En la realidad, no todos podemos celebrar, especialmente cuando persisten situaciones que obligan a mirar el futuro con menos optimismo que el que se proclama. Para nuestros compatriotas que aguardan esperanzados su rescate desde las profundidades de la tierra, así como para sus familias y amigos, el festivo ánimo generalizado quizás sea sólo un alivio para su aflictiva situación. Para otros compatriotas que han resuelto mantener una huelga de hambre para presionar a las autoridades para que no se les apliquen las leyes vigentes, tampoco sería esta una ocasión de alegría. ¿Y para nuestros camaradas en prisión o que siguen enfrentando interminables procesos?. ¿Habría algo que celebrar?
U al dia
En estos días en que según las expresiones del Cardenal Francisco Javier Errázuriz, “Chile entero está de fiesta”, ¿qué sentido tiene insistir nuevamente en una de nuestras principales motivaciones?
Lo que ocurre es que tan bien intencionada afirmación nos parece más bien un ideal que todos quisiéramos que se hubiera hecho realidad para poder recordar, sin sentimientos encontrados, los 200 años de la Primera Junta Nacional de Gobierno.
En la realidad, no todos podemos celebrar, especialmente cuando persisten situaciones que obligan a mirar el futuro con menos optimismo que el que se proclama.
Para nuestros compatriotas que aguardan esperanzados su rescate desde las profundidades de la tierra, así como para sus familias y amigos, el festivo ánimo generalizado quizás sea sólo un alivio para su aflictiva situación.
Para otros compatriotas que han resuelto mantener una huelga de hambre para presionar a las autoridades para que no se les apliquen las leyes vigentes, tampoco sería esta una ocasión de alegría.
¿Y para nuestros camaradas en prisión o que siguen enfrentando interminables procesos?
¿Habría algo que celebrar?
Ha habido numerosas y comprensibles demostraciones de apoyo, preocupación y solidaridad hacia quienes laboran diariamente en situaciones de alto riesgo y que todos quisiéramos que no se vuelvan a repetir.
También se ha expresado en todo discurso la preocupación por los comuneros en huelga de hambre, así como los llamados a que depongan su actitud, mientras se avanza diligentemente para modificar la normativa legal, a posteriori.
¿Y para quienes sólo pretendemos el cumplimiento de la ley vigente?
Salvo algunos llamados en abstracto a la unidad, que cada cual puede seguir interpretando a su manera, sólo el silencio generalizado, a excepción de una nueva intervención, solitaria e inequívoca, de la cual nos hemos permitido extractar el título para esta columna.
Así se ha expresado, en parte, Clara Szczaranski, ante la pregunta ¿Qué desear para nuestro país?
Bueno sería para la paz social no estirar ni restringir circunstancialmente las normas según nuestros intereses o militancias.
Es posible y necesario concordar en un mínimo común denominador: la igualdad ante la ley, siempre, sin exclusiones. Debemos rehusar en conciencia emplear una norma de manera dispar según nuestra relación de simpatía o rechazo hacia los destinatarios de ella, evitar toda discriminación para hacer, así, realidad la organización jurídica de la sociedad, dejando atrás la ley del más fuerte.
A muchos les vendría bien ponerse este sayo, comenzando por nuestra ilustre visitante, la Presidente de Argentina, quien dilata la requerida extradición de un terrorista pidiendo que ello no sea “dramatizado”.
También podría hacerlo nuestro Ministro de Justicia, en lo que le es propio, o los jueces prevaricadores que fallan contra la ley expresa con tal de condenar a como de lugar.
Cada lector podrá agregar nombres y cargos según su personal experiencia y podrá también intentar responder la pregunta:
¿Qué podemos celebrar?
2010-09-20