Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
Así como el distinguido Brigadier Krassnoff, hoy existen muchos militares más en la condición de presos políticos. La verdad comienza tímidamente a aparecer y la sociedad chilena empieza a despertar gracias a la información que fluye lentamente desde la oscuridad. Es de esperar que el valor alcance también el espíritu de aquellos que hoy por temor no se atreven a manifestar públicamente su reconocimiento a lo que hicieron las FF.AA. y de Orden para restablecer el orden y la paz en Chile. Quienes sabemos claramente a que lado del muro estamos, no tenemos disculpa para no defender a los nuestros y exigir su libertad.
El aparente error de una asesora presidencial y las reacciones posteriores de la clase política nacional han confirmado que el conflicto de fondo entre los chilenos sigue vivo y que la manoseada reconciliación no es más que otra falsedad, entre aquellas de las que se vale la sociedad para aparentar ser mejor de lo que realmente es. La invitación al acto de homenaje al Brigadier Krassnoff no representa en sí misma el verdadero problema, si no que la posibilidad de que se esté produciendo un cambio de actitud y que los hasta ayer supuestamente aplastados simpatizantes del gobierno militar comiencen a salir de su trinchera y respondan el fuego con actos que reivindiquen la magna obra realizada.
Luego, el real quid del asunto radica en la publicidad otorgada a dicha invitación y en el consecuente rompimiento del asimétrico statu quo impuesto durante años por una izquierda vengativa. Gracias al escándalo desatado, la simple ceremonia de lanzamiento de la cuarta edición de un libro adquiere una relevancia que ni en sus mejores sueños esperaron los organizadores del acto, haciendo saber a la opinión pública que existe una visión diferente de aquella que durante años nos ha sido vendida por la propaganda marxista.
Entretanto y para quien no lo sepa, el Brigadier Miguel Krassnoff Martchenko, es el heredero directo del último soberano del heroico pueblo cosaco, aniquilado casi en su totalidad por la dictadura bolchevique. Fue traído a Chile recién nacido, para preservar la estirpe de su familia del odio comunista. Siguiendo una vocación transmitida por generaciones de guerreros, entró a la Escuela Militar siendo un niño. Con el grado de Teniente del Ejército de Chile, fue destinado
?como tantos otros oficiales? a prestar servicios por algunos años en la Dirección de Inteligencia Nacional, donde cumplió sus deberes con la misma disciplina y eficiencia que en cualquiera de sus otras destinaciones. En medio de la lucha contra la subversión y el terrorismo que asolaba a Chile, le correspondió participar en el enfrentamiento en que resultó muerto el líder mirista Miguel Enríquez, lo que le valió hacerse merecedor de una persecución implacable, donde se usaron los recursos más increíbles para encarcelarlo, incluyendo el reconocimiento por parte de una de sus supuestas víctimas de 30 años atrás, tan solo por el olor de su perfume…
De nada ha valido su irreprochable conducta y su acendrado sentido del honor para enfrentar una desigual batalla jurídico-comunicacional, donde se le ha involucrado en cuanto caso se les ha ocurrido a sus enemigos, acusándolo de haber formado parte de la “cúpula de la DINA”, atribuyéndole una etiqueta de poder al que jamás pudo acceder por el grado subalterno que ostentaba. La hombría de bien de este distinguido oficial es tal que a pesar de haber recibido del embajador de una Rusia recién liberada del marxismo el ofrecimiento de adoptar la ciudadanía que por derecho le corresponde y así poder exigir al gobierno de Chile su liberación, el Brigadier Krassnoff se negó, aduciendo que ésta era la Patria que lo había acogido recién nacido y a la cual había jurado defender, razón por la cual no renunciaría a la ciudadanía chilena.
¡Ese es el “criminal” que afecta los delicados sentimientos y el pudor de muchos izquierdistas mugrientos y corruptos, incapaces de reconocer la enorme diferencia que separa a un gran hombre de sus ídolos de paja como Hoenecker, Castro y Gadaffi, mientras languidecen en las húmedas verijas de Chávez.! Ya es hora de que nuestra clase política se saque de una vez por todas la careta para mostrase tal como es y a que lado está. Nos guste o no, hay dos Chile totalmente irreconciliables, separados por la barrera indestructible de la herencia ideológica de unos y los valores patrios irrenunciable de los otros. No parece haber intención ni deseo en la clase dirigente de que la sociedad se reencuentre, especialmente en una izquierda fracasada y amoral que junto a sus socios pseudo cristianos y aprovechadores de siempre, vuelve a encontrar en la violencia física y verbal la última de sus cartas para evitar que el estado de bienestar y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población les haga perder la base de su poder ?gracias a la condescendencia cobarde de un derecha inconsecuente? construyó el muro virtual que hoy nos separa en “víctimas” y “victimarios”, dejando en aquel lado no solo a los supuestos violadores de los derechos humanos, si no que a todo quien ose manifestar su aprecio por la obra del gobierno militar o por el General Pinochet. Ellos, por su parte, aprovechando su condición doliente, no han cedido un milímetro de su posición y siguen adorando y homenajeando a sus íconos políticos, sin reconocer los atroces crímenes cometidos por éstos en nombre de la “revolución socialista”.
político: la lucha de clases. Debido a ello, nadie debe esperar que en nuestro país se vaya a alcanzar una política de convivencia y de acuerdos, si no que por el contrario, seremos testigos de la escalada de todo tipo de conflictos sociales, destinados a producir el fracaso de la derecha, hasta conseguir la retoma del poder por la izquierda. Este es el precio que hacen pagar a sus contrincantes por haberlos llevado a la derrota en las elecciones de 2010. No digo por “haberlos derrotado”, puesto que cada día es más claro que la derecha no conquistó el poder por sí misma, si no más bien fue la izquierda quien no fue capaz de conservarlo.
Con excepción del fútbol y de las amenazas externas, la “unidad nacional” simplemente no existe. Aunque nos duela reconocerlo, nos encontramos divididos entre “ellos” y “nosotros”, firmemente escindidos por una historia reciente arteramente manipulada por una ideología perversa que
Ante la noticia de que se rendirá homenaje a una de sus presas recurrentes, la horda marxista salta de sus covachas para agredir a quien se le ponga la frente, en especial al valiente Alcalde Labbé, a quien hacen blanco de sus diatribas. Los secunda un amilanado gobierno, que en su patética búsqueda de simpatías busca no herir ni provocar rechazo en el mundillo de los derechos humanos. El tenor de las reacciones de los actores políticos va así desde una anodina disculpa de algún funcionario de gobierno, señalando que “no habría asistido aunque lo invitaran…, hasta propuestas increíbles, como la de aquel politicucho picante que ofrece no presentar candidatos de izquierda a la alcaldía de Providencia, a cambio de que la UDI niegue el patrocinio a la reelección de Labbé. ¡Que descaro! Quien hace la propuesta es de los mismos que se vanaglorian de haber otorgado asilo al criminal Hoenecker y aplauden sin disimulo al mayor dictador de todos los tiempos: Fidel Castro.
Así como del gobierno nada se puede esperar, salvo las chambonadas a que nos tiene acostumbrado, de los partidos de derecha tampoco. Inmersos ellos en sus divergencias traicioneras, nada podría sorprendernos, como por ejemplo, el que ya anden ofreciéndose potenciales candidatos para reemplazar a uno de los mejores alcaldes que la derecha ha tenido en su historia. Luego, no sorprendería a nadie si la UDI, en un acto de suprema cobardía, acepta la inmoral propuesta de quitar el piso a Labbé, tal como aceptó junto a Renovación Nacional que se erigiera en plena Plaza de la Constitución una estatua del infeliz que casi terminó con Chile.
Así como el distinguido Brigadier Krassnoff, hoy existen muchos militares más en la condición de presos políticos. La verdad comienza tímidamente a aparecer y la sociedad chilena empieza a despertar gracias a la información que fluye lentamente desde la oscuridad. Es de esperar que el valor alcance también el espíritu de aquellos que hoy por temor no se atreven a manifestar públicamente su reconocimiento a lo que hicieron las FF.AA. y de Orden para restablecer el orden y la paz en Chile. Quienes sabemos claramente a que lado del muro estamos, no tenemos disculpa para no defender a los nuestros y exigir su libertad.
18 de Noviembre de 2011
Patricio Quilhot Palma