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En este proceso hemos visto, como era de esperar, lo mejor y lo peor de las características de nuestro ser nacional, estando entre las primeras, la capacidad creativa para permitir que en la fecha dispuesta la totalidad de nuestros niños y jóvenes pudieran iniciar su año escolar, la capacidad de nuestros ingenieros y trabajadores especializados para recuperar los puentes, caminos, autopistas, sistemas de comunicaciones, de distribución de poder, de agua, de sistemas sanitarios y de infraestructura portuaria
Aniversario.
Este domingo 27 de febrero se cumplirá un año de esa trágica noche en que la zona central de nuestro país sufrió un sismo de gran intensidad y un maremoto que asoló las costas de las regiones afectadas. Hace un año y aun se mantiene en nuestras retinas ese cuadro increíble de ineptitud e incompetencia de las más altas autoridades del país, que reunidas en la ONEMI no sabían atar ni desatar.
Hace un año cuando con asombro veíamos como la gente de las zonas afectadas, de las más variadas clases sociales asaltaban las tiendas para robarse, no solo artículos de primera necesidad, sino que lavadoras, televisores y hasta refrigeradores, en tanto, la Presidente caía en esa actitud inexplicable de demorar la entrega del control de la situación a las FFAA, demostrando de paso la profundidad de la tranca que guardaba en lo más profundo de su espíritu, pese a la tan publicitada actitud reconciliada con que asumió su mandato.
Pero eso ya es historia, pues llevamos un año tratando de recuperar nuestras capacidades e infraestructura y de asistir a los más necesitados en la reconstrucción de sus viviendas.
En este proceso hemos visto, como era de esperar, lo mejor y lo peor de las características de nuestro ser nacional, estando entre las primeras, la capacidad creativa para permitir que en la fecha dispuesta la totalidad de nuestros niños y jóvenes pudieran iniciar su año escolar, la capacidad de nuestros ingenieros y trabajadores especializados para recuperar los puentes, caminos, autopistas, sistemas de comunicaciones, de distribución de poder, de agua, de sistemas sanitarios y de infraestructura portuaria.
Es también destacable que, no habiendo dudas de que se tienen que haber cometido errores administrativos en la inversión de los cuantiosos recursos asignados, al ser oportunamente detectados por el órgano contralor, se ha evitado el caer en esos lamentables procesos de corrupción que caracterizaron especialmente al tercer gobierno de la Concertación, con lo que se han logrado procesos enmarcados en ese ambiente de sobriedad y honestidad característicos de nuestra cultura cívica.
En los aspectos negativos, cabría mencionar ese intento reiterado de desconocer la magnitud del esfuerzo hecho y la capacidad de coordinar y ejecutar complejos proyectos, con lo que se va creando un medio ambiente crítico, que es alimentado por esos cuadros que con elocuencia muestran los distintos medios de comunicación, de los lugares donde existe un mayor nivel de atraso o una obra en malas condiciones, como lo pudimos ver el otro día cuando el Presidente Piñera inauguraba unas casas y lo que mostraba la televisión eran casas destruidas en vez de las nuevas construcciones. ¿Casualidad, descuido, intencionalidad?.
Pero como no puede faltar, también existen los representantes de las propias tropas, que no pierden oportunidad para complicar los escenarios que se están estructurando y, con una genialidad digna de mejor causa, hacen un planteamiento que debidamente grabado y difundido genera una crisis, que complica más allá de lo razonable a las autoridades del gobierno, que al quedar entre lo que corresponde desde un punto de vista ético y lo que conviene desde un punto de vista electoral, terminan por resolver según se reconoce como “políticamente correcto”, cueste lo que cueste.
Veamos ahora que nos depara el futuro y como lo vamos a enfrentar. ¡Suerte!
Jorge Arancibia Reyes