CONSTITUCIÓN Y SENSATEZ
El Mercurio, Día a Día, 05/05/2023
Sin sensatez, ninguna Constitución podrá servir. Y la sensatez no es más que el buen juicio, dotado de prudencia y realismo, y supone un criterio lúcido, sin ebulliciones ideológicas y sin pretensiones extremas y carentes de cordura.
Una Constitución ha de ser algo sobrio, moderado, sin inflación de derechos ni tampoco un mero buzón de cada uno de nuestros deseos.
Una Constitución hecha con afán de perdurabilidad y de estabilidad para el país, en lo posible tan bien pensada y escrita que ojalá dure al menos un siglo, más allá de los gobiernos y de las contingencias de turno.
Que sea un documento ordenado y coherente con nuestra historia, una especie de “bienaventuranza cívica” que recoja un esfuerzo mancomunado e inteligente en vistas de una definición y división clara de los poderes del Estado (sin eliminación de ninguno de ellos) y del sistema político que nos rige.
Una Constitución es como el timón de un barco y como el salvavidas que mantiene a flote a la república. No está para encauzar nuestros sueños, sino para organizar adecuadamente a la nación.
Junto a las leyes, la Constitución es la base jurídica de la patria, el ornamento que, sin hacerse notar en demasía, es la puerta de entrada y el fundamento de la vida social del país y de sus ciudadanos
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional