Nos llena de dolor en estos días la triste partida de una mujer ejemplar, abnegada y leal, que abandona este mundo como consecuencia de una terrible catástrofe que la sorprendiera en tierras lejanas, donde había concurrido a apoyar su esposo. María Teresa Dowling Montalva (Q.E.P.D.), querida amiga de muchos que tuvimos la dicha de conocerla, hija de un distinguido y recordado General, hermana de destacados Oficiales y esposa de un brillante integrante del Alto Mando, se encontraba profundamente ligada a nuestro Ejército, representándose en ella lo más puro de nuestra Familia Militar.
Nos llena de dolor en estos días la triste partida de una mujer ejemplar, abnegada y leal, que abandona este mundo como consecuencia de una terrible catástrofe que la sorprendiera en tierras lejanas, donde había concurrido a apoyar su esposo. María Teresa Dowling Montalva (Q.E.P.D.), querida amiga de muchos que tuvimos la dicha de conocerla, hija de un distinguido y recordado General, hermana de destacados Oficiales y esposa de un brillante integrante del Alto Mando, se encontraba profundamente ligada a nuestro Ejército, representándose en ella lo más puro de nuestra Familia Militar.
Su condición de mujer, hija, esposa, madre y abuela, se plasmó en forma plena a través del amor a su querido Ricardo, al que diera tres maravillosos hijos y a quien no quiso dejar solo mientras cumplía con su deber militar, representando a la Patria en una misión de paz. La crueldad incomprensible con que a veces nos sorprende el destino hizo que la noble intención de estar junto a su amado se tornara en una fatal despedida.
Mientras en espíritu y oración compartíamos la angustiante espera, con la esperanza de encontrarla aún con vida, ella – ya partida de este mundo – iluminaba el espíritu de su marido, ayudándole a mantener en alto la moral y a mostrar un temple que da cuenta de su férrea vocación militar y de su entereza. Así, con la fortaleza de su amor, su esposo – el General de Brigada Ricardo Toro Tasara – se sobreponía al dolor desgarrador para asumir la conducción de los medios de Naciones Unidas y organizar el caos que siguió a la devastadora acción de la naturaleza. Sus actos terrenales, alentados desde el cielo por su amada, contribuyeron sin duda a salvar innumerables vidas y a devolver la esperanza a miles de seres desamparados y desorientados que nunca sabrán cuanto deben al enorme sacrificio personal de esta familia chilena.
Esta trágica situación, nos entrega un ejemplo tan valioso que no puede quedar circunscrito a un momento de emoción que se diluya en el tiempo. La lealtad de María Teresa y el estoicismo de Ricardo, han quedado inscritos en las páginas relevantes de la historia de la familia militar chilena, haciéndolos dignos de trascender más allá de nuestras propias vidas para brindar testimonio y enseñanza a las generaciones venideras, a las que mostrará el verdadero significado del Cumplimiento del Deber al servicio de la Patria, junto a un modelo de amor y lealtad de una mujer excepcional que – al igual que tantas veces – quiso estar junto a su marido para apoyarlo en la difícil tarea encomendada por su Ejército. Su sacrificio inesperado nos confirma el paradigma irrefutable que señala que un gran hombre tendrá siempre a su lado a una gran mujer.
El viaje de María Teresa hacia la historia no será olvidado por sus seres más cercanos ni por su familia militar que hoy la llora. Se suma a ellos un pueblo entero que ha seguido su búsqueda y ha sufrido el impacto del fatal desenlace. Se encontrarán sin duda entre los más afectados aquellos soldados, marinos, aviadores y carabineros que tuvieron la dicha de compartir con el matrimonio Toro Dowling las fiestas de fin de año en Haití, donde ella les brindó su grata presencia y simpatía para hacerles más llevadera la estadía, lejos de los suyos.
Su sacrificio inesperado, hizo que una nación completa vivieran una semana de esperanza, aunando el sentimiento de miles de corazones con el de su marido y haciendo resaltar orgullosos ante el mundo el impecable sentido del Honor y del Cumplimiento del Deber que adorna a nuestras Fuerzas Armadas y de Orden.
María Teresa se aleja dejando a sus hijos y nietos el orgullo de haber tenido una madre y abuela ejemplar, dejándolos en custodia de un padre digno y grande en la desgracia, pero también bajo la atenta y cariñosa presencia de una familia militar que sabrá brindarles el calor que necesitan.
A su distinguida madre, junto a su inmenso amor filial, María Teresa le deja la paz de saber que compartió hasta el final los momentos de peligro junto a su esposo, tal y como ella lo hiciera en aquella difícil etapa de la historia que debió enfrentar junto a su distinguido esposo, ya partido de este mundo.
A sus amados hermanos, les deja el recuerdo de su inolvidable “Pollita” para que encuentren la fuerza necesaria para apoyar a su mamá, a Ricardo, a sus hijos y nietos, por quienes velará desde el más allá, junto a su amado Padre.
Finalmente, en Ricardo, junto al inmenso amor que compartieron, María Teresa deja el legado de amistad, reconocimiento y gratitud de miles se seres humanos que volvieron a la vida gracias a su noble entrega a la Misión recibida, pese el alma desgarrada por la ausencia.
Junto a ellos, queda esta gran Familia Militar que cierra filas ante su partida y a la cual deja una enseñanza de lealtad y solidaridad que debe impulsarnos a revivir con fuerza la unión y el apoyo mutuo que nos caracteriza, sin claudicar en la ayuda a los nuestros en desgracia, en especial para aquellos que esperan alcanzar la merecida paz por la cual lucharon, asegurando también el cumplimiento de la Misión recibida.
Ante el profundo dolor que embarga la privacidad de sus seres queridos, pedimos a Dios que brinde a la familia Toro Dowling la más pronta resignación, alimentando su alma dolida con el cariño inmenso de un país entero y en especial de quienes somos sus amigos y cerramos filas en su Familia Militar.
Puerto Montt, Enero de 2010.
Patricio Quilhot Palma
Teniente Coronel ( R )