Columna de Opinión

NO NOS PASEMOS PELÍCULAS

NO NOS PASEMOS PELÍCULAS

Jorge Correa Sutil

El Mercurio, Columnistas, 04/02/2023

El nuevo proceso constituyente se ha iniciado con un intenso debate acerca de las alianzas electorales que se formarán para la elección de los consejeros constitucionales. Si bien es enorme la importancia que tiene la conformación de esas coaliciones, no debe pasarse por alto que ese intenso debate electoral no ha tenido relación alguna con la Constitución que se quiere.

No son posiciones acerca de la Constitución las que han determinado o siquiera influido en la decisión de conformar una o dos listas entre la centroizquierda y la izquierda para elegir constituyentes. ¿Será que los actores políticos dan por sentado el texto que saldrá de este proceso? ¿Será que los partidos no tienen proyectos constitucionales que debatir?

En las pocas oportunidades que las vocerías políticas hablan de la Constitución, el discurso es vago y lleno de lugares comunes. Derecha, centro e izquierda dicen querer una buena y nueva, sin definir cuál sería una buena; todos proclaman la necesidad de una Constitución para el siglo XXI, como si la apelación a lo contemporáneo pudiera determinar algún contenido y como si las que han sobrevivido siglos carecieran de valor y vigencia.

La expresidenta Bachelet, en cambio, en la clausura del Congreso del Futuro, fue un poco más allá e hizo ver la dificultad que tenemos de alcanzar un texto que nos una: “Yo comparto —sostuvo— que una Constitución nueva tiene que ser la casa común. Sin embargo, no estoy segura que pueda ser la casa común de todos, porque no todos creemos lo mismo sobre el modelo de sociedad, el modelo económico, qué sé yo”. Luego agregó: “Hay que hacer el mayor esfuerzo por tener la mayor casa común posible, pero no nos pasemos películas, porque hay diferencias. Estas son válidas, porque estamos en una democracia”.

¿Será que los actores políticos dan por sentado el texto que saldrá de este proceso? ¿Será que los partidos no tienen proyectos constitucionales que debatir?”

Ciertamente que no es bueno pasarse películas en el plano político o en el constitucional. También es evidente que tenemos legítimas diferencias acerca del modelo económico y social que queremos, diferencias que la democracia debe tolerar. Entonces, ¿es forzoso concluir que nos pasamos películas cuando pensamos que una misma Constitución nos interprete y cobije a todos?

Es difícil discernir cuán vastas y profundas son las grietas que nos dividen. A juzgar por el ambiente político actual, no parecieran enormes. Este no es un país a punto de irse a las manos.

Sin embargo, hace tres años, un porcentaje significativo de la población justificaba, cuando no celebraba, el uso de la violencia. Recién ayer, mayorías eran atraídas por ideas refundacionales que proponían barrer con el orden establecido. En septiembre pasado, esas mismas ideas resultaron rechazadas.

Constatar aquello y las elecciones consecutivas de Bachelet, Piñera, Bachelet, Piñera, Boric no muestra tanto un país dividido, como uno que cambia de opinión constantemente acerca del modelo que quiere y que, rápidamente, se muestra insatisfecho de lo que elige.

¿Cómo hacer una Constitución adecuada para una población en momentos de constante mutación? ¿Cómo acertar en un texto adecuado para los próximos 40 años, si difícilmente podemos atisbar los próximos cuatro?

La expresidenta tiene razón: Nos pasaríamos películas si pretendiéramos que un modelo económico y social nos dejara satisfechos a todos. Y aunque un proyecto así pudiera ser aprobado en un plebiscito de salida, ¿cómo podría durar, si el país elige periódicamente autoridades que le prometen modelos económico-sociales distintos?

La solución para lograr una Constitución duradera que nos una es otra, y consiste en expurgar del debate constitucional la cuestión de los modelos económicos y sociales y concentrarnos en la pregunta de cuál es la democracia que necesitamos. ¿Cuáles son las reglas electorales, la arquitectura del poder, la distribución de competencias, los procesos de toma de decisiones, las medidas de participación y transparencia que nos pueden permitir encauzar de una manera legítima y eficiente nuestras diferencias sobre modelos económicos y sociales?

No desconozco que la Constitución algo tendrá que decir acerca de lo que el Estado no puede hacer y sobre los fines que les son obligatorios. Esto, sin embargo, puede mantenerse en un nivel mínimo y general, como para que prosiga libremente el legítimo debate acerca de los modelos económicos y sociales.

Pero claro, si en la campaña los candidatos prometen solucionar problemas sociales concretos en el texto constitucional, como son definir el sistema de pensiones, de salud o de seguridad ciudadana, volveremos inevitablemente a pasarnos películas.

 

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

 

Columna de Opinión

CEMENTERIO DE ELEFANTES.

 

CEMENTERIO DE ELEFANTES. 

Por Toribio

 

Pasos cortos y esforzados, muchos con ayuda, con sillas de ruedas, miradas perdidas y tristes, soledad compartida, rostros arrugados con la ancianidad presente en cada surco de sus caras, intercambio de saludos con la amargura del abandono, cuerpos achacosos y doblados por los años.

 

Este grupo humano deambula, aquellos que pueden, por pasillos y una pequeña superficie que nos permite algo de espacio para mover músculos vencidos y arruinados.

Algunos con las últimas energías tratan de hacer deportes, en cámara lenta y muchas veces inútiles por la vejez

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Escritos del alma, presentaciones, peticiones de libertad o de un simple beneficio de un día domingo, libres… que no llegan a ninguna parte.

 

Documentos que nos entregan anunciando nuevas condenas que traspasan por décadas nuestras expectativas de vida, que nos quiebran y desmoronan debido a la impotencia de sabernos perseguidos por un enemigo atroz y prevaricador.

 

La amargura de ver partir a camaradas que lucharon con nosotros y que nunca volverán, dejando vacíos en nuestras almas y dolores irremediables con un angustioso recuerdo de la amistad que obtuvimos en este trágico encierro.

 

Son tantos y tantos a los que no veremos más, que terminaron conversaciones de vida, de apropiación mutua de sentimientos, alegrías y penas de cada una de nuestras historias.

 

Caras nuevas que se nos integran, nuevas historias personales, nuevos sufrimientos, nuevas angustias, nuevas familias rotas por la distancia, la dolorosa prisión.

 

Nuevas personas a las cuales tratar de levantar ante la cruel realidad de esta cárcel desconocida por muchos y olvidada por muchos más.

 

Este es nuestro “CEMENTERIO DE ELEFANTES”, donde vienen a terminar sus vidas quienes, en plena juventud, creyeron en la causa de la LIBERTAD y se entregaron a ella con todas sus fuerzas, arriesgando sus vidas y la serenidad de sus hogares.

 

Nadie nos obligó, nadie nos forzó a cumplir las órdenes de entonces y con la fuerza de la juventud y nuestro inclaudicable amor por la PATRIA nos enfrentamos a un enemigo cruel y fanático, que quería destruirnos por dentro

 

No hay arrepentimiento entre nosotros, sólo existe la conciencia del deber cumplido y que la integridad nacional nunca se quebró. Sólo existe la seguridad de ser triunfadores, vencedores en esa guerra, pero en forma contradictoria está nuestra situación actual de estar pagando en forma injusta por nuestros esfuerzos libertadores debido al olvido y traición de un país que no supo aquilatar nuestra dedicación y nuestro sacrificio.

 

Es así como estamos en este “CEMENTERIO DE ELEFANTES” al cual llegamos, como estas bestias agonizantes, a entregar los pocos años que nos quedan, abatidos, enfermos, ancianos pero también, como aprendimos desde niños y juramos … “CUMPLIR CON NUESTRO DEBER Y OBLIGACIONES HASTA RENDIR LA VIDA SI FUESE NECESARIO”.

 

Febrero de 2023.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

Fuente de la imagen: https://listindiario.com/la-vida/2016/04/14/415413/un-cementerio-de-elefantes

Columna de Opinión

LA IZQUIERDA CHILENA. REDEFINICIONES Y PERSPECTIVAS

LA IZQUIERDA CHILENA. REDEFINICIONES Y PERSPECTIVAS

Alejandro San Francisco, Académico UC y USS. Director de formación del Instituto Res Pública. Director General de “Historia de Chile 1960 – 2010” (USS)

La izquierda chilena vive un momento crucial, tras una década de cambios y luchas por la hegemonía. Históricamente hubo dos grandes fuerzas que, en su momento, reflejaban las posturas revolucionarias: eran el Partido Comunista y el Partido Socialista, agrupadas desde 1956 en el Frente de Acción Popular (FRAP) y en 1969 en la Unidad Popular (UP, que era una coalición más amplia que incorporaba también al MAPU y al Partido Radical, por ejemplo).

Dicho sea de paso, a la fecha del colapso de la democracia todos ellos se definían como marxistas leninistas.

Tras el regreso a la democracia en 1990, la situación había cambiado, producto del aprendizaje político y la renovación socialista –que se había aliado con sus históricos adversarios de la Democracia Cristiana–, así como la radicalización del PC y su opción por la vía armada.

Se podría decir que ahora había una izquierda extraparlamentaria, que integraban los comunistas y otras fuerzas, en tanto dentro de la Concertación primaban los socialistas y el novedoso Partido por la Democracia (PPD).

Tras diez años de gobiernos de líderes DC –Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz Tagle– siguió una “década socialista”, como trata el fascinante libro de Ascanio Cavallo y Rocío Montes, esta vez con administraciones encabezadas por Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.

¿Qué ha ocurrido en estos últimos quince años? Al menos tres cosas.

La primera, ciertamente decisiva, fue la derrota de la Concertación en la elección presidencial de 2009, que cambió el ánimo y la actitud de muchos líderes de ese conglomerado y, en la práctica, marcó el fin de ese histórico y exitoso proyecto.

La segunda, que requiere más estudios, es la movilización estudiantil de 2011, que modificó la forma de hacer política: la calle reemplazó a los salones parlamentarios y los jóvenes dirigentes estudiantiles a los tradicionales líderes concertacionistas.

Finalmente, el cambio en la posición dominante al interior de la izquierda, durante años en manos del Partido Socialista y el Partido Por la Democracia.

En esta última década se produjo un importante renacimiento del Partido Comunista, con una gran presencia social y liderazgos reconocidos, y el nacimiento del Frente Amplio, que superó política y electoralmente a las dos fuerzas históricas de la izquierda, es decir, a socialistas y comunistas. Adicionalmente Gabriel Boric, uno de sus principales líderes, llegó a La Moneda el 11 de marzo de 2022.

Chile vive hoy no solo la ruptura histórica del socialismo democrático, sino también la resurrección de la alianza histórica entre el Partido Socialista y el Partido Comunista, en cuya unidad el presidente Salvador Allende cifraba las esperanzas del éxito de la revolución. Y ocurre precisamente a 50 años del 11 de septiembre de 1973 y ad-portas de la celebración de los 90 años de vida del Partido Socialista de Chile.

Esta es la realidad al comenzar el 2023, y lo que explica la actual situación del país y de las izquierdas. La falta de renovación generacional dañó profundamente a la Concertación, que además sufrió un problema de desgaste intelectual y de falta de fortaleza de carácter, que hirieron no solo su obra de casi un cuarto de siglo, sino también la comprensión histórica de una etapa crucial de la democracia chilena.

En medio de esta realidad, el Frente Amplio y el Partido Comunista formaron una coalición exitosa –al menos para llegar al gobierno– frente a la cual el socialismo democrático siempre ha aparecido como una fuerza subordinada, necesaria pero auxiliar, de segunda categoría frente a quienes controlan realmente la agenda y el programa gubernativo.

En ese contexto debemos entender los flirteos del Partido Socialista con el Frente Amplio y el PC, que comenzaron con la posibilidad fallida de participar en las primarias presidenciales de Apruebo Dignidad, que enfrentaron a Gabriel Boric con Daniel Jadue.

Posteriormente hubo una evidente falta de entusiasmo en las escuálidas primarias de la antigua Concertación y en la campaña presidencial de la candidata elegida.

Finalmente, tras la primera vuelta, en forma rápida el socialismo democrático se sumó a la candidatura Boric y luego al gobierno frenteamplista-comunista, incluso en posiciones importantes de poder. Pero siempre afirmaba la existencia de dos polos dentro de la coalición gobernante, manteniendo su historia y proyecto.

El llamado socialismo democrático implica una afirmación y una negación. En lo primero, hay una definición doctrinaria por la democracia, un Estado más robusto, el orgullo por la labor realizada durante la época de la Concertación y ciertas convicciones básicas sobre el futuro del país. Por otra parte, en contraste existe una evidente señal implícita: también habría un socialismo –o una izquierda– “no democrático”, que coquetea con las dictaduras chavistas y castristas, que sigue validando la violencia como método de acción política y que es de una lógica izquierdista ajena a la Concertación. Es decir, el gobierno de Gabriel Boric tiene dos almas y lógicas diferentes, aunque exista un proyecto coyuntural unitario.

En la práctica, la discusión por la lista única de la izquierda o por las eventuales dos listas ha generado el enfrentamiento intelectual o mediático de sus liderazgos históricos más relevantes –Michelle Bachelet en el primer caso y Ricardo Lagos en el segundo–, además del involucramiento del propio Presidente de la República para lograr integrar a todas las fuerzas de gobierno en la lucha por conquistar la mayoría en el Consejo constituyente.

Todo indica que ni la oferta de cargos ni la presión oficialista ni las tres décadas de unidad socialista-pepedeísta lograrán mantener la tesis de una sola lista y, a un día de la inscripción de las listas, habrá dos fórmulas inéditas: la lista del Frente Amplio/Partido Comunista/Partido Socialista (sin PPD) y otra con el PPD/Democracia Cristiana/Partido Radical (sin socialistas).

La redefinición de las izquierdas es una de las noticias más importantes de la política a comienzos de este 2023. Las alianzas políticas no son meros acuerdos electorales, sino que reflejan algo más profundo.

La unidad socialista-comunista se extendió desde 1956 hasta 1973; la Concertación se extendió casi un cuarto de siglo; el PPD-PS fueron aliados por más de treinta años. De esta manera, Chile vive hoy no solo la ruptura histórica del socialismo democrático –con todo lo que ello pueda significar– sino también la resurrección de la alianza histórica entre el Partido Socialista y el Partido Comunista, en cuya unidad el presidente Salvador Allende cifraba las esperanzas del éxito de la revolución.

Y ocurre precisamente a 50 años del 11 de septiembre de 1973 y ad portas de la celebración de los 90 años de vida del Partido Socialista de Chile.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional