News, Seguridad y defensa

Vicealmirante (R) de la Armada asume como nuevo director de la Anepe

Vicealmirante (R) de la Armada asume como nuevo director de la Anepe

Ronald Mc Intyre Astorga llega a la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, luego de que la institución estuviera 15 meses sin un encargado de dirigir la institución.

En abril del 2022 renunció a su cargo de director de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (Anepe), el general (R) Jorge Robles. El exoficial de la Fuerza Aérea (FAch) dejó sus labores acusando supuestos favores políticos en el organismos clave para el estudio de la Defensa.

A partir de ahí, la Anepe no contó con director. Fue un periplo largo, donde, incluso, se declaró desierto el primer intentó por llenar su vacante. Sin embargo, durante las últimas horas se confirmó a su nuevo jefe.

Se trata del vicealmirante (R) de la Armada, Ronald Mc Intyre Astorga, quien estará a cargo de la denominada “alma mater” de la Defensa y la Seguridad Nacional, donde tendrá como misión desarrollar actividades de docencia, investigación y vinculación con el medio.

Así lo confirmaron fuentes de la Academia, quienes explicaron que si bien aún no firma, será oficializado el viernes en una ceremonia que contará con altas autoridades de las Fuerzas Armadas (FF.AA.).

Ver información completa en:

https://www.msn.com/es-cl/noticias/other/vicealmirante-r-de-la-armada-asume-como-nuevo-director-de-la-anepe/ar-AA1el7uf?ocid=socialshare&pc=ENTPSP&cvid=46a475119c974f71a00277309b37c748&ei=17

Un aporte de nuestro socio y ex director Brigadier Raúl Godoy Casas-Cordero

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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AL SUR DE CHILE

AL SUR DE CHILE

Leonidas Montes

El Mercurio, Columnistas, 20/07/2023

“Vemos las noticias del sur como si estuviéramos anestesiados contra la dignidad y la empatía, como si la suerte de esos chilenos no nos importara”.

En la zona sur de Chile se ha hecho común un fenómeno que es difícil de explicar. Si las noticias cubren una variedad de hechos delictuales —portonazos, asaltos, estafas y una seri

e de delitos que no dejan de sorprendernos—, lo que sucede en el sur parece ser distinto.

Hay una distancia geográfica que se ha ido convirtiendo en lejanía emocional.

Hace casi diez años nos conmovió el caso Luchsinger-Mackay, la pareja de agricultores que fue calcinada en su propio hogar. Desde entonces, la costumbre ha ido desplazando a la conmoción. Y la indiferencia, ahuyentando a la realidad.

Hemos visto tantos crímenes, camiones y maquinaria incendiada junto a agricultores amenazados, que ya nada parece sorprendernos. Quizá la visita de la ministra Izkia Siches fue la última sorpresa.

Durante el estallido social se usaron dos palabras que no debemos olvidar. Me refiero a la dignidad y la empatía.

La palabra dignidad se proyectaba en los cielos y en el edificio de Plaza Baquedano. Y se rasgaban vestiduras en nombre de la empatía. Ambas palabras conectan e inspiran.

Pero su profundo sentido se diluyó. Quizá se abusó mucho de ellas. O simplemente las ensuciamos y espantamos con tanta violencia. El hecho es que prácticamente han desaparecido del debate público.

La dignidad dice relación con lo propio. Desde John Locke, “la vida, la libertad y la propiedad” son los principios sobre los que se funda la sociedad.

En seguida David Hume y Adam Smith desarrollan el concepto de sympathy, la empatía que nos permite ponernos en los zapatos del otro.

Una lágrima nos contagia tristeza. Pero esto no es suficiente. También necesitamos evaluar las circunstancias que originan esas lágrimas.

Si el lector llora porque se le cayó el lápiz, no se produce empatía. En cambio, si la causa del llanto es un incendio en el que mueren abuelos calcinados, empatizamos.

Dignidad y empatía caminan de la mano. Son conceptos que no se pueden separar. Solo empatizamos con el otro reconociendo su dignidad. Y la dignidad se enaltece cuando hay empatía. Además, si hay dignidad y se activa la empatía, se promueve la cooperación.

Ante la distancia física y emocional que nos separa del sur de Chile, pareciera que esas hermosas palabras ya ni siquiera llegan. Vemos las noticias del sur como si estuviéramos anestesiados contra la dignidad y la empatía, como si la suerte de esos chilenos no nos importara

El Estado sigue en deuda con el sur. Es una deuda que ya se ha hecho costumbre.

En ciertos casos hay ausencia del Estado frente a “la vida, la libertad y la propiedad”. Esto lleva a emprendedores, propietarios y empresas a buscar sus propias soluciones.

Aunque el primer deber del Estado es la seguridad, la seguridad ha sido reforzada por la necesidad. Por ejemplo, las grandes forestales tienen sofisticadas salas de control que siguen a sus camionetas y camiones. Los vehículos llevan cámaras y los choferes pueden comunicarse.

Pero un ciudadano común solo lleva su celular.

Y frente a los incendios, la situación es dramática. Los últimos años han sido devastadores para nuestros bosques. Este año se quemaron cerca de 450.000 hectáreas, un área que equivale a más de diez veces el tamaño de Valparaíso.

Un 60% de los incendios consumieron plantaciones de pinos y eucaliptus, y el otro 40%, bosques nativos, vegetación y cultivos. Lo peor es que la gran mayoría de esos incendios fueron intencionales.

La industria forestal tiene experiencia con los incendios. También sabe de reforestación, restauración y manejo de bosques. No obstante, ¿existe esa necesaria cooperación público-privada? Tal vez seguimos encerrados en una lógica de competencia. O inmersos en sesudas disquisiciones sobre la subsidiariedad.

El sur de Chile necesita recuperar esa dignidad y empatía que impulsa la cooperación. Hasta ahora la dura realidad no lo ha logrado.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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“NO SE OBTUVO LA AUTORIZACIÓN REQUERIDA”: EL PORTAZO DEL EJÉRCITO AL CONSEJO DE MONUMENTOS PARA VISITAR EL REGIMIENTO DECLARADO SITIO DE MEMORIA

“NO SE OBTUVO LA AUTORIZACIÓN REQUERIDA”: EL PORTAZO DEL EJÉRCITO AL CONSEJO DE MONUMENTOS PARA VISITAR EL REGIMIENTO DECLARADO SITIO DE MEMORIA

Víctor Rivera

La Tercera, 18/07/2023

La instancia que funciona bajo el alero del Ministerio de las Culturas, declaró como recinto de memoria a siete lugares que operaron como centros de tortura durante la dictadura, entre ellos una unidad militar en Copiapó. La decisión no cayó del todo bien en la institución castrense y, según revela el acta del Consejo, nunca fue algo grato.

Hasta el momento ha sido una de las medidas que más han pesado en el Ejército, en el marco de los 50 años del golpe militar: la decisión del Consejo de Monumentos Nacionales de declarar como sitio de memoria al regimiento N°23 de Copiapó.

El acuerdo se tomó el 17 de mayo y fue anunciado por el propio ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Jaime de Aguirre. “Estas declaratorias demuestran el compromiso del Gobierno y el Estado chileno con la memoria histórica, y representan un acto de reparación y justicia con las personas que pasaron por esos recintos, y en general, con las víctimas de la dictadura”, luego de la sesión extraordinaria celebrada en el Salón Montt-Varas del Palacio de la Moneda.

En seguida, en el Ejército hubo coletazos internos. En las filas uniformadas no cayó bien la medida, pues ese regimiento es una unidad de total importancia para la institución por el rol operativo que representa y que declararlo como “sitio de memoria” -según reconocen al interior de las filas uniformadas- afecta su seguridad.

El argumento que entregan en privado es que el regimiento quedaría expuesto a visitas y pondría en riesgo sus operaciones, como también la total disposición del recinto para realizar sus ejercicios y entrenamientos con explosivos y armas.

Sin embargo, en el gobierno le han bajado el perfil al tema. La ministra de Defensa, Maya Fernández, expuso el 31 de mayo ante la comisión de Defensa del Senado sobre la situación y, aunque reconoció que el comandante en jefe del Ejército, Javier Iturriaga, le transmitió sus aprensiones, sostuvo que su postura era “importante, pero no vinculante. Los consejeros aún con una opinión contraria pueden tomar una decisión distinta”.

En el Ejército nunca han estado cómodos con esta iniciativa, la cual se arrastra desde 2020, cuando la Agrupación de Familiares de Amigos de Ejecutados Políticos y Detenidos Desaparecidos de la Región de Atacama presentó la solicitud al Consejo de Monumentos Nacionales.

El acta: “El bien es una expresión de la historia reciente del país, de la represión como política de Estado”. Sin embargo, es este año, en medio de la conmemoración de los 50 años del golpe militar, que la declaración de sitio de memoria comenzó a agilizarse con más fuerza y para eso se decretaron una serie de diligencias, donde el Ejército dejó en clara su rechazo a la iniciativa.

Así da cuenta el acta del Consejo en que se aprobó la solicitud, junto a otros seis recintos utilizados durante la dictadura como centros de tortura.

Según el documento, “el Regimiento de Infantería Motorizada N° 23 de Copiapó fue uno de los 20 recintos que se habilitó en la Región como lugar de detención y torturas, funcionando desde 1973 a 1975.

Desde los primeros días posteriores al Golpe de Estado los detenidos eran llevados al Regimiento para ser sometidos a interrogatorios, incluyendo el traslado desde otros recintos, como la Cárcel de Copiapó.

En el segundo piso del edificio del Regimiento funcionaba la Fiscalía Militar y una sala destinada a interrogatorios y torturas y la enfermería”.

Y, justamente, es en este segundo piso donde se quiere hacer la declaración de sitio de memoria, pero al cual nunca pudieron acceder los representantes del Consejo.

“En la planimetría original se reconocen dos volúmenes. Uno de ellos, por su forma, se distingue como el edificio ‘L’, en el cual funcionaba la Fiscalía Militar, la enfermería y una sala exclusiva para interrogatorios y torturas. Se realizó la solicitud de autorización al Ejército de Chile para acceder al bien y registrar su estado, sin embargo, no se obtuvo la autorización requerida”, dice el texto.

Según quedó consignado en el escrito, sólo se pudo hacer una fijación fotográfico desde afuera, lo cual en el Ejército -comentan en privado- se debe a que se trata de un regimiento que no cuenta con acceso al público general por motivos de seguridad. Según la institución, allí se realizan ejercicios militares y propios de su función.

El acta en que, finalmente, se tomó la decisión que molestó al Ejército se detalla que “el bien es una expresión de la historia reciente del país, de la represión como política de Estado y de la memoria de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Su preservación en el tiempo es una contribución a la educación y promoción de los derechos humanos del conjunto de la sociedad, como una expresión de la obligación estatal de garantizar la verdad de los hechos, reparar simbólicamente a la víctimas, sus familiares, a la sociedad en su conjunto y generar garantías efectivas de no repetición en el ámbito de la cultura y el patrimonio”.

Por ahora, en la entidad castrense no han tenido más noticias de la declaración del regimiento como sitio de memoria.

Los 50 años para el Ejército sigue siendo una agenda que incomoda y que, esperan, pase pronto.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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LA GLOBALIZACIÓN FRACTURADA: DESEQUILIBRIOS Y TENSIONES EN LA ALDEA GLOBAL (ANEPE N°1 2023)

Es probable que el pasado año 2022 sea considerado por la literatura especializada como un hito para las relaciones internacionales, considerando que las tendencias de cambio en el orden mundial que lentamente venían siendo observadas encontraron su cauce a propósito de tres acontecimientos: en primer lugar el despliegue de la política exterior del presidente de los Estados Unidos Joe Biden, quien tomó la iniciativa de sacar a su país del decli- ve que venía sufriendo y así devolverle la delantera en los asuntos mundiales. En segundo lugar, la guerra de Ucrania, que despertó en Europa la conciencia de su dimensión estratégica que se encontraba adormecida a causa de una mirada tanto ingenua como interesada de las ventajas de la globalización, especialmente en su relación con Rusia. En tercer lugar, la Pandemia del Covid-19 y sus variantes, que alteró las cadenas de suministro y deterioró el papel de China en la economía mundial provocando la búsque- da de circuitos logísticos más cortos y políticamente más confiables.

Cada uno de estos tres sucesos respondió al desarrollo de variables que en alguna medida podían predecirse pero que preferían ignorarse y que al conjugarse han dado por resultado un giro tanto en cuestiones económico-finan- cieras como geoestratégicas, las que redundarán en cam- bios fundamentales respecto del proceso de globalización tal y como lo conociéramos hasta ahora y, en consecuencia, también de aquella forma de sociedad que suele llamarse la “aldea global”, pero que actualmente parece ser más una aldea virtual considerando las discrepancias en- tre las diferentes realidades concretas de cada una de sus partes integrantes, versus otra realidad que se encuentra aún en formación pero que poco a poco lo irá englobando todo condicionando así su devenir futuro.

Ver:

https://www.publicacionesanepe.cl/index.php/mirador/article/view/1031/694

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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RÉPLICA A UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE II

RÉPLICA A UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE II.

Ignacio Mardones Costa Jefe de Desarrollo y Estrategia de AthenaLab

El Mostrador, Opinión, 12/07/2023

Cada país tiene necesidades específicas en cuanto a defensa. Una mirada rápida al mapa nos alertará que la seguridad marítima de Chile no es comparable con la de países más mediterráneos que el nuestro. Es de decir, la geografía importa; los estados que no comprenden su entorno estratégico están condenados a competir en desventaja. Es por esto que, un simple cómputo de potenciales, como propone Eduardo Santos, en sólo un ingrediente de la profundidad del análisis que se debe realizar al momento de decidir la renovación de la fuerza marítima.

Me he tomado unos días para responder la nueva columna de Eduardo Santos publicada en este medio y titulada “Una fuerza naval consistente II”.

En primer lugar, quiero agradecerle por invitarnos a debatir un tema que me parece relevante: el desarrollo integral de una Armada que, por la magnitud de sus recursos e importancia en la seguridad de un país marítimo que depende de su comercio exterior y de la zona económica exclusiva, debiese ser un tema que le preocupe a todos los chilenos.

La seguridad del país, en todas sus dimensiones, y en particular la protección de los intereses nacionales donde sea que estén ubicados, es un deber primario del Estado.

Sin seguridad, no hay libertad, como tampoco estabilidad ni prosperidad.

Es por esto por lo que los proyectos de defensa son tratados tanto en Chile como en el extranjero como planes de Estado, donde no solo se involucra a la institución, en este caso la Armada, sino que son evaluados minuciosamente en el ministerio respectivo, debatido en el Congreso y finalmente aprobado por presidencia.

Este proceso es iterativo, y tarda años, justamente porque busca obtener un producto que, a un precio razonable, sea capaz de brindar la seguridad necesaria al país.

Cada país tiene necesidades específicas en cuanto a defensa. Una mirada rápida al mapa nos alertará que la seguridad marítima de Chile no es comparable con la de países más mediterráneos que el nuestro.

Es de decir, la geografía importa; los estados que no comprenden su entorno estratégico están condenados a competir en desventaja.

Es por esto que, un simple cómputo de potenciales, como propone Santos, en sólo un ingrediente de la profundidad del análisis que se debe realizar al momento de decidir la renovación de la fuerza marítima.

Sólo como ejemplo: él argumenta necesario reducir el tonelaje de las fragatas propuesto por la Universidad Católica. Esto tiene dos aristas, una financiera y otra operacional.

Respecto a la primera, el precio de un buque, más que por su desplazamiento, está dado por el tipo de equipamiento que recibe. No es lo mismo una fragata con sistemas sofisticados de radares para detectar aviones o misiles, a otra que tenga solo radares de primera generación.

Para entenderlo de otra forma, al igual que en la industria automotriz, cada modelo tiene un “desde” y un “hasta”.

En segundo lugar, cualquier marino, independiente de su nacionalidad, le dirá que no es lo mismo navegar en el trópico, que en los mares del sur. (¡Lo famoso del Cabo de Hornos, no va precisamente por lo lindo de sus paisajes, sino por la violencia de sus aguas!).

Para operar un buque en forma efectiva en el sur de nuestro país, el tonelaje importa.

En segundo lugar, el cálculo que Santos propone, aunque interesante, no aparece en ninguno de los estudios especializados en defensa, y se basa en múltiples supuestos.

Por ejemplo, el primero y más importante, es que algún país debe estar dispuesto a vender buques de segunda mano, con alguna capacidad remanente.

Si bien eso fue posible hace quince años, hoy ya no, básicamente porque el entorno de seguridad ha cambiado tanto, que aquellos países a los que tradicionalmente le comprábamos buques, como el Reino Unido y Holanda, hoy están dando de baja sus buques al término de su vida útil.

Concordaremos que en algo tan importante como en la defensa, no es posible depender de que tengamos la suerte de encontrar algo en el mercado.

Es ahí justamente cuando el informe de la Universidad Católica ilumina en cuanto a las posibilidades más costo/efectivas para país.

Respecto a los escenarios estratégicos a los que alude Santos, sería interesante que los mencione, porque desde hace más de una década, la gran mayoría de los think tanks especializados en defensa vienen advirtiendo el deterioro del entorno estratégico mundial y regional.

Los países cada vez se están armando más, otra razón más por la que nadie vende sus buques usados. El Cono Sur tampoco ha estado exento de problemas.

Recordemos, por ejemplo, lo contenido en la Directiva de Política de Defensa Nacional de Argentina, publicada el 2021, donde menciona el control compartido del Estrecho de Magallanes y lo que ellos denominan el “Mar de Hoces”, que provocó una reacción de nuestra Cancillería, aun sin respuesta.

Finalmente, creo que la Armada hace bien en definir cuáles son sus requerimientos para mantener las capacidades de la fuerza actualizadas. Y también lo hace involucrando a entes externos, como universidades de prestigio.

La opinión de esta institución no solo es relevante, sino que necesaria; los escenarios que identifica, su experiencia con las operaciones que realiza, la comprensión del entorno en que opera, a mi juicio, no generan una “lista de supermercado” como nos señala Santos, sino que una opinión profesional y fundada, la que debe ser sopesada por los tomadores de decisiones.

El debate en torno a la necesidad de renovar la flota es vital y debe ser abordado en forma institucional.

La seguridad del país no puede basarse en cálculos escritos sobre servilletas.

Un aporte del Director de la revista Unofar, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE II

UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE II.

Eduardo Santos Muñoz, Ingeniero Civil

El Mostrador, Opinión, 02/07/2023

Este artículo es una segunda parte, propositiva, de una anterior columna de opinión publicada en este mismo medio el pasado 07 de junio de 2023 y tiene por objeto advertir a los chilenos de los efectos de una política pública de gran interés, pero poco transparente, amparada en supuestos “secretos militares”.

Para conocer de primera fuente los alcances y objetivos pretendidos por nuestra Armada para sus propuestas de renovación de su fuerza naval hemos tenido que recurrir, otra vez, a la Revista Proceedings del Instituto Naval de Estados Unidos, que en su reciente edición de mayo de 2023 incorpora una columna de opinión del actual comandante en Jefe de la Armada de Chile, almirante Juan Andrés de la Maza, quién señala: “Habiendo analizado los desafíos que enfrentamos hoy, que incluyen un creciente número de tareas con presupuestos apretados, podemos concluir que si somos capaces de realizar la misión que nosotros establecimos para nuestra Armada a través de la integración Armada-Guardia Costera (Directemar), suplementada por la cooperación internacional, seremos capaces de afrontar todas las amenazas a la seguridad marítima internacional, ambas antiguas y nuevas…”.

En este marco, recordamos también su entrevista al diario El Mercurio del 21 de mayo de 2023, que nos precisaba la forma en que se cumpliría el desafío anterior: “…quiero dejar andando un plan de desarrollo de los submarinos, que son los más caros de la Armada. La idea es dejarle encaminado a mi sucesor esa renovación y por qué no, quizás también otro (plan) de construcción de unidades de combate. (fragatas)”.

Con el fin de evaluar fundadamente estas propuestas de la Armada y poder confrontarlas con una fuerza naval consistente con nuestros escenarios financieros y estratégicos, hemos recurrido a la metodología genérica de cómputos de potenciales, considerando que ella es una herramienta aproximada que nos permite obtener ordenes de magnitud comparables de las capacidades que se proponen, obtenidas a través de indicadores simples, tales como los desplazamientos de los buques.

Los resultados de esta evaluación se muestran en la tabla adjunta (tabla de capacidades), que considera los siguientes criterios y definiciones:

(1) Desplazamiento nominal (light displacement): Incluye el peso del buque, excluyendo carga, combustible, agua, lastre, bodegas, pasajeros y tripulación, según valores obtenidos de fuentes abiertas.

(2) Desplazamiento equivalente: Para poder comparar las capacidades de los nuevos buques propuestos con las unidades existentes, se ha supuesto que éstas últimas son proporcionales a un desplazamiento equivalente, obtenido de su antigüedad promedio (30 años), modernizaciones, vida útil remanente (15 años) y valor residual (33%); que se traducen en un coeficiente dado por:

(15/45)x67% (vida útil) + 33% (valor residual) = 0,55

(3) Factor de furtividad: Para efectos de comparación con las unidades de superficie, se ha considerado que la furtividad de los submarinos equivale a amplificar su desplazamiento por un factor de equivalencia de 4.

(4) Gasto total actual: Las estimaciones del valor actual de los nuevos buques no consideran los intereses del financiamiento necesario ni los índices de crecimiento del precio de los sistemas de armas, tales como los propuestos en la “ley XVI de Augustine”, efectos que podrían llegar a duplicar el gasto total a valor presente.

A partir de los resultados mostrados en la tabla de capacidades adjunta, podemos concluir que el desarrollo total de las propuestas de la Armada podría significar aproximadamente aumentar en 2,8 veces las capacidades de nuestra fuerza naval actual, que es similar a aquella que en el pasado reciente nos permitió mantener la paz; requiriendo un gasto estimado de MMUS$7.500.- (valor actual) en 20 años, que resulta infinanciable e innecesario para los escenarios más probables del siglo XXI.

Considerando las restrictivas proyecciones económicas para los recursos financieros futuros realmente disponibles, nuestra propuesta alternativa para una fuerza naval consistente considera solo continuar con la fabricación del rompehielos y de los dos buques multipropósito ya contratados, construir dos buques patrulleros de alta mar (OPV) adicionales, reemplazar las actuales barcazas LST por dos unidades similares a las actuales, mantener los actuales submarinos Scorpene, no reemplazar los submarinos SSK 209-1400, debido a su muy alto costo y su incierto aporte efectivo para los escenarios futuros más probables y construir solo cinco fragatas en Asmar, de un desplazamiento menor al propuesto en el estudio encargado por la Armada a la Universidad Católica.

Es de mi mayor interés que la Armada no vuelva a repetir los lamentables errores de apreciación política, estratégica y financiera que hace dos décadas llevaron a la cancelación del Proyecto Tridente, que también pretendía construir ocho fragatas en Asmar.

En este contexto, exhortamos a nuestra Armada a transparentar (20 años atrás recibimos un CD con el proyecto Tridente completo), precisar y justificar los antecedentes que han considerado para fundamentar sus propuestas, con el fin de poder avanzar en la pertinencia de otras alternativas, tales como la fuerza naval consistente presentada, que con un costo estimado de MMUS$3.000.- (valor actual), en 20 años sería posible de financiar con alrededor de un tercio del piso anual (MMUS$500.-) establecido para el Fondo de Capacidades Estratégicas de la Defensa y que permitiría cumplir los objetivos de industrialización de Asmar y desarrollar una renovación efectiva de la fuerza naval para mantener capacidades consistentes, equilibradas, suficientes y necesarias.

Espero que pronto podamos debatir también sobre una política de desarrollo integral para la Armada y no solo de su lista de supermercado.

Un aporte del Director de la revista Unofar, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE

 

UNA FUERZA NAVAL CONSISTENTE.

Eduardo Santos Muñoz, Ingeniero Civil

El Mostrador, Opinión, 07/06/2023

En nuestro Chile real en que vivimos, el Ministerio de Hacienda y el Banco Central reiteradamente nos anuncian escenarios económicos de bajo crecimiento y fuertes desequilibrios presupuestarios que requerirían de polémicos aumentos de impuestos para satisfacer las grandes y justas demandas sociales, situaciones que, sin duda, afectarán fuertemente a la Defensa, pues para el dilema económico de mantequilla o cañones, claramente la opción actual es mantequilla.

Algunas décadas atrás se desarrolló una interesante polémica pública que alertaba a los chilenos de las inconsistencias del Proyecto Tridente, que en ese entonces presentaba la Armada para renovar su flota de superficie, a través de la construcción en Chile de ocho fragatas.

Afortunadamente, la fortaleza de los argumentos presentados posibilitó a las autoridades políticas optar fundadamente por fragatas usadas, que hoy nos permiten desplegar un moderno poder naval creíble.

En la actualidad, nuestra Armada ha vuelto a presentar a los chilenos una serie de propuestas para la renovación del poder naval, que llaman la atención por sus alcances y la poca transparencia de sus fundamentos, que deberían ser materia de un nuevo debate público democrático.

Intereses navales. Con el objeto de identificar los objetivos de estas iniciativas, que nos permitan evaluar sus implicancias políticas y económicas y determinar su factibilidad, me permito citar algunas declaraciones de los últimos comandantes en Jefe de la Armada, para lo cual comenzaremos con el almirante Enrique Larrañaga Martin, quien declaró en la revista Proceedings de mayo 2018, del Instituto Naval de Estados Unidos, “…más allá de cualquier consideración, siempre prevalecerá la percepción de nuestras dos marinas (de Chile y de Estados Unidos) de verse como complementarias y socias esenciales en el cumplimiento de objetivos compartidos”, lo que, entre otras actividades, se materializa con nuestra participación en las maniobras Rimpac, gran ejercicio naval multinacional en el océano Pacífico liderado por Estados Unidos y hoy orientado a la contención de China, nuestro principal socio comercial y por lo cual, indudablemente, esta actitud “complementaria” de nuestra Armada resulta inconsistente con la postura internacional de Chile de absoluta neutralidad.

Al año siguiente, su sucesor, el almirante Julio Leiva Molina, reactiva la idea de renovar la flota de superficie dentro de un Plan Nacional Continuo de Construcción Naval, que incluye la fabricación en Chile de fragatas, tal como lo informó el diario El Mercurio del 22 de mayo de 2019, que en su página C1 tituló: “Armada encargó a la UC el estudio para construir Fragatas en Chile”, precisando que se trataría de buques de 5200 toneladas y 132 metros de eslora.

Finalmente, debemos considerar el reciente contrato con Asmar por MMUS$410, para construcción de dos buques anfibios destinados primariamente a la proyección de la Brigada Anfibia Expedicionaria de la Armada, capacidades que complementarían las propuestas del actual comandante en Jefe de la Armada de Chile, almirante Juan Andrés de la Maza, quien en su entrevista al diario El Mercurio del 21 de mayo de 2023, señaló: “…Quiero dejar andando un plan de desarrollo de los submarinos, que son los más caros de la Armada. La idea es dejarle encaminado a mi sucesor esa renovación y, por qué no, quizás también otro (plan) de construcción de unidades de combate (fragatas)”.

De esta serie de propuestas surgen dos preguntas relevantes:

La primera de ellas es cómo se pretende financiar los cerca de MMUS$1.600 (en dólares actuales) necesarios para adquirir dos submarinos, además de los MMUS$ 5.000 (en dólares actuales) requeridos para construir en Asmar ocho fragatas, cifras que no consideran los intereses del financiamiento necesario ni los factores de crecimiento del precio de los sistemas de armas, tales como los propuestos en la “ley XVI de Augustine”, y que podrían llegar a duplicar estos valores para la próxima década, para un total de la astronómica suma de alrededor de MMUS$15.000.

La segunda pregunta es aún más importante, pues nos resulta sorprendente este cambio de prioridades, no necesariamente justificadas por la obsolescencia de los buques, que anticipa el desarrollo de capacidades orientadas principalmente para la proyección de la fuerza, “dejando encaminada” ahora la pronta renovación de submarinos y postergando “quizás también otro (plan)” para la construcción de fragatas; para lo cual, la respuesta podría ser que la Armada de Chile se ha imaginado nuevas misiones para proteger nuestros (¿?) intereses en ultramar; tal vez siguiendo los pasos de Australia, que ha decidido repentinamente priorizar una pantalla de nuevos submarinos de propulsión nuclear.

Esta audacia para presentar sus propuestas es un efecto de la autonomía militar que hemos denunciado reiteradamente y una consecuencia de las señales equívocas enviadas por las autoridades políticas dentro del marco de la Ley Nº 21.174 –Crea el Fondo de Capacidades Estratégicas de la Defensa–, que facilita aprobar injustificadas adquisiciones militares, considerando los cerca de 500 millones de dólares de piso para la autorización anual en compras de sistemas armas (paradójicamente, mayor que el valor que disponía la vilipendiada Ley Reservada del Cobre que reemplazó) y cuyas disposiciones son un privilegio para las Fuerzas Armadas, impresentable en un escenario interno de fuertes demandas sociales y restricción de recursos, y externo, de concordia regional.

Escenarios Estratégicos. En los últimos meses hemos sido objeto de una persuasión diplomática a través de la peregrinación silenciosa por Sudamérica de la comandante del Comando Sur de Estados Unidos, general Laura Richardson, recibiendo sus esfuerzos para alinearnos en un supuesto conflicto global entre Estados Unidos y China que, creemos, pretende transformar una competencia económica mundial en una amenaza bélica autocumplida que nos resulta ajena, pero cuyos efectos, 50 años después del golpe militar, podrían volver a afectar nuestra convivencia social.

Para evitar a tiempo este escenario, deberemos desarrollar un amplio debate político-estratégico en el marco de una nueva relación regional, resultado del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile de 1984, que puso fin al diferendo del Canal Beagle. y de las sentencias de la Corte de La Haya por la Delimitación Marítima con Perú de 2014 y sobre la Demanda Marítima Boliviana de 2018, que resolvieron las diferencias relevantes pendientes de los conflictos vecinales del siglo XIX, abriendo la oportunidad de avanzar en una postura de legítima defensa; que permitirá a la nueva Política de Defensa, que espero nuestro Ministerio de Defensa comience a elaborar a la brevedad, a reorientarnos sobre ¿de qué defendernos? y ¿cuánta defensa es suficiente?, para, solo a continuación, estar en condiciones de evaluar las mejores alternativas para el desarrollo de nuestras Fuerzas Armadas.

Armada para el siglo XXI. En nuestro Chile real en que vivimos, el Ministerio de Hacienda y el Banco Central reiteradamente nos anuncian escenarios económicos de bajo crecimiento y fuertes desequilibrios presupuestarios que requerirían de polémicos aumentos de impuestos para satisfacer las grandes y justas demandas sociales, situaciones que, sin duda, afectarán fuertemente a la Defensa, pues para el dilema económico de mantequilla o cañones, claramente la opción actual es mantequilla.

La paradoja de esta situación es que las autoridades políticas siguen preocupadas solo de la probidad y de proponer nuevas funciones policiales para la defensa, pero nada dicen de una imprescindible Revisión Militar que evite a tiempo la inexorable decadencia de nuestra Defensa.

Sin duda, existe una falta de voluntad política para materializar los dividendos de la paz, a través de una Política Militar que evite tempranamente iniciativas autónomas como las propuestas por la Armada, sintonizando los legítimos requerimientos de capacidades con las amenazas reales, permitiendo así una reducción programada y progresiva del gasto de defensa, sin poner en riesgo nuestra seguridad.

Considerando las atribuciones presidenciales para disponer, organizar y distribuir las fuerzas, se debe evitar el mal ejemplo de las grandes potencias que pretenden resolver militarmente sus conflictos, y desplegar solo capacidades suficientes y necesarias de acuerdo a lo expresado en el Libro de la Defensa Nacional de Chile – 2017, que en su artículo 5.1 señala: “…La Defensa apoya la gestión de la Política Exterior de Chile, la cual busca preservar un orden jurídico internacional sustentado en el derecho, la promoción de la paz, la seguridad y la solución pacífica de las controversias”, lo cual debe traducirse en preservar una zona de paz sudamericana, a través de una fuerza financiable y equilibrada, consistente con las nuevas prioridades de un Estado social y democrático de derecho.

Un aporte del Director de la revista Unofar, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional