Columna de Opinión

LA MUJER EN EL PROGRAMA DE CHILE por Jaime Oviedo E. VivaChile.org, Historia, 03/12/2021 — O´HIGGINS EN PERÚ. por Antonio Yakcich Furche — REGULAR PARA CONVIVIR O, ¿REGULAR PARA CON-MORIR? por Maité Cereceda M.

LA MUJER EN EL PROGRAMA DE CHILE por Jaime Oviedo E. VivaChile.org, Historia, 03/12/2021 — O´HIGGINS EN PERÚ. por Antonio Yakcich Furche — REGULAR PARA CONVIVIR O, ¿REGULAR PARA CON-MORIR? por Maité Cereceda M.

Las opiniones en esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión

¿Quién más sensible que el corazón femenino que un día es esposa y compañera inseparable del hombre y otro día se torna en madre atenta, diligente, amable, afanosa y compasiva

En los últimos días se han levantado diversas controversias que han tenido como centro a la mujer y las políticas públicas que están dirigidas a fortalecer su rol en la sociedad. Lo cierto es que las polémicas se han alimentado en torno a las propuestas de los programas presidenciales de los candidatos Boric y Kast, contraponiéndolas en desmedro del último una prensa odiosa, atrabiliaria y sesgada en extremo.

Importante es recordar, para empezar, que la palabra mujer proviene del sustantivo latino muliermulieris, que quiere decir blando, tierno, delicado.

En efecto, ¿quién más sensible que el corazón femenino que un día es esposa y compañera inseparable del hombre y otro día se torna en madre atenta, diligente, amable, afanosa y compasiva?

La religión y la poesía en la cultura cristiano-occidental han ensalzado a la mujer que vive en el nido santo del hogar y su lugar de trabajo.

Un destacado jurista mexicano, en su libro Meditaciones Políticas, escribe que “la mujer debe estar siempre constelada de virtudes y ataviada de encantos”.

Cervantes dice que “la mujer es la verdadera inspiradora del hombre”, y la Biblia, el libro por excelencia, al tratar de la mujer, dice “mujer virtuosa ¿quién la hallará? Ella es mucho más preciosa que las joyas” (Proverbios 31:10).

Repasando las páginas de nuestra olvidada historia patria, abrimos este recuento con doña Inés de Suarez, pareja de Pedro de Valdivia, a quien la adornaban distinguidas cualidades de inteligencia y también de corazón. Las voces de cien testigos se levantan para aseverar que durante los combates y después de ellos estuvo siempre pronta para acudir en socorro de los desgraciados e indigentes.

Continuando con este esfuerzo, digamos que numerosas mujeres que vivieron en los años de las guerras de la Independencia y en los de la edad republicana se entregaron, ya con sus actos de heroísmo, ya, en fin, valiéndose de la cultura y el arte, a forjar la grandeza de Chile todo. Nos contentamos con nombrar a las principales.

Acuden a nuestra frágil memoria los nombres de aquellas mujeres que mantuvieron la llama de nuestra emancipación política. Aquí mencionamos a Luisa Recabarren Aguirre de Marín, esposa del jurista José Gaspar Marín Esquivel, secretario de la Primera Junta de Gobierno de 1810. Reunía esta dama en su casona a Camilo Henríquez, José Gregorio Argomedo, Juan Mackenna y otros ardorosos conjurados.

Descubierta una carta secreta de Manuel Rodríguez en que aludía a ella, el gobernador Marcó del Pont la mantuvo detenida en el convento de las Agustinas, de donde salió al entrar victoriosas las fuerzas chileno-argentinas a Santiago (12 de febrero de 1817).

Otro nombre acreedor a nuestra gratitud, Ana María de Toro Valdés de Gamero, madre del teniente Marcos Gamero, caído heroicamente en la Toma de Talca (1814) por el coronel español Ildefonso Elorreaga. Al comunicársele que sus hijos mayores habían muerto como bravos junto a la bandera de la Patria Vieja, doña Ana María entregó a su hijo menor, exclamando: ¡Llevadlo para que sirva de tambor!”.

Parecido arrojo demostró Micaela Fontecilla Morales de Guzmán, dando ánimos en el fragor de la Batalla de Rancagua a los sitiados que al fin lograron romper, espada en mano, el cerco.

En aquellos días en que tantas abnegadas mujeres acunaban en sus pechos la patria libre recién nacida, brilló por su hermosura Josefa Aldunate Larraín de O’Higgins, esposa de Tomás O’Higgins, primo hermano de don Bernardo, que donó todas sus propiedades raíces de Valparaíso a la Sociedad de Instrucción Primaria de Santiago.

En este recuento no podemos dejar fuera a una mujer modesta y sin letras, pero con entraña heroica, como la Sargento Candelaria Pérez, destacándose en las empresas victoriosas de nuestras armas en la Guerra contra la Confederación peruano-boliviana.

Y llegamos a Gabriela Mistral, la poetisa de América, Premio Nobel en 1945. Sus Sonetos de la Muerte, poemas infantiles y el Decálogo del Artista vivirán mientras viva el idioma castellano.

En la prosa, Inés Echeverría de Larraín, enamorada de la cultura francesa, que en brillantes crónicas y narraciones hizo célebre su seudónimo de Iris.

Todo lo reseñado no puede estar más lejos de aquellos conceptos feministas teñidos de oportunismo ideológico con carácter de vanas entelequias vacías de sentido, en mi opinión, tales como “paridad de género”, “discriminación positiva”, “macho opresor” u otros similares.

Quien se dé el trabajo de valorar lo establecido en las bases programáticas del candidato del Frente Social Cristiano verá refrendado el espíritu de integrar a la mujer junto a su núcleo familiar, cual sea éste, en el camino del desarrollo con todas sus potencialidades inherentes. Por último su testimonio personal y familia es irreprochable a este respecto.

En verdad, surgidas estas líneas al calor de los recuerdos de tantos hechos heroicos, de tantas vivas lecciones de caridad y de culto a la belleza que nos ofrecen las mujeres notables de Chile, no me canso de reflexionar en que las jóvenes de hoy deben saciar su anhelo de ser útiles a la patria, inspirándose cada día en los ejemplos que ellas nos han legado para orgullo de nuestra nacionalidad sin contaminarse con ideologías foráneas, deconstructivas, propias del neomarxismo, como la ideología de género y otras.

Altivas, valientes, generosas y animosas podrán exclamar entonces: ¡Adelante! ¡Adelante!

 

O´HIGGINS EN PERÚ

EL RECONOCIMIENTO DE UN AMIGO AL PERÚ. Antonio Yakcich Furche Presidente del Instituto O´Higginiano de Rancagua

 

         Ramón José Mariano de Arís Esperón, fue un próspero comerciante  chileno, dueño de una tienda en el Portal Sierra Bella en la Plaza de Armas de Santiago, cuya fotografía patrimonial del Museo Histórico Nacional de Chile adjuntamos.

         Patriota convencido, fue amigo incondicional de Bernardo O`Higgins desde que éste volviera desde Europa el año 1802, para luego mantener con él desde el inicio de su autoexilio en Perú, una nutrida y permanente correspondencia, en la que se evidencia la admiración profunda y la férrea lealtad que sentía hacia el Gran Mariscal.

         El 21 de agosto de 1823, Arís escribió desde Santiago una carta a Bernardo, en la cual le manifestaba su alegría por haber concretado sin novedad su viaje desde Valparaíso al Callao.

         Claramente le dice que el recibimiento que le formularon los peruanos a su arribo, demostraba la nobleza de dicho pueblo, lo que a su juicio le atraería la gratitud de cada chileno.

Pero don José Ramón Mariano fue aún más enfático al mencionar textualmente lo siguiente: “El gobierno del Perú, señor Excmo., plegue al cielo, sea respetado y amado de las demás naciones como será de nosotros en adelante”.

Arís continuaría escribiendo sin interrupción a su amigo, hasta su muerte en el año 1831.

 

Autor: Antonio Yakcich Furche

Presidente del Instituto O´Higginiano de Rancagua

 

REGULAR PARA CONVIVIR O, ¿REGULAR PARA CON-MORIR?

Maité Cereceda M.

VivaChile.org, Política, 17/12/2021

En la discusión en sala sobre la despenalización del aborto (sesión 82 / 29 de septiembre de 2021), el diputado Raúl Saldívar (PS) propone que “hay que regular para poder convivir”.

Frente a esta afirmación, he pensado en su validez, cuando lo que se está discutiendo no es precisamente la vida, sino más bien la muerte de los seres más desvalidos e inofensivos de nuestra especie humana.

En efecto, al observar a un recién nacido, recoge en el alma su fragilidad, pues depende exclusivamente de otros para poder sobrevivir. Ahora bien, los primeros llamados a prestar esa ayuda, al igual que en todas las especies mamíferas, es la familia, y posteriormente la sociedad. Dada esta labor familiar fundamental en la supervivencia y desarrollo humano del ser humano, es que el estado debiese tener como principal misión apoyar a las familias para que alcancen su fin propio, en favor del bien común de la sociedad.

El filósofo chileno Alfonso Gómez-Lobo, señala que la familia es un bien humano básico, y lo que la hace ser tal es “que en la hipotética ausencia de estos lazos – cuando se carece del amor de un cónyuge o de padres o de hermanos o de parientes cercanos, en el caso de una vida que comienza en un orfanato y termina en la soledad de un asilo – difícilmente puede hablarse de una vida plena. Lo que hace que la familia sea un bien básico, entonces, es su contribución a la vida buena”.

Así planteado, se hace cada vez más difícil comprender que la solicitud de algunos políticos, y en especial de algunas mujeres, sea el otorgar a las madres de familia la mayor de las facilidades para eliminar a sus miembros, en vez de exigir, con la misma o más fuerza, que los requerimientos de las familias sean escuchados para poder cumplir su labor.

Volviendo a las palabras del diputado, parece curioso en efecto, que la búsqueda de una mejor convivencia se limite, como condición sine qua non a la eliminación arbitraria de los miembros de la sociedad, como si ese fuese el único camino (y no el peor) para superar los problemas que deben enfrentar las mujeres vulnerables.

De hecho, no se ha tomado en cuenta, en ningún aspecto de la discusión el foco fundamental, que es el apoyo directo e integral a las madres y a sus familias. Ese es el camino para enfrentar la situación en favor de una fructífera con-vivencia humana.

La única conclusión que podemos sacar de la argumentación del diputado Saldívar (y otros) es que para el convivir (de algunos) debemos aceptar el con-morir (de quienes aún no nacen pero que están ya vivos).

Quienes así piensan, debiesen dar gracias a estos últimos que con su sacrificio permiten que sigamos con-viviendo en medio de la cultura de la muerte.