Columna de Opinión

Academia Naval del Japón rinde tributo al Capitán chileno Arturo Prat Chacón

Academia Naval del Japón rinde tributo al Capitán chileno Arturo Prat Chacón
El año 1985 en la Isla de Tajimo, la Academia Naval del Japón rindió tributo a quienes consideraba los tres héroes máximos en la historia naval mundial: el Almirante inglés Nelson (héroe de la batalla de Trafalgar), el Almirante japonés Togo (héroe de Tsushima) y el Capitán chileno Arturo Prat Chacón, (héroe del combate naval de Iquique). Para conmemorar a estos héroes, se erigió un monolito con sus tres bustos. Pero ¿por qué los japoneses consideran a Prat como uno de los grandes héroes navales de la historia mundial? Mi respuesta está en el vínculo entre el capitán de La Esmeralda y el Código del Bushido con el cual se regían los célebres guerreros samurái.
La forma en que se retrata a Prat, nos plasma las siete virtudes del Bushido en un hombre real y contemporáneo.
Los samurái eran la casta guerrera del Japón feudal, pero si bien la entrada de país nipón a la modernidad hacia fines del siglo XIX, significó la extinción de los samurái como habían existido hasta entonces, se puede sostener que el espíritu samurái sigue vivo en el alma de Japón. Como lo plantea Inazo Nitobe autor de “Bushido: El código ético del samurái”, el camino del guerrero japonés poseía siete virtudes: Rectitud, Cortesía, Valor, Honor, Benevolencia, Honestidad y Lealtad.
La rectitud implica una resolución, la facultad de decidir cierta forma de conducta de forma racional y seguirla hasta el final sin titubear: matar cuando sea necesario matar, pero más aún, morir cuando es justo morir. Sin duda, la historia destaca a Prat como un hombre íntegro y que supo sobreponerse a la adversidad, mostrando siempre consecuencia entre su pensamiento y sus actos.
Los relatos que nos llegan de sus subalternos y familiares nos dicen que era un hombre modesto, atento y generoso, enmarcando los valores del respeto y la cortesía.
Con respecto al valor, sabemos que es vergonzoso para un guerrero dar la espalda al enemigo, sobre todo cuando sabemos que un samurái no le teme a la muerte, sino que el destino de su vida está en una muerte honorable. En este sentido el valor samurái no implica solamente no temer a la muerte –ya que la muerte por causa indigna se le llamaba “muerte de perro”–, el valor implica no temer a morir por las causas justas. En el caso del Capitán Prat, no duda exponer su vida de forma heroica, en un ultimo acto de combate en una contienda desigual, el ultimo recurso para no rendirse ante el enemigo, manteniendo firme la lealtad a la patria.
Además, el samurái solo tiene como juez su propio honor. Qué decisiones toma y como las lleva a cabo son un reflejo de lo que es en realidad, de su propia conciencia. La muerte en combate defendiendo a la patria se considera entonces el fin más honorable.
La forma en que se retrata a Prat, nos plasma las siete virtudes del Bushido en un hombre real y contemporáneo. De esta manera, no me cabe duda de que para los marinos japoneses, el acto de combate en condiciones de adversidad y el no arriar la bandera ante el enemigo, llegando incluso a un acto valor evidente como el abordaje, hacen que el Capitán Prat sea la imagen de un samurái icónico, moderno y occidental que debe ser homenajeado. Más aun, cuando los valores que nos muestra son los mismo que necesitamos en estos momentos difíciles para el mundo.
Columna de Opinión

“MI NOMBRE ES ESMERALDA…”

“MI NOMBRE ES ESMERALDA…”
Carlos Blamey Ponce
La Corbeta “Esmeralda” es el buque que todos los chilenos identificamos con el heroico combate. De ella, muchas veces escuchamos hablar como la corbeta débil, hablamos con nostalgia y, por qué no decirlo, muchas veces con un dejo de lástima. Sin embargo, todos aquellos que alguna vez hemos pisado las cubiertas de un buque, sabemos que todo buque tiene alma, el alma de cada uno de los marinos que han servido a bordo y que ella, desde su propia perspectiva, vivió el combate como un marino más… Escuchemos su relato y encontremos en éste, esos sentimientos de amor a la Patria, valentía y abnegación, que año a año revivimos en el Mes de las Glorias Navales. – “Mi nombre es Esmeralda…”.
Mi dotación había completado su preparación en aquella bahía que sería nuestra sepultura definitiva. Yo era una corbeta anciana, con más de 22 años de servicios a nuestra Patria. Era veterana de una guerra y en mi historial se registraban dos varadas, la segunda de las cuales había sido provocada para evitar mi naufragio. No habiendo cumplido misiones operativas en los últimos años, permanecía en Valparaíso como buque tender, durante muchos años inactiva y con mi dotación reducida. La guerra me sorprendió en muy precarias condiciones, aunque, sin lugar a dudas, podía aún dejar el pabellón bien puesto.
Para mis marinos, la noticia de la guerra y el prepararse para el combate fue una sola cosa. ¡Cómo hubiera querido ser más joven para retribuir en mejor forma tan nobles esfuerzos! Cada vez que disparábamos un cañón era un parche más en mis calderas…, las costuras se me abrían, mis mamparos gemían y todas mis maderas se lamentaban cuando hacíamos ejercicios de artillería. Mi dotación hacía sus mejores esfuerzos para dejarme en la condición más operativa posible; trabajaban sólo con corazón y con los escasos medios con que contábamos a bordo. El 11 de mayo tuve cambio de Comandante. Thomson se fue a la “Abtao” y Prat quedó a mi mando.
Prat era un hombre joven y valiente, inteligente y de actitudes resueltas; así lo había demostrado en distintas facetas de su vida: cuando en Valparaíso se lanzó al mar para nadar hasta mi bordo y evitar mi naufragio, o cuando con vehemencia defendió a su amigo Uribe, haciendo gala de su profesión de abogado. Ahora, estos dos amigos entrañables se volvían a juntar. El 16 zarparon al norte los buques más modernos de la escuadra y a nosotros se nos confiaba el bloqueo de Iquique, como si fuéramos algo inútil para librar batalla. Escuché cuando mi Comandante, como si presagiara nuestro destino, al despedirse del Almirante Williams le dijo: “Si viene el Huáscar, lo abordo”… Chile entero sabe cómo cumplió su promesa.
La noche del 20 de mayo se escuchaba música de violín y una amena conversación en la Cámara de Oficiales. Era el Gama Riquelme que como muchas otras noches tocaba el violín como para adormecernos en las tranquilas aguas del norte. En ese momento, no hubiera pensado siquiera en una gesta tan heroica como la que íbamos a vivir horas más tarde. El día del combate no era distinto del resto. El cielo estaba despejado, sin más bruma que una neblina escasa. Estaba todo tranquilo, la mar en calma y no se oía más ruido que el grito de alerta de los guardias peruanos en la playa. Sorpresivamente, un cañonazo rompió el silencio: era una señal de alarma; vimos humos al norte y reconocí al Monitor “Huáscar”.
El corneta, poco mayor que un niño, pero valiente como el mejor de los chilenos, tocó “a las armas” y mis hombres, uno en uno, se fueron formando para tomar su fusil y el morral con balas. Y entonces habló mi Comandante. Parado en el puente y con la dotación formada dijo estas palabras que al escucharlas a una se le entra el habla: “Muchachos, la contienda es desigual, pero ánimo y valor; nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo, y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y os aseguro que si muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber”. Se quitó la gorra y gritó: “¡Viva Chile!” y un “¡Viva!” fue contestado por todos nosotros, estremeciendo las quietas aguas del puerto. Todos se fueron a sus puestos con la esperanza de abordar el monitor. Cuando comenzó el tiroteo, se me coló una bala entre las costillas y, con gran dolor sentí mojarse mis cubiertas con la sangre de los primeros caídos… pero nadie bajó la guardia.
Con orgullo veía cómo los heridos se reincorporaban para seguir peleando hasta caer. Cuál no sería mi sorpresa cuando vi que Prat, ese gigante que con una fuerza inimaginable nos había hablado, en un gesto de sensibilidad solo propia de los grandes hombres, se llevaba la mano al corazón en busca de la foto de su Carmela; después me daría cuenta que era su despedida. Entonces, sentí una puñalada en mi aleta de babor y entre el humo alcancé a ver dos figuras que saltaban. Eran el Sargento Aldea y mi Comandante, que espada en mano corrían sobre la cubierta enemiga señalando qué se debía hacer;…el sólo mencionarlo hace que vuelva a mi mente la trágica visión de su muerte.
Fue muy grande nuestro dolor y vi cómo lloraba la gente. Mas la pena se nos convirtió en rabia y el miedo en coraje. ¡Esa fue la banderilla que nos clavaron en la mitad del pecho! Serrano gritaba al cielo: “¡Mi Comandante, yo lo vengo!”. Después, Uribe tomó el mando. Entre las balas y los gritos oí el toque de “Oficiales”. Mi nuevo Comandante estaba llamando a consejo; junto con eso el “Huáscar” paró el fuego…y a todos nos entró la duda: ¿Qué pasa?

De repente, el Guardiamarina Fernández trepó al Mesana. Pensé, ¿irán a arriar la bandera? ¡Ese era mi real miedo! Pero oí el golpe fuerte de un martillo….¡está clavando el pabellón chileno! ¡Y eran dos!, por si acaso a uno lo destrozaba la metralla, e izaron en mi tope un trapo negro en señal de guerra a muerte y de que no se rinde ningún chileno. Y vi venir el monitor de frente, como queriendo terminar luego. Una nueva puñalada… dolor, crujidos, sangre y humo negro, gritos, maldiciones y lamentos. Mi Teniente Serrano y otros doce chilenos se fueron al abordaje a vengar a mi Comandante muerto.

Ya no quedaban balas, el agua me llegaba a las parrillas y mis calderas habían reventado. Uribe desde toldilla, con todas sus fuerzas daba ánimo. Todos los que quedaban habían subido a cubierta a tomar un fusil: los fogoneros, los mozos y los enfermeros. ¡No había que rendirse, eso ni pensarlo! En la playa, los peruanos estaban asombrados y ya ni echaban vivas cada vez que una granada destrozaba mi costado. Todos esperaban mi muerte, todos mudos y resignados. Cuando se nos vino el monitor encima, los que quedaban se juntaron en toldilla, como para ver en qué terminaba esto. No eran ni cincuenta de esos doscientos chilenos. Riquelme, con su espada en alto, gritó furioso: “Esta es la última bala”, cargó el cañón y apuntó de nuevo. Cuando me embistió el “Huáscar”, no sé qué se escuchó más fuerte, si los vivas a Chile, o el postrer disparo.

Lo último que vi fue mi bandera en el mesana, envuelta en una guirnalda que formaba la espuma en el agua. En la superficie, entre los que nadaban, habían algunos que se lamentaban: “Mi pobre Mancarrona, hizo todo lo que pudo…”. ¡Hice lo que debía…, caer al igual que mis marinos chilenos! Muchos se fueron conmigo, fieles a su juramento. ¡Murieron por la Patria porque era necesario! Había que despertar al pueblo chileno que estaba aletargado. Lo que mi dotación logró con ese ejemplo tan gallardo fue una explosión de patriotismo y entusiasmo.

“¡Y ganamos la guerra…, y de nosotros nadie se ha olvidado…!”.

 

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

Columna de Opinión

Pentecostés y Héroes:

Pentecostés y Héroes
Este domingo 23 de mayo celebramos Pentecostés, cuando el Espíritu Santo dió a los apóstoles su sabiduría. No la científica ni la política, sino la del espíritu, que sabe de amor y trascendencia.
El viernes 21 celebramos a nuestros héroes navales, encabezados por Arturo Prat, que disponiendo de la sabiduría de los hombres, supo también de amor y trascendencia al dar su vida en el mayor acto de amor posible.
Esta feliz coincidencia nos invita a mirar el futuro con Fe y esperanza, porque como decía el propio Arturo Prat ante la adversidad más oscura: “Dios nos guía, y lo que sucede es siempre lo mejor, lo que tiene que pasar”.

Guiados por el Espíritu Santo, saltemos con valentía a conquistar el futuro de nuestra Patria y el corazón de nuestros hermanos que tanto nos necesitan, con las armas que Cristo nos enseñó a usar: El amor y la verdad.

Columna de Opinión

GENERAL FERNANDO TORRES SILVA (QEPD)

GENERAL FERNANDO TORRES SILVA (QEPD)
“Por una razón humanitaria, de dignidad de la vida y de permitir que la cercanía de la muerte de esas personas las encuentre acompañada de su familia y seres queridos, creo conveniente sustituir la pena de prisión en un establecimiento carcelario, por arresto total en su propio domicilio…” (Sebastián Piñera)
Sin lugar a dudas, un embuste más de todos aquellos que le hemos escuchado al Presidente en sus innumerables referencias a los presos militares.
Hoy, el General Fernando Torres Silva, recluido en el Penal de exterminio de Punta Peuco, falleció producto de una larga enfermedad después de tres meses de agonía en el Hospital Militar.
Con un gobierno absolutamente inmovilizado y neutralizado, con las encuestas que lo tienen con un porcentaje escuálido, con la macro zona sur abandonada a su suerte a manos del narcoterrorismo, con los partidos políticos que apoyan (o apoyaban) al gobierno, totalmente dispersos y con luchas internas; la apreciación ingenua y mal intencionada de no querer incomodar a la oposición y agitar las aguas; y con las elecciones ad portas, seguramente provocaron un contubernio entre el aparato comunicacional y Justicia del gobierno, para indultar en el umbral de la muerte al prestigioso General Torres, sin permitirle a través de la burocracia, terminar sus últimos días junto a sus seres más queridos en su hogar. Sumo a lo anterior, el hipócrita, medroso y apocado silencio de los tartufos derechistas, salvo contadas excepciones, que al alero de los soldados salvaron su pellejo, sus bienes, sus familia y permitieron por décadas a este país vivir en paz.
Los militares y nuestras familias tenemos un arma, nuestro voto. En lo personal, no emitiré mi voto por nadie que nos haya traicionado, guardado silencio y haya sido indiferente al sufrimiento de los militares procesados, condenados y prisioneros. Sabemos quienes son y se asombrarían al ver nuestros WhatsApp.
El tratamiento dado por el gobierno al Gral. Fernando Torres Silva (Q.E.P.D.), es la expresión de la crueldad como fuerza de los traidores y mentirosos, utilizada inmoralmente para esquivar criticas en el momento político deplorable y desastroso que vive.
Sr. General Fernando Torres, descanse en paz, está libre, y su vida seguirá presente en el recuerdo espíritu de quienes conocimos de su trayectoria.
Yo tenía un camarada…

General Hernán Núñez Manríquez

 

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¿Que se fizo el rey don Juan?

¿Qué se fizo el rey don Juan?

 

El movimiento triunfante no es una orgánica. No tienen líderes conocidos, tampoco se conocen sus agendas políticas o económicas. Y entre los perdedores también habrá un ajuste de cuentas que moverán lo poco que irá quedando de la vieja clase política.

Cesar Barros, La Tercera, Pulso PM, 17/05/2021

Hasta ayer AM se hablaba de “elección incierta” y todos convocaban a la eterna sabiduría del pueblo chileno, donde la cordura siempre se impone.

Pero lo inesperado de esta elección es un duro golpe a la clase política, pero también a los empresarios.

Temas que se creían superados: Banco Central independiente, Fisco equilibrado y propiedad privada, ya no se ve tan claro que sean instituciones tan permanentes y compartidas como se creyó hasta ayer. Y habrá que reunir a nuevas fuerzas políticas, y a viejos adversarios, para que prosperen esos mínimos comunes, que ahora serán aún más mínimos.

El movimiento triunfante no es una orgánica. No tienen líderes conocidos, tampoco se conocen sus agendas políticas o económicas. Y entre los perdedores también habrá un ajuste de cuentas que moverán lo poco que irá quedando de la vieja clase política.

Extrañamente, los mayores perdedores fueron los que firmaron para elegir a esta constituyente: nadie sabe para quien trabaja.

Pero golpe sentimental aparte, las empresas seguirán funcionando. También lo hacen en La Argentina, y lo hicieron en la UP. Es cierto que el proceso de inversión se hará más lento. Pero no va a desaparecer. Hay inversiones impostergables. Otras en marcha que no se pueden detener. Y la vida sigue para empresarios grandes, medianos y pequeños.

Tendrán que conocer a esos nuevos líderes independientes. Será un proceso de aprendizaje mutuo: para los nuevos políticos y para los viejos empresarios. El empresariado solo murió detrás de la cortina de hierro, y al final, rebotó en la ex URSS, en la China que fue de Mao y resucitará algún día en Cuba.

¿Se va a pasar susto? Claro que sí. Pero habrá, inexorablemente, una transición en que nadie querrá perderlo todo. Ya no hay bolcheviques. Es más, los que más perdieron han sido ellos, que desde 1989 ya no son actores en ningún país con algún peso específico a nivel mundial o regional.

Y el mundo se viene recuperando económica y políticamente, a pasos gigantes. China, EE.UU., Europa y Asia en general. Por eso suben los precios de los commodities -cobre incluido- y Chile está – quiéranlo o no algunos- en una economía mundial pujante. Y esa economía nos va a arrastrar hacia arriba, a pesar de la incertidumbre que hoy debe agobiar a muchos empresarios.

Ser empresario es enfrentar incertidumbres. Es aplicarles talento para salir adelante. Es aprender de las lecciones buenas y malas que trae la vida empresarial. Ahora enfrentan un escenario desconocido: no saben a quién hablarle. Tampoco saben lo que los nuevos dirigentes políticos piensan.

Se armarán nuevas alianzas, habrá nuevas conversaciones. Antiguos enemigos se transformarán en nuevos amigos. Y se van a repensar muchas prácticas elevadas a dogmas, tales como el híper presidencialismo, la súper focalización, y la sobrevivencia perdurable de la ex Concertación.

Y entre las nuevas caras elegidas hay muchas personas razonables. Solo que no los conocen, pero no hay caso: tendrán que conocerlos desde la humildad, virtud no tan común en el ambiente empresarial, donde todo es ser más grande, más potente y rentable.

Y el mundo no viaja hacia la izquierda. Es cosa de mirar a España, a Francia y Alemania. El socialismo europeo ya casi no existe. Bueno, parece que en Chile tampoco. Ni siquiera el PC chileno -uno de los pocos que van quedando- querrá que se les venga un muro encima. No querrán ser Venezuela, ni Cuba o la Argentina Kirchnerista.

Apareció una nueva clase política. Distinta, sin duda. Pero tampoco son marcianos. También se van a tener que entender con los empresarios. Y los empresarios con ellos. Y es muy probable que, de aquí a un año, la vida retome su normalidad.

Pero para eso es necesario dar la pelea en el mundo de las ideas y de las redes sociales. Contestarle a los “sabios”, que creen saber economía aprendiéndola desde Google. No dejar pasar a la ignorancia. No aceptar la dictadura soberbia del nuevo fascismo de izquierda.

En el mundo empresarial nada está fijo. Los ricos de antes de la UP no lo fueron después. Los de antes de la crisis del 82-85 ya no lo son. Y los que vienen serán otros.

Miren cuáles son las empresas más grandes del mundo hoy. Y ¿dónde están ahora Exxon, IBM, GE, etc.? ¿Quién conocía en los 80 a Bill Gates, Jeff Bezos o Elon Musk?

Como en las coplas de la muerte de Jorge Manrique: “¿Qué se fizo el rey Don Juan? Los infantes de Aragón, ¿qué se fizieron? ¿Qué fue de tanto galán? ¿Qué fue de tanta invención que truxeron?”.

Y este remezón va a lijar viejas herrumbres, y va a sacar a la luz nuevos talentos. La vida empresarial no es fácil. Pero es fascinante, y sobrevivirá este terremoto, como siempre lo ha hecho.

Esto no es peor que la UP en plena guerra fría. Ni el cambio del dólar de $39 a $65 en pocos meses. Ni el sismo del 2010.

Y al igual que esos eventos, será superado, porque hay talento empresarial. Donde no hubo talento fue en la clase política que nos arrastró a la realidad de ayer

 

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El sacrificio del Comandante Prat

El sacrificio del Comandante Prat
La conmemoración de hoy 21 de mayo representa, en lo que a la construcción de Estado y Nación se refiere, un momento relevante.
El sacrificio del Comandante Prat, el que se convirtió en el arquetipo del cumplimiento del deber en la construcción del ideario nacional. Un héroe unificador, no divisivo, en el que la nación chilena ha seguido encontrando un modelo de rol hasta nuestros días.

Fernando Wilson

Académico Facultad de Artes Liberales

Columna de Opinión

¡A DERROTAR A LOS ENEMIGOS DE CHILE!

¡A DERROTAR A LOS ENEMIGOS DE CHILE!
Tras el desastre de Cancha Rayada el 19 de marzo de 1818, el pesimismo se había apoderado de los patriotas. Muchos se prepararon para abandonar el país. El 23 de marzo, Manuel Rodríguez convocó a un cabildo donde los arengó a permanecer en el país, a confiar en sus capacidades y a defender la libertad de la naciente república, diciéndoles: “¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!”. Dos semanas después, el 5 de abril, el ejército chileno derrotó definitivamente al ejército español en la batalla de Maipú, consolidando la Independencia de Chile. Así se tejen los triunfos, con fe y convicción, con determinación y unidad.
Hoy, como ayer, cunde en Chile el pesimismo y la desesperanza, hoy como ayer las dudas y el enemigo quieren dividirnos. La nueva fragilidad del Estado de Derecho y la recesión económica, con su tremendo impacto sobre el empleo y las expectativas, son ahora la catástrofe que angustia y deprime a los chilenos, pero más que preocuparnos, ocupémonos, más que quejarnos, más que desalentarnos, busquemos el problema y sobre el tomemos decisiones porque “¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!”.
¿Cuál es el problema?: nos han apartado del camino que lleva al progreso y al desarrollo, vendiéndonos soluciones aparentemente estupendas, pero que son solo recetas añejas, inoperantes, destructoras de riqueza, que nos perpetuarán en la miseria, que nos harán a todos igualmente pobres. ¿Cuántos han logrado, con sacrificio y esmero, salir de la pobreza en Chile para alcanzar un estándar que les permite un vivir mejor que padres y abuelos? Muchos, a ellos hay que hablarles, porque a ellos nadie les regaló nada, solo con su esfuerzo lograron salir adelante, y todo gracias a que el país hizo las cosa bien y logró generar oportunidades. No hay otra receta.
Que nuestros políticos abandonen la fracasada política de ceder espacios a la izquierda y decidan, de una vez por todas, gobernar con las ideas que tanto han beneficiado a todos los chilenos. A aquellos que temen que ello signifique tener enemigos en la izquierda les diría: “Una pena, amigo mío: ese alarde es vano. Aquel que participa en la refriega del deber, que los valientes soportan, debería haber hecho enemigos. Si no los tienes, pequeño es entonces el trabajo que has hecho. Si a ningún traidor has escarmentado, si ningún zafio patán te ha calumniado, si ningún entuerto has enderezado, entonces… has sido un cobarde redomado”. (Poeta escocés Charles MacKay)
No nos olvidemos que fue el liderazgo y el coraje moral de miles patriotas, al más puro estilo de Manuel Rodríguez, imbuidos con las ideas de la libertad lo que puso a Chile en el camino al desarrollo luego del desastre de la Unidad Popular. Debemos volver a nuestras convicciones para que podamos derrotar este 15 y 16 de mayo a los enemigos de Chile.

NICOLAS KIPREOS ALMALLOTIS

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