Apruebo y Rechazo: Trampa constitucional
Las opiniones vertidas en esta columna de opinión son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión
Cartas al Director por Adolfo Paul
Me resisto a creer que la mayoría de los chilenos no se esté dando cuenta que el proceso constituyente en curso es un arma de la democracia que, conjuntamente con la violencia, está siendo utilizada por quienes pretenden destruir la democracia.
También me resisto a creer que la mayoría de los chilenos no se haya dado cuenta que este proceso ha sido impulsado por sectores políticos de izquierda que pretenden cambiar la actual institucionalidad que nos rige, propia de una sociedad libre, por otra de orientación colectivista, igualitarista y estatista; un sistema que lleva en si el germen del totalitarismo.
Quienes impulsan este proceso pretenden introducir cambios profundos en la estructura política, social y económica de nuestra comunidad nacional lo que es, por definición, un proceso revolucionario.
Publicada en El Austral de Osorno el 16 de agosto de 2020 y en El Mercurio de Calama el 19 de agosto de 2020.
Apruebo y Rechazo
En el Apruebo y Rechazo se enfrentan dos visiones de sociedad. La de la actual institucionalidad que nos rige, propia de una sociedad libre, con otra impulsada por sectores políticos de izquierda de orientación colectivista, igualitarista y estatista, la que lleva en si el germen del totalitarismo.
Quienes impulsan el proceso constituyente en curso pretenden introducir cambios profundos en la estructura política, social y económica de nuestra comunidad nacional lo que es, por definición, un proceso revolucionario.
Publicada en el Diario Austral de Valdivia el 17 de agosto de 2020.
Prescindencia benévola
El Presidente quiere cambiar la Constitución.
Enviada a varios diarios el 19 de agosto de 2020.
Por el Rechazo
La presidente de la UDI Jacqueline van Rysselberghe declaró “no me gusta pautear al Presidente, pero me encantaría que dijera que está por el Rechazo”. Aparentemente ella no se enteró que éste ya se pronunció por el Apruebo el día 18 de agosto, durante una actividad en el santuario del Padre Hurtado, cuando dijo “estoy convencido de que todos los chilenos queremos cambiar, perfeccionar y modernizar nuestra Constitución”.
Enviada a varios diarios el 22 de agosto de 2020.
Dos polos frente al plebiscito
En una carta publicada en un diario de Santiago una lectora pregunta: ¿Quién me aclara por qué si gana el Rechazo es triunfo de la derecha y si lo hace el Apruebo el triunfo es de la izquierda? Aun cuando no es preciso aclarar algo evidente, cabría responder que han sido los sectores políticos de izquierda los que durante la última década han estado promoviendo insistentemente el cambio de la Constitución Política de 1980 mediante una Asamblea Constituyente.
Tales sectores políticos pretenden cambiar la actual institucionalidad que nos rige, propia de una sociedad libre, por otra de orientación colectivista, igualitarista y estatista; la que lleva en sí el germen del totalitarismo.
Quienes impulsan el proceso constituyente pretenden introducir cambios profundos en la estructura política, social y económica de nuestra comunidad nacional lo que es, por definición, un proceso revolucionario.
Publicada en El Austral de Temuco y en el Diario Austral de Valdivia el 24 de agosto de 2020. También en El Mercurio de Antofagasta y en el de Calama el 27 de agosto de 2020, bajo el título “Frente al plebiscito”. Y en El Sur de Concepción el 27 de agosto de 2020, bajo el título “Plebiscito”.
Polarización
El proceso constituyente en curso ha polarizado nuevamente a los chilenos en dos bandos inconciliables; entre quienes optan por el Rechazo y quienes optan por el Apruebo.
En el primero están las personas más conservadoras, afines a los sectores políticos de derecha, que pretenden mantener la actual institucionalidad o modelo de sociedad que nos rige, propio de una sociedad libre y responsable; y, en el segundo, las personas proclives a los sectores políticos de izquierda, que durante la última década han estado promoviendo insistentemente el cambio de la Constitución Política de 1980 mediante una Asamblea Constituyente y que pretenden sustituir la actual institucionalidad por otra de orientación colectivista, igualitarista y estatista; la que lleva en sí el germen del totalitarismo.
Quienes impulsan el proceso constituyente pretenden introducir cambios profundos en la estructura política, social y económica de nuestra comunidad nacional lo que es, por definición, un proceso revolucionario.
Publicada en El Austral de Temuco y en el Diario Austral de Valdivia el 24 de agosto de 2020, y en el Diario Austral de Valdivia el 26 de agosto de 2020. También el 24 de agosto de 2020 en El Diario de Atacama bajo el título “Plebiscito”.
Dos tercios
Joaquín Lavín Infante en su columna de ayer, titulada “Gobierno de convivencia nacional”, dice que la escritura en conjunto de una nueva Constitución “con la aprobación de al menos dos tercios de los integrantes de la Convención” será mucho más que un ordenamiento institucional distinto. Ella representará “la mirada y la manera de sentir de Chile de esos dos tercios que concurrieron a esos acuerdos” y una gran oportunidad para salir de nuestras trincheras integrando diferentes visiones para lograr un objetivo común.
No soy tan optimista. Por el contrario, pienso que “la regla de los dos tercios” es una trampa que favorece a los sectores políticos de izquierda —que son los que durante la última década han estado promoviendo insistentemente el cambio de la Constitución Política de 1980 mediante una Asamblea Constituyente— y no asegura que una eventual nueva Carta Fundamental logre plasmar acuerdos en materias de gran importancia y que afectan considerablemente la vida de millones de chilenos.
Con dicha regla las disposiciones que no alcancen los dos tercios no quedarán incorporadas en el nuevo texto constitucional y pasarían a ser materia de ley ordinaria las que solo requieren mayoría simple; lo que podría ocurrir con normas tan importantes como las relativas al derecho a la vida del que está por nacer, a la independencia del Banco Central, al Tribunal Constitucional, a desarrollar cualquier actividad económica, al derecho de propiedad, a la libertad de enseñanza, al derecho preferente de los padres para educar a sus hijos, a la libertad de expresión o a los quórum supramayoritarios para aprobar o modificar leyes que traten sobre derechos o garantías fundamentales.
Enviada a El Mercurio de Santiago el 25 de agosto de 2020.
Un tercio más uno
Efectivamente, como señala el lector Juan José Ríos Gómez-Lobo en su carta de ayer, titulada “Entrevista a Pablo Longueira”, si la Constituyente quedare con un tercio más uno en manos de los sectores políticos más izquierdistas, serán rechazadas todas las ideas de nuestro sector, propias de una sociedad libre y responsable.
¿Qué pasaría en tal caso? Todas las normas que no alcancen el quórum de los dos tercios pasarían a ser materia de ley ordinaria, las que solo requieren mayoría simple para su aprobación; lo que podría ocurrir con las relativas al derecho a la vida, a la autonomía del Banco Central, al Tribunal Constitucional, a las actividades económicas, al derecho de propiedad, a la libertad de enseñanza, al derecho preferente de los padres para educar a sus hijos, a la libertad de expresión, al estatuto de las Fuerzas Armadas y de Orden, a los quórum supramayoritarios para aprobar leyes que traten sobre derechos o garantías fundamentales e, incluso, al sistema de gobierno.
El exsenador Longueira, al optar por el “Apruebo, pero no de cero” —lo que nadie garantiza, pues si ganase el Apruebo estaríamos partiendo de “una hoja en blanco”— está actuando de buena fe pero con ingenuidad y pensando que va a prevalecer la racionalidad; racionalidad que no hemos visto en estos últimos meses.
Enviada a El Mercurio de Santiago el 31 de agosto de 2020.
Trampa constitucional
La disposición de nuestra Carta Fundamental que establece que “la Convención deberá aprobar las normas por un quórum de dos tercios de sus miembros en ejercicio” (art. 133) no asegura —como aparenta— que una eventual nueva Constitución plasmaría acuerdos mayoritarios en materias trascendentales. Tal disposición es, en realidad, una trampa que favorece a los sectores políticos de izquierda, que son los que durante la última década han estado promoviendo el cambio de la Constitución Política mediante una Asamblea Constituyente, a fin de instaurar “el otro modelo” o “el régimen de lo público” (eufemismos de Estado socialista).
Con dicha disposición las normas que no alcancen los dos tercios no quedarían incorporadas en el nuevo texto constitucional y pasarían a ser materia de ley ordinaria las que solo requieren mayoría simple para su aprobación; lo que podría ocurrir con materias tales como las relativas al derecho a la vida, a la autonomía del Banco Central, al Tribunal Constitucional, al desarrollo de cualquier actividad económica, al derecho de propiedad, a la libertad de enseñanza, al derecho preferente de los padres para educar a sus hijos, a la libertad de expresión, al estatuto de las Fuerzas Armadas y de Orden o a los quórum supramayoritarios para aprobar leyes que traten sobre derechos o garantías fundamentales e, incluso, al sistema de gobierno.
Publicada en el Diario Constitucional el 26 de agosto de 2020. También en El Sur de Concepción el 1 de septiembre de 2020, bajo el título “Trampa”.
Pablo Longueira
El exsenador Pablo Longueira, al optar por el “Apruebo, pero no de cero” —lo que nadie garantiza, pues si ganase el Apruebo estaríamos partiendo de “una hoja en blanco”— está actuando de buena fe pero con ingenuidad y pensando que va a prevalecer la racionalidad.
¿Qué pasaría si la Constituyente quedare con un tercio más uno en manos de los sectores políticos más izquierdistas? Sería rechazada la mayoría de las ideas propias de una sociedad libre y responsable y todas las normas que no alcanzaren el quórum de los dos tercios pasarían a ser materia de ley ordinaria, las que solo requieren mayoría simple para su aprobación; lo que podría ocurrir con las relativas al derecho a la vida, a la autonomía del Banco Central, al Tribunal Constitucional, a las actividades económicas, al derecho de propiedad, a la libertad de enseñanza, al derecho preferente de los padres para educar a sus hijos, a la libertad de expresión, al estatuto de las Fuerzas Armadas y de Orden, a los quórum supramayoritarios para aprobar leyes que traten sobre derechos o garantías fundamentales e, incluso, al sistema de gobierno.
En tal caso y considerando que los sectores de izquierda son mayoría en el Congreso, no tendrían obstáculo alguno para instaurar “el otro modelo” o “el régimen de lo público”, que son los eufemismos de “Estado socialista” utilizados por tales sectores.
Publicada en El Mercurio de Calama y en el Diario Austral de Valdivia el 1 de septiembre de 2020. También en El Mercurio de Valparaíso el 2 de septiembre de 2020, bajo el título “Inquietudes”.
Estado socialista ad portas
Los sectores políticos de izquierda, a fin de cambiar la actual institucionalidad política, económica y social que nos rige, han promovido activamente el cambio de la Constitución mediante una Asamblea Constituyente. Con el proceso constituyente en curso están a punto de lograrlo. Para ello bastaría que, en caso de que ganase el Apruebo, tales sectores quedaren con un tercio más uno de los constituyentes.
En tal eventualidad serían excluidas del texto constitucional las materias que se opongan al ideario de tales sectores y que no alcanzaren el quórum de dos tercios, las que pasarían a ser objeto de leyes ordinarias que requieren mayoría simple para su aprobación. Ello podría ocurrir con materias tan importantes tales como las relativas al derecho a la vida, a la autonomía del Banco Central, al Tribunal Constitucional, a la libertad económica, al derecho de propiedad, a la libertad de enseñanza, al derecho preferente de los padres para educar a sus hijos, a la libertad de expresión, al estatuto de las Fuerzas Armadas y de Orden, a los quórum supramayoritarios e, incluso, al sistema de gobierno.
Considerando que los sectores de izquierda son mayoría en el Congreso, no tendrían obstáculo alguno para instaurar “el otro modelo” o “el régimen de lo público” que propugnan, eufemismos de “Estado socialista”.
Las personas de buena fe que piensan votar Apruebo —con lo que la nueva Constitución sería redactada “partiendo de una hoja en blanco”— actúan con ingenuidad y pensando que va a prevalecer la racionalidad.
Publicada en El Día de La Serena el 2 de septiembre de 2020.
El otro modelo
Salvo que ocurra un milagro, Chile se encuentra ante un inexorable destino: convertirse en una república socialista.
Los sectores de izquierda, cuyo paradigma político es el socialismo, son los que durante los últimos años han venido promoviendo, tenazmente, el cambio de la Constitución mediante una Asamblea Constituyente a fin de cambiar la institucionalidad política, económica y social que actualmente nos rige. Con el proceso constituyente en curso están a punto de lograrlo. Para ello bastaría que, en caso de que ganase el Apruebo, tales sectores quedaren con un tercio más uno de los constituyentes.
En tal eventualidad serían excluidas del nuevo texto constitucional importantes materias contempladas en la actual Carta Fundamental que se opongan al ideario de tales sectores y que no alcanzaren el quórum de dos tercios, las que pasarían a ser objeto de leyes ordinarias que requieren mayoría simple para su aprobación.
Considerando que los sectores de izquierda son mayoría en el Congreso, no tendrían obstáculo alguno para instaurar “el otro modelo” o “el régimen de lo público” que propugnan, eufemismos de “Estado socialista”.
Las personas de buena fe que están inclinadas a votar Apruebo actúan con ingenuidad, pensando que va a prevalecer la racionalidad y que serán mantenidas las normas esenciales de una sociedad libre y responsable.
Enviada a varios diarios el 3 de septiembre de 2020.
Vendedores de ilusiones
Una cualidad de los líderes políticos es la capacidad de persuadir a las personas ofreciéndoles un futuro posible mejor; es decir, alimentándolas con esperanza. La esperanza es un estado de ánimo optimista basado en la confianza de que se alcanzará lo que se desea. Los políticos han inventado un sucedáneo de la esperanza; una representación imaginaria que no corresponde a la realidad: es la ilusión, una esperanza sin fundamento, una expectativa engañosa.
Los líderes políticos se han convertido en vendedores de ilusiones, las que pasado un tiempo se reconocen como falsas esperanzas, como la que actualmente están vendiendo: que una nueva Constitución remediará los males de Chile.
Al respecto se nos vienen a la mente dos pensamientos célebres: “quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja engañar” (Maquiavelo) y “es más fácil engañar a la gente, que convencerla de que ha sido engañada” (Mark Twain).
Enviada a varios diarios el 4 de septiembre de 2020.
Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional