SEPTIEMBRE. LA PATRIA
Alejandro San Francisco – El Líbero, Columnas, 14/09/2025
Llegó septiembre y con este mes regresa la historia, tantos hitos acumulados por siglos y una tradición republicana que sigue mirando cada año al 18 de septiembre como un día fundacional, a pesar de la ambigüedad de su significado inicial.
Nuevamente estamos a las puertas de la celebración de las Fiestas Patrias. Cada “18” Chile cobra un tono festivo y tricolor, con una primavera que emerge en medio de banderas, fondas, música y alegría. Es Chile, es la patria, como en 1810, en 1879 y en tantos otros momentos de la historia.
Cada tiempo, felizmente, nos permite recomenzar. Es la situación que podemos observar este nuevo 18 de septiembre, cuando la patria nos llame nuevamente a celebrar, pero también a servir.
Del primer siglo republicano vale la pena mencionar un par de aspectos. El primero es que existían tres fiestas nacionales: el 12 de febrero, fecha de múltiples acontecimientos; el 5 de abril y el 18 de septiembre. Finalmente, esta última emergió como la fecha definitiva de celebración.
Un segundo tema se refiere al modo de celebrar, en lo cual es impresionante la continuidad que se puede advertir: muy temprano hubo bailes, juegos de guerra, un Te Deum de la Iglesia Católica y las famosas chinganas, pampillas o ramadas.
En el Chile de hoy, esas expresiones equivalen a las En el Chile de hoy, esas expresiones equivalen a las celebraciones oficiales o la gala musical del Teatro Municipal, la Parada Militar del 19 –el día de las Glorias del Ejército–, el Te Deum ecuménico y las populares fondas dieciocheras. Toda una tradición, sin duda, representada a través de dos siglos.
“El primer siglo de vida republicana permitió que los chilenos conformaran una nueva forma de entender la sociedad política, de organizar los poderes del Estado, de dotar de legitimidad a las autoridades y de fijar la forma de participación del pueblo en los destinos del país”Es evidente que existen muchos otros factores que han contribuido a fortalecer la conciencia nacional de los chilenos, y que exceden largamente las Fiestas Patrias.
Entre ellos podemos mencionar las guerras internacionales, lacreación de los símbolos patrios, un sistema nacional de enseñanza, la prensa y la religión como factores de información y de difusión, la pintura y la cultura en general, la música, el desarrollo de la historia como disciplina y tantas otras cosas que han permitido avanzar en el amor a la patria y han consolidado aquello que llamamos Chile, al que queremos y del que somos parte, no por algún logro específico o una victoria determinada, sino sencillamente porque es la patria, y como a una madre, se le ama con devoción y se le agradece eternamente.
El primer siglo de vida republicana permitió que los chilenos conformaran una nueva forma de entender la sociedad política, de organizar los poderes del Estado, de dotar de legitimidad a las autoridades y de fijar la forma de participación del pueblo en los destinos del país. Así fue y valió la pena.
También fue un siglo de héroes: durante el proceso de Independencia, en el desarrollo de la prensa, de la organización de la República, de la promoción de la enseñanza, de la creación de la riqueza y la multiplicación de los bienes recibidos.
En ese contexto, hubo muchos que estuvieron dispuestos a morir por Chile y de ellos algunos efectivamente terminaron sus días en algún lugar de enfrentamiento bélico. A ellos gracias y gloria: a los héroes de la guerra y a los héroes de la paz.
En ese sentido, Arturo Prat es el héroe por excelencia de Chile, no sólo por lo que dio al país y por una serie de virtudes que lo distinguen sino también porque estuvo dispuesto a dar su vida por la patria. Llegado el momento sublime, tomó la decisión para la cual se había preparado: estuvo decidido a entregar su vida por Chile.
Esa característica hoy está menos presente en el país, en parte por razones obvias: felizmente, el país no ha tenido guerras desde el siglo XIX, cuando cada generación debió enfrentar al menos una. Por el contrario, en el siglo XX la paz ha sido la regla, por lo que debemos buscar el heroísmo en otra parte.
Hay actividades que, por sus características, implican la disposición a entregar la vida en circunstancias extremas, como puede ser la realidad de los carabineros o de los bomberos, que no solo prestan servicios esenciales a la sociedad, sino que, en determinadas circunstancias, el ejercicio del deber puede conducirlos a la muerte.
También podrían incluirse los médicos y el personal de salud fallecidos por el COVID, algunos de ellos contagiados en el ejercicio de sus funciones profesionales.
Pero eso no es habitual. En general no es necesario morir en el cumplimiento del deber, pues aquello sólo ocurre en escasas ocasiones y con certeza la inmensa mayoría de la población, casi la totalidad, no será exigida para esa expresión extrema de heroísmo.Por lo anterior, me parece que la pregunta de fondo que nos debemos hacer
hoy es qué podemos hacer por Chile. Es decir, cómo hacer para que nuestras tareas tengan una dimensión profundamente social y comprometida con el desarrollo del país, y no simplemente restringida al ambiente familiar o a la tarea específica que desempeñamos en el plano profesional.
La respuesta, en una primera definición, indica que debemos decidirnos a vivir por Chile, que nuestra misión no se definirá en un heroísmo puntual que pondrá fin a nuestra existencia, sino en el heroísmo cotidiano que significa realzar bien el trabajo de cada día, proyectarlo como una forma de servicio a la sociedad y no solo como una expresión de realización personal o una manera de ganarse la vida, por legítimas que sean dichas circunstancias.
Cada tiempo, felizmente, nos permite recomenzar. Es la situación que podemos observar este nuevo 18 de septiembre, cuando la patria nos llame nuevamente a celebrar, pero también a servir.Es la realidad que podemos vivir en este siglo XXI, cuando casi con certeza no seremos llamados a morir en los campos de batalla, pero sí seremos convocados a servir a Chile en la fábrica, en el taller, en la sala de clases, en el hogar, en la política, las Fuerzas Armadas, el campo, el comercio, el
deporte o la minería, así como en toda aquella multiplicidad de actividades sencillas en las cuales se construye día a día una patria mejor.
A no olvidarlo este 18 de septiembre: se puede y se debe vivir por Chile. No solo es una tarea maravillosa, sino una forma específica de proyectar nuestra vocación, actividad profesional e incluso el tiempo libre, para hacer todas aquellas cosas que permiten dar vida a un Chile más grande, generoso con sus hijos, con un presente difícil y un futuro cargado de esperanza.Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

creación de los símbolos patrios, un sistema nacional de enseñanza, la prensa y la religión como factores de información y de difusión, la pintura y la cultura en general, la música, el desarrollo de la historia como disciplina y tantas otras cosas que han permitido avanzar en el amor a la patria y han consolidado aquello que llamamos Chile, al que queremos y del que somos parte, no por algún logro específico o una victoria determinada, sino sencillamente porque es la patria, y como a una madre, se le ama con devoción y se le agradece eternamente.
En ese contexto, hubo muchos que estuvieron dispuestos a morir por Chile y de ellos algunos efectivamente terminaron sus días en algún lugar de enfrentamiento bélico. A ellos gracias y gloria: a los héroes de la guerra y a los héroes de la paz.
hoy es qué podemos hacer por Chile. Es decir, cómo hacer para que nuestras tareas tengan una dimensión profundamente social y comprometida con el desarrollo del país, y no simplemente restringida al ambiente familiar o a la tarea específica que desempeñamos en el plano profesional.