Ceremonia organizada por la Guarnición Militar de Santiago y la Intendencia Metropolitana con ocasión del natalicio del Libertador Bernardo O’higgins Riquelme.
Discurso del Socio de UNOFAR señor Raúl Romero Goenaga, orador principal en la ceremonia de homenaje efectuada en la Plaza de la Ciudadanía de Santiago, ex Altar de la Patria, organizada por la Guarnición Militar de Santiago y la Intendencia Metropolitana con ocasión del natalicio del Libertador Bernardo O’higgins Riquelme
“Buenos días.
Es un honor para mí y para el Instituto O’higginiano de Chile del cual soy Miembro de Número y Consejero Nacional, dirigirme a Uds. en este homenaje al Libertador de nuestra amada Patria Capitán General Bernardo O’higgins Riquelme, en este día en que se celebran 241 años desde su nacimiento; reuniéndonos en esta Plaza de la Ciudadanía de Santiago de Chile, la capital de nuestra república, en un día ya casi primaveral ad portas del Mes de la Patria en el que además se celebran las Glorias del Ejército.
Precísamente por el lugar en que estamos, pleno Barrio Cívico de la ciudad, a un costado de la antigua Alameda de las Delicias planificada precisamente por O’higgins, hablaremos principalmente de él como ciudadano, quien en ese contexto fue diputado y Director Supremo.
Y lo haremos en un tiempo y espacio que, a modo de contexto, nos compelen más que nunca a hacer Patria, ejecutando un contrato social de tracto sucesivo en el que nunca dejamos de construir Chile.
Pues bien, hay que reconocer, eso sí, que nuestro Padre de la Patria sólo lo fue tras sobrellevar arduamente sus propias vicisitudes familiares y personales, que posibilitaron que pronto se desenvolviera en los ámbitos de lo público, tanto en lo local como después en lo internacional; no sin antes superar duras pruebas en su niñez y adolescencia.
Igualmente, este homenaje es una especie de rito de paso nacional que mantiene viva una memoria histórica y también hace que sigamos un derrotero hacia nuestro destino como nación chilena.
Así las cosas, digamos que de niño y joven O’higgins era reservado por lo que tuvo una rica vida interior que, entre otras inquietudes y aficiones, lo interesaron en la pintura, la música y la historia y geografía; lo que sumado a su educación privilegiada tanto en Chile como en Europa lo convirtieron en un hombre culto y universalista e, incluso, un próspero empresario.
Ya como gobernante difundió la igualdad suprimiendo los títulos nobiliarios, el mérito, la tolerancia creando el cementerio de disidentes, la libertad de comercio que tanto había visto en el extranjero, la identidad nacional por la vía de decretar el uso del vocablo “chileno” e instaurar nuestros definitivos emblemas nacionales, la soberanía mediante un Ejército y Armada poderosas que ocupen el territorio nacional, su visión geopolítica del Mar y del Polo Sur, su idea americanista liberando al Perú, su espíritu democrático con su reglamento constitucional que previó el equilibrio de poderes, el respeto y la disciplina que hoy tanto hace falta a un par de cuadras de aquí en el Instituto Nacional que él reabrió, las Fuerzas Armadas con la creación de las academias militar y de grumetes, la llegada de inmigrantes escogidos, etc.
Expuesto todo lo anterior, finalizo mis palabras agradeciendo vuestra atención, felicitándolos por estar aquí en esta actividad cívica y pública, e instándolos a seguir construyendo la obra de O’higgins que no es otra que hacer de Chile una gran Nación, esto es un país desarrollado en muchos sentidos, respetado y respetable; recordando que para este propósito la únicas muestras de nobleza que requerimos son el mérito, la virtud y el patriotismo.
Muchas gracias.”
Raul Romero Goenaga