Columna de Opinión

EL AFÁN DISCURSIVO DE SER “COOL” O LA AUSENCIA DE TINO: LAS FUNCIONES DE LAS FUERZAS ARMADAS EN CHILE EN EL MARCO DE LA CONSTITUYENTE

EL AFÁN DISCURSIVO DE SER “COOL” O LA AUSENCIA DE TINO: LAS FUNCIONES DE LAS FUERZAS ARMADAS EN CHILE EN EL MARCO DE LA CONSTITUYENTE

En las últimas semanas he seguido con atención el debate sobre las posibles funciones y vinculaciones respecto de las Fuerzas Armadas en el contexto de la próxima discusión constituyente del país.

Dra. Loreto Correa Vera, Investigadora CIEE-ANEPE – ANEPE, Columnas, 26/01/2021

En las últimas semanas he seguido con atención el debate sobre las posibles funciones y vinculaciones respecto de las Fuerzas Armadas en el contexto de la próxima discusión constituyente del país.

No se trata, por cierto, de un debate sobre preferencias de desarrollo, estimaciones de crecimiento, proyecciones sobre la industria. Se trata o se ha tratado de un ejercicio de suyo ideológico y polarizado en el contexto de la mirada auto referente respecto del Estado de Chile en el contexto regional y mundial sobre la seguridad y la defensa.

Desde ya hace algún tiempo, largo tiempo, la premisa que las Fuerzas Armadas deben ser o no ser tal o cual cosa para y en función del poder civil demuestra que en Chile se ha instalado una discusión pacifista.

Resulta cool, de moda, progresista y “moderno”, señalar por ejemplo que las Fuerzas Armadas deben disminuir su estructura porque son un enorme gasto de la nación. Más cool resulta apuntar que como tienen pensiones más elevadas que el resto, se trata de una injusticia social enorme. En tanto que la guinda del pastel señala que como América Latina es una “zona de paz”, no se necesitan.

En ese marco, una serie de analistas nacionales, y el Grupo GADFA en su conjunto, se han referido de manera aleatoria a la futilidad de las Fuerzas Armadas y su importancia para el país.

Intentar entender qué o quiénes están detrás de estas argumentaciones o motivaciones es un tema.

Veamos quiénes. Lo primero, hombres mayores, con o sin vinculación política castrense. También, hay tecnócratas aficionados a los números y cientistas sociales cercanos al ALBA y la UNASUR.

En el debate, han aparecido, por cierto, algunos exembajadores y, por último, políticos que han encontrado en el tema de las Fuerzas Armadas un mecanismo para mantenerse vigente en los medios de comunicación.

Desde la vereda del frente, contestan, exmilitares y un centro de estudios con elevada presencia en los medios, porque reúne lo que todos los cientistas sociales deseamos: recursos y plataforma digital para expresar ideas.

Sin embargo, ya sea desde una u otra vereda, resulta preocupante que haya mensajes estilo “el sofá de Don Otto” en la materia. Implícitos como: “acabemos con el poder de las Fuerzas Armadas porque no hay amenazas de invasión de nadie”. “Terminemos con los privilegios de las Fuerzas Armadas, porque no se lo merecen por lo que ocurrió en la dictadura”. “Hay que castigarlos por lo que hicieron durante el gobierno militar y porque no han pedido perdón”. “Hay que contenerlos, amarrarlos bien amarrados, porque son una amenaza en sí misma en relación a la institucionalidad y cualquier día vuelven a hacer otro golpe de Estado”.

Tal sinceridad no se expresa abiertamente porque sería obsceno hacerlo. Sin embargo, de todas las frases que han sido expresadas, hay una que llama poderosamente la atención y que menciona pasar integrantes de las Fuerzas Armadas a Carabineros.

Al respecto, y uno esto con el debate sobre la presencia de las mujeres en el debate nacional, me parece que llegó la hora de expresar la falta de tino que manejan estas intervenciones donde la preservación y la integridad del Estado de Chile – en este caso- está ausente. Cual más cual menos, apuntan a dibujar encima de la realidad –desde un mundo de fantasía, donde el peligro transnacional no existiría- un nuevo rol de las Fuerzas Armadas, sobreponiéndose a decisiones individuales y trayectorias vocaciones de todo tipo que por más de 200 años ponen en valor los tres pilares del Estado de Chile: autodeterminación, soberanía y territorio.

Así, los elevados pensamientos de los colegas apuntan más a una “gusticia”, que a una “justicia” en el marco republicano; un “deber ser” acorde con mecanismos de países lejanos y/o en las antípodas geográficas del planeta. Ejemplos que omiten que, si tal o cual país se vieran amenazado, lo más probable es que recibiera ayuda de la OTAN o de los Estados Unidos en su rescate.

De este modo, el problema de comprensión de la realidad y el contexto chileno es tanto o más notorio, cuando las argumentaciones reflejan etapas no superadas en la vida.

Odiosidades con justificaciones que ni siquiera Michelle Bachelet en su historia de vida familiar se atrevería a argumentar. Es más, nunca lo hizo. En ese plano, el discurso del abogado Rendón ameritaría una revisión personalísima.

Pero más complicada es la argumentación del GADFA, que reúne a políticos y embajadores que se refieren a las Fuerzas Armadas en un debate que no llegó al siglo XXI y convive con fantasmas del siglo XX.

En este plano, la sinceridad es madre de la razón. Los pactos sociales de los países nacen desde el respeto a todos los actores. No hay unos actores más legítimos que otros.

Por ello, lo primero, es la profunda convicción que hablar de defensa y no involucrar a la política exterior del país es una omisión integral al asunto. La defensa es un pilar clave para mantener o no la soberanía nacional, claro está. Un ejemplo: Si el Estado de Chile ha defendido sus principios en La Haya recientemente, no es solo porque cree que los países vecinos, tienen o no tienen razón. Es porque detrás de la política exterior nacional está la defensa nacional de respaldo.

Es esta fuerza, cientos de miles de hombres y mujeres con vocación, que han decidido en tiempos de paz ponerse al servicio del país porque lo aman y desean servirle. Por ello, con todas sus letras resulta maniqueo apelar a los 70, 80 y hasta la realidad de los 90, pasado que evidencia una ignorancia obsesiva.

Por otra parte, y esto le duele a un sector político nacional, una parte de la juventud chilena admira, pese a los esfuerzos en contrario, a las Fuerzas Armadas de Chile. Y las admiran porque representan valores y principios que identifican un Chile capaz de alcanzar cualquier meta.

Entonces, ¿Vamos a refundar sus instituciones? ¿Con cargo a qué? ¿Contándoles qué historia? ¿O vamos a emprender el penoso y fracasado camino de la memoria histórica? Porque si es esto último lo que vamos a hacer como país y que ni en la propia Alemania hizo con sus Fuerzas Armadas, ¡cerremos la puerta y que se vayan todos para su casa!

Hoy, doctrinariamente hablando, no hay quien señale dentro de las filas que los problemas políticos del país son causados o factibles de arreglar con un liderazgo castrense. Y en este plano, valga contradecir la ligereza de Jorge Baradit, quien las acusa de ser “un botón de pánico de Chile cada cuarenta años” o de ser responsables institucionales de “las enormes c… HISTÓRICAS” del país, haciendo borrón y cuenta nueva de las sentidas palabras de Patricio Aylwin al respecto.

Es esta juventud y una parte de la nación que quiere paz social, desarrollo y un país sólido, la que sabe que las Fuerzas Armadas chilenas no han salido de sus cuarteles sino por la presión de la clase política.

En función de esta realidad, enrostrarle a las Fuerzas Armadas relatos y argumentaciones latinoamericanistas como hace el GADFA, es ubicarlas en un plano caudillista que no solo no procede, resultan ser un falso dilema que no aplica a Chile, un “artefacto althusseriano” .

Siendo serios, la topografía del poder exige, antropológicamente hablando, abandonar el espejo retrovisor. Y siendo aún más francos: mantener el discurso de los 17 años de dictadura y recordar el golpe de Estado una y otra vez, sin recordar además que los que están vivos y fueron responsables de delitos están presos, es muestra que hay mucha gente que no avanzó en su vida lo suficiente en términos ideológicos y que ignora lo que actualmente las Fuerzas Armadas hacen o no hacen, o cómo lo hacen. Ese mundo, y particularmente, después de lo que hemos visto en estos días en Estados Unidos, murió hace años. Resígnense, actualícense.

Un segundo punto es la mirada de futuro. Las Fuerzas Armadas de Chile tienen enormes desafíos y roles en tiempos de globalización que no son ni remotamente cercanos a los roles tradicionales de la Guerra Fría.

Son cuerpos disciplinados y jerarquizados con capacidades para cumplir funciones específicas que no podría cumplir nadie más dentro del país, ni una Guardia Nacional –si la hubiera-, ni la PDI o los mismos Carabineros, ya de suyo diversificados en una enorme cantidad de labores. Y lo más importante, no son ni quieren ser deliberantes.

Algo de ello esboza Ricardo Couyoumdjian en su columna de El Mostrador del 8 de enero de 2021. Sin embargo, además están el apoyo y soporte que prestan dentro del marco del Sistema Político Internacional a través de las operaciones de paz –cierto, suspendidas, pero no clausuradas de por vida.

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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Adolfo Paúl Latorre. Funciones

Funciones
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A las personas que me han preguntado para que sirven las FF.AA. les he respondido: ellas sirven para garantizar la paz en libertad de la nación, protegiendo los irrenunciables intereses nacionales; para apoyar la política exterior e interior del Estado; para resguardar y asegurar, en última instancia, el orden institucional de la Republica.
Los institutos armados son la fuerza, la coacción organizada para mantener dentro y fuera de la nación el orden, es decir, el derecho, sin el cual no existe orden social alguno. Las FF.AA. son fundamentales para una nación altiva, que tiene la firme voluntad de defender su libertad y soberanía, que es respetuosa de su historia, de su cultura y de sus tradiciones, y que desea proyectarse hacia un futuro mejor. Ellas no tienen más ideología y norma que el servicio a la patria.
Adolfo Paúl Latorre

Abogado