PROTESTAS EN CUBA: 4 LECTURAS ESENCIALES SOBRE LA DISIDENCIA EN LA ERA POSCASTRISTA por Catesby Holmes, Internacional de editores Editor de política, The Conversation US The Conversation, 13/07/2021
Las opiniones de esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la UNIÓN
Algunos exigieron “libertad” y el fin de la “dictadura”, sentimientos antigubernamenameños de los que pronto se hicieron eco en Estados Unidos cubanoamericanos y políticos, incluido el presidente Joe Biden.
Las protestas callejeras estallaron en toda Cuba el 11 de julio de 2021, con multitudes de cubanos manifestándose contra la escasez de alimentos, la escasez de medicinas y la miseria económica en su nación insular.
Algunos exigieron “libertad” y el fin de la “dictadura”, sentimientos antigubernamenameños de los que pronto se hicieron eco en Estados Unidos cubanoamericanos y políticos, incluido el presidente Joe Biden.
En un discurso televisado, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, culpó de las manifestaciones espontáneas –con mucho las mayores protestas masivas en décadas– a la interferencia de Estados Unidos y amenazó con una “batalla en las calles”.
Los manifestantes dicen que cientos de personas fueron arrestadas.
Estas cuatro historias describen las condiciones actuales en Cuba y la historia reciente detrás de esta rara efusión pública de ira.
2018: Cuba obtiene un nuevo presidente. El Partido Comunista ha dirigido Cuba desde la Revolución Cubana de 1959.
Durante cinco décadas, su líder fue el ardiente y antiestadounidense revolucionario Fidel Castro. Castro dirigió el país hasta 2008, cuando enfermó y fue sucedido por su hermano menor más tenue, Raúl.
El joven Castro, también combatiente de la Revolución Cubana, mantuvo el control total de su partido sobre la política, pero liberalizó la economía de estilo soviético de Cuba, reconociendo la propiedad privada y permitiendo a los cubanos dirigir pequeñas empresas.
También cultivó una relación menos antagónica con los Estados Unidos durante la administración Obama.
Entrevistados: José J. González, Profesor Asociado, Estudios Globales, Universidad Estatal de los Apalaches, María Isabel Alfonso, Profesor de español, St. Joseph’s College de Nueva York y Guillermo M. LeoGrande, Profesor de Gobierno, American University School of Public Affairs
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El retiro de Raúl Castro en abril de 2018 marcó el fin de la era revolucionaria. Pero la selección de Díaz-Canel como presidente en abril de 2018 parecía poco probable que anunciara el comienzo de una nueva Cuba.
“No espero ningún cambio drástico en la dirección de Díaz-Canel , al menos, no de inmediato”, escribió el analista de la American University Cuba William LeoGrande poco después de que Díaz-Canel asumiera el cargo.
Díaz-Canel es un experimentado conocedor del Partido Comunista y el sucesor elegido por Raúl Castro. Castro también permaneció en el gobierno de Cuba hasta 2021 como primer secretario del Partido Comunista, “posiblemente un puesto más poderoso que la presidencia”, dice LeoGrande.
Díaz-Canel llegó al cargo enfrentando serios problemas, incluyendo una economía débil y malas relaciones con Estados Unidos bajo el entonces presidente Donald Trump.
También se enfrentó a un nuevo desafío: internet, que acababa de estar ampliamente disponible para los cubanos de a día. El acceso a la información en línea y a las redes sociales hace que sea más difícil para Díaz-Canel reprimir la disidencia con la misma eficacia que para sus predecesores.
“La expansión de Internet en la isla comunista ha producido un creciente coro de críticos nacionales”, escribió LeoGrande.
2019: Cuba obtiene una nueva constitución. Esos críticos ganaron más margen para mostrar su descontento en febrero de 2019, cuando la Asamblea Nacional cubana aprobó una nueva Constitución cubana.
Incluía disposiciones que “ampliarían sustancialmente los derechos sociales, políticos y económicos en Cuba”, escribió la académica cubano-estadounidense María Isabel Alfonso.
Uno de esos derechos es la libertad de reunión.
“Anteriormente, los cubanos tenían el ‘derecho de reunirse, manifestarse y asociarse, con fines lícitos y pacíficos'”, explicó Alfonso, “pero solo como parte de la llamada ‘organización de masa’, el término cubano para los grupos estatales”.
La nueva constitución elimina la restricción de “organizaciones de masa”, dando teóricamente a las personas y a los grupos de la sociedad civil más libertad para reunirse.
Pero Alfonso advirtió que el gobierno aún podría tomar medidas enérgicas contra “organizaciones independientes, especialmente si esos grupos son de naturaleza política”.
En su artículo de febrero de 2019, cita al bloguero cubano José Gabriel Barrenechea diciendo que, en Cuba, “las reuniones espontáneas no se ven positivamente y siempre se perciben como el producto de una potencia extranjera”.
Entre otros cambios, la Constitución de Cuba de 2019 también dio legitimidad constitucional a las reformas económicas de Raúl Castro y limitó a los presidentes cubanos a dos mandatos de cinco años.
2020: Los artistas se rebelan. La nueva Constitución de Cuba refleja cómo Díaz-Canel ha seguido en gran medida el camino de su mentor Raúl Castro de dar gradualmente a los cubanos mayores libertades económicas y sociales, pero resistiendo la presión para una reforma democrática.
Un resultado de la decisión de Castro en 2009 de legalizar las pequeñas empresas, por ejemplo, fue un florecimiento del arte activista.
A medida que se abrieron galerías y teatros en toda Cuba, lo que permitió a los artistas mostrar su trabajo en espacios culturales no gubernamentales, “los artistas disidentes aprovecharon esta nueva libertad para promover sus demandas políticas”, dice Alfonso.
En 2018, el gobierno de Díaz-Canel emitió un decreto que imponía restricciones a la producción artística independiente y a los lugares culturales, lo que enfureció a muchos artistas. Luego, en noviembre de 2020, el gobierno allanó la casa de un artista que se opuso abiertamente al decreto del gobierno.
Artistas e intelectuales cubanos se rebelaron. Días después del allanamiento, unos 300 de ellos se reunieron vía WhatsApp para realizar una protesta frente al Ministerio de Cultura. Exigieron negociaciones con el gobierno para restaurar la libertad de expresión.
“Las negociaciones terminarían poco después de que comenzaran, seguidas de una gran ofensiva contra la disidencia”, escribió Alfonso. Pero “el tamaño, la duración y la naturaleza pública de la oposición de los artistas no tenían precedentes”.
El levantamiento de los artistas fue, dice, “una señal de cómo la resistencia en Cuba ha crecido y cambiado”.
2021: Termina la era Castro. Raúl Castro renunció a su alto cargo en el Partido Comunista en abril de 2021, dejando atrás una Cuba cambiada.
Ya no es un rival ideológico respaldado por los soviéticos –o una amenaza nuclear– a los Estados Unidos. Desprovista de patrocinadores comunistas internacionales y financieramente aislada del mundo por el estricto embargo estadounidense de décadas de antigüedad, Cuba está enferma.
Durante tanto tiempo, el barbudo y vestido de fatiga Fidel Castro defendió el dolor del pueblo cubano como la lucha justa de una nación orgullosamente soberana. Díaz-Canel, nacido en 1960, carece de la carismática capacidad de Castro para invocar el desvanecido pasado revolucionario.
Cada vez menos cubanos incluso recuerdan aquellos embriamudos años postrevolución, dice el historiador cubano Joseph González.
“A diferencia de sus padres y abuelos, los cubanos de 20, 30 y 40 años nunca disfrutaron de un contrato sostenido y funcional con el régimen: nosotros les proporcionamos la vida, y a cambio nos dan apoyo, o al menos aquiescencia”.
González dice que las generaciones más jóvenes en Cuba todavía confían en que el gobierno brinde atención médica y educación de calidad y gratuitas, ambos logros de la era de Castro.
“Pero saben que no puede alimentar, vestir y albergar a su gente de la manera más básica”, dice.
Hoy los cubanos tienen que apresurarse para sobrevivir; muchos trabajan dos trabajos. Un cambio de moneda reciente significa que el efectivo es escaso y muchos bienes cotidianos son inasequibles. Y después de un año manteniendo la pandemia a raya, el COVID-19 está aumentando en la isla.
Las protestas recientes sugieren que algunos cubanos están hartos de tanta lucha.
Catesby Holmes, Internacional de editores Editor de política, The Conversation US
The Conversation, 13/07/2021