El lienzo contra Kast que estuvo más de 24 horas fuera de la Delegación Presidencial Provincial Cordillera. Carta de Adolfo paúl Latorre. El Líbero
El lienzo contra Kast que estuvo más de 24 horas fuera de la Delegación Presidencial Provincial Cordillera
El cartel que lo sindica como “genocida” y que lo vincula al retroceso de derechos sociales, fue instalado a un costado del recinto de Puente Alto y lo puso una organización externa durante un acto por el Día de los Derechos Humanos el miércoles 10. Desde entonces y hasta la mañana del viernes, la delegación simpatizante del PC, lo mantuvo expuesto hacia peatones y automovilistas. Contactados por El Líbero, la delegación se limitó a decir que ya no estaba instalado.
La prescindencia política, esa abstención de cualquier opinión sobre un proceso eleccionario que deben tener quienes ostentan un cargo público, se habría quebrantado en la Delegación Presidencial Provincial Cordillera de la Región Metropolitana, luego de que mantuvieran desde la tarde del miércoles 10 de diciembre y hasta la mañana de ayer, un lienzo en sus exteriores, que sindicaba como “genocida” al candidato presidencial de la oposición, José Antonio Kast y lo vinculaba a un posible retroceso en derechos sociales, cuestión que ha incomodado a personas del entorno.
El cartel no lo instaló la delegación, sino que el Centro Cultural de Derechos Humanos Salvador Allende durante un acto de conmemoración del Día de los Derechos Humanos realizado al costado de la delegación, por calle Balmaceda en Puente Alto, el miércoles 10 de diciembre a las 18 horas. No obstante, la delegación lo mantuvo visible para todos los transeúntesy automovilistashasta la mañana de este viernes 12.
Esa organización suele hacer conmemoraciones en el entorno de la entidad gubernamental en estas fechas, pues en 2016 instalaron por ese costado oriente de la delegación, el “Memorial por la Justicia y la Dignidad”, dedicado a 80 detenidos desaparecidos y ejecutados políticos de la provincia.
“Una mentira mil veces repetida termina por parecer verdad” (Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler).
La desinformación es un arte totalitario, que utiliza una serie de recursos propagandísticos, como por ejemplo: si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan; las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de las acusaciones; la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre un mismo concepto, etc.
Al respecto, Hermógenes Pérez de Arce Ibieta ha dicho:
«El servicio secreto soviético, el KGB (Komitet Gosudarstvenoy Besopastnosti) Comité de Seguridad del Estado, tenía un “Departamento D” de Desinformatsiya destinado a fabricar mentiras en todo el mundo para favorecer al comunismo.
La desinformación reviste múltiples modalidades y hasta la prensa más seria resulta infiltrada por ella.
El historiador Paul Johnson ha escrito que la máquina de propaganda de la URSS tuvo éxito en demonizar a Pinochet entre las élites habladoras del mundo, lo cual fue el último triunfo del KGB antes de que desapareciera en el basurero de la historia. Esa gigantesca tarea propagandística del comunismo internacional fue muy importante, porque predispuso a la opinión pública mundial contra la Junta, al crear una imagen de grandes derramamientos de sangre inexistentes».
Por otra parte, cabría comentar que cuando las fuerzas derrotadas hace cincuenta y dos años pugnan por tomarse la revancha y terminar la tarea que Allende dejó inconclusa: destruir a Chile; lo que casi logran con la asonada subversiva, terrorista, delincuencial y revolucionaria del 18 de octubre de 2019 —que buscaba derrocar a un gobernante democráticamente elegido—; y con el diabólico, fatídico e ilegítimo proceso constituyente que culminó el 4 de septiembre de 2022 con un amplio rechazo de la ciudadanía al texto de nueva Constitución propuesto por la Convención Constitucional; que buscaba refundar a Chile, destruir su institucionalidad y la esencia de un régimen democrático, y a la nación chilena, lo que habría culminado en un Estado totalitario.
Ese peligro sigue latente. Para el Partido Comunista y los partidos y movimientos políticos de extrema izquierda que actualmente están en el poder, “el proyecto popular que encabezó Salvador Allende es un proyecto inconcluso, pero no derrotado”. El Partido Comunista no ha renunciado a su proyecto totalitario que, como lo señala su Manifiesto del año 1848: “Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”; lo que está en consonancia con lo declarado en la resolución adoptada por el Partido Socialista de Chile en su congreso realizado en Chillán en 1967, en el sentido de que: “La violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del Estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista”.
Tal peligro, de caer bajo un sistema estatista, colectivista, igualitarista e intervencionista, anulador de la persona humana y de los principios de una sociedad libre, contradice nuestra tradición chilena y los principios que fundamentan la Sociedad Cristiana Occidental.
Adolfo Paúl Latorre
Abogado
Magíster en ciencia política
Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional
“Una mentira mil veces repetida termina por parecer verdad” (Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler).
La desinformación es un arte totalitario, que utiliza una serie de recursos propagandísticos, como por ejemplo: si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan; las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de las acusaciones; la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre un mismo concepto, etc.
Al respecto, Hermógenes Pérez de Arce Ibieta ha dicho:
«El servicio secreto soviético, el KGB (Komitet Gosudarstvenoy Besopastnosti) Comité de Seguridad del Estado, tenía un “Departamento D” de Desinformatsiya destinado a fabricar mentiras en todo el mundo para favorecer al comunismo.
La desinformación reviste múltiples modalidades y hasta la prensa más seria resulta infiltrada por ella.
El historiador Paul Johnson ha escrito que la máquina de propaganda de la URSS tuvo éxito en demonizar a Pinochet entre las élites habladoras del mundo, lo cual fue el último triunfo del KGB antes de que desapareciera en el basurero de la historia. Esa gigantesca tarea propagandística del comunismo internacional fue muy importante, porque predispuso a la opinión pública mundial contra la Junta, al crear una imagen de grandes derramamientos de sangre inexistentes».
Por otra parte, cabría comentar que cuando las fuerzas derrotadas hace cincuenta y dos años pugnan por tomarse la revancha y terminar la tarea que Allende dejó inconclusa: destruir a Chile; lo que casi logran con la asonada subversiva, terrorista, delincuencial y revolucionaria del 18 de octubre de 2019 —que buscaba derrocar a un gobernante democráticamente elegido—; y con el diabólico, fatídico e ilegítimo proceso constituyente que culminó el 4 de septiembre de 2022 con un amplio rechazo de la ciudadanía al texto de nueva Constitución propuesto por la Convención Constitucional; que buscaba refundar a Chile, destruir su institucionalidad y la esencia de un régimen democrático, y a la nación chilena, lo que habría culminado en un Estado totalitario.
Ese peligro sigue latente. Para el Partido Comunista y los partidos y movimientos políticos de extrema izquierda que actualmente están en el poder, “el proyecto popular que encabezó Salvador Allende es un proyecto inconcluso, pero no derrotado”. El Partido Comunista no ha renunciado a su proyecto totalitario que, como lo señala su Manifiesto del año 1848: “Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”; lo que está en consonancia con lo declarado en la resolución adoptada por el Partido Socialista de Chile en su congreso realizado en Chillán en 1967, en el sentido de que: “La violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del Estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista”.
Tal peligro, de caer bajo un sistema estatista, colectivista, igualitarista e intervencionista, anulador de la persona humana y de los principios de una sociedad libre, contradice nuestra tradición chilena y los principios que fundamentan la Sociedad Cristiana Occidental.
Adolfo Paúl Latorre
Abogado
Magíster en ciencia política