PRAT Y EL HONOR
Álvaro Góngora
El Mercurio, 15/05/2023
Me adelanto con esta columna a recordar la gesta del héroe chileno por antonomasia, Arturo Prat Chacón. Es la posibilidad que tengo.
Lo hago pensando que en nuestro tiempo se ha diluido la conciencia histórica.
Nada importa cómo se forjó nuestro país, las personalidades que fueron sus protagonistas ni los valores que dejaron como legado.
Los símbolos patrios y la figura de los héroes se vandalizan sin que importe a algunas autoridades.
Se habla pomposamente de la República, pero se desconoce su historia.
El combate ocurrido el 21 de mayo de 1879 en la rada de Iquique fue un acontecimiento trascendental para el país, admirado en Chile e internacionalmente.
Arturo Prat, comandante de la fragata “Esmeralda”, sus oficiales y marinos, lucharon por más de tres horas, con entrega ejemplar y simplemente por cumplir el deber que se les había encomendado, contra una nave peruana blindada, el monitor “Huáscar”, materialmente muy superior a la chilena.
“Se ha diluido la conciencia histórica. Nada importa cómo se forjó nuestro país”.
En el momento crítico de la refriega, Prat y cuatro de los suyos lo abordaron a sabiendas que arriesgaban la vida, como efectivamente ocurrió. Fue un acto de valentía y honor.
Durante la Guerra del Pacífico fue rememorado en cada arenga antes de entrar en batalla.
El resto del país ignoró durante días lo sucedido, porque las noticias eran difusas.
El transporte chileno “Lamar” solo pudo avistar el inicio del combate.
En Santiago y Valparaíso, recién el 28 de mayo se publicó la desgraciada noticia: la “Esmeralda” hundida, Prat y oficiales fallecidos, y 40 náufragos nacionales que fueron rescatados.
El acontecimiento generó conmoción profunda en la población, se habló de Prat por meses, siendo un desconocido. Incluso, “El Mercurio” del puerto publicó “Apuntes biográficos del comandante Prat”, escrito por un particular, José Bernardo Suárez.
Se formó una comisión que convocó a los ciudadanos a realizar erogaciones para reunir recursos que permitieran levantar un monumento a Prat y sus compañeros. “Luchó como los paladines de épocas que nos parecen legendarias”, se escuchó decir en un discurso.
No obstante, en el Perú se trató de desacreditar el acto, bajándole el tono, porque de conocerse en su plenitud posiblemente generaría respeto y hasta admiración.
Los días 15 y 16 de junio del mismo año, su Diario Oficial publicó columnas con invenciones del siguiente tenor: “El comandante Prat fue el primero en proponer a sus oficiales la rendición de la Esmeralda, en decir a los maquinistas que detuvieran la marcha, en ordenar que se arriara la bandera lo más pronto posible… estaba triste, humilde, inmóvil… los tripulantes no obedecían, arrojándose desnudos al agua antes de tiempo… Prat saltó involuntariamente al monitor, resbalándose y cayendo…”.
Pero peruanos nobles lo retractaron, honorificándolo, como el corresponsal Modesto Molina, que sintetizó en una frase la gloria de Chile: “el pabellón chileno fue el último que halló tumba en el mar”.
Más definitivo fue el comandante del “Huáscar”, Miguel Grau, quien en carta a la viuda dijo: “su digno esposo, el capitán Arturo Prat… fue, como usted no lo ignora ya, víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria”.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.