¿Se han fijado ustedes que frente al “activismo judicial” (eufemismo con el cual se describe las sentencias que desconocen las leyes para dejar libres a los terroristas y condenar a los uniformados) rara vez se menciona a los presos políticos militares, que ya van por los setenta? Serán muchos más en la medida en que el subsecretario del Interior del gobierno de centroderecha (nuevas risas en la sala al describirse otra vez así al actual gobierno) siga presentando querellas contra uniformados por hechos amnistiados, prescritos, ya juzgados y no probados de hace casi cuarenta años.
Escribo cuando el país está en vilo ante la posibilidad de que la película nacional “No” obtenga un Oscar. Leo en “El Mercurio” que hasta el New York “Times” se ha dado cuenta de que no es una película objetiva, porque prescinde del hecho de que cerca de la mitad de los chilenos eran partidarios del “Sí”. De esos, por supuesto, ya van quedando muy pocos, teniendo en cuenta las deducciones de “arrepentidos”, “dados vuelta de chaqueta”, los “es que yo no sabía” o lisa y llanamente los pasados al enemigo sin explicar nada.
Por supuesto “el gobierno de centroderecha” (risas en la sala al describirse en esa forma al V Gobierno de la Concertación), que llegó al poder gracias fundamentalmente a los votos del “Sí”, ya ha dispuesto que la película “No” sea parte del material de enseñanza escolar de los chilenos. Es decir, los partidarios del “Sí” se van a preocupar de que la educación chilena se imparta con instrumentos que hasta los norteamericanos de izquierda (los del New York “Times”, otrora promotor de Fidel Castro) se dan cuenta de que están sesgados hacia la izquierda.
¿Por qué nos ha pasado esto? Yo les voy a decir por qué: porque los de derecha tenemos miedo, porque ellos nos amenazan con la fuerza, en todas sus formas, y nosotros no somos capaces de amenazar a nadie; porque ellos salen a la calle a golpearnos si queremos manifestarnos, y hasta nos acosan en locales cerrados, de donde tenemos que huir como ratas (yo fui una de las ratas que tuvo que salir en un bus de carabineros apedreado por los marxistas del Club Providencia, por querer presentar un libro en defensa de un militar inocente, condenado a perpetua por jueces de izquierda prevaricadores.)
¿Se han fijado ustedes que frente al “activismo judicial” (eufemismo con el cual se describe las sentencias que desconocen las leyes para dejar libres a los terroristas y condenar a los uniformados) rara vez se menciona a los presos políticos militares, que ya van por los setenta? Serán muchos más en la medida en que Rodrigo Ubilla, subsecretario del Interior del gobierno de centroderecha (nuevas risas en la sala al describirse otra vez así al actual gobierno) siga presentando querellas contra uniformados por hechos amnistiados, prescritos, ya juzgados y no probados de hace casi cuarenta años.
Ya el país ha dado por sentado que esos presos van a morir en la cárcel. Casi nadie se atreve a hacer nada en su favor, pese a ser público y notorio que, según las leyes vigentes, deberían estar libres. Hay un grupo de abogados que, sin embargo, no cesa en su empeño de denunciar la prevaricación. A uno de ellos, Adolfo Paúl Latorre, autor del “Manifiesto contra el Desvarío”, que pormenoriza la enorme cantidad de atropellos al estado de derecho que ha sido menester cometer para mantener tras las rejas a esos presos políticos, le pregunté el otro día por qué no enviaba sus trabajos al Colegio de Abogados, que tiene una publicación donde analiza temas jurídicos y jurisprudencia de los tribunales. Una vez Álvaro Bardón, frente a los atropellos que cometían los jueces, me expresó no entender por qué los abogados que defendemos el respeto a las leyes no íbamos a desfilar frente a los Tribunales y a romper simbólicamente nuestros carnets de abogados. Yo le contesté lo obvio: porque si lo hacemos con publicidad (de otra manera no valdría la pena) van a ir los comunistas y nos van a sacar lo que los comunistas nos sacan si salimos a la calle a manifestarnos. No se olviden de la frase de Michelle Bachelet: “Cuando la izquierda sale a la calle, la derecha se pone a temblar”. Es verdad.
Bueno, Adolfo me dijo que habían ido a hablar con una distinguida personalidad de derecha, representativa del Colegio de Abogados, y le habían expuesto pormenorizadamente los atropellos cometidos contra las leyes, la verdad de los hechos y los principios básicos del derecho penal universal, contenidos en un fallo específico de la Corte Suprema contra unos uniformados. Ese fallo, en particular, era un verdadero panfleto político que los ministros Brito, Juica et al habían resuelto emitir, denominando a la Junta Militar que tomó el poder en 1973 como un grupo de “sublevados” que había atropellado la Constitución y las leyes para deponer a un gobierno legítimo, cuando hasta el más iletrado de los jueces sabe que la mayoría democrática del país convocó a los uniformados precisamente porque había sido el gobierno marxista el que había atropellado de manera sistemática la Constitución y las leyes, como también las libertades públicas y los derechos básicos de los ciudadanos, mientras repartía armas ilegales para dar el golpe de muerte a la democracia chilena.
Bueno, para no alargarme, aterrizaré en lo que les contestó a estos abogados la personalidad representativa del Colegio: si éste asumiera esa posición, sería de temer que muchos abogados renunciaran al Colegio y éste correría el riesgo de no poder subsistir.
En otras palabras, de nuevo la amenaza de la fuerza. Y entonces ¿por qué no tienen miedo de que los abogados de derecha renunciemos al Colegio? Porque saben que la gran mayoría no lo haría. Ya “entregaron” a los presos políticos uniformados. Si ni siquiera los camaradas activos de éstos mueven un dedo por ellos ¿por qué lo vamos a mover nosotros?, dicen.
Y, así, una vez más, la fuerza derrota a la legalidad y a la honestidad en la aplicación del derecho. ¿Por la razón o la fuerza? En el Chile actual, por la fuerza.
Domingo 24 de Febrero de 2013
Carlos Garay