Columna de Opinión

¿POR QUÉ AHORA HAY MÁS INCENDIOS Y SON MÁS PELIGROSOS? por Rosa María Canals —LAICISMO CONSTITUCIONAL Y NAVIDAD por Hernán Corral T.

¿POR QUÉ AHORA HAY MÁS INCENDIOS Y SON MÁS PELIGROSOS? por Rosa María Canals, Profesora de Ingeniería Agroalimentaria y del Medio Rural, Universidad Pública de Navarra The Conversation, 25/07/2021—LAICISMO CONSTITUCIONAL Y NAVIDAD por Hernán Corral T.

Las opiniones en esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.

¿Por qué hay más incendios y son más peligrosos? Ahora hay más incendios debido al cambio global que incluye factores tan determinantes como el cambio climático y el cambio en la gestión del suelo. Por un lado, vivimos olas de calor más intensas en verano y periodos de sequía más prolongados, que hacen que la vegetación esté más seca.

Los incendios precisan oxígeno, combustible y una fuente de ignición. Son procesos naturales, que han estado siempre ahí, originados por un rayo o por las propias actividades humanas.

Aunque siempre hemos convivido con ellos, hoy en día los incendios son más grandes, más impredecibles y destructivos que hace tan solo unas décadas. Su comportamiento errático y su severidad desconcierta a los servicios de emergencia de todo el planeta, a pesar de su alto nivel de preparación. Dejan tras de sí miles y miles de hectáreas quemadas y, en muchos casos, también vidas.

¿Por qué han cambiado los incendios? En los años 60, teníamos incendios de categoría 1 y 2, pero con el paso del tiempo, estos incendios han ido incrementando en categoría y ya, en las últimas décadas, sufrimos incendios muy severos de quinta y sexta generación.

Los de quinta generación pueden provocar diferentes focos simultáneos, como ocurrió en Grecia en el 2007. Los de sexta generación liberan tal cantidad de energía que son capaces de desarrollar un comportamiento propio e, incluso, generar vientos erráticos que les posibilite propagarse en direcciones, velocidades y sentidos imprevisibles.

Fue lo que sucedió en el incendio de Portugal en 2017 o en el de Chile, también el mismo año, en el que, en apenas una noche, el fuego arrasó más de 100.000 hectáreas.

¿Podemos combatir incendios de esta magnitud? En la extinción de estos grandes incendios se depende totalmente de los factores meteorológicos, de que cambie la dirección y la intensidad del viento, de que empiece a llover… Es lo único que puede frenarlos. Además, estos megaincendios se convierten en fenómenos globales, cuyo impacto puede producirse también a miles de kilómetros de distancia.

Por ejemplo, el humo de los incendios de California y Oregón del pasado verano llegó hasta Europa. Y los incendios de los suelos de turba de Indonesia o de Siberia están acabando con uno de los principales sumideros de carbono del planeta.

¿Por qué hay más incendios y son más peligrosos? Ahora hay más incendios debido al cambio global que incluye factores tan determinantes como el cambio climático y el cambio en la gestión del suelo. Por un lado, vivimos olas de calor más intensas en verano y periodos de sequía más prolongados, que hacen que la vegetación esté más seca.

Por otro, cada vez viven menos personas en el entorno rural, se utilizan menos los recursos naturales y decae el pastoreo y los herbívoros, que son quienes desde siempre nos han ayudado a consumir y controlar la vegetación, es decir, el combustible.

Además, la agricultura ha disminuido también, provocando una variación en nuestros paisajes que han dejado de ser un mosaico de teselas a ser más homogéneos. Las masas forestales arboladas, los bosques, se están recuperando rápidamente, desaparecen los espacios abiertos, disminuye la transitabilidad, se pierde biodiversidad a nivel de paisaje y se acumula mucha más biomasa combustible.

Y a todo ello, le sumamos la pasión del ser humano por vivir rodeado de naturaleza, sin pensar en que un incendio se puede llevar por delante todo…

Todos tenemos en mente urbanizaciones como las que se dan en las zonas costeras mediterráneas o en nuestros archipiélagos, en las que las viviendas están rodeadas de bosques y densos pinares. Me imagino que una persona que se va a vivir a una casa perdida en el monte o a una urbanización pensará que, si se produce un incendio, tendrán que ir enseguida a rescatarle.

¿Nos podemos permitir esta situación? Difícilmente. Los incendios actuales superan muchas veces nuestra capacidad de extinción, pero también nuestra capacidad de predicción: no es posible predecir hacia dónde van a ir, o cuántos focos se van a producir, lo que dificulta planificar una evacuación. Además, en lugares poco poblados, podemos organizar evacuaciones en plazos de tiempo muy cortos, como ha ocurrido en el norte de Canadá o en Oregón, pero un megaincendio en zonas con mayor densidad poblacional es complejísimo.

O se trabaja en protección civil, o se trabaja en extinción y control del incendio. No se llega a todo. Europa está muy poblada y los riesgos asociados a un incendio de estas características se multiplican. La gente está acostumbrada a sentirse protegida y no se da cuenta de que las cosas, quizá, no siempre van a ser así.

¿Cómo combatir este fenómeno? Tenemos que prevenir gestionando el paisaje más humanizado. El riesgo para nosotros mismos, la especie humana, es muy alto si se abandona nuestro entorno rural y natural. Es vital mantener paisajes en mosaico, aprovechar sosteniblemente los recursos maderables, pastables, etc. En definitiva, crear paisajes resilientes a los megaincendios y al cambio climático, dos grandes amenazas interconectadas.

Gestión implica humanos (guardianes) viviendo en un entorno rural y aprovechando y gestionando sosteniblemente los recursos que ese entorno les ofrece. La solución pasa por recuperar el medio rural, el aprovechamiento forestal, la agricultura, la ganadería y, en el entorno de las áreas urbanas, crear cinturones verdes de muy baja carga combustible.

¿Existe conciencia en la sociedad de este peligro? Falta mucho camino por recorrer porque somos una sociedad eminentemente urbana y muy desconocedora de nuestro entorno natural. Aunque nos gusta disfrutarlo, no entendemos su funcionamiento, su dinámica, su ecología… La Unión Europea conoce el grave riesgo de los megaincendios favorecidos por el cambio climático y por el cambio de usos del suelo y está apostando cada vez más por la investigación aplicada y la tecnología destinada a enfrentarnos a este riesgo.

LAICISMO CONSTITUCIONAL Y NAVIDAD

Hernán Corral T.

El Mercurio, Columnistas, 22/12/2021

Buscando formas de expresión inclusivas, la Comisión de la Unión Europea ha emanado un documento de orientaciones sobre lenguaje en materias de género, LGBTIQ, edad, discapacidad, raza y estilos de vida.

Esta guía está llena de insensateces, como reemplazar “Ladies and gentlemen” (señoras y señores) por “Dear colleagues” (queridos colegas); o la de no referirse a nombres cristianos como María y Juan. Pero lo que levantó un escándalo mayúsculo fue la sugerencia de sustituir la expresión “Christmas” (Navidad) por “Holidays” (fiestas o vacaciones).

Se advirtió que se estaba llamando a cancelar la Navidad con el pretexto de un lenguaje inclusivo. Se intentaba así eliminar de la cultura europea una de las mayores fiestas de la tradición cristiana.

Inmediatamente en redes sociales surgió una crítica masiva que obligó a la redactora del documento a retirarlo.

El Papa Francisco, en un encuentro con periodistas en el vuelo de regreso de su viaje a Chipre y Grecia, calificó esto como un “anacronismo”: “En la historia, muchas, muchas dictaduras han tratado de hacerlo —dijo ante una pregunta sobre el tema—. Piensa en Napoleón. Piensa en la dictadura nazista, en la comunista. Es una moda de un laicismo aguado, agua destilada. Pero esto es algo que no ha funcionado durante la historia”.

Y agregó algo sobre la Unión Europea; esta, dijo, “debe tomar de la mano los ideales de los Padres fundadores, que eran ideales de unidad, de grandeza, y estar atenta para no hacer espacio a las colonizaciones ideológicas”.

“Si se acoge el laicismo estatal, deberían desaparecer del calendario los feriados de tradición religiosa”

La verdad es que esta idea de eliminar la Navidad no es nueva. En la Unión Soviética fue prohibida en 1929. El régimen cubano hizo lo propio y solo vino a restablecerla cuando Juan Pablo II visitó la isla. Nicolás Maduro utiliza la Navidad para fines políticos y la adelanta a comienzos de octubre.

Esto podría suceder en Chile, dada la propuesta de capítulo I para la nueva Constitución presentada por los convencionales Gallardo, Barceló, Castillo, Harboe, Squella, Chahin, Botto y Logan.

La redacción la habría hecho Agustín Squella, por quien tengo un especial aprecio como intelectual y como persona. Pero en esta ocasión —como en otras anteriores— debo manifestar mi discrepancia sobre la propuesta de art. 8, que diría: “Chile es un Estado laico. Carece de religión oficial y asegura la libertad de creencias y de religiones e iglesias, sin discriminar entre ellas”. Un precepto como este no existe en la Constitución vigente ni en la de 1925, y nadie ha dudado de la laicidad del Estado.

Si se siente la necesidad de declarar que Chile es un Estado laico y que carece de religión oficial, es porque se está asumiendo no la laicidad del Estado, que no es neutral frente al fenómeno religioso público y privado, sino un laicismo constitucional que hará desaparecer todo rastro de signo religioso en los actos, ceremonias, leyes e instituciones, y de subsidios y ayudas económicas a instituciones religiosas de bien público, en particular de enseñanza.

Es lo que en una columna del lunes pasado Agustín Squella llama Estado laico versus Estado religioso, aunque estas expresiones son un tanto tendenciosas; porque el Estado que Squella califica de religioso es laico, aunque no laicista.

Si se acoge el laicismo estatal, deberían desaparecer del calendario los feriados de tradición religiosa, como el día de las iglesias evangélicas, el de la Virgen del Carmen y por cierto la Navidad.

No se podrá poner pesebres en edificios públicos como en el Palacio de la Moneda o en municipalidades; ni hacer conmemoraciones navideñas en servicios de la administración pública. Hasta el Viejo Pascuero, de indudable origen cristiano (por San Nicolás), podría ser considerado un personaje que vulnera los principios de un Estado laico.

Seguramente nadie ha pensado en estas consecuencias, que hoy parecen ridículas. Pero cuando se pone en la Constitución que Chile es un Estado laico, que no tiene religión oficial y que no se puede discriminar entre religiones, se ha iniciado un camino que nos conducirá más tarde o más temprano a la sustitución o eliminación de las fiestas religiosas y entre ellas la de la Navidad.

  Aportes del Director de la Revista UNOFAR. Antonio Varas C.