JULIO. ¿QUÉ CELEBRAN LOS FRANCESES?
¿Era necesaria la revolución francesa?
La Gloriosa Revolución Británica (1688) y la Revolución Francesa (1789) son dos hitos fundamentales en la historia europea, que si bien comparten el objetivo de limitar el poder monárquico, presentan profundas diferencias en sus causas, desarrollo y consecuencias.
La Gloriosa Revolución, buscó el establecimiento de una monarquía parlamentaria, mientras que en la Revolución Francesa, que en un inicio planteó una monarquía constitucional, terminó con su abolición total y el establecimiento de una república.
La Gloriosa Revolución, por su parte, fue un cambio de régimen relativamente pacífico y negociado. Se le llama “Gloriosa” precisamente porque se evitó una guerra civil a gran escala. Fue más bien un golpe de estado incruento que se logró a través de un acuerdo entre el Parlamento (dominado por la nobleza y la burguesía) y Guillermo de Orange, quien fue invitado a tomar el trono, mientras la Revolución Francesa fue un proceso muy violento, radical y prolongado que implicó una guerra civil, la ejecución del rey Luis XVI y la reina María Antonieta, y un período de represión conocido como el “El Terror”. Fue una revolución “desde abajo”, impulsada y dirigida por la burguesía ideologizada y ambiciosa que lanzó a las calles a las turbas descontentas y en extremo violentas.
Las causas principales de la Gloriosa Revolución fueron de índole religiosa y política. El rey Jacobo II, católico, intentó imponer el catolicismo en un país mayoritariamente protestante y gobernó de manera absolutista, disolviendo el Parlamento y favoreciendo a los católicos en puestos clave. El nacimiento de un heredero católico fue la gota que colmó el vaso, ya que se temía el establecimiento de una dinastía católica y absolutista.
Concluyó con el fortalecimiento de la burguesía, el desarrollo del sistema financiero (creación del Banco de Inglaterra) y el establecimiento de una monarquía parlamentaria y constitucional en que el poder del rey quedó limitado por la ley y el Parlamento. La promulgación de la Declaración de Derechos (Bill of Rights) de 1689, garantizó derechos individuales y sentó las bases para el desarrollo del parlamentarismo y la democracia liberal. Fue un cambio evolutivo que preservó gran parte de las instituciones existentes.
Las causas de la Revolución Francesa fueron más complejas y la causa detonante fueron la crisis económica y financiera: grandes deudas por su apoyo a la guerra de independencia norteamericana, malas cosechas y altos precios de los alimentos. Un sistema estamental rígido donde la nobleza y el clero gozaban de privilegios y exenciones y los burgueses soportaba la carga impositiva, y lo más relevante, las ideologías de intelectuales que prometían libertad, igualdad y derechos individuales desorbitados, imposibles e insustentables.
La toma de la Bastilla, dio inicio a “los días de gloria” que canta La Marsellesa. La Bastilla era una fortaleza medieval en París que se utilizaba como prisión estatal, que al momento de su toma solo albergaba a unos pocos presos comunes que la propaganda burguesa presentaba como “presos políticos”. Había sido convertida en un poderoso símbolo de la opresión, la tiranía y el poder absoluto de la monarquía francesa y fue tomada por una turba, compuesta principalmente por ciudadanos comunes de París, dirigidos por agitadores políticos y burgueses, en un acto de desafío directo al rey Luis XVI y a la monarquía.
Dió inicio a la “Revolución Francesa” que incluyó la abolición de la monarquía absoluta y del Antiguo Régimen, el establecimiento de la República y la proclamación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Fue un período de inestabilidad política y violencia extrema, difícil de describir y casi imposible de entender, que culminó con el ascenso de Napoleón Bonaparte como Emperador.
Su impacto ideológico y político fue inmenso en Europa y el mundo, inspirando otras revoluciones y movimientos liberales y nacionalistas.
Fue un cambio radical que buscó una ruptura total con el pasado.
En resumen, mientras la “Gloriosa Revolución” fue un acuerdo de élites para limitar el poder real y consolidar un sistema parlamentario, la “Revolución Francesa” fue una explosión social masiva que buscó una transformación radical de todas las estructuras políticas, sociales y económicas, marcando el fin del Antiguo Régimen en Europa continental que concluyó con La Restauración con Luis XVIII: Rey de Francia.
Tuvo costos humanos y económicos desorbitados: especialmente durante el Terror, causó cientos de miles de muertes (por ejecuciones, guerras, hambruna y genocidio), devastó la economía y sumió a Francia en un periodo de inestabilidad y guerras constantes que durarían décadas. Algunos argumentan que los objetivos de igualdad y modernización podrían haberse logrado con un coste mucho menor, a través de reformas y transiciones más pacíficas.
A pesar de sus ideales iniciales, la Revolución llevó a la dictadura napoleónica y a un ciclo de restauraciones monárquicas y revoluciones a lo largo del siglo XIX. Los objetivos de libertad y estabilidad no se consolidaron de inmediato y que el camino tomado fue excesivamente disruptivo para los resultados obtenidos a corto y mediano plazo.
La Revolución no solo abolió lo obsoleto, sino que también destruyó instituciones y tradiciones que tenían valor y podrían haberse reformado en lugar de eliminarse por completo, contribuyendo a la anomia y desorden social.
En conclusión, mientras que las condiciones del Antiguo Régimen hacían necesario algún tipo de cambio significativo, la interacción de las crisis estructurales con decisiones humanas excesivas, moldearon su desarrollo. Es un recordatorio de que la historia no sigue un guion preestablecido y que las alternativas siempre existen, aunque no siempre se tomen.
Todo indica que Francia podía y tenía la capacidad para “mas”, y que se contentó con un caos de terrorismo y violencia que, por alguna razón, aun se sigue celebrando y dividiendo a sus ciudadanos.
Melosilla, 15 de Julio de 2025
Fernando Thauby García
Capitán de Navío Infantería de Marina (r)
Un aporte de nuestro Pas Presidente Humberto Julio Reyes
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