EL PAPEL LO AGUANTA TODO
Humberto Julio Reyes
Falto de inspiración o quizás algo aburrido por “la contingencia”, una curiosa y categórica afirmación vino en mi ayuda y me llevó a titular de esta forma la presente columna. La frase en cuestión era:
“Las credenciales democráticas de Allende no están en cuestión”.
Pensé a continuación: ¿se tratará de la misma persona de quien tengo tan triste recuerdo?
Bueno, la frase la pronunció dentro de una larga entrevista publicada en El Mercurio del domingo 28 de mayo don Ricardo Lagos Escobar, donde también llamó a conmemorar los 50 años (del 11 de septiembre) mirando al futuro.
Respecto a esto último uno podría manifestarse de acuerdo si ello implicara dejar los acontecimientos del pasado al juicio de la Historia, especialmente aquellos dolorosos y controversiales en lugar de tratar de imponer una visión parcial y acomodaticia.
Pero, seguir insistiendo majaderamente en que un demócrata ejemplar fue depuesto, ocultando las circunstancias que llevaron a tan extrema medida, más allá de faltar groseramente a la verdad, facilita repetir los errores que él y otros relevantes actores políticos cometieron antes de la fecha que se pretende sea recordada como “el quiebre de la democracia”.
Basta releer el acuerdo de la Cámara de Diputados que se conoció el 23 de agosto de 1973 para que las pretendidas credenciales pierdan sustento.
En todo caso, la opinión del señor Lagos no es más que eso, una opinión que bien podría ser calificada de negacionismo.
Pero, volviendo a la frase inicial, peor aún es escribir algo que pretende ser parte del mencionado acuerdo y que no figura en parte alguna.
En carta a El Mercurio del día 29 del mismo mes titulada “La figura de Allende”, un señor Cristi escribe:
“El Acuerdo de los diputados les representa al Presidente y a los ministros de Estado de las Fuerzas Armadas y Carabineros su juramento de fidelidad a la Constitución. Se trata de una grave representación, pero está hecha dentro de los márgenes constitucionales, en tanto que se reconoce que Allende y sus ministros militares se han mantenido fieles a la esencia democrática de la Constitución”.
Sorprendido por la frase final he vuelto a leer el Acuerdo y, por supuesto, no la encuentro en parte alguna, pero “el papel aguanta todo”.
Así, de la mano de quienes comulgan con la idealizada visión de Allende, otros se dedican con notable empeño a hacer todo aquello que permita eternizar la división entre buenos y malos, recurriendo, entre otras cosas, a los memoriales.
En estos días el Consejo de Monumentos Nacionales ha incluido en la lista de memoriales dedicados a las víctimas “buenas” a un regimiento de nuestro Ejército que lleva el nombre de una de las más gloriosas y aguerridas unidades de la Guerra del Pacífico.
Lo curioso es que la decisión se habría adoptado con tal reserva que tanto las autoridades de Defensa como del Ejército se habrían visto sorprendidas, asunto que. hasta el momento, no se aclara satisfactoriamente y sobre el cual ya se han conocido diversas opiniones junto a una “aguada” versión de lo que habrían manifestado al respecto los ministros directamente concernidos en este controversial tema restándole mayor connotación.
Dentro de las personas que estiman injustificada cualquier molestia institucional está quien ha enviado una alambicada carta cuyo texto realmente me ha causado sorpresa. Se trata de la presidente del Colegio de Arquitectos AG quien pareciera restarle toda importancia a lo que implica que un cuartel militar vea limitado su funcionamiento por esta nueva condición que ninguna honra le agrega y, muy por el contrario, ofende la memoria de quienes han dado sus vidas por la Patria. Pero, el papel lo aguanta todo.
También y a raíz del día del patrimonio no ha faltado la desafortunada iniciativa del Ministerio de las Culturas de llamar a visitar justamente un museo que celebra la destrucción de dicho patrimonio. Eso sí debiera celebrarse y mantenerse como un memorial, empleándose todo tipo de extrañas argumentaciones de parte de quienes así lo consideran.
Afortunadamente el 30 del presente la autora de una columna sugiere doce ideas para el “Museo del Estallido” que me parecen muy acertadas toda vez que permitirían que efectivamente se represente en ese lugar algo más cercano a lo que efectivamente se debiera recordar para hacer menos probable su repetición.
Es probable que las ideas sugeridas provocarán airadas y ofendidas reacciones que nos permitirán ver como se defiende lo indefendible, pero el papel aguanta todo.
Por otra parte, ayer 31 una excelente columna expone lo que ya resulta evidente: tal como las mentadas “dos almas” existirían dos culturas, una que protege el patrimonio y otra que lo destruye. De ahí que el ministerio a cargo del tema se llame “de las culturas”. Notable ironía de parte de su docta autora.
Sin embargo, no me hago ilusiones respecto a que se logre algún efecto positivo y se enmiende el rumbo, pero esas valientes reacciones me llevan a pensar que “aún tenemos Patria ciudadanos”.
Una reflexión final abusando del paciente lector:
Quizás podría existir en Copiapó otro memorial que recuerde esta vez la violencia comunista ejercida en la madrugada del 25 de diciembre de 1931, cuando fue rechazado el asalto al cuartel del II Batallón del Regimiento “Esmeralda” que entonces cubría guarnición en esa ciudad, desmintiendo así las pretendidas credenciales democráticas de ese partido que representa una sangrienta y fracasada ideología.
La victoriosa defensa del reducido batallón es muy poco conocida y daría para otra columna.
1° de jun.-23
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