Columna de Opinión

BAQUEDANO COMO SÍMBOLO

BAQUEDANO COMO SÍMBOLO
El Mercurio, Editorial, 12/01/2020

La preservación del patrimonio cultural constituye una acción crucial para los pueblos, por ser una forma de mantener su legado y reconocer su pasado histórico como aporte a su propia identidad.

De allí los significativos esfuerzos desplegados por los estados y los organismos internacionales para procurar la mantención de obras arquitectónicas y expresiones artísticas permitiendo a las nuevas generaciones, conocer, apreciar y valorar el mundo pretérito.

Ello explica el cuidado patrimonial que asumen quienes tienen responsabilidades políticas y el reproche global que surge ante la destrucción deliberada, por parte de grupos extremistas radicalizados, de obras irrecuperables, como los casos emblemáticos de Palmira, en Siria; las estatuas de Buda, en Afganistán o los templos de Tombuctú, en Mali, privando no solo a la humanidad, sino a cada una de esas naciones, del testimonio de su pasado.

Esta valoración patrimonial parece seriamente afectada en nuestro país al evidenciarse la repetitiva práctica de dañar y destruir obras de alto sentido simbólico. Alrededor de 230 monumentos, iglesias, esculturas, y edificios han sido incendiados, destruidos o vandalizados; entre ellos, el monumento al general Baquedano, en Santiago, convertido en un símbolo.

Ubicada al centro de la plaza que lleva su nombre -el que se ha propuesto cambiar-, la figura conformada por el jinete y el caballo ha resistido, incluso, intentos de ser derribada, en una acción que denota no solo el desconocimiento de su relevancia histórica, sino también el rechazo a cualquier simbolismo histórico.

Las esculturas que la acompañan, como aquella que representa al soldado desconocido, han debido ser retiradas y lo mismo se hará con los bajorrelieves conmemorativos de las batallas de Chorrillos y Miraflores.

La estatua, aparentemente bien anclada, quedará en su lugar, según reciente acuerdo del Consejo de Monumentos Nacionales, manteniendo la importancia de quién fuera determinante en la historia de Chile.

La lentitud en abordar el grave deterioro patrimonial ha costado al organismo, sin embargo, críticas y la demanda de prontas acciones de resguardo y reparación.

No parece aceptable tolerar el estado en que se encuentra la escultura, cubierta de pintura, banderas y otros elementos, así como su entorno.

Convertido en el punto de confluencia de las manifestaciones y las protestas, sus alrededores han sido afectados por acciones de vandalismo y destrucción, alterando gravemente la cotidianidad de quienes viven o transitan por el lugar.

La percepción de abandono debido a los grafitis, letreros y escasez de luminarias y semáforos se agrava con el armado de carpas, el comercio ambulante y diversas instalaciones de muy disímil sentido estético.

Recuperar los espacios urbanos para la ciudadanía es una tarea prioritaria, y ello implica rescatar el valor de las obras que enriquecen y dan significado al acervo cultural de cada ciudad.

La alta demanda por mayor calidad de vida conlleva un ambiente urbano no solo seguro, sino también con capacidad para acoger las necesidades de esparcimiento, circulación, vida cultural y convivencia de sus habitantes. Ello es, en definitiva, una expresión concreta de dignidad.

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.

Columna de Opinión

EL GENERAL INDOMABLE

EL GENERAL INDOMABLE
O.I.G.J.

Ahí está, a la vista y a merced de las humillaciones de todos, soportando la ignorancia, la ignominia al metal que yergue su imponente figura, montando su caballo Diamante, ése mismo en el que visitaba a los rotos en la chimba, con los cuales cosechó los triunfos para la grandeza de Chile.

Es nuestro General Baquedano, un ejemplo de orgullo y respeto a seguir, para los patriotas que tienen raíces y referentes de las bases, que formaron nuestra nación.

El general está en la soledad del mando, abandonado a merced de buitres y hienas que tratan de horadar su figura, soportando insultos, rayados herejías, martillazos y toda mugre gutural de las bestias humanas, que le agradecen de esta manera sus sacrificios para ellos.

Pero su resistencia es superior a todas estas hordas, que en sus bajezas mentales tratan de bajarlo y tumbarlo a sus pies, como un triunfo de sus débiles y eximias neuronas en decadencia.

Gracias General Baquedano, gracias por sus triunfos y sacrificios, que le dieron grandeza y prestigio a Chile, pero “perdónelos porque no saben lo que hacen “.

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Columna de Opinión

CONFLICTO INSURRECCIONAL EN CHILE

CONFLICTO INSURRECCIONAL EN CHILE
Edward Cáliz, Intelección Comunicativa
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Antecedentes generales. El 16 de octubre de 2019 la Organización de Estados Americanos (OEA) emitió un comunicado de prensa, donde se describe que las actuales corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente tienen su origen en la estrategia de las dictaduras bolivariana y cubana, que buscan nuevamente reposicionarse, no a través de un proceso de reinstitucionalización y redemocratización, sino a través de su vieja metodología de exportar polarización y malas prácticas, pero esencialmente financiar, apoyar y promover conflicto político y social. Las “brisas bolivarianas”, a las que ha hecho referencia el presidente de la ilegítima asamblea nacional constituyente bolivariana, han traído desestabilización, violencia, narcotráfico, muerte y corrupción”.

Luego, 2 días después, el 18 de octubre de 2019, se iniciaron las movilizaciones en Santiago de Chile con la evasión masiva en el Metro de Santiago, abiertamente promovido por el Partido Comunista y el Frente Amplio, trayendo como consecuencia una perfecta sincronización en los incendios que afectaron a una veintena de estaciones del tren subterráneo.

A estas alturas, los antecedentes de inteligencia internacional revelan que gran parte del financiamiento de la insurrección que se está viviendo en Chile, proviene precisamente del narcotráfico, particularmente del Cartel de los Soles, el mayor cartel de narcotráfico en la actualidad en Latinoamérica, entre cuyos líderes se encuentra Diosdado Cabello, hombre de confianza del narco-dictador Nicolás Maduro y operando además en concomitancia con las guerrillas de las FARC y el ELN.

Estas guerrillas, después del acuerdo de paz en Colombia, migraron hacia la zona occidental de Venezuela y tienen el monopolio en la producción de clorhidrato cocaína, el control de la zona fronteriza con Colombia y el tráfico ilícito de combustibles desde y hacia Venezuela. Estas acciones están financiando el conflicto insurreccional en los países de Latinoamérica, entre ellos Chile, bajo claros objetivos preestablecidos por el Foro de Sao Paulo, tal como lo ha descrito el propio Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.

Agentes articuladores del movimiento insurreccional. Actualmente hay un proceso de desestabilización en toda la región latinoamericana que busca el derrocamiento de los gobiernos de Ecuador, Colombia y Chile, existiendo para ello una articulación de fuerzas criminales que están actuando en las movilizaciones con el objeto de incrementar las fisuras del sistema político y del Estado y hacer sucumbir a sus democracias.

En Chile, detrás de ello, se encuentra el Partido Comunista y el Frente Amplio, junto a sus distintas facciones, siendo el motor de empuje a las movilizaciones sociales e intentando desestabilizar a las fuerzas de orden y seguridad, por medio de una permanente campaña comunicacional tendiente a desacreditar el accionar de Carabineros de Chile en el restablecimiento del orden y utilizando la exageración y el falseamiento de hechos tildados como violaciones a los derechos humanos.

Para ello el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), organismo fuertemente politizado al alero del Partido Comunista, en conjunto con movimientos sociales subversivos y anárquicos han distorsionado el acontecimiento de hechos en los que la fuerza pública ha debido actuar, generando situaciones forzadas para imputar falsas acusaciones en contra del personal de Carabineros y Militares.

Lo anterior, obedece a una estrategia de desestabilización de la democracia por medio del financiamiento de movimientos políticos, sociales, subversivos y anárquicos en que se han distorsionado las dinámicas políticas de los países afectados, implementando en Chile una verdadera dictadura del pensamiento en las universidades, donde han institucionalizado sofisticadas estructuras de cooptación, represión, desestabilización y de propaganda mediática, bajo el auspicio de las dictaduras venezolana y cubana, cuyo único fin es el de instalar un gobierno ideológicamente concordante a lo que se espera será la Unión de Repúblicas Socialistas Hispanas (URSH), haciendo un símil de lo que fue la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

El Grupo de Puebla. El Grupo de Puebla, es una variante del Foro de Sao Paulo, creado en la ciudad de Puebla, México, pero refundado esta vez con un nombre distinto, principalmente por los escándalos de corrupción y de vínculos al crimen organizado de sus principales líderes como Ignacio Lula Da Silva, Hugo Chávez y Evo Morales, entre otros.

El Grupo de Puebla ha dejado estipulado que propenden a crear Unión de Repúblicas Socialistas Hispanas (URSH), con miras a que cada “provincia” (país) estén supeditadas al dominio y control de las dictaduras de Cuba y Venezuela. Dentro de los líderes políticos de Chile en este grupo se encuentra Marco Enríquez Ominami (MEO) y su vinculación con el “estallido social” se centra en seguir apoyando las movilizaciones, por cuanto en Chile se pretende derrocar el actual gobierno del presidente Sebastián Piñera.

En consecuencia, el Grupo de Puebla, siegue siendo el eje conductor de las movilizaciones que se lleven adelante en Latinoamérica con miras de cumplir con los objetivos trazados de generan un continente conformado con “repúblicas sin fronteras” y mandatados por lineamientos de las dictaduras cubana y venezolana.

Origen del conflicto insurreccional. El conflicto insurreccional en Chile tiene su origen a comienzos de los 90’s y se basa en un proceso de deconstrucción de la sociedad chilena, básicamente, la intervención de diversos aspectos culturales que han propiciado el adoctrinamiento de jóvenes y provocado la formación de adolescentes y adultos jóvenes simpatizantes del “anarco-comunismo” que pretende abolir el Estado Chileno actual y su sistema económico “neoliberal”.

La estrategia para el copamiento del sistema educativo escolar y universitario se basó en los postulados de Antonio Gramsci, cuyos ideales reformistas del marxismo le llevaron a plantear el concepto de “Hegemonía Cultural”, principalmente a través de cambios culturales como la modificación en la educación temprana (adoctrinamiento), la separación del hombre con Dios (eliminar valores de la fe y moral) y controlar los medios de comunicación (control de consciencias).

El copamiento del sistema educativo, tanto a nivel primario, secundario y universitario, está siendo llevado bajo ejes del neomarxismo, con profesores que se formaron en la década de los 90’s (y en adelante), bajo lineamientos del socialismo del siglo XXI impuestos por el Foro de Sao Paulo para crear niños y jóvenes con elementos de la ideología de género, la distorsión de la Historia de Chile y la falta de Educación Cívica para empoderados de derechos, pero ignorantes de deberes y con una fuerte aversión a la verticalidad, es decir, de no reconocer ningún tipo de autoridad, ni siquiera la de sus propios progenitores.

Hoy, gracias a este trabajo de “educación insurreccional” la izquierda chilena cuenta con una generación de jóvenes, en su gran mayoría desertores del sistema educativo tradicional, pero adoctrinados en la insurrección. De ahí la percepción de tener la capacidad de enfrentar a la fuerza pública, sin respeto ni miedo de sus consecuencias (ACAB-1312).

Neutralización del sistema de inteligencia. Con la llegada de la democracia en 1990 el sistema de inteligencia nacional se vio fuertemente intervenido, a propósito de las acciones desarrolladas en el régimen militar y que gran parte de los políticos que asumieron cargos públicos tanto en el primer gobierno de la Concertación como en los demás gobiernos de la misma bancada política, habían sido objeto del sistema de inteligencia durante el gobierno de Pinochet.

Las acciones sobrevinientes en las décadas posteriores, bajo el liderazgo del partido comunista y las pretensiones de toda la izquierda radical de establecer un sistema socialista-comunista para Chile, debían estar libres de toda operación de inteligencia que les obstaculizara el objetivo final. De ahí, por ejemplo, bullada fue la noticia de informes de inteligencia del año 2004 que anticipaban la intervención de miembros de las FARC en labores de cooperación guerrillera en la Araucanía y por tanto deja en evidencia que no había intención de mantener un sistema de inteligencia activo que permitiese anticiparse a escenarios de conflictos liderados por la izquierda, por cuanto obstaculizaba sus pretensiones.

Los dos triunfos de la “centroderecha” en Chile, con el primer y segundo gobierno de Sebastián Piñera, en ambos casos antecedido por Michelle Bachelet, hacía presagiar una dura contienda política para la izquierda chilena para mantenerse en el poder e instalar un régimen socialista de característica Castro-Chavista. De ahí, el apoyo de Venezuela y Cuba para apurar el establecimiento del régimen por medio del derrocamiento del presidente Piñera, pese a haber sido electo democráticamente en las urnas.

Inmigración forzada. La migración masiva de haitianos en 2017 hacia Chile fue la gota que “rebasó el vaso” en cuanto a inmigración, porque la apertura a la inmigración libre estaba dándose desde hacía varios años antes. Sin embargo, el caso de los haitianos obedece en esencia a una forma de neutralizar el poder de un gobierno de centroderecha. A inicios del 2017, las estadísticas evidenciaban un amplio descontento con el gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet y por tanto una puerta de entrada nuevamente a la CentroDerecha, representado fuertemente por Sebastián Piñera.

La operación de ingreso masivo de haitianos a Chile tuvo dos finalidades esenciales:

·                      Incrementar los índices de pobreza para el gobierno entrante, que ya se vaticinaba la alta probabilidad de reelección de Sebastián Piñera y en consecuencia se debía obstaculizar la ejecución del programa de gobierno destinado a la reducción de este concepto, transformándose así el aumento de “pobreza” en un tema importante para el próximo candidato de izquierda.

·                      Cautivar futuros electores para la izquierda chilena que impidieran una nueva oportunidad para la derecha o la centro derecha de volver al poder y consolidar las pretensiones de la instauración de un gobierno socialista de carácter “castrochavista”.

Sin embargo, la inestabilidad en Venezuela generó la posibilidad de migración de muchos venezolanos hacia Chile, pero una instancia ideal para infiltrar agentes de la revolución que apoyaran las acciones de insurrección y permitieran iniciar un símil del “caracazo” de Venezuela en 1988.

Así todos los procesos migratorios, tanto regular como forzados, han servido como un ingrediente más para llevar adelante el proceso insurreccional en Chile, lo que a su vez se conjuga con un sinnúmero de otras variables que han desplegado violencia y destrucción, como las alianzas estratégicas con elementos anárquicos, subversivos y del narcotráfico.

Campaña comunicacional. La campaña comunicacional para inducir el consciente colectivo hacia el odio y el resentimiento como ingredientes necesarios de una “insurrección”, se centraron durante décadas en demonizar el rol de la Fuerzas Armadas durante el régimen de Augusto Pinochet Ugarte y limpiar la imagen de Salvador Allende Gossen como el mejor presidente de Chile, exculpándolo de la responsabilidad de haber llevado a Chile al caos de esos años y que marcaron la necesaria intervención de las Fuerzas Armadas para recuperar el país.

Después del retorno de la democracia, de forma constante los distintos canales de televisión mantuvieron vivo el recuerdo del Golpe de Estado y de todo lo vivido desde el año 73 en adelante, precisamente haciendo énfasis a las violaciones de derechos humanos cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden, pero relativizando las causas que llevaron al pronunciamiento militar.

Son innumerables los programas de televisión que durante más de 29 años han estado transmitiendo programas alusivos al periodo 73-89, precisamente en los meses de julio y agosto de cada año, predisponiendo a la audiencia frente a temas que polarizan aún a Chile. De ahí nace los primeros ápices de insurrección de las nuevas generaciones, que crecieron en un mundo comunicacional donde el mensaje siempre fue que las FFAA y de Orden “mataban gente”, sumado a otras variables que generaron el resentimiento como ingrediente necesario para no tener miedo ni respeto.

Hoy la tendencia de los periodistas y editores que trabajan en los distintos medios de comunicación, (radio, televisión, prensa) en un 99% poseen una marcada ideología de izquierda, particularmente socialista, en consecuencia, la línea editorial de lo que se transmite como contenido, se basa en un pensamiento de izquierda, que tiende, entre otros, a demonizar las Fuerzas Armadas y de Orden como instituciones innecesarias para el Estado.

Partido Comunista de Chile. El Partido Comunista de Chile (PCChile) ha sido uno de los impulsores del conflicto insurreccional en Chile. Es innegable la participación que tuvo el PCChile en el intento de desestabilización del régimen de Pinochet, junto a su brazo armado el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) hasta 1987 cuando éstos últimos pasaron a ser autónomos, pero que luego del fallido intento de asesinar a Pinochet en 1986 y del retorno de la democracia, sus pretensiones de instalarse como poder hegemónico en Chile continuaron.

La congregación del Foro de Sao Paulo no tuvo otra finalidad más que restructurar las fuerzas opositoras al sistema económico imperante, el capitalismo, que ya había dejado en evidencia su triunfo al ser derribado el Muro de Berlín en 1989 y redefinirlas hacia Latinoamérica. Las reuniones anuales del Foro, integrado entre otros por el PCChile, llevaron a rediseñar la estrategia para consolidar el poder, pero esta vez no por la imposición de las armas, sino que utilizando la teoría de “Hegemonía Cultural” de Antonio Gramsci como elemento principal, para hacer un trabajo de largo plazo que crearía una fuerza insurreccional con altas probabilidades de vencer.

Sin duda que el trabajo silente de adoctrinamiento de la actual generación que pulula entre los 15 y los 30 años, con la penetración en los colegios y las universidades, han sido el ingrediente principal y la combinación perfecta para llevar adelante el proceso de insurrección y la desestabilización de una economía que hasta hace 2 meses dejaba a Chile como uno de los líderes de la economía Latinoamericana y un referente de la economía mundial.

En consecuencia, como “doctrina” tanto el comunismo como el socialismo son corrientes de pensamiento atentatorias contra la estabilidad económica de un país que no transita en dichas ideologías y por tanto su imposición de la fuerza insurreccional las hace tan dañinas como un cáncer, que de forma paulatina avanza y carcome lo que queda del ser humano (sistema económico) hasta lograr su extinción.

El avance insurreccional. El avance del conflicto insurreccional se verá intensificado a partir del mes de marzo de 2020 y en consecuencia se infiere razonablemente que habrá una escalada de violencia, heridos y muertes, a consecuencia de vándalos, delincuentes y anarquistas que intensificarán las acciones, esta vez con saqueos a las viviendas, condominios y edificios.

En el mes de diciembre pasado ya hubo un ingreso violento de ciclistas que ingresaron a un condominio, violando el recinto como propiedad privada, por lo que este tipo de acciones se verán intensificadas en el mes de marzo y abril.

El panorama del mes de abril y las elecciones programadas para definir si se camba la constitución o no, tendrá un escenario complejo si la ciudadanía expresa su voluntad de “Rechazo” a la nueva constitución, ello porque ya ha habido parlamentarios de izquierda que han amenazado con que el conflicto se agravará. Estas afirmaciones de los políticos son serias porque predisponen la intención de incrementar el conflicto insurreccional.

Sin embargo, ¿que se debería hacer para retomar el Chile que se tenía hasta antes del “estallido social”? Es indudable que las fuerzas políticas no están en sintonía para generar diálogos democráticos que lleven a una disminución de los movimientos sociales que se valen de la violencia para ir generando el caos. Por tanto, la voluntad política de los principales promotores de esta escalada NO es precisamente llegar a un acuerdo. Su objetivo es abolir el actual Estado de Chile y ante ello, no hay acuerdo que pueda evitarlo.

Recuperación del Estado de Derecho. A estas alturas, no son muchas las alternativas que se tienen para evitar una imposición de una dictadura Socialista y Comunista en Chile. Por lo tanto, la historia nos demuestra hoy más que nunca que Chile no desea ser parte de estas ideologías.

En consecuencia, la restitución del Estado de Derecho debiese imponerse por medio de lo siguiente:

·                      Decretar el Estado de Sitio y establecimiento de la Ley Marcial.

·                      Eliminar el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

·                      Decretar el cierre de las fronteras y expulsión de extranjeros subversivos vinculados a las dictaduras de Venezuela y Cuba.

·                      Romper relaciones diplomáticas con Cuba y Venezuela

·                      Proscribir el comunismo como doctrina atentatoria contra la estabilidad democrática de Chile y expulsar a sus adherentes hacia países de la preferencia de su doctrina.

Finalmente, la imposición del Estado de Derecho garantiza el respeto y retorno de los derechos consagrados en la Constitución Política de la República y que han sido secuestrados por la insurrección. La eliminación del vandalismo, de la delincuencia y del narcotráfico, son algunas de las consecuencias positivas que se logrará.

Columna de Opinión

Sociedad y Fuerzas Armadas.Una guerra cultural

Sociedad y Fuerzas Armadas
MEMORANDUM
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.

OBJETO.

Una guerra cultural amenaza directamente la existencia y vinculación social de las FF. AA. Formas de la destrucción progresiva y creciente del marco ético-valórico de la Sociedad chilena a manos de grupos subversivos:

1.     ANTECEDENTES.

Desde fines de los años 80, aparece el foco ideológico neo marxista autodenominado Foro de Sao Paulo, apoyado por Castro y teniendo a Lula por directivo y gestor. El grupo reconoce tácitamente que la URSS puede caer y buscan una plataforma ideológica de recambio; 62 grupos de 22 países latinoamericanos lo inician.

En 1996 en San Salvador, 52 organizaciones, la mayoría de extrema izquierda, entre ellas las FARC, aportan dinero para sostener y proyectar ese nuevo foco ideológico. Concluyen que, el antiguo lenguaje y sus consignas no convencen ni son atractivos, por lo que hay que modernizar el mensaje para conquistar a los jóvenes. En 1992 ya se habla de indigenismo, orgullo gay, feminismo radical lesbo-marxista, subversión de la identidad, animalismo, veganismo; en ese mismo tiempo surge Hugo Chávez como líder de Venezuela.

También dichos grupos crean ONGs para sobrevivir, bajo la excusa de ayudar al “obrero explotado”, a las “almas atormentadas que buscan dignidad, inclusión e igualdad”; se promueven y difunden: indigenismo, ambientalismo y garantismo de DDHH, proyectados en ideología de género (abortismo-feminismo-homosexualismo-LGBT como expresiones culturales fundamentales para una nueva sociedad).

En esos mismos años, los partidos democráticos, liberales y capitalistas se solazaban con Fukuyama y su teoría del fin de la Historia, sin darse cuenta de la mutación que había experimentado el marxismo. En 45 años, la nueva izquierda se apoderó y moldeó nuevos conceptos en la cultura, las artes y las letras, las comunicaciones y la opinión pública, bajo la maniobra estratégica de: Centrismo ideológico vs Progresismo cultural.

La primera bandera de lucha masiva es la ideología de género, que se descompone esencialmente en: Feminismo radical y Homosexualismo ideológico; son los 2 soportes de esa embestida. Discriminación, machismo, homofobia se proyectan como formas de acusación agresivas y sin base científica que esgrimen permanentemente los activistas.

Lo que ha ocurrido es un paso desde la lucha de clases hacia una batalla cultural. Lo que Marx y Engels habían estructurado como Materialismo histórico (la historia es una serie de violencias y luchas entre opuestos) y como Materialismo Dialéctico (cada proposición o tesis será siempre contrapuesta por una antítesis que dará a luz una síntesis, siempre mediando violencia) hoy en día no es suficiente porque las realidades objetivas (como decía Lenin) cambiaron. Los viejos autores no tenían internet ni redes sociales, no entendían el mundo como una globalidad interactuante y aún hablaban de países; el mundo está hoy más interconectado y propagar ideas es cada vez más fácil (sean verdaderas o falsas).

Lo que resta de aquellas ideas es un solo argumento: todo lo que nace de la lucha social es material, no hay espíritu, no hay trascendencia, sólo lo tangible. Al contrario, los no-marxistas piensan que son las ideas, la creatividad, la capacidad de innovación, la motivación espiritual y el ingenio, lo que hace progresar el mundo y la jerarquización social se da más por habilidad para gestionar, que por la cantidad de violencia en el accionar. Eso explica que, para destruir la sociedad no-marxista, los subversivos han considerado la destrucción progresiva de: valores ético-morales, principios, creencias, estructura jurídica, lenguaje y conocimiento (formas de ser pensar, sentir y actuar), es decir, la CULTURA.

HISTORIA: después de la II Internacional socialista que terminó en 1923, surgió un criterio adicional: era imprescindible lograr la hegemonía, política, ideológica y cultural, para aglutinar clases y grupos, dominando las sociedades y realizando las revoluciones respectivas, arrasando todo aquello que signifique disidencia al interior de ellas, aceptando la estrategia de “luchar juntos, pero marchar separados”, para el caso de grupos distintos, pero con intereses convergentes; también el concepto de “frente unido” acuñado por Mao Tse Tung quien intentó varias veces unirse a los nacionalistas chinos cuando le era útil.

El concepto es potenciado en los años 20 del Siglo XX por Antonio Gramsci quien desde la cárcel (donde lo encerró Mussolini), acuñó una nueva semántica política y, por ende, una nueva perspectiva revolucionaria que potencia la hegemonía, a partir de la colonización de la mente de cada persona. La violencia, por tanto, se utiliza en forma ideológica más que física y son intelectuales quienes diseñan las herramientas para llevar adelante los cambios en el pensar, la moral, la mente personal y el entorno social; todo con el objetivo de crear una nueva mentalidad y voluntad que sustituya el esquema: nacional-social-cultural.

El asunto no es sólo destruir sino horadar las instituciones, transformándolas desde dentro para generar una nueva, con distinto objetivo, pero conservando el nombre y el aspecto externo, para hacer creer que nada ha cambiado, pero en el hecho, todo ha cambiado; las sociedades van cediendo conceptos, ideas, formas y entorno…Gramsci dice: “el problema no es el zapato, es el modelo del zapato”; es decir, un cambio de, significado, significante y cosa significada. Lo que sigue es el post comunismo, una ideología post Gramsci que busca priorizar la deconstrucción, actividad destinada a desarmar y reemplazar ideas, conceptos, inclusive los actores, antes llamados clases, ahora se denominan grupos activos (léase jóvenes, mujeres, LGBT (lesbianas, gay, bisexuales y transexuales). La hegemonía ahora se dará como producto de la interacción de esos actores quienes se intercambian y repotencian ideas gracias a lo cual parecen de mayor envergadura en el contexto del conflicto.

EL PRESENTE: La proyección externa de esta “nueva y vanguardista manera de pensar”, crea, por decir lo menos, un malestar inconsciente en el resto de la población ni tan vanguardista ni tan librepensadora, pues perciben que los valores con los que se criaron y vivieron hasta el momento, no sólo pierden validez y anclaje en la realidad, sino que de un día para otro son mostrados como lo más odioso y abyecto.

Por otra parte, los nuevos adoctrinados, al presentar sus “convicciones” como hechos incontrovertibles, dejan a la mayoría de los ciudadanos, no entrenados en la nueva lógica y dialéctica, sin palabras ni menos argumentos.

2.     ANALISIS

La idea final de esos grupos anti-sistémicos es destruir la democracia desde dentro y no desde fuera, es decir, que sea la propia gente quien pide los cambios radicales porque cada persona se convenció (en su mente) que es la única forma de alcanzar sus ideales de sociedad; no se proyecta la idea de agresión sino “progresión de voluntades”. La idea es continuar hablando de “democracia” pero con un significado diferente porque las formas políticas y sociales han sido cambiadas, instalado un régimen materialista, ateo y anti-valórico, aprovechando la capacidad narcotizante de la nueva doctrina; se busca que las personas vean el cambio como una evolución y no como revolución, aun cuando es más profunda y, a veces, irreversible.

Lo que habrá sucedido es el triunfo de la “movilización de los nuevos movimientos sociales” con la menor violencia posible, mediante una amalgama de formas y frentes de lucha muy diversos: marginales urbanos, ecológicos, animalistas, antiautoritarios, anti-institucionales, feministas, antirracistas, de minorías étnicas, regionales o de identidad de género (cada persona escoge qué rol desea jugar en la sexualidad). Sin embargo, todos esos movimientos que representan a minorías y mayorías supuestamente oprimidas apuntan a lo mismo: romper con el orden vigente porque es necesario recuperar la “dignidad” de la persona, vulnerada en sus derechos humanos, para “propender a su liberación del opresor burgués” mediante una estrategia emancipadora que explote las rupturas, conflictos y contradicciones, sean o no reales y si no existen, se crean.

No es extraño entonces leer y escuchar consignas tales como: “la verdad la construimos ahora, la normalidad no es lo nuestro, la muerte significa vivir de nuevo,” también aquello: “de obrero explotado a indígena colonizado”, o bien, “no somos hijos del mestizaje sino de las violaciones sistemáticas de nuestras antepasadas indígenas. Somos un pueblo producto de la castración cultural y el vejamen sistemático y permanente de los pueblos originarios por parte del invasor conquistador peninsular”.

Uno de los objetivos intermedios indispensables es la destrucción de la institución familiar, la cual debe ser intervenida y luego extinguida por acción del futuro Estado, quien acudirá en auxilio de los oprimidos, sustituyendo la relación actual “el marido es la burguesía y la esposa el proletariado” por una relación condicional sujeta a la voluntad feminista. Gradualmente, la Sociedad-Estado se hará cargo también, de todas aquellas obligaciones que antes recaían sobre los padres.

El “hombre nuevo, de esa nueva sociedad”, será moldeado por las organizaciones socialistas, jardines infantiles, residencias, guarderías de niños, etc., y otras instituciones de este tipo, en las que el niño pasará la mayor parte del día y en las que “educadores inteligentes# le convertirán en un comunista consciente de la magnitud de esta inviolable divisa: solidaridad, camaradería, ayuda mutua y devoción a la vida colectiva”.

En complemento con lo anterior, la liberación sexual debe ser un arma cultural. En palabras de los ideólogos neo-marxistas, el matrimonio no es indispensable. Pueden existir parejas y no importa de quién es el hijo, lo importante es que sea un aporte a la revolución y para alcanzar aquello debe producirse un proceso de desmoralización y a-moralización, para que luego sobrevenga la desestabilización; es decir, un interregno donde no se sabe bien qué es o no es y se interpreta como la necesidad de seguir cambiando y demoliendo lo que ya se había demolido; del mismo modo, la femineidad ( creación cultural machista) debe ser destruida mediante el culto a lo amorfo, feo o de mal gusto.

Desde mayo 1968, luego de varias reformas a la Escuela de Frankfurt (equivalente europeo al foro de Sao Paulo), el marxismo cultural o neo-marxismo, buscó recuperar la identidad perdida, creando falacias para abolir en nuestra consciencia cualquier determinación natural al interior del ser humano; entonces, la verdad se construye, la biología es un referente arcaico.

Se propugna que la realidad es una “construcción discursiva” y la naturaleza no puede tener parte en la formación cultural; por eso no se nace hombre o mujer, se llega a serlo y por ello se deben borrar todas las distinciones entre hombre, mujer y niños, aboliendo la individualidad para que puedan hacer lo que ellos quieran ser sexualmente, siempre y cuando sean funcionales al sistema.

Propugnan que: “la revolución soviética falló y cayó porque no fueron capaces de destruir la estructura familiar y desde allí romper todo lazo entre generaciones, como una forma de liberación, pero con un significado revolucionario”. Por eso, el Estado debe formatear toda faceta de la vida personal y colectiva hasta no dejar asomo de lo ahora existente como parte de la liberación socialista; las trabas están al interior de la familia, en la relación de familia, por eso debe ser destruida.

 Desde allí se acogen las ideas feministas hoy de moda: no es extraño, sin embargo, que la doctrina neomarxista propone: “debemos hacer preguntas feministas, pero intentar llegar a respuestas marxistaEl agente de opresión es la definición cultural y política de la sexualidad humana heterosexual, en que se basan la familia y el matrimonio, junto con los sistemas de protección legal y cultural que refuerzan la heterosexualidad; esas son las bases de la opresión política de la mujer”. Entonces, tener una relación así es “dormir con el enemigo”, de allí que el lesbianismo ofrece, de momento, la única forma social en la cual las mujeres pueden vivir libremente.

Entonces, la concepción de género suplanta al sexo para fines de manipulación política, porque la categoría de sexo es el producto de la sociedad heterosexual que impone a las mujeres la obligación absoluta de reproducir «la especie», es decir, reproducir la sociedad heterosexual, que no es más que una imposición de la cultura machista dominante, con finalidad productiva y reproductiva.

Luego surge la variante LGBT, bajo la excusa de que son oprimidos por el machismo dominante. La lesbiana, entonces, no es una mujer, es una subjetividad que muestra que no hay siquiera sexo femenino, porque para una lesbiana esto va más lejos que el mero rechazo del papel de «mujer»; es el rechazo del poder económico, ideológico y político del hombre.

Esta nueva corriente que busca deconstruir de manera aún más incisiva y absoluta la noción de género y sexualidad, hasta hacer de ellas piezas de museo, categorías inutilizables, son espacios vedados políticamente por la ideología de género; lo que ha de hacerse es “destruir toda identidad como tal, borrar las denominaciones masculino y femenino según estén conforme a las categorías de asignación bio-política: varón/mujer”. “El mundo actual les pertenece a los heteros, y estamos en guerra contra su régimen”

Eso es apología de la violencia y van más allá: “vamos a devolver ataque con ataque (las balas se van a devolver), vamos a combatir al enemigo con nuestra violencia”. Entonces como según esas ideas, el mundo les pertenece a los heteros y no lo cederán voluntariamente; habrán de tomarlo por la fuerza.

No reconocen a los heterosexuales, no les gustan, los desprecian porque son “el desperdicio del capitalismo que impulsan”. El sexo es considerado una tecnología de dominación hetero-social que reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de una distribución asimétrica del poder entre los géneros (femenino/masculino), haciendo coincidir ciertos afectos con determinados órganos, y ciertas sensaciones con determinadas reacciones anatómicas.

Habiendo considerado las ideas anteriores, ¿puede esperarse otra cosa de quienes han sido formateados políticamente en el odio y el resentimiento de esas magnitudes?; la ideología de género construye discursivamente una guerra entre hombres y mujeres primero, y una guerra entre heterosexuales y homosexuales después”, para desembocar al final de todo en la idea de que no existe siquiera el sexo como tal y, todavía más, no existe la identidad como tal;  esta ideología considera la existencia endémica de una relación íntima entre los dos sexos, iniciada y dominada por el varón sobre la mujer, con el objetivo de perpetuar una serie de roles y estereotipos creados con el fin de continuar con la situación de desigualdad entre varones y mujeres.

La cultura real, comprobable, dice otra cosa: la sociedad post moderna, basada en formas depuradas y perfectibles del liberalismo globalizado, se basa en el conocimiento, y favorece más a las mujeres que a los hombres; hoy las mujeres viven en promedio diez años más que los hombres, egresan de las universidades un 33% más que los hombres, controlan el 70% de los gastos de consumo a escala mundial y —según la revista Fortune— son propietarias del 65% de todos los bienes en los países más avanzados.

En consecuencia, la ideología de género tiende a la regresión y encasillamiento de la mujer, más que a la expansión de sus horizontes y sus posibilidades de desarrollo personal. Similar fenómeno afecta a los grupos LGBT y variaciones, cuyos integrantes, aparte de constituir minorías (con derechos, pero minorías al fin) son personas tan ciudadanas como los demás y cuya opción sexual no debiese ser restrictiva o expansiva de sus derechos y deberes civiles y políticos.

3.     CONCLUSIONES.

a.     Como indican los antecedentes, los movimientos en pro de los derechos de las mujeres y minorías sexuales, no son nuevos y más bien han sido larvarios en el tiempo, con épocas de auge o caída según las circunstancias. Sin embargo, en los últimos 40 años, gracias a la captura de los mismos por grupos neomarxistas que se sentían derrotados luego de caído el muro de Berlín y desarticulada la URSS, reflotaron gracias al pensamiento de A. Gramsci, crearon instancias como el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, a la vez que se apoderaron hábilmente de las aspiraciones de reconocimiento social de grupos feministas y LGBT, capturando sus banderas de lucha y superponiendo su propia ideología de género por sobre aspiraciones históricas de igualdad de derechos y reconocimiento social que, históricamente habían sido anhelo de aquellos grupos.

b.    Como consecuencia de lo expuesto, la Sociedad latinoamericana y en especial la chilena, han sufrido los ataques psicopóliticos del neomarxismo con especial rigor, teniendo presente que aún existían determinadas tradiciones, creencias y costumbres arraigadas en la cultura local, frente a lo cual se produciría un lógico enfrentamiento.

c.     Sin embargo, el movimiento inspirado en Gramsci, optó por un trabajo de infiltración cultural, para provocar una crisis de civilización, que en 40 años ha logrado capturar la mente de muchas personas, especialmente jóvenes de clase media y alta, desde donde se han proyectado nuevos liderazgos y nuevas formas de lucha tales como: reversión de hábitos y costumbres, perversión del lenguaje, transmutación semántica, desfiguración de imágenes icónicas, ruptura mental y física de símbolos patrios; en suma, una mezcla de irreverencia con anomia cultural a lo cual se agrega, en el tiempo reciente, una alianza táctica y operacional con grupos narcos organizados, dando vida a una organización multipolar que va desde los agitadores ideológicos hasta los “combatientes callejeros narco-subversivos”.

d.     El fenómeno mal denominado “estallido social” ha sido, en el hecho, “antisocial” dado que ha significado la destrucción física y mental de ciudades, lugares, monumentos, símbolos y similares, dentro de la mente y el imaginario de las personas, accionando sobre ellas con una mezcla de violencia verbal, gráfica y física, lo que ha provocado el inmovilismo del sistema de gobierno, la desestabilización de los equilibrios políticos existentes, el silencio de la Iglesia Católica (no así los protestantes quienes han rechazado el caos) y una crisis económica cuyas consecuencias recién se visibilizan.

e.     El fenómeno anticultural descrito, ha producido efectos graves en el orden público nacional pero también en el orden mental y el equilibrio psicológico de las personas, ansiedad en los menores y adultos mayores, así como incertidumbre en una economía sensible basada en servicios, cuya condición indispensable es orden público, estabilidad y vigencia del estado de derecho. Todo ello ha significado la caída de los índices de credibilidad, confiabilidad y estabilidad para invertir en Chile, hacer turismo o residir. Al mismo tiempo, la población ha sido presionada de manera ilegítima por cadenas desinformadoras de prensa, propagando enormes volúmenes de falsedades y medias verdades que, al final, sólo han ayudado a los narcosubversivos y han otorgado protagonismo a las minorías anti-sistémicas, en detrimento de la mayoría que trabaja, produce y mantiene el sistema socio-cultural-económico funcionando. Esa horda de parásitos, amparada y fomentada por elementos ideológicos, políticos, anarquistas y narcos, mantiene a la fecha a la gran masa de la población nacional bajo amenaza, máxime si el gobierno del estado no ha hecho lo suficiente para restaurar el orden y castigar a quienes destruyen y atemorizan sin contrapeso.

f.      Las FF. AA y de Orden y Seguridad, NO pueden estar ajenas a esta alarmante realidad. Sus filas se nutren cada año de jóvenes y señoritas que egresan de la enseñanza media o profesional y esas generaciones llevan en sí, en mayor o menor medida, trazas y rasgos anti-sistémicos que les han sido inculcados por un gremio docente mal pagado, de deficiente formación académica y moralmente deficitario, muchas veces conformado por personas frustradas, ideologizadas o bien resentidas, que no ayudan al progreso de las nuevas generaciones sino propenden a su rebeldía irracional.

He ahí un factor crítico para la contra-inteligencia, la cual deberá continuar actuando con especial sigilo y sagacidad, en la detección de personas inadecuadas para la vida castrense, infiltrados o candidatos a serlo y en especial, personas socialmente resentidas; todos ellos, ineptos para la profesión de las armas y menos para el Servicio Militar, por cuanto sus rasgos internos de capacidad perceptiva de la realidad es diametralmente opuesta con los valores, sentimientos y simbología moral y ética del medio castrense. Más aún, no sería de extrañar que en la actualidad ya existan dichos elementos inadaptados al interior de las filas, esperando el momento propicio para actuar como quinta-columna al interior de los cuarteles. En el peor de los casos, ingresan a las filas para recibir instrucción y a futuro se retiran para engrosar las filas de la narco-subversión y eventualmente, el terrorismo.

g.     La eventual instalación de nuevas reglas del juego ( constitución, leyes, reglamentos) orientadas por la ideología descrita, NO puede dejar ni dejará fuera a las FF. AA. y de Orden y Seguridad, a quienes, de seguro, se reestructurará únicamente en función de apoyar y controlar el proceso revolucionario deseado, cambiando de raíz sus tradiciones, ordenamiento, bases doctrinarias y esquema de pensamiento, para transformarlas en un instrumento revolucionario, tal como ha sucedido en países como Corea del Norte, Cuba o Venezuela, donde los dignatarios de esos regímenes, se apoyan fuertemente en FFAA militantes y leales al partido que controla el país.

Esta situación objetiva debe hacernos reflexionar y evaluar los riesgos y posibilidades que ello entraña, por cuanto se trata del rol esencial de los uniformados de Chile, materia que incumbe directamente a los altos mandos institucionales.

Columna de Opinión

LA VULGARIZACIÓN DEL DERECHO

LA VULGARIZACIÓN DEL DERECHO
Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.
¿En qué consiste el problema entre una sala de la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional? ¿Se trata del influjo de una personalidad con voluntad de poder —el ministro Sergio Muñoz— que busca, por todos los intersticios, hacer presentes sus puntos de vista? ¿De una nueva muestra —como sugirió la mesa del Senado— de las deficiencias del Tribunal Constitucional? ¿Quizá de la ausencia de reglas que diriman las competencias entre uno y otro órgano, como parece creer el ministro de Justicia?

 LA VULGARIZACIÓN DEL DERECHO

Carlos Peña
El Mercurio

¿En qué consiste el problema entre una sala de la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional? ¿Se trata del influjo de una personalidad con voluntad de poder —el ministro Sergio Muñoz— que busca, por todos los intersticios, hacer presentes sus puntos de vista? ¿De una nueva muestra —como sugirió la mesa del Senado— de las deficiencias del Tribunal Constitucional? ¿Quizá de la ausencia de reglas que diriman las competencias entre uno y otro órgano, como parece creer el ministro de Justicia?
Nada de eso.
El asunto es más profundo y de índole cultural. Puede llamársele la vulgarización del derecho. Un fenómeno que está amenazando a las instituciones y a los fundamentos del Estado de Derecho.
Un ejemplo histórico permite comprender el verdadero alcance del problema.
La vulgarización del derecho romano. Lo que se llama derecho hoy día, tuvo sus orígenes en Roma (el pueblo más político de todos observó alguna vez Hannah Arendt) cerca del siglo V a. C. Desde entonces y durante más de ocho siglos, se desarrolló un complejo proceso cultural que dio origen a reglas, formas, ritos y maneras de argumentar que conocemos hoy como derecho romano y algunos de cuyos conceptos todavía utilizamos.
Es difícil imaginarlo; pero muchos de los conceptos que hoy manejan los abogados se acuñaron por vez primera hace cosa de veinte siglos atrás y llegaron hasta nosotros a través de las universidades y la Iglesia.
Y ese derecho no era un conjunto de reglas sino una forma de tratar con ellas.
A su amparo, y en el momento clásico, no se podía argumentar de cualquier forma ni argüir en el debate legal cualquier motivo: había reglas y una larga tradición de importantes juristas que ayudaban a interpretarlas. Argumentar jurídicamente requería entonces un largo y amplio dominio de la literatura, las fuentes y sus conceptos.
No era solo un asunto de imaginación o fervor por la justicia. Por eso este derecho dio origen a un estrato profesional —los juristas— que eran personas expertas en el arte de la memoria, en la retórica y en las fuentes (como subrayó Wieacker).
Frente a un caso cualquiera —el daño que se causaba a otro, el incumplimiento de un contrato, etcétera— esos juristas no intentaban alcanzar la solución sacándola de su corazón o de sus convicciones, sino que hacían esfuerzos por resolverlo en base a las fuentes admitidas y empleando los conceptos y las técnicas adquiridas luego de un largo entrenamiento.
Visto a la distancia, ese derecho (una de las cumbres de la cultura por la sofisticación que presentaba) parece formalista, pero, como enseña Max Weber, ahí radica justamente su virtud: subordinar la subjetividad de las personas a las razones admitidas por las fuentes y los procedimientos. Allí donde hay reglas la línea invisible que dice qué es correcto y qué no es conocida, el futuro es más previsible y la gente arriesga esfuerzos.
Ese derecho floreció hasta entrado el siglo IV d. C. Entonces comenzó lo que Heinrich Brunner, un historiador del XIX, llamó la “vulgarización del derecho”.
Su característica central fue el abandono de los conceptos clásicos y la subordinación del razonamiento legal a lo que el intérprete imaginaba correcto o justo.
La ley entonces empezó a aplicarse emocionalmente, y a emplearse al servicio de objetivos de política pública o como instrumento de objetivos que el intérprete consideraba valiosos. No eran entonces el manejo de la técnica lo que permitía interpretar la ley o el derecho, sino los propósitos de justicia que animaban al intérprete. La vulgarización del derecho fue también la pérdida de las reglas y su reemplazo por la subjetividad y el fervor de quienes decían interpretarlas.
Se trató de un fenómeno parecido al que se está viviendo hoy día: el abandono de las reglas y la preferencia por los objetivos de justicia del intérprete.
La vulgarización del derecho hoy día. Hoy, por supuesto, el derecho romano, que llegó a su fin hacia el siglo V d. C., ya no existe; pero fue reemplazado por el derecho moderno (el otro nombre del rule of law) que nació en el caso de Chile junto con la codificación y de la mano de la obra de Andrés Bello y los juristas que le siguieron.
En un largo proceso que tomó buena parte del siglo XX se fue conformando en Chile una tradición jurídica de respeto por las reglas y los conceptos acuñados en la tradición dogmática, la convicción de que eran las razones admitidas por las reglas las que debían guiar la vida colectiva y el convencimiento que los jueces se debían a las reglas y no las reglas a las convicciones de los jueces. Es verdad que durante la dictadura esta convicción se abandonó; pero la causa fue el miedo, no la ignorancia.
Esta actitud de tratar las reglas desde la técnica jurídica (poniendo en paréntesis los ideales o convicciones del juzgador) es propia del derecho moderno y uno de los secretos de la modernización de las sociedades: juzgar sine ira et studio, con reflexión y sin entusiasmos. Allí donde esa cultura existe la vida social se hace más predecible, la sombra del futuro disminuye, aumenta la seguridad y disminuye la corrupción.
Por eso la literatura contrapone el derecho moderno a la llamada justicia del Cadí, el juez turco que decidía los casos según lo que su corazón y su buen sentido le dictaran. El tránsito desde la justicia del Cadí a la de un cuerpo de jueces profesionales fue la clave de las sociedades modernas.
Pues bien, lo que muestra el conflicto entre la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional es un alarmante síntoma de vulgarización del derecho, el abandono de las reglas que todos compartimos, y su sustitución por la subjetividad de quienes están llamados a interpretarlas.
Pareciera creerse que la tarea de los jueces es decidir cómo el juez del Cadí: leer las reglas echando mano a la imaginación y a los propios ideales de justicia, promoviendo así lo que se cree mejor y esforzándose el juez por acercar las reglas a lo que él cree es justo.
Pero la tarea de los jueces no es elegir las razones que guían la vida social, sino averiguar —echando mano a la compleja técnica legal que se llama dogmática— qué razones son las que las reglas, y no ellos, admiten.
La evolución de la Corte Suprema. En su diseño original, la Corte Suprema tenía tres tareas fundamentales: la de casación consistente en establecer la correcta interpretación del derecho; la de superintendencia de todos los tribunales de la república (incluido el control disciplinario de los jueces); y, desde 1925, la de tutelar la supremacía de las reglas constitucionales (mediante el recurso de inaplicabilidad).
¿Qué ha ocurrido con esas tres funciones?
Se ha descubierto, desde luego, que la superintendencia y el control disciplinario de los funcionarios puede desmedrar la independencia de los jueces, estableciendo una especie de control jerárquico en el ejercicio de la función jurisdiccional.
Ha habido esfuerzos entonces —en especial por las asociaciones de jueces— por controlar el empleo del recurso de queja y la queja, restringiendo a este respecto las facultades de la Corte.
La reforma constitucional del año 2005 entregó el control de la supremacía constitucional al Tribunal Constitucional. A contar de entonces, decidir qué reglas son contrarias a la Constitución, pudiendo incluso expulsarlas del ordenamiento jurídico, le pertenece al Tribunal Constitucional y no a la Corte Suprema. Y como los derechos fundamentales constan en reglas, es el Tribunal Constitucional el que establece finalmente también qué derechos tenemos.
Así la Corte Suprema quedó con una sola función clave, que es en cualquier caso muy importante (tan importante que en otras latitudes a la Corte Suprema se la llama simplemente Corte de Casación). Esta función la ejerce la Corte predominantemente en asuntos civiles, asuntos de derecho privado que son claves para el tráfico y el intercambio entre las personas. Retuvo también la acción de protección; pero como esta tiene por objeto proteger derechos fundamentales y estos, por su parte, no son entelequias al margen de las reglas constitucionales —sino que son estas las que los formulan— de ahí se sigue que en esa tarea de protección la Corte no puede transgredir lo que diga el Tribunal Constitucional.
La resistencia de la Corte. Lo que se ha visto estos días —lo que ha asomado en el conflicto no entre la Corte y el Tribunal Constitucional, sino entre la Tercera Sala y el Tribunal Constitucional— es una resistencia de algunos jueces a asumir la esfera de competencia que les entregó la reforma del año 2005.
Y lo han hecho favoreciendo conductas que no es difícil describir.
Desde luego, ha existido en la Corte la pretensión de que el recurso de protección le permite controlar ampliamente las políticas públicas. Es lo que ha ocurrido con las políticas de salud.
La Corte ha pretendido que los derechos no admiten ponderación bajo condiciones de escasez y que esta última, y la priorización de los recursos que reclama, no es una razón para oponerse a financiar con rentas generales tratamientos médicos. Es fácil comprender que esta tendencia, si se la admite, acaba cancelando cualquier posibilidad de política pública fundada en consideraciones de bienestar general. Se trata de la tendencia —propia de la vulgarización del derecho— consistente en aguzar la imaginación y alentar el fervor por la justicia material a la hora de decir qué dicen las reglas.
Igualmente, la Corte ha exorbitado la facultad que le asiste de emitir opinión cuando algún proyecto de ley modifica su ley orgánica.
Ha aprovechado la ocasión —también bajo la dirección intelectual del ministro Muñoz— de emitir opiniones generales que son propias del debate democrático y político y para las cuales los jueces no pueden esgrimir la autoridad del rol que desempeñan. Es un nuevo síntoma de la vulgarización. La creencia de que el derecho es meramente instrumental.
El reciente fallo de la Corte declarando la posibilidad de controlar la interpretación del Tribunal Constitucional, no es más que otra forma de resistir la transformación que la Corte ha experimentado en el derecho vigente en Chile. En vez de acentuar sus funciones de Casación que exigen una sofisticada técnica dogmática, la Corte arriesga el peligro de dejarse llevar por la vía fácil de la vulgarización haciendo distinciones y argumentos que la literatura no admite.
Si esta tendencia se acentúa, acabará dañando a las instituciones y haciendo del derecho una tarea prescindente de la técnica y entregada al entusiasmo y la imaginación.
Ese es un grave peligro frente al que deben reaccionar las escuelas de Derecho, los jueces y el Colegio de Abogados, porque la vulgarización es la enemiga del Estado de Derecho, que no es otra cosa, como recuerda Weber, que la formalización de las instituciones entregada al cuidado de una clase profesional de juristas.

Carlos Peña
El Mercurio
Columna de Opinión

Adolfo Paúl Latorre: cambio de nombre de la plaza Baquedano por el de “Plaza de la Dignidad”

Adolfo Paúl Latorre: cambio de nombre de la plaza Baquedano por el de “Plaza de la Dignidad”
Las opiniones en esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.
Historia En relación con la proposición de cambio de nombre de la plaza Baquedano por el de “Plaza de la Dignidad”, cabría comentar que un pueblo que olvida su historia, que destruye sus símbolos y que desprecia sus tradiciones es como un cuerpo sin alma.

Historia

En relación con la proposición de cambio de nombre de la plaza Baquedano por el de “Plaza de la Dignidad”, cabría comentar que un pueblo que olvida su historia, que destruye sus símbolos y que desprecia sus tradiciones es como un cuerpo sin alma.

Adolfo Paúl Latorre

Columna de Opinión

Ausencia Municipal el 18 de Septiembre

Ausencia Municipal el 18 de Septiembre
Ni el alcalde de Valparaíso como tampoco nueve concejales asistieron a la parada militar. Una actitud que tiene varias interpretaciones.
Editorial
Ausencia Municipal
el 18 de Septiembre
Ni el alcalde de Valparaíso como tampoco nueve concejales asistieron a la parada militar. Una actitud que tiene varias interpretaciones.
 
Variados enfoques se pueden dar a la notoria ausencia municipal a la Parada Militar del 18 de septiembre realizada en la avenida Pedro Montt, frente al Congreso Nacional. Nueve de los diez consejeros municipales porteños no se hicieron presentes.
La inasistencia más notoria fue la del alcalde de la ciudad, Jorge Sharp. Justificando la ausencia el concejal comunista Iván Vuskovic expresó que “él es un hombre bien de izquierda y estar “haciéndole caritas” a los militares le complica”.
El mismo Vuskovic dijo que ante la invitación oficial, muy caballero, había anunciado su inasistencia con suficiente anticipación, decisión sustentada en una cuestión de principios, pues tanto él como su padre, el exalcalde Sergio Vuskovic, fueron detenidos y torturados después del golpe militar”. Aclaró así que prefirió no asistir.
Daniel Morales, concejal representante del Pacto Urbano La Matriz afirmó que “no veo ningún problema en concurrir a este tipo de actos que son propios de nuestra condición de chilenos, porteños, y en este caso, de autoridades … el gran ausente fue el alcalde de Valparaíso”.
El director de Comunicaciones, Pablo Gómez, justificó la ausencia de su jefe por “un problema de agenda”. Sabido es que las invitaciones a este tipo de actos oficiales se cursan con mucha anticipación y situar la parada militar en agenda era perfectamente posible, tanto para el jefe comunal como para aquellos concejales que no concurrieron, actitud que para algunos puede significar innecesario desaire.
Dejando de lado izquierdismos o agendas, hay que mirar la presentación de las Fuerzas Armadas y de Orden como un acto republicano destinado a conmemorar aquel 18 de Septiembre de 1810 en que están las raíces de la república. Ese mismo sentido tiene el Te Deum. Con esos actos, uno castrense y otro religioso, se recuerda un paso precursor de nuestra nacionalidad y se reafirma la vigencia de la institucionalidad donde tras el ceremonial resalta un llamado a la unidad.
Y ese y no otro es el sentido de las celebraciones oficiales, de las manifestaciones civiles o militares de estos días que no implican adhesiones partidistas ni tampoco la aceptación tácita de los penosos hechos del pasado.
La presencia de las autoridades elegidas por el voto popular, lejos de posiciones contingentes y legítimas, significa sumarse al sentido profundo de esa liturgia ciudadana donde hay un recuerdo al nacimiento de la Patria y junto a ello reconocimiento a las instituciones que a lo largo del tiempo han contribuido a su consolidación.
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Editorial. Publicada el 21 de septiembre de 2019, diario El Mercurio de Valparaíso.