Columna de Opinión

“Fuego y terrorismo en Chile” y El Momento Estelar de Aylwin. Blog de HERMÒGENES PÈREZ DE ARCE

“Fuego y terrorismo en Chile” y El Momento Estelar de Aylwin. Blog de HERMÒGENES PÈREZ DE ARCE

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

Aylwin I defendía a los militares porque él había sido, en cierto modo, gatillador del pronunciamiento de 1973, cuando les comunicó al general Arellano y al Comité de los 15 generales deliberantes, a través del hijo de aquél, que no iba a haber ninguna posibilidad de entendimiento político con Allende. (Ver libro “De Conspiraciones y Justicia”, de Sergio Arellano Iturriaga).

El diario estadounidense publicó un artículo en el que menciona la posible relación del terrorismo y los incendios forestales de las últimas semanas. Asimismo, acusa las trabas que puso el gobierno para la llegada del SuperTanker.

“Fuego y terrorismo en Chile”, es el título del artículo que publicó ayer el diario estadounidense The Wall Street Jounal, en el que la periodista Mary Anastasia O’Grady hace mención a los incendios de las últimas semanas y sus motivos. Aquí, el artículo completo:

“Más de un millón de hectáreas se han incendiado en en el centro y sur de Chile desde julio de 2016, y casi el 70% de la destrucción ocurrió el mes pasado. El área afectada es más grande que el estado de Rhode Island.

Al menos 11 personas han muerto y más de 1.000 viviendas han sido destruidas. Los incendios forestales durante el caluroso y seco verano chileno no son poco comunes. Pero la ideología anti-mercado de la Presidenta socialista Michelle Bachelet puede estar exacerbando la situación.

Un ejemplo: cuando la esposa chilena del nieto de Sam Walton, heredero de una fortuna, ofreció alquilar el SuperTanker 747-400 equipado para combatir incendios, el gobierno puso obstáculos. Eso retrasó, por un par de preciosos días, la llegada del avión, que resultó ser enormemente eficaz. Sin embargo, cuando Rusia se ofreció a enviar aviones más pequeños, no hubo ningún retraso y la Sra. Bachelet celebró en Twitter.

La cercanía de la Mandataria a la visión comunista de Fidel Castro es legendaria. Pero su decisión de poner su política sobre el bienestar de los campesinos chilenos en esta crisis, es un escándalo.

Algunos incendios han sido intencionadamente establecidos y esto ha elevado las preocupaciones en las zonas rurales de Chile por el aumento de la violencia organizada contra civiles y la propiedad privada por parte de extremistas de izquierda, con el objetivo de derrocar a la democracia. Bachelet fue advertida de la amenaza durante su primer mandato (2006-10), al igual que el ex presidente Sebastián Piñera (2010-14). Ninguno actuó.

La Presidenta se refiere a la violencia como un “conflicto rural”. Pero es el terrorismo, y la falta de voluntad de su gobierno para hacerle frente, lo que permite su propagación. Las causas de los incendios -más de 100 en enero- están bajo investigación.

Mis fuentes en Chile dicen que gran parte de la destrucción probablemente será atribuida a accidentes agravados por la basura, los fuertes vientos y la sequía. Pero el gobierno ha admitido que hay evidencia de incendios provocados en algunos casos y ha arrestado a 43 personas como parte de su investigación. El subsecretario del Interior Mahmud Aleuy dijo el 30 de enero que “no hay patrón” que  conduzca a “conclusiones definitivas”, y que “algunos de los detenidos han sido personas de la calle, otros tienen graves problemas mentales”.

Aún así, el 29 de enero el ministro del Interior, Mario Fernández, dijo que el Gobierno no ha descartado el terrorismo en algunos casos. Eso quizás porque hay reportes que no cuenta con la narrativa de las persona sin casa.

El mes pasado, en la parroquia de Arauco, en la región del Biobío, la policía informó que recibió un disparo cuando los ocupantes, de un automóvil sospechoso que habían estado persiguiendo, huyeron a pie. Dentro del vehículo abandonado encontraron combustible y encendedores.  Tanto el jefe de bomberos como el superintendente de bomberos de la parroquia de Empedrado en El Maule informaron que en las primeras horas del 26 de enero se escucharon unos 20 disparos fuera de la casa de bomberos. El jefe de bomberos dijo que un vehículo con agujeros de bala fue abandonado fuera de la estación. Le preocupaba que sus bomberos voluntarios no volvieran al trabajo.

Un reportaje del 30 de enero en el sitio de noticias en línea biobiochile.cl declaró: “Los vecinos y las autoridades temen que los incendios forestales puedan ser ataques terroristas”. La historia informó que los habitantes de Constitución, también en El Maule, están preocupados porque el sabotaje dirigido a las empresas forestales pone en peligro sus hogares.

Es bien conocida la presencia de grupos extremistas de izquierda -que afirman representar a los indígenas mapuches- en la región sur de La Araucanía. En los últimos años se han expandido hacia Los Ríos y BíoBío. Quemar iglesias, bosques, camiones y otros bienes, matar gente en emboscadas y ataques de francotiradores es su modus operandi, y operan a ambos lados de la frontera con Argentina.

En 2015, el abogado chileno Felipe Silva dijo a la revista chilena Qué Pasa que en 2009, durante el primer mandato presidencial de la Sra. Bachelet, el Gobierno recibió un reporte del entonces ministro de Defensa colombiano Juan Manuel Santos que vinculaba a los llamados grupos mapuches y al Partido Comunista de Chile con las Fuerzas Armadas Revolucionarias De Colombia, conocidas como las FARC.

El señor Silva me dijo en una entrevista telefónica el jueves que lo sabía porque recibió un informe similar al de Colombia para la oposición chilena ese mismo año.

En una carta enviada a la Sra. Bachelet en abril de 2016, la presidenta de la asociación de compañías de camiones del sur alegó que había hecho un acuerdo dentro de su coalición gobernante -que incluía al Partido Comunista Chileno- para no aplicar la ley antiterrorista chilena contra la guerrilla. Esto, dice la carta, está poniendo “a unos pocos violentos por encima de la inmensa mayoría de chilenos” y le imploró que reconsiderara.

Los terroristas usan la cara de los mapuches nativos como excusa para su violencia. Sin embargo, no representan a la población, que respaldó fuertemente al general Augusto Pinochet. La mayoría de los mapuches son pacíficos y pequeños terratenientes que intentan ganarse la vida. Su juicio por fuego, terrorismo, no parece molestar al gobierno chileno”.

El Momento Estelar de Aylwin

          La política es el arte de la contradicción. Aylwin ha pasado a la historia como un político que administró ese arte como nadie. Su hija ha sido impedida de viajar a Cuba porque allá los opositores al régimen comunista iban a homenajear a su padre como un gran demócrata, que lo fue. Pero también fue un gran favorecedor de los comunistas, como pueden acreditarlo en Chile las decenas de miles de beneficiarios de pensiones, salud y educación gratis e indemnizaciones millonarias que le granjearon al extremismo armado la Comisión Rettig creada por Aylwin, y la sucesión de leyes complementarias en su beneficio y en perjuicio de los militares, que él impulsó.

          La historia exhibe a dos Aylwines, como puede verse en filmaciones de YouTube cuando Aylwin I dice en 1973 que los militares sólo se anticiparon al autogolpe de Allende para instalar una dictadura comunista y Aylwin II, veinte años después, cuando afirma que jamás dijo eso y que sólo lo supo “cuando salió el libro ese o el documento (sonrisa irónica) que publicó el gobierno militar denunciando ese plan”.

          La política consiste en contradecirse: la UDI defenestró en 2013 a su candidato presidencial Laurence Golborne porque le descubrieron unos pocos millones de dólares en un paraíso fiscal, pero va a proclamar en 2017 como su candidato presidencial a un personaje que tiene 1.800 millones de dólares en paraísos fiscales, como ha debido confesar después de que una querella comunista lo puso en evidencia. Pero a la UDI eso ya no le importa y se va a contradecir de todas maneras.

          Aylwin I defendía en 1973 a los militares de la crítica de haber sido muy duros con los subversivos cuando ya se había producido la mayor parte de las muertes que hubo entre ese año y 1990, pero no obstante eso Aylwin II los sentó en 1990 en el banquillo de los acusados ante el país y el mundo por esas mismas muertes, y le escribió una carta a la Corte Suprema para que no se les aplicara la amnistía en forma inmediata en los procesos, como ordena el código, lo que desencadenó después un torrente de condenas ilegales contra ellos.

          Y Aylwin I defendía a los militares porque él había sido, en cierto modo, gatillador del pronunciamiento de 1973, cuando les comunicó al general Arellano y al Comité de los 15 generales deliberantes, a través del hijo de aquél, que no iba a haber ninguna posibilidad de entendimiento político con Allende. (Ver libro “De Conspiraciones y Justicia”, de Sergio Arellano Iturriaga).

          Pero el verdadero momento estelar de este complejo personaje se produjo, a mi juicio, en el Estadio Nacional al pronunciar el discurso con que asumió la Presidencia de la República en 1990 y llamó a la reconciliación nacional. Él quería que la hubiera y lo dijo, pero cuando mencionó la “reconciliación entre civiles y militares” y los comunistas presentes en el estadio lo hicieron objeto de una sonora rechifla, y él replicó enérgica y casi violentamente a gritos: “Sí, señores, entre civiles y militares”, todos los que conocemos a los democratacristianos supimos o debimos saber que los militares estaban ya condenados. Ése fue el momento estelar en que Aylwin resolvió retroceder ante el comunismo, someter a los militares a juicio, ocultar los crímenes de la extrema izquierda y sus 423 víctimas, colgárselas a los militares o a una difusa “violencia política” y, en fin, hacer cualquier cosa menos pelear con los comunistas, a los cuales llenó de plata, de granjerías y de la facultad de administrar justicia a su gusto y perseguir, condenar y denostar a todos los militares posibles hasta terminar con ellos condenados ante la historia si están muertos o atados con una cadena a la cama de un hospital si están presos y enfermos o condenados a más de cien años de presidio contra todas las normas de un debido proceso si han cometido la insolencia de seguir vivos y sanos.

          El momento estelar de la gran traición de Aylwin tuvo lugar esa noche de marzo de 1990 en el Estadio Nacional.

La derecha está demasiado moribunda como para recordarlo y entenderlo, tanto que ha pasado a ser “centroderecha” y a tener la misión de “reivindicar el legado de Aylwin”, como dice Allamand en su último libro, cosa que ella hará apoyando como candidato presidencial a un émulo de Aylwin en la traición a los militares, como es Sebastián Piñera.

          El no-viaje de Mariana a la isla no tiene que ver con la verdad histórica ni con la deuda que el comunismo tiene con Aylwin II, sino con los problemas internos de allá, donde hay una dictadura que sabe muy bien cómo impedir que sus opositores se manifiesten públicamente y conciten la atención de la prensa internacional. Pero ha servido para rememorar una vez más el doble papel que jugó un político de renombre y el momento estelar de su carrera en que decidió prestarle un servicio invaluable a la causa del comunismo internacional, que sus representantes en Cuba hoy no parecen interesados en agradecer.