere ser, y no lo que realmente es. Lo que el ser humano es, normalmente lo oculta y lo ve en otra persona. “Si yo soy flojo, conscientemente voy a ser trabajador y voy a detestar a los flojos”.
Lo anterior es una simplificación extrema, pero con ello se pretende llamar la atención sobre la relación entre consciente e inconsciente. “Lo que realmente Soy lo oculto, y lo veo en el Otro. Eso me justifica y lo que es más importante, tranquiliza mi conciencia”.
El inconsciente también existe a nivel colectivo, no siendo la simple la suma del inconsciente individual de los sujetos que componen una sociedad.
Se entiende como una percepción formada por vivencias acumuladas en el devenir de una comunidad y que es transmitido inconscientemente de generación en generación, o en un grupo afín. Por lo anterior, no es posible de manipular o cambiar por medios físicos o construcciones culturales humanas. Es un conocimiento mucho más profundo, que dice relación con la supervivencia y naturaleza del hombre, y que da cuenta de aquellos atributos derivados de la larga evolución del ser humano, como son, la solidaridad, el altruismo y la justicia. Desde esa perspectiva se podría intentar buscar una explicación a la ofensiva comunicativa “anti Gobierno Militar” que, una vez más, estamos próximos a experimentar.
Recientemente se publicó la encuesta del Centro de Estudios Públicos de julio de 2014, en donde, como ha sucedido invariablemente en las últimas décadas, Carabineros, las Fuerzas Armadas y la Policía de Investigaciones, ocupan los primeros lugares de las Instituciones que merecen la mayor confianza ciudadana.
Curiosamente son las mismas Instituciones que actuaron el año 1973, por más que se les intente desperfilar y separarlas de “los que apoyaron al Gobierno Militar” y “los que están actualmente en servicio activo”.
Pretender separar o hacer una diferencia entre “los que estaban antes y los que están ahora” es intentar manipular un inconsciente colectivo que tiene más de 200 años, al menos en el Ejército y la Armada. Por su parte, tanto Carabineros, la Fuerza Aérea como la Policía de Investigaciones, son instituciones que fueron formadas a partir del Ejército y la Armada por lo que comparten su antigüedad en términos del inconsciente colectivo.
Expuesto ya el resultado de la encuesta CEP, en donde quienes serán atacados mantienen nuevamente el mejor índice de confianza ciudadana, cabe preguntarse ¿qué es lo que les molesta del Gobierno Militar?
La respuesta más probable está en el mecanismo del inconsciente: a ellos les molesta que las FFAA y de Orden merezcan la mayor confianza ante la ciudadanía, muy superior a las instituciones “cultas y letradas”, y les molesta además, que las FFAA y de Orden hicieron en 1973 lo que otros grupos, en este caso el estamento político, fueron incapaces de hacer.
Para quienes fracasaron en la conducción política del país eso es inaceptable, pero la ciudadanía, que experimentó directamente los acontecimientos de la época, en su inconsciente sabe que lo que hicieron las FFAA y de Orden era exactamente lo que había que hacer, con todas las consecuencias derivadas del clima de violencia imperante en ese tiempo.
Esto ya es parte del inconsciente colectivo nacional, e independiente de lo que se cuente, se escriba o se muestre a las generaciones presentes, el juicio ya está hecho, y la experiencia vivida por los adultos de la época también es parte del inconsciente de las generaciones posteriores que no la vivieron: “Lo que se dice, no es necesariamente lo que se siente o se piensa”.
Ahora, curiosamente, y siempre en el ámbito del inconsciente, tanto la rabia, el resentimiento y el ataque persistente denotan fuerza y resistencia, pero al mismo tiempo desgastan y debilitan. Quizás en ese ataque tenaz y continuo a las FFAA y de Orden, y en la parcialidad en la aplicación de la justicia de la que muchos de sus miembros en retiro hoy son objeto, está la explicación a la indolencia ciudadana a la participación política.
Por algo es que en la encuesta CEP ya mencionada, tanto los partidos políticos como el estamento judicial ocupan los últimos lugares en la confianza de los chilenos: ellos están absolutamente debilitados y desprestigiados porque ante la sociedad, no han cumplido, ni cumplen con su deber.
La parte consciente de la psique humana se concentra en el presente y eventualmente, en el futuro, mientras que la parte inconsciente se centra en el pasado, no sólo inmediato y propio, sino que también en el colectivo, que tiene millones de años de existencia.
Pretender, desde lo consciente, desconocer u olvidar el pasado, es enfrentarse a un legado poderoso que no es posible borrar o eliminar como es el inconsciente.
Desde esa perspectiva, es posible entender la contumaz postura de algunos grupos y personas, de analizar la historia reciente a partir de los acontecimientos del 11 de septiembre de 1973, haciendo caso omiso de todos los hechos ocurridos con anterioridad. Es la explicación humana a encontrar la culpa en el Otro, atacándolo permanentemente, intentando con ello ocultar las malas acciones, omisiones o faltas propias.
“Miremos desde el 11 de septiembre de 1973 en adelante, porque lo que pasó antes no lo quiero ver, ya que Yo soy responsable y culpable de ello”. Pero el “que no quiero ver” está, lo estará siempre y seguirá molestando mientras no se reconozca, como también se hace con la tarea efectuada por el Gobierno Militar: “Ellos hicieron lo que mi grupo político no hizo o no fue capaz de hacer, y por ello debo atacar y desprestigiar su obra”.
Ambos hechos, la labor del Gobierno de las FFAA y de Orden y el no reconocimiento de la situación de violencia que vivía el país, están en el inconsciente colectivo nacional. Eso no se puede cambiar, ni va a cambiar por declaraciones ni escritos provenientes de los medios de comunicación.
La realidad nacional que se muestra es otra, y está claramente reflejada en la encuesta CEP, lo que nos permite evidenciar la compleja relación entre el consciente e inconsciente del ser humano.
Luego, es posible inferir que reconociendo, o al menos dejando de atacar al Gobierno Militar, y administrando justicia a los miembros de las FFAA y de Orden en forma imparcial, la confianza ciudadana en los partidos políticos y en los tribunales de justicia, podría aumentar en el mediano plazo.
De no ser así, quienes se ubican en los lugares más bajos en términos de la confianza ciudadana continuarán enfrentándose a un adversario que es inmune a sus embates, como es el inconsciente colectivo nacional, con el agravante que además de desgastarse y debilitarse, incrementará su desprestigio ante la sociedad.
Por el contrario, las FFAA y de Orden, como Instituciones asociadas por la ciudadanía con el Gobierno Militar, seguirán siendo positivamente valoradas.
Lo expresado anteriormente no significa que se deba observar pasivamente los embates de los medios de comunicación en contra de la labor del Gobierno Militar de las FFAA y de Orden, o que se olvide a quienes se encuentran detenidos sin haber recibido un debido proceso legal.
Pareciera ser que el camino no es el del enfrentamiento ni la respuesta a posturas que, se sabe, obedecen a un deseo de justificar las falencias o fallas de un grupo, en este caso el estamento político, culpando a otros.
En la medida que se responde a un ataque, se está reconociendo la existencia del atacante, y en este caso es posible ignorarlo: apagar el televisor, no leer los diarios o no reaccionar ante el ataque.
En términos del inconsciente colectivo nacional, es una posición histórica obtenida, no buscada, por las FFAA y de Orden, y el esfuerzo a desplegar debe ir en acciones tendientes a promover la tranquilidad y progreso a nuestra sociedad, y en particular haciendo presente, en cuanto foro sea posible, la pérdida del estado de Derecho en nuestro país.
En el contexto anterior, como miembros de las FFAA y de Orden en retiro, nos cabe la gran responsabilidad de buscar la unión de las todas las Instituciones nacionales de personal retirado que tienen origen e intereses afines a los propios.
En un ámbito más amplio, y con la concurrencia de todo chileno preocupado por el futuro de su descendencia, por nuestra formación militar, la comunión de doctrina y el espíritu de servicio y sacrificio en el cual fuimos formados, nos permite (y quizás nos obliga) acudir a apoyar a quienes no se sienten representados, participando en nuevos referentes para organizaciones y ciudadanos que sólo desean lo mejor para el futuro de Chile, alejados de doctrinas foráneas o intereses transnacionales.
Sabemos que contamos con el apoyo de una mayoría silenciosa de chilenos que sólo aspiran al orden, tranquilidad y progreso de la Patria. Allí están: sólo esperan a buenos líderes.
Frente a los ataques y diatribas cargadas de odio y resentimiento que se emitirán en los próximos días cercanos al 11 de septiembre, recordemos que quienes atacan es porque la evidencia y la realidad les son molestas, y que en ese empeño se desgastan y se debilitan, mientras que los atacados se fortalecen.
Concentremos nuestra energía en donde vale la pena, y no en rechazar ataques que reflejan culpa y frustración. El juicio de la ciudadanía ya está hecho: el 11 de septiembre de 1973 y la labor del Gobierno Militar, constituyen un acto fundacional del Chile del siglo XXI y es parte del inconsciente colectivo nacional.
Daniel Arellano
Contraalmirante (R)
Magíster en Etnopsicología PUCV