DE JACKSON, PARA EL PC
Gonzalo Rojas Sánchez
El Mercurio, Columnistas, 10/08/2022
Cuando el ministro Jackson afirmó que “nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del gobierno anterior, sino que creo que frente a una generación que nos antecedió”, no dijo nada ni muy novedoso ni tampoco muy ofensivo.
¿A alguien la cabía alguna duda, antes de la intervención del político frenteamplista, que los liderazgos que encarnan Boric, Jackson, Sharp, Vodanovic, Crispi, Depolo y Ripamonti —entre otros— son bien distintos de los que han desplegado Quintana, Escalona, Insulza, Girardi, Elizalde y…, por supuesto, Lagos y Bachelet? ¿Y por qué habría de incomodar a los segundos el cuchillo que Jackson ha usado para marcar la diferencia, cuando hasta ahora esa misma distinción se ha expresado nítidamente en las dos coaliciones de gobierno, incapaces de confluir en una sola?
Lo que corresponde, entonces, no es ni sorprenderse ni molestarse ante sus palabras. Lo que corresponde es hacer el ejercicio que permita precisar dos cosas. Por una parte, el contenido de esa escala de valores y principios y, por otra, quiénes son los que realmente marcan una diferencia con la generación que los antecedió.
“Desde el primer día de su gobierno conjunto con el Frente Amplio, los comunistas saben que no están en buena compañía”. |
Lo segundo es más fácil de precisar y debe hacerse por exclusión. En ese “nosotros” de Jackson, probablemente no están incluidos los comunistas, es decir, no están ni Vallejo ni Cariola —aunque su colaboración con el frenteamplismo sea hoy institucional— ni tampoco Jadue, aunque a veces su carácter chascón y sus declaraciones rotundas parezcan acercarlo en la forma (que no en los contenidos) al más radical frenteamplismo. Y mucho menos lo está la vieja guardia del PC.
Los comunistas no forman parte de ese “nosotros” de Jackson —y esto nos lleva al segundo punto— justamente porque la escala de principios y valores del PC tiene tres ejes políticos imposibles de compartir con los frenteamplistas.
Los comunistas han sido aliancistas, es decir, han conseguido salir de la exclusión y llegar al poder mediante los puentes que con gran esfuerzo vienen tendiendo desde 1990; los frenteamplistas, por el contrario, sienten el llamado mesiánico a conducir desde su única y multifacética organización.
A eso se suma que el PC es gradualista, porque entiende aquello de la “correlación de fuerzas” y las sabe, casi siempre, desfavorables; en el frenteamplismo, por el contrario, vibran los corazones con la inmediatez revolucionaria.
Y, finalmente, el partido de la hoz y el martillo practica una disciplina férrea: si no te gusta, te vas o te echamos. Entre los jóvenes frenteamplistas, por el contrario, la diversidad de posturas y estilos, el ir y venir de un grupo a otro, la rearticulación dentro de lo amplio, todo eso es consustancial a su concepción generacional.
Han sido hasta ahora voces socialistas y socialdemócratas las que escandalizadas han rechazado la sinceridad de Jackson. Pero los que realmente han debido preocuparse —y como siempre, astutamente, se han tragado el buey— han sido los comunistas.
Tal como los desafiaron en los años 60, primero el MIR y después el MAPU, los comunistas saben que ahora su proyecto gradualista y aliancista, pero destinado a obtener el poder total, puede verse una vez más frustrado por “una escala de valores y principios en torno a la política” que resulte mucho más atractiva y vital al electorado izquierdista que el proyecto monolítico de los seguidores de Lenin, por mucho que estos se esfuercen por dotarlo de correcciones gramscianas.
Desde el día que nació el Frente Amplio, el PC supo que tenía competencia, y desde el primer día de su gobierno conjunto, los comunistas saben que no están en buena compañía.
El ministro Jackson, quizás sin proponérselo, se los ha recordado.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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