Durante el presente mes la Unión y con los aportes de Mario Barrientos Ossa y de otros historiadores, ira entregando algunos aspectos de la vida del Padre de la Patria, que a veces son un tanto desconocidas y que nos permitirán conocer un poco más de la obra de Don Bernardo O´Higgins Riquelme y de su entrega a nuestro país.
Conviene recordar, como lo hace el historiador Amunátegui en su obra “La dictadura de O`Higgins”, que don Bernardo, al asumir el control de Las Canteras, a donde se fue a vivir con su madre y su media hermana Rosita Rodríguez Riquelme, hija del matrimonio de doña Isabel con don Félix Rodríguez, fue acogido extraordinariamente bien por la sociedad del Bío Bío, siempre altanera y fuerte.
El recuerdo de la inmensa obra concretada por su padre, don Ambrosio, quien fue Intendente de Concepción, estaba vivo, así como la imagen que de él había, por haber alcanzado el virreinato en Lima, además de haber ostentado los títulos nobiliarios de barón de Ballenar y marqués de Osorno.
El ser don Bernardo su hijo reconocido, lo nimbaba de un aire de aristocracia y de riqueza, aunque la corte española, si bien lo autorizó para usar el apellido O´Higgins, le negó los títulos de nobleza, que, en su momento, don Bernardo quiso reivindicar para sí, sin éxito.
Su carácter tolerante, su educación de primer nivel, hacían de él un personaje destacado, y cuando pasaba largas temporadas en Chillán y Concepción, lo que era muy de su agrado, era allí recibido y acogido de una manera muy considerada y amable.
La vida en Las Canteras era muelle, casi bucólica, don Bernardo gozaba del amor de su madre y de su hermanastra, se dedicaba con cariño a las labores campesinas, que era su gran vocación, conforme consta en su correspondencia. Un paraíso luego del desierto de soledad y privaciones. No es fácil explicarse cómo el hijo de un virrey, de uno de los más altos y respetados servidores de la corona, que le dejara en legado una hacienda riquísima, de la cual podía vivir sin sobresalto alguno, hubiera roto con su entorno, con su clase, con sus intereses y se hubiera arrojado a la lucha armada y política, haciendo realidad la convicción que Miranda le inculcara en Londres. Es digno de un análisis profundo.
Dejando de lado sus inclinaciones íntimas, el llamado del campo y el reposo junto a su madre, luego de tantas privaciones y orfandad de amor que debió sufrir en su infancia, adolescencia y primera adultez, toma el bando de la independencia, a su costa apertrecha a sus huasos, los convierte en noveles soldados y sale a los caminos de la patria, Quijote lleno de ideales, tras aquella Dulcinea que le arrebata sus sueños, que es la independencia de su Chile amado. El precio fue terrible: su hacienda fue talada, sus animales confiscados, incendiadas sus casas, es decir, arruinada enteramente su riqueza familiar.
Abandonada la vida de Las Canteras, deambuló en la crueldad de los campos de batalla, en la traición durante el tiempo de gobernante, nuevamente en el olvido y la pobreza en el exilio. El paraíso perdido.
Imagen: https://mobile.twitter.com/ejercito_chile/status/951775356536705024
BICENTENARIO DEL PERÚ
Mario Barrientos Ossa, Abogado, Magister en Derecho U. de Chile
[1]
El Tipógrafo, 27/07/2021
Perú proclamó su independencia el 28 de julio de 1821, de modo que cumple y celebra su Bicentenario.
Los chilenos, y especialmente quienes somos O’Higginianos, sentimos un gran cariño y una especial gratitud por este país hermano que abrió generosamente sus brazos a don Bernardo O’Higgins Riquelme, cuando debió ir a su exilio.
Le obsequió las haciendas de Montalván y Cuiabá, proporcionándole una subsistencia digna, y lo proclamó Gran Mariscal del Perú.
Don Bernardo murió en Lima en 1842 y se le conoce como “el más peruano de los chilenos”.
Recordemos que don Bernardo, como Director Supremo, hizo posible ingentes esfuerzos financieros y navales de Chile para que se pudiera concretar la Expedición Libertadora del Perú, que zarpó de Valparaíso el 20 de agosto de 1820, por lo cual su obra de gobernante tiene una atinencia no menor con la independencia del Perú.
Expresamos desde aquí nuestras felicitaciones y parabienes al noble pueblo peruano, y nuestros deseos de éxito y prosperidad en su porvenir.
En homenaje a esta fecha histórica tan relevante, comparto con mis lectores mi “Romance del Perú”, de mi autoría, como un sentido homenaje al país hermano.
ROMANCE DEL PERÚ.
La extensa comarca del Perú,
Llena de historia y de nobles valores,
Yergue su majestuosa estampa
En variados escenarios de colores.
Desde las azules ondas del océano
Hasta las altas crestas cordilleranas,
Caminado por desiertos hasta el Amazonas,
Una sola voz su canción fraterna entona.
Se entrecruzan el gesto altivo del inca,
La audacia indomable de Pizarro,
El valor supremo de sus próceres
El dulce ser de un pueblo generoso.
De sus entrañas benditas surgen
Las voces de las heroínas, llenas de valor,
El suave hablar del pueblo original,
Sus escritores y poetas entonan su creación.
Sus suelos feraces entregan sus frutos,
El mar proporciona su esplendor,
Sus entrañas están llenas de minerales,
El alma nacional, repleta de amor.
Cuando el clarín ha llamado
A la tierra amada a defender,
Todo el pueblo unido ha marchado
Bajo la bandera, a morir o a vencer.
Patria de alma noble y gentil,
Que a don Bernardo sus brazos abrió,
En tus campos feraces y alegres
Le permitiste vivir sin rencor.
Hoy, en tu Bicentenario, es tiempo
De recordar que eres una gran nación,
Que los trances difíciles se superan,
Que mantendrás tus valores con honor.
Pueblo hermano, de razas un crisol,
Nunca más volvernos a agredir,
Juntos, con la cabeza muy en alto,
Caminemos a un venturoso porvenir.
[1]
Acerca de Mario Barrientos Ossa. Nació en Rancagua. Egresó del Instituto Nacional y cursó Derecho en la Universidad de Chile. Es Diplomado en Administración Pública y Magíster en Derecho de la misma casa de estudios. Se desempeñó como Contralor Regional y subjefe del Departamento de Estudios de la Contraloría. Posteriormente, fue Asesor Jurídico de la División El Teniente. A contar de 1994 ejerce liberalmente la profesión en su Estudio Jurídico. Fue alcalde de Rancagua y uno de los cofundadores de la Universidad Leonardo da Vinci. Fue profesor en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y en la Universidad de Aconcagua, cuya Revista de Derecho creó y dirigió. Se desempeñó como Abogado Integrante de la Corte de Apelaciones de Rancagua.