Cristián Labbé Galilea
Diciembre trae ambiente de navidad y de término de año. Empieza a respirarse un ánimo de paz, esperanza y expectativas… espíritu de alegría y felicidad que no hace distingo entre unos y otros, jóvenes y viejos, ricos y pobres, campesinos, obreros, mineros, intelectuales, todos se unen en la esperanza de mejores tiempos.
Coincide esta fecha con la instalación de las nuevas autoridades a nivel regional y local. Gobernadores, Cores, Alcaldes y Concejales inician su periodo, y en sus electores surgen pequeños brotes de esperanza en que cumplan sus promesas, que traigan vientos favorables, y que las cosas mejoren.
Nada se pierde con soñar… pero seamos realistas, porque “a grandes esperanzas, grandes desilusiones”, situación que ya hemos vivido. Por eso, sin ser pesimista, la recomendación es manejar las expectativas con prudencia. Nos hemos desengañado tantas veces, cuesta creer que las cosas vayan a cambiar mucho.
Las nuevas autoridades tienen la oportunidad de sacar a nuestra sociedad del oscurantismo y el marasmo en que nos ha sumido el amiguismo, la corrupción, el nepotismo y especialmente la inseguridad de un gobierno inepto e incapaz. Es cierto que a lo imposible nadie está obligado, pero las grandes catedrales se construyeron ladrillo tras ladrillo, desde la base hasta el campanario.
Muchos años en el servicio público le enseñaron a esta pluma que, para que las cosas cambien, basta el trabajo en equipo, la valorización de las personas, la consecuencia, la probidad, y la voluntad de hacer las cosas bien siempre, así como el firme compromiso con los principios y valores de la libertad, el orden, la justicia, la propiedad y el bienestar.
Consecuente con ese aprendizaje, he puesto a disposición de quienes asumen en estos días, y de quienes trabajan en el servicio público o privado, la obra “NI SECRETOS NI MILAGROS”. Guía global -simple y abordable- para conseguir una gestión de excelencia.
Apoyada esta pluma en el viejo refrán “Más vale encender una vela que maldecir la oscuridad”, e inspirada en el espíritu que debe reinar en estos días, le parece oportuno entregar un mensaje de optimismo y buenos deseos a las nuevas autoridades que inician su mandato, en un contexto donde la crítica y la descalificación son el pan nuestro de cada día.
Los recién elegidos enfrentan desafíos significativos y heredan problemas complejos, pero en ellos están puestas nuestras esperanzas. Por ello la referencia a este sabio refrán, que resalta la importancia de actuar, construir, y proponer soluciones, en lugar de enfocarse únicamente en criticar o lamentar las dificultades heredadas… La sociedad está cansada de escuchar lloriqueos políticos.
Por último, esta pluma concluye que las nuevas autoridades deben tener claro que, para ser exitosos, no existen “Secretos ni Milagros”; sólo hay que hacer las cosas bien siempre; y cuando alude a “encender las velas”, se refiere a tomar la iniciativa y a ser un catalizador del cambio… Nada se logra “maldiciendo la oscuridad”, ello sólo conduce al desaliento y la desesperanza.