Cartas al Director.
Diario El Constitucional.
Las Glorias del Ejército no solo conmemoran victorias pasadas, sino que también invitan a reflexionar sobre el vínculo entre las Fuerzas Armadas y la sociedad civil. Mientras antiguos soldados envejecen en prisión por hechos del pasado, persiste una herida abierta que impide una reconciliación verdadera.
18 de septiembre de 2025
Imagen: ejercito.cl
Es un hecho indiscutido la importancia que han tenido las FFAA en la historia de Chile, especialmente en la definición de su largo territorio, como fue desde el nacimiento de nuestra Independencia, pasando por la Guerra contra la Confederación Perú-boliviana, la Guerra del Pacífico, o incluso el Conflicto del Beagle. Pero, además, su valiosa participación se ha extendido al ámbito interno, por ejemplo, en la Guerra Civil de 1891 (aun cuando las FFAA se hayan dividido en el apoyo a Balmaceda) y en el Pronunciamiento Militar de 1973, que, en ese entonces, pero ahora actuando unidas estas fuerzas, nos libraron -temporalmente- de caer en otra sangrienta guerra civil apoyada por una dictadura comunista.
En esta nueva conmemoración de las Glorias del Ejército, no quiero enfatizar en esas victorias gloriosas alcanzadas en el campo de batalla gracias al arrojo de sus soldados, porque es algo que estará siempre presente en nuestra historia, y recordado cada 19 de septiembre al compás de la marcha de “Los Viejos Estandartes”.
Hoy quiero poner el acento en un significado de estas Glorias que suele ser olvidado y por qué no decirlo, minimizado, como es la unión cívico-militar que representa esta celebración y su importancia para el normal desarrollo de una sociedad.
Porque aun cuando exista un ilustre Ejército chileno, mientras haya un grupo de valientes soldados -hoy adultos mayores presos por causas de DDHH- que siga siendo maltratado por un Estado indolente, que ha justificado su mal actuar al margen de la opinión de la sociedad civil a la que dicen representar bajo el concepto del “pueblo de Chile”, no será posible hallar en la celebración de las Glorias del Ejército el total sentido que tiene este merecido homenaje.
La Parada Militar nos recuerda con orgullo chileno la disciplina, el orden y el profesionalismo de nuestras FFAA, y el esquinazo, el homenaje que una parte de nuestra sociedad civil le hace.
El brindis con la chicha en cacho, la cueca y la música chilena suena sin cesar en esta época. En las fondas a lo largo de ese Chile, todo parece alegre, perfecto, equilibrado, pero tras de ello se oculta algo de lo que nadie ligado al mundo militar quiere hablar, como es el dolor de ese grupo de soldados que, sin importar su edad y enfermedad, se pudren actualmente en la cárcel por hechos cometidos hace más de medio siglo en la conquista de la libertad para nuestro país.
No será posible reconstruir esa relación entre la sociedad civil y las FFAA mientras el Estado permita que esta situación de indignidad y vulnerabilidad perdure, y lo haga jactándose del escarmiento que es capaz de otorgar aprovechándose de la inermidad humana y aún más, mientras cierta clase política silente y ciega frente a este abuso, expía sus pecados pasados en estas personas que encerradas de por vida, sufren sin esperanza en el futuro.
Espero que en estas fiestas se recuerden a estos viejos soldados, que también fueron, son y serán parte de las “Glorias del Ejército”, porque la historia está condenada a un “eterno retorno”, y si los que hoy lloran no son de una vez por todas consolados, llegará el momento en que ya será demasiado tarde para fortalecer este ansiado nexo entre la sociedad civil y nuestras FFAA, tan necesario para salvaguardar los oscuros designios a los que todo país de esta parte del mundo está inevitablemente expuesto.
Carla Fernández Montero, abogado
Un aporte de nuestro director, Alfonso Anfossi