Hemos querido incluir en Unión al día este interesante comentario que refleja en gran medida lo que ocurre en nuestro país y nos deja un pequeña luz de esperanza para el futuro con la sensación de que habrán buenos tiempos. Por ello no hay que cerrar la caja de Pandora.
Todo el mundo lo sabe. Cuando la mujer de Epimeteo, contrariando toda advertencia, abrió la caja regalada por Júpiter, salieron al mundo toda suerte de desdichas.
En esto, Pandora se parece a la Eva bíblica.
En Chile tenemos abierta ya la caja de Pandora. Han acaecido toda clase de cosas, buenas, malas y regulares. Aparecieron individuos con pujos mesiánicos, como en otras ocasiones.
Se descubrió, con perplejidad, que la corrupción fue elevada por algunos al rango de virtud ciudadana. Se pensó que todo era peor de lo que parecía en muchos campos.
Avisados opinólogos vaticinaron lo que ocurriría y casi ninguno tuvo razón. Las palabras más nobles fueron y son usadas con fines innobles, con la aquiescencia y hasta el aplauso de las multitudes.
El silencio de las mayorías, que siempre es deletéreo, se dejó sentir.
Las negaciones, las reivindicaciones, la demagogia, el desparpajo se hicieron tan comunes que parecieron normales aun cuando algunas personas —las Casandras y los Laocoontes de hoy— advirtieron que los regalos del destino (como el caballo de Troya) tienen que mirarse con cuidado.
El discretísimo Critilo recuerda, sin embargo, que la leyenda afirma que algo quedó en el fondo de la caja de Pandora.
Y eso que quedó fue la Esperanza. Un sentimiento de futuro, una sensación de que habrá buenos tiempos.
No conviene cerrar la caja. Hay que esperar que alguna vez, en el futuro, la esperanza será satisfecha.