Durante el presente mes la Unión y con los aportes de Mario Barrientos Ossa y de otros historiadores, ira entregando algunos aspectos de la vida del Padre de la Patria, que a veces son un tanto desconocidas y que nos permitirán conocer un poco más de la obra de Don Bernardo O´Higgins Riquelme y de su entrega a nuestro país.
Siempre ha surgido en nosotros una inquietud natural:¿cómo era en vida, físicamente, nuestro Libertador? Cómo nos gustaría tener su figura material ante nuestra vista, y apreciar su estampa. No queda nadie que lo haya conocido en persona que pueda ilustrarnos. Recurrimos, entonces, a la iconografía.
Entendemos por iconografía, conforme nos lo dice el Diccionarioi , en su segunda acepción, la “representación o imagen de un personaje o de una realidad determinados”.
Tal representación se hace efectiva mediante la pintura, la escultura u otras manifestaciones artísticas, a través de las cuales, los seres humanos intentamos preservar la imagen de un personaje. Combatimos el paso fugaz del tiempo creando figuras que amarran a la materia esas imágenes que la vida extingue. Recordemos que, en el caso de los grandes personajes, ellos no mueren, solo se desvanecen en las sombras del tiempo. Los rescatamos desde allí con los pinceles del pintor, con el martillo del escultor, con todo lo que el talento humano es capaz de crear para luchar contra el devenir de la vida.
Don Eugenio Orrego Vicuña, en el año 1937, con el patrocinio de la Universidad de Chile, publicó su obra “Iconografía de O´Higgins”ii , y de ella nos valdremos para exponer lo que luego decimos.
En la obra mencionada, su autor describe minuciosamente las pinturas, esculturas, monumentos y otras manifestaciones gráficas que han permanecido en los años, unas creadas mientras el Libertador vivía, otras originadas con posterioridad, sea por encargo, sea por la espontaneidad del autor. Determinar con certeza la efigie de don Bernardo es tarea difícil, no es materia pacífica, porque los numerosos cuadros que lo representan, muestran imágenes diferentes, si no contradictorias, de su rostro, de su corporeidad, de su estampa, lo que da origen a discusiones no menores en el ámbito de nuestra historia patria.
El Estado de Chile asumió una imagen del rostro de don Bernardo, que lo hizo aparecer en billetes fiscales y en estampillas de Correos, hoy piezas de colección, los que son elementos importantes de su iconografía, pero que no parecen adecuarse a la verdad histórica. Y esto lo afirmamos porque, cuando posteriormente, el mismo Estado estampó en el cuño de las monedas el rostro del Libertador, apareció con rasgos diferentes, es decir, se cambió la percepción de su efigie.
Entre las pinturas del Libertador, destacan claramente las confeccionadas por el pintor peruano, un tiempo avecindado en Chileiv, José Gil de Castro, quien pintó a otros notables próceres, tales como San Martín y Bolívar, para nombrar los más conocidos. Posteriormente, pintó a don Bernardo en Perú, en su ostracismo de Cañete.
La virtud y verosimilitud de estas pinturas, descansan en que don Bernardo posó para Gil en persona, lo que es prenda de exactitud. Los otros retratos no tienen esta misma condición, tan favorable.
Don Pedro Lira, destacado pintor y crítico de arte, expresó acerca de la obra de Gil: “En su pintura rudimentaria, las figuras son tiesas, pobre el colorido y casi nulo el claro-oscuro, pero hay mucha sinceridad en el estudio de las fisonomías y de los detalles”v
Orrego, en su obra citadavi , expresa que, luego de un prolijo estudio, concluye que tres retratos, salidos del pincel de Gil, pueden considerarse como los que expresan de un modo auténtico la iconografía de nuestro Libertador. Menciona, asimismo, una talla en madera, confeccionada por un famoso tallista, don Ambrosio Santelices.
Los tres retratos de Gil, son: el primero, de 76 centímetros de alto por 58 de ancho, perteneció a Vicuña Mackenna, que lo tuvo en su gabinete de trabajo en la Quinta del Camino de Cintura, en Valparaíso, quien lo consideraba el mejor y el más auténtico del Libertador. El segundo, fue pintado en Montalván, mide 44 y medio centímetros de alto por 34 de ancho, en el cual la fisonomía de don Bernardo está más afinada. Y la tercera pintura, también confeccionada en Montalván, de 60 centímetros de alto por 49 de ancho, representa al Libertador pasada ya la edad de 55 años, pero vigoroso todavía y juvenil en la expresión.
De los tres retratos mencionados, en los cuales don Bernardo posó, podemos extraer lo que entendemos era la fisonomía auténtica del Libertador. En los tres se conservan los mismos rasgos, modificados por el paso del tiempo, pero manteniendo su autenticidad.
Los detalles los examinaremos en una crónica posterior.
i Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Ii Eugenio Orrego Vicuña, “Iconografía de O´Higgins”, Universidad de Chile, Imprenta de Prisiones, 1937, iii La primera emisión postal fue con motivo de la conmemoración del centenario de la Independencia Nacional. Aparece en siete de las catorce piezas en que consta (opus cit). iv O´Higgins le dio el grado de capitán de ingenieros, y tuvo el honor de ser nombrado miembro de la Legión de Mérito. Hacia 1822 regresó al Perú. v Citado por Orrego. Vi Página 10.
Imagen. Fuente: biografiasyvidas.com
Un aporte de nuestro Vicepresidente Gustavo Basso C,
Carlos Condell a cien años de su nacimiento.
1843 nace en Quilpué Carlos Condell de la Haza. En 1943 a cien años de su nacimiento en el edificio de la Municipalidad de Valparaiso se inauguró placa conmemorativa que dice ” tomó parte en el glorioso Combate Naval de Iquique al mando de la Covadonga logrando arrastrar a la Independencia, poderosa nave peruana, hasta encallarla en Punta Gruesa” Homenaje de la Municipalidad de Valparaíso a los héroes de la Armada Nacional.
Nace en Andacollo Pedro Segundo Regalado Videla licenciado en medicina, quien rindió su vida por la patria el 21 de Mayo de 1854 en Punta Gruesa como cirujano de la Goleta Covadonga.