Está claro que el próximo gobierno no hará nada por la verdad historica y los presos políticos militares. También está claro que un gobierno de derecha tampoco lo hará, porque el costo político es muy alto. No hablo de justicia, porque la justicia pareciera depender de los intereses que existan de por medio.
He leído atentamente cada una de sus misivas, de sus reportajes y columnas. Por años he seguido minuciosamente cada palabra y he intentado buscar una forma de equiparar las fuerzas, con quienes hoy detenta el poder. Esa “minoría” o nueva mayoría, que dice ser víctima de un proceso que ellos no condujeron, sino que les sucedió.
La verdad es que solo encontré algunas reflexiones, buenas o malas, las quiero compartir
Primero que todo, nos encontramos ante un escenario en donde la negación de una guerra interna, es el discurso de esta gente y para quienes lo vivieron, es sólo un “mito”. Se hace juicios valóricos respecto a sucesos ocurridos en 1973, bajo la mirada del 2.000. Donde el paradigma es otro y la situación de América Latina es otra. Los medios de comunicación venden lo mediático y no lo histórico. Donde las “minorías” tienen más poder que las “Mayorías”. Donde las familias y cofradía siguen gobernando y resguardando sus espaldas. (grupos de poder).
Podría seguir enumerando, pero lo curioso es que nosotros, los de la trinchera de enfrente, seguimos dando la misma batalla, de la misma forma, bajo el mismo argumento (porque es la verdad histórica) y luchamos individualmente y no nos adaptamos. Estamos como los ingleses vs William Wallace (en Corazón Valiente), guardando las proporciones. Mientras nosotros vamos de frente, ellos nos atacan por los flancos.
Está claro que el próximo gobierno no hará nada por la verdad historica y los presos políticos militares. También está claro que un gobierno de derecha tampoco lo hará, porque el costo político es muy alto. No hablo de justicia, porque la justicia pareciera depender de los intereses que existan de por medio.
¿Entonces como luchamos?
Con las mismas armas del adversario, haciéndonos parte del proceso político. Utilizando estrategias de “células” o como quieran llamarlo, transformandonos en una nueva fuente viral para contagiar los ávidos y rectos corazones de la juventud, antes de ser corrompidos por ideas que no aportan al Chile que queremos.
Este es un país donde las “minorías” gobiernan. Por lo cual no encuentro errado, si me permiten decirlo, hacer esta lectura de la fuente de poder de quienes están detrás y con ello logran mantenerse en pie, perdurando, robando y dañando verdad histórica.
Creo en un Chile que requiere de chilenos, aunque parezca de Perogrullo…
Creo que es tiempo de dejar los escritorios. Las señales son claras, lo dijo Subercaseaux cuando liberales y conservadores ofrecían el mismo discurso… como hoy, entre la derecha y la zurda: Chile necesita de chilenos. Necesita de la Unión de todos los que creemos en un Chile para chilenos.
Creo fervientemente, que necesitamos implantar un gobierno nacionalista, uno que realmente preserve de los valores Patrios, de la historia y de cada uno de los aspectos que nos hacen ser Nación y en esto también se incluye la mantención de la geografía o territorio que cobija a cada uno de los hombres que pertenecen a nuestro Chile.
No se trata tampoco de hacer “Nacismo”, sino dar a Chile lo que le pertenece, sin ser superior o inferior a otros pueblos.
Me tomo la libertad de basar mi creencia en la Declaración de principios del gobierno de Chile, Santiago, marzo 11 de 1974.
Yo creo en:
Un nacionalismo chileno de vocación universalista deberá conjugar simultáneamente una tradición histórico-cultural que nos liga a la civilización occidental y europea, con una realidad geoeconómica que, reconociendo e incorporando esa misma tradición, proyecta a nuestro país dentro del continente americano y, en especial, de Iberoamérica, a la vez que le abre perspectivas insospechadas hacia otras civilizaciones y culturas a través del Pacífico, cuyas posibilidades y riquezas para Chile deberán ser aprovechadas integralmente.
El nacionalismo chileno, más que una ideología, es un estilo de conducta, la expresión genuina del ser de la Patria y del alma de su pueblo. En tal sentido, el Nacionalista preferirá siempre los principios que las doctrinas, las realizaciones que los programas, la conducta que las simples leyes, el pragmatismo que las ideologías y la verdad de los hechos que la ilusión de las palabras. Como valores fundamentales del alma nacional.
Donde cada uno de sus miembros reconoce y proclama:
a. La justicia e igualdad ante la ley, que obliga a todos a cumplirla sin privilegios ni excepciones y cuyo incumplimiento acarrea una sanción igualmente indiscriminada. Es obligación urgente de los tiempos actuales transformar además esa igualdad ante la Ley en verdadera igualdad de oportunidades ante la vida, no admitiendo otra fuente de desigualdades entre los seres humanos que las provengan del Creador o del mayor mérito de cada cual.
b. La dignidad del trabajo, único camino verdadero de progreso de realización personal del ser humano. Varios decenios de demagogia política han pretendido hacer creer al pueblo que las recetas ideológicas podían reemplazar al trabajo como vehículo de desarrollo económico. Por otra parte, mucho tiempo de abuso en la retribución del trabajo de millares de chilenos ha desdibujado en la conciencia nacional la dignidad que le es inseparable. Ambas desviaciones deben ser corregidas, comprendiendo que en tanto Chile es una tarea colectiva, no cabe justificación ni para el parasitismo ni para el ocio.
c. La creación de una moral del mérito y del esfuerzo individual. Una nueva actitud dirigida a encaminar al país por la senda de la grandeza nacional tendrá que conceder una importancia vital al premio y distinción pública para quien lo merezca en razón del mérito y la superación personal, tanto en el plano del trabajo o de la producción como en el del estudio o la creación intelectual. El Nacionalista destacará en esta forma que el cumplimiento del deber es la verdadera forma a través de la cual cada persona debe servir a la sociedad y que la solidaridad nacional, lejos de excluir el sano espíritu de competencia entre los que desarrollan una misma tarea, debe fomentarla como un valioso instrumento de empuje colectivo. La moral del esfuerzo y del premio al mérito realizará tanto el trabajo individual, como la excelencia en la tarea de aquellos organismos de agrupación vecinal o gremial que sobresalgan por su eficiencia y espíritu cívico.
d. La sobriedad y austeridad de quienes mandan, símbolo de nuestras mejores tradiciones nacionales. Chile siempre ha reclamado que la autoridad predique con el ejemplo, y ha prodigado su respeto por encima de las discrepancias políticas, a aquellos gobernantes cuya vida ha sido un testimonio personal de virtudes ciudadanas. Consciente de esa realidad, Los dirigentes Nacionalistas serán los primeros en el renunciamiento personal. Sólo así podrá exigir el integral cumplimiento de su deber por cada chileno, incluida la aceptación de su cuota personal y familiar en el indispensable sacrificio colectivo.
e. La restitución del carácter apolítico de la Administración Pública, cuya instrumentalización partidista ha generado sectarismo, ineficiencia y falta de una doctrina nacional de Estado. Se propenderá a través de una profunda reforma de la Administración Pública a convertir a ésta en una carrera o escuela de servicio público, sometida en su generalidad a reglas de prescindencia política.
Y todo esto bajo un solo prisma “HACER DE CHILE UNA GRAN NACIÓN”
SI nos unimos, nos reunimos y formalizamos, podremos hacer esto y mucho más.
COMISION DE COMUNICACIONES
UNOFAR FILIAL VALPARAISO