El Combate de Sangra
El Combate de Sangra o de Sangrar, es un hecho de armas que nos recuerda uno de los principales mandamientos del soldado chileno, mantener la posición a toda costa. Este combate, acaecido en las altas montañas de la cordillera peruana en el sector de Canta, ocurre un 26 de junio de 1881 en el marco de la Campaña de la Sierra.
El capitán chileno José Luis Araneda, al mando de sus ochenta buines tenía la misión de esperar en el sector denominado El Paso de Las Cuevas a la columna del Comandante Ambrosio Letelier que venía de regreso de una poco feliz incursión por los pueblos de los altas mesetas del Perú. Quiso el destino que Araneda y sus buines ocuparan la vacía hacienda Sangrar, propiedad de un comandante de guerrillas y montoneras peruano llamado Manuel Encarnación Vento.
Vento, enterado de que tropas chilenas ocupaban sus propiedades y más aún en conocimiento de que el contingente chileno no superaba los cien efectivos, determinó atacar de inmediato a las tropas del capitán Araneda, quien ignoraba el peligro que se le venía encima. En este estado de ignorancia, es que Araneda dispuso una guardia de una docena aproximada de hombres en lo alto del Paso Las Cuevas, además de enviar una patrulla a cargo del Sargento Bisivinger al mando de al menos diez soldados en busca de víveres y alimentos en las cercanías de la hacienda Sangrar.
De esta manera, Araneda se queda con alrededor de cincuenta y cinco soldados para defenderse en caso de un ataque directo por parte de fuerzas enemigas al reducto en el cual se había guarnecido. La patrulla del Sargento Bisivinger es emboscada por una enorme cantidad de enemigos quienes abrieron fuego a sus desprevenidos hombres que se hallaban en la tarea de recolectar alimentos para la tropa.
Lamentablemente muere la totalidad de los hombres de Bisivinger, incluido él mismo. Sin embargo, la ráfagas de metralla con la cual acribillan a los soldados de la patrulla llegan a oídos de Araneda quienes presienten que sus hombres han caído muertos y se prepara el combate. Estando en los preparativos es que desde lo alto del Paso Las Cuevas uno de los centinelas apostados en dicho sitio viene desesperado a informar a su capitán que la patrulla del Bisivinger ha sido exterminada y que una gran masa de soldados y montoneros enemigos se le viene encima.
De esta manera se desencadena el Combate de Sangra el 26 de junio de 1881. Araneda con sus casi sesenta hombres sostiene un cruento ataque de tropas que los superan ampliamente en número de efectivos por casi veinte horas en los cuales logra repeler una y otra vez los embates de los montoneros canteños que llegan incluso hasta la puerta de la hacienda, siendo repelidos una y otra vez por los agotados soldados del Buin, quienes tuvieron la fortuna de contar con gran cantidad de municiones para poder defenderse. Ni la gran cantidad de enemigos, ni el fuego con que intentan incendiar la casona, ni las sucesivas cargas de cientos de enemigos logra quebrantar el temple del bravo Capitán José Luis Araneda, su corneta de diez años que a cada rato al toque de ‘calacuerda’, insuflaba el valor en los decididos soldados del Buin.
Tras casi veinte horas de combate en el cual tanto a Araneda y a sus hombres jamás se les quebrantó su espíritu, incluso las veces que se le intimó la rendición por parte del Comandante Vento, las tropas peruanas extenuadas y temerosas ante la inminente llegada de tropas chilenas en auxilio de los chilenos, deciden abandonar el campo de batalla, dejando a Araneda y alrededor de doce hombres vivos para poder contar la historia. Araneda orgulloso diría después que sólo cumplió con su deber de militar, citando la ordenanza del Ejército que reza que el ‘soldado chileno que deba mantener una posición, a toda costa, lo hará…’
¡Qué gran legado nos dejó hace ya largos ciento cuarenta años el capitán José Luis Araneda y sus bravos soldados del legendario Buin para las generaciones posteriores!
Fernando Duarte