LA TUMBA DE JAIME
Rodericus
El Mercurio, Día a Día, 12/09/2023
A más de treinta años de su asesinato, algunos siguen profanando la tumba de Jaime Guzmán.
Ha ocurrido reiteradamente a lo largo de estos años, pero el vandalismo no conoce límites morales y se complace en destruir incluso el sepulcro de un senador que fue acribillado hace más de tres décadas.
Como alguna vez escribí en esta misma tribuna, siendo yo alumno de colegio tuve el privilegio de conocer a Jaime Guzmán y ser recibido en su departamento de Hernando de Aguirre en Providencia, y estando en primer año de universidad me encontré y conversé con él cuatro días antes que lo mataran.
Su martirio me afectó y me conmovió enormemente. Como a muchos, me impresionaban su inteligencia, su elocuencia y su liderazgo.
Pero todavía me sobrecogieron más su bondad y su sentido de Dios. Esa religiosidad sincera y profunda fue, posiblemente, su rasgo de personalidad más sobresaliente y que lo describe más acertadamente.
Quizás, más que un político, fue un formador con una vocación religiosa muy marcada y que, a través de la política y de la docencia, se abocó no solo a la contingencia de su época, sino que lo hizo con un sentido de trascendencia y de fiel seguimiento de Cristo.
Mi fe me dice que Jaime Guzmán descansa en paz, rogando también por quienes aún lo persiguen.