La arenga que dirigió a la tripulación de la “Esmeralda” antes del inicio del combate, ha quedado grabada en el recuerdo de todos los chilenos bien nacidos, en especial, en los integrantes de la Armada de Chile. De esta y del desempeño de Prat y sus marinos durante el combate, se refleja en el lema que está en todos los buques de la armada. “Vencer o Morir”.
“Humos al norte” gritó el vigía con potente voz, aquella mañana del 21 de mayo de 1879 en la rada de Iquique.
Su gritó alertó a las tripulaciones de los buques que mantenían el bloqueo del puerto, “La Esmeralda” y “La Covadonga”.
Pero lo que ese vigía seguramente no sabía, era que su grito de alerta abría el inicio de la senda que lleva a la gloria, que cubriría con su manto a tripulaciones y navíos y que se difundiría a lo largo y ancho del territorio nacional.
Cuando se recuerda el Combate Naval de Iquique cabe hacerse la pregunta de rigor ¿quién era Prat?
El héroe ingresó a la escuela naval a los 10 años, junto con Luis Uribe, formando parte del llamado “Curso de los Héroes”, integrado, entre otros, por Constantino Bannen Pradel, Carlos Condell De La Haza, Wenceslao Frías Urrutia, Miguel Gaona Yáñez, Juan José Latorre Benavente, Francisco Javier Molina Gacitúa, Carlos Moraga Suzarte, Jorge Montt Álvarez, Guillermo Peña Urizar y Emilio Valverde Prieto, por nombrar a los más importantes, todos ellos personajes destacados en la guerra del pacífico.
Marino estudioso de las tácticas navales y de armas que se consideraban futuristas, sentía una gran inclinación por el estudio y la aplicación en la guerra naval, de los torpedos eléctricos y estaba convencido que el abordaje de las naves en combate, no estaba concluido en las lides sobre el mar.
Buen hijo. Mantenía a su madre con parte de su menguado salario. Recordemos que, a raíz del combate naval de Papudo entre la corbeta “Esmeralda” y el navío español “Virgen de la Covadonga”, recibió de parte del gobierno como recompensa por ser miembro de la tripulación vencedora, el valor de la presa que le correspondía según el reglamento respectivo, el que alcanzó la cantidad de mil setecientos pesos. De este dinero, la mayor parte la envió a su madre.
Buen esposo. Prat trataba a su mujer como una igual, como una compañera —algo poco común en la época decimonónica—, encargándole, por ejemplo, el presupuesto familiar mientras él mismo se hacía cargo de algunos de los problemas domésticos: “…a cada momento me parece que te veo rendida de mecer a nuestra hija, sin que a tu lado esté y compartir, aunque sea en pequeño, tus trabajos…
Buen padre. Prat anotó en su diario: “El 5 de marzo de 1874 nació Carmela de la Concepción Prat Carvajal a las 9.35 am, en circunstancias que el día anteriorm,me había ido yo a Santiago…El 5 de abril fue bautizada en la parroquia del Espiritú Santo, siendo los padrinos la Conchita con José Jesús…….Se me figura que ha de estar muy viva, risueña y juguetona….Anoche soñe con ella y parecía que me conocía y aunque con carita un poco afligida, me echaba los bracitos al cuello…”
Sin embargo, al igual que los malogrados hermanos mayores de Prat, la niña heredó una contextura frágil y enfermiza, lo que la llevó a una situación de mucho riesgo. Prat lo supo estando en Mejillones.
Para desesperación de Prat, al término de su estación anual y en conocimiento del estado de su hija, debía ser transportado al centro del país por el “Abtao”, buque que lamentablemente no llegó en la fecha prevista. Finalmente el domingo 13 de diciembre, el vapor llegó a puerto. Prat le escribió a su mujer Carmela: “… luegobvpues te voy a ver, como también a mi hijita que espero este completamente sana….”
Al anochecer, recibió una carta desoladora de su mujer: “Arturo de mi corazón: nuestro querido angelito sigue mal; siento que mi corazón desfallece de dolor y tú no estas para sostenerme….Si te fuera posible venirte, sería mi único consuelo. No desesperes mi bien, piensa en tu infeliz Carmela”
Para colmo de la desesperación de Prat, el “Abtao” no zarpó hasta el día 18 y todas sus esperanzas fueron destruidas durante el viaje, por una esquela de pésame, entregada en algún puerto intermedio y firmada por Juan José Latorre.
Prat abogado: Comenzó sus estudios de derecho en propiedad en 1872, adscrito a la facultad de derecho de la Universidad de Chile, y estudiando a bordo de “La Esmeralda”.
Es del caso destacar que sus estudios de leyes los realizó sin descuidar su labor como subdirector y frecuentemente, de director de la Escuela Naval, cargo que asumió a continuación.
Su examen de grado fue en derecho romano, el que aprobó junto con su memoria de prueba para optar al grado de licenciado, titulada “Observaciones a la lei electoral vijente”, escrita en el marco de la promulgación de la nueva ley electoral, durante el gobierno del Presidente de la República, Federico Errázuriz.
La historia consigna lo sucedido ese memorable día en la vida del héroe.
Vestido de impecable uniforme de parada, con su espada al cinto, llegó a las dependencias de la Corte Suprema. Hombre sencillo y sin vanidad, quiso en esa ocasión, para él solemne y de imperecedero recuerdo, presentarse con lo mejor que tenía. Al entrar, fue detenido por el portero, quien le manifestó que al tribunal no era permitido llegar ni con bastón ni mucho menos con espada y que tuviera a bien quitársela.
Por primera y única vez en un acto oficial, entregó su espada en manos ajenas, sólo ante la majestad de la ley, en la portería del primer tribunal de la república.
Así, entró en la sala despojado de su espada y como licenciado en leyes, vistiendo su levita de Capitán de Corbeta.
Antes de obtener su título, ya se había desempeñado como abogado al defender al ingeniero Ricardo Owen, acusado de desobediencia y después a su amigo y compañero de curso de la escuela naval, Luis Uribe, acusado del delito de desobediencia y desacato a sus superiores.
En una defensa notable por su precisión y habilidad magistral, dejó de manifiesto la actitud arbitraria del almirante José Anacleto Goñi y el mal proceder del ministro plenipotenciario de chile en Europa, sr. Alberto Blest Gana, obteniendo un gran triunfo, ya que el consejo de guerra absolvió al acusado, dándole por cumplido el tiempo de seis meses en que Uribe estuvo arrestado y le concedió todas las indemnizaciones a que tenía derecho.
Prat agente. Al año siguiente, se presentaron delicados problemas limítrofes con Argentina, debido principalmente a las intenciones de ese país en hacer soberanía en territorios de la Patagonia, que pertenecían históricamente a Chile, especialmente en el río Santa Cruz, al extremo de que ambos países se alistaron para la guerra.
Lo anterior, llevó al Presidente de la República, Aníbal Pinto, a solicitar a la Comandancia General de Marina, un oficial de marina de absoluta discreción y confianza para enviarlo como agente especial y confidencial a Uruguay, con instrucciones de trasladarse a Buenos Aires para obtener informaciones del apresto armamentista argentino. Prat fue el elegido.
De acuerdo a sus propias palabras, al referirse a la reunión privada que tuvo con el Presidente de la República, al encomendarle tan delicada y especial misión fue: “El objeto de su viaje es saber si está dispuesto a trasladarse a Montevideo para saber lo que se haga en la República Argentina, en orden a armamentos, movimientos militares y toda clase de aprestos que revelen un carácter hostil a Chile, pues se está recibiendo continuamente telegramas alarmantes, quizás sin fundamento real y lo que se desea es saber lo que haya de positivo”.
La labor desarrollada fue descollante. Con su informe, el gobierno chileno se formó una imagen clarísima de los preparativos argentinos.
Prat profesor. Un par de meses antes de viajar a Montevideo, el 07 de junio de 1878, Prat escribió una carta al presidente de la sociedad “Benjamín Franklin”, en la cual agradecía el haber sido aceptado para hacer clases gratuitas en la escuela nocturna para adultos, que funcionaba en Valparaíso, para dictar las clases de “Moral y lecciones de la naturaleza”.
Prat valiente y arrojado, pero no temerario. Prat demostró ser un verdadero líder, a pesar de la impresión que sus jefes tenían de él, pudiendo motivar a su tripulación a tal extremo, que estos enfrentaron el combate y la muerte, sin vacilar ante la superioridad de los navíos adversarios.
La arenga que dirigió a la tripulación de la “Esmeralda” antes del inicio del combate, ha quedado grabada en el recuerdo de todos los chilenos bien nacidos, en especial, en los integrantes de la Armada de Chile. De esta y del desempeño de Prat y sus marinos durante el combate, se refleja en el lema que está en todos los buques de la armada.
“Vencer o Morir”.
El comandante Condell no lo fue menos. Evadiendo al poderoso acorazado “Independencia”, navegó hacia el sur cercano a la costa, siendo seguido por este, haciendo que el buque peruano, poco conocedor de la hidrografía local y ansioso de anotarse un triunfo hundiendo a este débil barquichuelo, encalló en las rocas del sector de Punta Gruesa, rindiéndose ante el nutrido fuego de la tripulación y de los cañones de “La Covadonga”.
En síntesis, Iquique es derrota y es victoria.
Pero, que derrota. Se perdió un buque antiguo, se obtuvo un triunfo ante uno de los acorazados principales del adversario, y se ganó un héroe,
Su resultado y la heroica acción de Prat y sus marinos, provocaron un inmenso fervor patriótico, así como una gran motivación para el desarrollo de la guerra, que esta pasó a ser una tarea nacional apoyada por todos los chilenos.
Así, sus compatriotas, inflamados de patriotismo, se convierten en un pueblo cuyos hijos están dispuestos a tripular nuevamente y en cualquier momento a “La Esmeralda” y a “La Covadonga”, en la mar o en tierra; esto los hace invencibles. En tropel, los hombres concurren a los cuarteles para enrolarse en la incipiente guerra;
De un ejército de 2.400 hombres se llegó finalmente a la poderosa cantidad de 40.000 efectivos y las autoridades nacionales, renuentes a la guerra en un principio, comienzan a tomarla en serio.
Si bien Iquique constituye una hazaña difícil de emular, no lo es todo en la historia de nuestra marina de guerra. Nuestra Armada es un rosario de triunfos y éxitos, tanto en la guerra como en la paz.
Estimados directores, permítanme referirme sumariamente, a los importantes hitos y hechos que jalonan la historia de nuestra armada, tan antigua como la tradición republicana de la nación.
Comencemos recordando que los esfuerzos de Chile por conformar una fuerza naval propia coinciden en el tiempo, con la emancipación de la corona española.
Uno de los principales artífices de este proceso fue el Director Supremo, general Bernardo O’Higgins, reconocido como el gran impulsor del poder naval chileno, al abogar tempranamente por el valor del dominio del mar, para consolidar a Chile como nación independiente. En este esfuerzo fue secundado eficazmente por el general José Miguel Carrera.
Especialmente significativa es la frase que se le atribuye al prócer en 1817, luego de la batalla de Chacabuco, ocasión en que afirmó:
“Este triunfo y cien más, se harán insignificantes si no dominamos el mar”.
O’Higgins construyó esta armada de la nada, careciendo de tripulantes, de buques, aparejos, cañones y dinero, pero, el padre de la patria, venció todos los obstáculos con su tenaz e inspirada voluntad política. Así, la primera y bisoña Escuadra Nacional zarpa en su primer ensayo desde la bahía de Valparaíso en octubre de 1818.
Permítanme, señores directores, recordar los hitos y fechas que dan brillo a la historia naval chilena.
16 de junio de 1818, creación de la Infantería de Marina: El libertador general Bernardo O’Higgins, para materializar la organización de una fuerza naval para la patria, emitió un decreto en esa fecha, por el cual se establecía un mando en jefe a flote con claras atribuciones operativas y, entre otras disposiciones, se le subordinaban a este el comandante, oficiales y tropa de marina que integrarían las necesarias guarniciones de los buques de guerra, con funciones apropiadas a su rol.
La tropa de marina realizó una valiosa contribución en la guerra de independencia contra España y en el afianzamiento de la soberanía en los territorios del sur, al igual que en los conflictos posteriores que debió enfrentar el país.
1818, creación de la primera estructura logística de apoyo a la flota y al cuerpo de infantería de marina. Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional
28 de octubre de 1818: Captura de la fragata española “Reina María Isabel”, en la bahía de Talcahuano, así como siete transportes en fechas posteriores.
28 de noviembre de 1818: Fecha de llegada a Chile del almirante británico lord Thomas Alexander Cochrane, conde de Dunoldand, contratado por el gobierno de Chile y destacado aporte extranjero, para comandar la escuadra y darle una estructura definitiva y profesional a la Armada.
Bajo su mando, la Escuadra Nacional fue decisiva para afianzar la independencia de Chile en el sur del país.
Este notable marino imprimió un sello de profesionalismo en la institución y la proyectó como una armada oceánica, visión estratégica que ha perdurado hasta el presente.
Al mismo tiempo, implementó usos y costumbres de la Marina Real Británica, que fueron asimilados muy pronto por las dotaciones nacionales.
1820 toma de los fuertes de Corral y Valdivia. Estas acciones fueron efectuadas para neutralizar los remanentes del poder colonial español en la costa del Pacífico, objetivo que se buscó a contar de ese año, con el envío de la Expedición Libertadora del Perú.
En diversas acciones, el almirante Cochrane atacó de manera audaz e incansable a las fuerzas navales españolas y a su comercio, alcanzando hasta California, contribuyendo decididamente a lograr la independencia del Perú y a impedir los intentos realistas de retener estos territorios.
7 de febrero de 1826: Combate naval de Abtao. Durante ese mismo conflicto, lucharon en un mismo bando dos jóvenes oficiales, Arturo Prat, de Chile, y Miguel Grau, de Perú, quienes más tarde se convertirían en los máximos héroes navales de sus respectivos países.
1826. La liberación total del territorio chileno, logrado en ese año, con la rendición del último bastión realista en la isla de Chiloé.
12 de enero de 1839, combate naval de Casma: Los buques chilenos comandados por el capitán de fragata Roberto Simpson, vencen a la flotilla del corsario Juan Blanchet, quien servía al gobierno confederado del mariscal Andrés de Santa Cruz.
21 de septiembre de 1843, toma de posesión del Estrecho de Magallanes. Dejando de manifiesto con este acto, el rol de la Armada en la integración de los territorios más alejados.
26 de noviembre de 1865: Oportunidad en la que, con ocasión de la guerra contra España, sostenida por Chile y Perú entre 1865 y 1866, el capitán de fragata Juan Williams Rebolledo captura la goleta “Virgen de Covadonga”
1º de mayo de 1874: Creación de la Oficina Hidrográfica de Chile, dirigida por el capitán de fragata Francisco Vidal Gormaz, que dio inicio a la confección y distribución sistemática de la cartografía náutica del país.
Febrero de 1879: La Guerra del Pacífico, que enfrentó a Chile con Perú y Bolivia, fue una oportunidad en que quedó demostrada la importancia de contar con un poder naval adecuado a las necesidades del país.
12 de octubre de 1879, Batalla Naval de Angamos: Esta dio como resultado, el dominio del mar cambiando definitivamente el desarrollo de la guerra.
2 de noviembre de 1879: Desembarco en Pisagua, constituyendo esta acción, la realización de la primera operación anfibia de la historia del mundo. En esta acción participó la Infantería de Marina. Terminadas las acciones bélicas, la Armada continuó desarrollando su labor de afianzamiento de las fronteras marítimas del país.
9 de septiembre de 1888: Incorporación efectiva de la Isla de Pascua o Rapa Nui a la soberanía de Chile, debido a la iniciativa del entonces capitán de corbeta Policarpo Toro, que permitieron neutralizar los intereses que dejaban ver otros países.
1894 en adelante: Construcción de una extensa red de faros en la zona austral destinados a señalizar los principales pasos marítimos, muchos de los primitivos faros aún en funcionamiento Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional 5 Inicio de los trabajos de construcción del Apostadero Naval de Talcahuano, principal base logística de la Armada hasta el día de hoy.
Abril de 1916: Primer curso de pilotos, dictado en la Escuela de Aeronáutica Militar, y que condujo a la graduación de los primeros tres especialistas de la institución, lo que dio inicio a la especialidad de la Aviación Naval a partir de 1919.
30 de agosto de 1916: En una acción destacada conducida por el piloto Luis Pardo Villalón, se realizó el rescate de los miembros de la expedición antártica de sir Ernest Shackleton, atrapados en dicho continente.
1947: Inauguración de la base “Arturo Prat”, la primera de nuestro país en la Antártica. Junto con sostener la continuación de las exploraciones y el apoyo al poblamiento en los archipiélagos que se extienden desde Puerto Montt al sur, los levantamientos hidrográficos efectuados por la armada fueron una importante tarea en la que destacó el contraalmirante Enrique Simpson.
4 de julio de 1917: Creación de la Fuerza de Submarinos de la Armada, en un año en el que aún se encontraba en desarrollo la Primera Guerra Mundial y era noticia de plena actualidad el impacto causado por esta letal arma en el Océano Atlántico.
Un hito importante lo constituye el izamiento del pabellón nacional en las primeras seis unidades clase H, que dieron inicio al desarrollo de la especialidad.
Diciembre de 1978: después de estos períodos de paz, aviesas intenciones de nuestro vecino argentino, amenazaron la paz nacional.
La fecha de invasión a nuestro país estaba definida por nuestro vecino y su “Flota de Mar” lista y navegando para enfrentarse a nuestra escuadra con el fin de apoderarse de las islas australes.
El comandante en jefe de la Armada de Chile, el almirante José Toribio Merino Castro no dudó un momento en dar la orden precisa y concisa y conocedor como nadie de la capacidad y entrenamiento de sus hombres, ordenó a la escuadra nacional salir a enfrentar a la FLOMAR, a cumplir la divisa de sus buques de “Vencer o Morir”.
Sus navíos y tripulaciones no trepidaron en cumplir la orden y preparados para el combate, zarparon y arrumbaron en búsqueda de los navíos argentinos que navegaban a toda máquina hacia el sur por el océano atlántico. No hubo dudas ni flaqueza.
Quiso el Supremo Hacedor que la naturaleza concurriera en apoyo de Chile y, según dichos de los marinos argentinos, una gran tormenta los hizo regresar a sus fondeaderos y así, poder evadir el enfrentamiento con nuestra escuadra.
Estimados amigos:
La historia de la Armada de Chile se confunde con nuestra historia nacional desde la gesta de la Independencia. Esta resumida reseña no termina con la historia de la Armada de Chile al día de hoy.
Sus hazañas guerreras constituyen el aval de su profesionalismo, valentía, preparación y espíritu de sacrificio. Las conocemos a través de los textos de historia y del relato que oportunamente hicieron sus actores, así como por los resultados obtenidos y relatados por los historiadores. No existe en esa historia ejemplo alguno de cobardía o rendición ante el enemigo ni tampoco ante los embates de la naturaleza. Estos embates los han atacado inmisericordemente, pero a través del trabajo incesante han sabido sobreponerse a terremotos y maremotos y en un arduo y sacrificado trabajo, han recuperado sus navíos e instalaciones.
Su desarrollo actual no tiene parangón entre sus pares de los países vecinos y paravecinos y su capacidad es reconocida por aquellos países desarrollados que patrullan los siete mares, contando con un desarrollo tecnológico difícil de alcanzar. Esta diferencia es suplida ampliamente con capacidad y profesionalismo.
A modo de ejemplo, el más importante ejercicio naval en el área, denominado “RIMPAC”, con la participación de las mejores armadas del Pacífico, el presente año será comandado por un oficial chileno.
No cabe duda que nuestra Armada seguirá sin interrupciones en su senda profesional. El ejemplo de Prat es una luz que brilla como un faro en la mente de cada marino. Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional
Los directores de las instituciones hermanas saludamos con admiración y respeto la historia de la Armada de Chile, su devenir, sus éxitos en la guerra y en la paz, su desarrollo constante, así como el elevado espíritu que empodera a su personal.
Felicitamos a los señores directores que representan a la Armada de Chile y les agradecemos su aporte a nuestra UNIÓN.
En especial, saludamos a la Fuerza de Submarinos, la que este año cumple sus primeros 100 años, así como al Cuerpo de Infantería de Marina, los soldados del mar, que, junto a la institución, alcanza sus primeros 200 años.
Finalmente deseamos a la Armada de Chile en este aniversario de la gesta heroica de Iquique y en la celebración de sus 200 años de navegación por los 7 mares, viento por un largo y que la naturaleza les prodigue aguas calmas y mucha agua bajo la quilla.
Muchas gracias.
Santiago, 07 de mayo de 2018.
TCL (R) Antonio A. Varas Clavel, Director Ejército