Columna de Opinión

¿Votar o no votar? ( Enrique Cordovez Pérez, Capitán de Navío). Ni soberanía ni refundación (Pablo Ortúzar, Investigador del IES. La Tercera, Opinión, 10/07/2021) El mensaje de los Chacabucanos.(Centro de Generales del Ejército)

¿Votar o no votar? ( Enrique Cordovez Pérez, Capitán de Navío). Ni soberanía ni refundación (Pablo Ortúzar, Investigador del IES. La Tercera, Opinión, 10/07/2021) El mensaje de los Chacabucanos.(Centro de Generales del Ejército)
Las opiniones en esta columna son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.
Si quieres rebelarte frente al mar de las desdichas no ganas nada al compartir temores en redes sociales. Es mejor destinar esa energía en apoyar al mejor de los candidatos de un pacto favorable. Y si no votas, después no te quejes. _______________________

HAMLET: “¿Qué debe más dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impía el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas?” ( 1)
Hay quienes se resignan a sufrir el rigor de la adversidad y otros que optan por rebelarse con la admirable tenacidad de los salmones. Entre los primeras está la mayoría de los chilenos que se abstiene de sufragar, pese a que en una democracia esta es la manera de evitar el sufrimiento de una fortuna impía.
El mar de desdichas causadas en Chile por movimientos que han legitimado la violencia, desde el estallido delictual del 18 de octubre de 2019, debería motivar, no sólo el rechazo de quienes reclaman su natural anhelo de vivir en paz, sino que la capacidad de recolectar votos para preservar el Estado de Derecho.
En la antigua Grecia el derecho a voto sólo podía ser ejercido por varones adultos que hubiesen terminado su entrenamiento militar. En Roma se circunscribía a los patricios y plebeyos, para elegir los magistrados, y en el circo la multitud podía votar, con el pulgar hacia abajo, para dar muerte al gladiador derrotado.
Tuvieron que transcurrir 14 siglos de imperios y monarquías para que en América se restauraran los regímenes democráticos. Primero con la creación de los Estados Unidos de Norteamérica y, mediante Juntas de Gobierno, en lo que hoy son los estados de México, Argentina, Ecuador y Chile. Dos fechas notables: El Congreso de Filadelfia (1776) el Congreso Nacional (1811), ambas un 4 de julio.
Abolida la esclavitud en Chile en 1823 y tras posteriores reformas constitucionales que eliminaron restricciones de edad, sexo, condición y algunos vicios electorales, en nuestro país hoy pueden votar todos los chilenos mayores de 18 años, hombres o mujeres, originarios o migrantes, incluso pueden hacerlo en el extranjero. Aun así, prima la abstención.
¿Por qué no votan los chilenos? Un estudio postula varias razones: Las personas sienten que no le llegaron los beneficios de la democracia, los procesos de participación no los toman realmente en cuenta, prefieren los líderes mediáticos a los políticos y estarían dispuestas a votar sólo si obtienen algo a cambio ( 2 ).
Puede que el desencanto con los “señores políticos” sea de larga data o más reciente porque la “alegría no llegó”. Lo cierto es que la democracia anduvo a trastabillones durante el siglo pasado y en este no ha caminado mucho mejor. Tuvimos una estabilidad binominal de 25 años, pero eso ya es cosa del pasado.}
Una pista para explicar la abstención nos la da el alcalde de la Pérgola de las Flores, cuando aconseja que “en política y amores decir NO es barbaridad…” Pero, cuando un actor político le dice SI a todo el mundo, nadie sabe lo que piensa ni lo que quiere, y se pierde entonces el frágil vínculo de la confianza.
De la confianza nace el compromiso. La palabra voto en latín significa hacer una promesa solemne, como los votos sacerdotales o los del matrimonio. Expresa la voluntad de una persona, para aprobar o rechazar, y para elegir candidatos.
El domingo 18 de julio se pondrá prueba nuestra voluntad de sufragar por los candidatos presidenciales de los pactos Chile Vamos y Apruebo Dignidad. Una elección que no da cuenta de todo el espectro político, porque es muy probable que haya otros pactos más adelante: uno de derecha y otro de centro izquierda.
Por esta razón algunas personas justifican la decisión de no votar ya que su candidato todavía no ha sido ungido. Pero, como decía un amigo que se cuidaba del colesterol: “Si no hay corvina, como merluza, pero carnes rojas jamás”.
¡Ojo con lo que dicen los medios! Quienes se proclaman ser mayoría representan en las últimas elecciones cada vez menos ciudadanos: un 50% en el plebiscito de octubre de 2020, 43% en las elecciones de abril y 19% en mayo de 2021.
Si quieres rebelarte frente al mar de las desdichas no ganas nada al compartir temores en redes sociales. Es mejor destinar esa energía en apoyar al mejor de los candidatos de un pacto favorable. Y si no votas, después no te quejes.
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1.    William Shakespeare, El Soliloquio de Hamlet. Acto III, escena 1, año 1603
2.    Estudio de la Escuela de Ciencia Política de la U. Diego Portales, el Núcleo Milenio Desafíos a la Representación y la Consultora Subjetiva. La Tercera, 13 nov 2017
Página Editorial del sitio Web Cosur Chile y de su revista digital “Tres Espadas” Av. Bernardo O’Higgins 1452, piso 3, Santiago. www.cosur.cl y contacto@cosur.cl

Fuente: NOVEDADES COSUR CHILE DE 12 DE JULIO DEL 2021.

 Fuente fotografia: https://www.freepik.es/vector-premium/diseno-voto-elecciones-dibujos-animados_2208525.htm

 

Ni soberanía ni refundación

 

Pablo Ortúzar, Investigador del IES
La Tercera, Opinión, 10/07/2021


La filósofa Jean B. Elshtain explicaba que la idea de soberanía, de un poder temporal último y absoluto, había derivado desde ser un rasgo atribuido a Dios, a una cualidad reivindicada consecutivamente -y, a veces, paralelamente- por papas, reyes, la nación, el pueblo y, finalmente, el individuo.
La nuestra es la época de la soberanía de la voluntad individual: cada cual exige decidir el contenido de su identidad e imponerla al resto. Luego, atribuir rasgos no elegidos comienza a ser considerado violento. El neoliberalismo, si es algo, es esta ideología de la razón del cliente.
Esta visión choca con la idea de representación: ¿Cómo un individuo soberano va a ser representado por otro? Toda mediación es sospechosa. El rol del Estado, así como el del mercado, es simplemente asegurar los medios para la autodeterminación. Liberar a cada mónada de la necesidad material de las demás.
El resultado es un egoísmo colectivo igualitarista. Y el cierre cognitivo es provisto por las redes sociales y sus “verdades” a la medida. Así los antivacunas de todos los partidos.
La crisis política chilena ha hecho visibles las contradicciones de esta ideología: una de las mayores protestas de nuestra historia no generó liderazgos ni petitorios claros. La famosa “multitud” imaginada por Negri en oposición a la “masa” va mostrando su propio lado oscuro y antipolítico. Más dioses y bestias que ciudadanos.
Los delirios absolutistas de algunos miembros de la convención son otro ejemplo: bajo la visión de la soberanía popular, los momentos soberanos del proceso serían los plebiscitos de entrada y salida.
Entremedio habría delegados cumpliendo un mandato enmarcado en el acuerdo de noviembre. Pero varios constituyentes se creen titulares de una potestad total para usar a discreción.
De ahí el desfile de divos solipsistas incapaces de representar, así como la apología del violentismo de personajes como Atria, que prefieren imaginarse como titanes refundantes que como funcionarios del acuerdo que salvó la democracia. No será manicomio, pero muchos se creen Napoleón.
Otro problema es la paradoja identitaria: para que cada uno pueda definirse a voluntad se necesita un catálogo identitario. Ello impulsa un boom de lo tradicional/subalterno considerado popular y genuino (pueblos originarios, Loncón), en oposición a lo urbano/hegemónico, considerado elitista y falso (Bassa con irónico desgarbo, pifiar el himno).
Sin embargo, lo tradicional/subalterno debe ser pasado por el tamiz neoliberal para su consumo masivo. Y el resultado es su disolución. Queremos comunidades robustas, con formas de sentido fuertes, pero necesitamos disolverlas para consumirlas.
En clave negativa o positiva, todo signo disponible es convertido en mercancía y espectáculo. Machitún exprés. Lápiz de Allende a luca y a mil. Simulación y simulacro, a la Baudrillard.
De este laberinto no hay salida sin dejar ir la noción de soberanía, fuente de los peores delirios políticos colectivos e individuales. Hay que reconocer que no hay autoridades temporales absolutas ni refundaciones totales es la matriz de todas las humildades que Chile necesita.

Ojalá extirpar el concepto de la Constitución para comenzar a sanarnos de él.

El mensaje de los Chacabucanos 

“Juro por Dios y por esta bandera, servir fielmente a mi Patria, ya sea en mar, en tierra o en cualquier lugar, hasta rendir mi vida si fuese necesario. Cumplir con mis deberes y obligaciones militares, conforme a las leyes y reglamentos vigentes. Obedecer, con prontitud y puntualidad, las ordenes de mis superiores, y poner todo empeño en ser, un soldado valiente, honrado y amante de mi Patria.”
 
Ver en adjunto el texto completo.

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