Los hijos, como los buques
Al mirar un buque en el puerto, imaginamos que está en su lugar más seguro, protegido por un fuerte amarre. Sin embargo, sabemos que ese buque está allí preparándose para zarpar, cumpliendo así con el destino para el cual fue creado, yendo al encuentro de sus propias aventuras y riesgos.
Dependiendo de lo que la fuerza de la naturaleza le reserve en el camino, el buque probablemente tendrá que desviar su ruta, trazar otros rumbos y buscar otros puertos.
Pero retornará fortalecido por el conocimiento adquirido, enriquecido por las diferentes culturas recorridas.
Así, como los barcos, son nuestros HIJOS. Nos tienen a nosotros, sus PADRES, como puerto seguro, hasta que se tornan independientes y se hacen a la mar para surcar los océanos de la vida, corriendo sus propios riesgos y viviendo sus propias aventuras.
El lugar más seguro para el buque, es el puerto, y el de los hijos, sus padres. Pero ni el buque ni los hijos fueron construidos para permanecer anclados en un solo lugar.
Los padres piensan que son el puerto seguro de sus hijos, pero no pueden olvidarse que deben prepararse para navegar mar adentro y encontrar su propio lugar donde se sientan seguros, con la certeza de que más adelante, en otro tiempo, deberán ser un puerto seguro para otros seres (nuestros nietos).
Es cierto que no podemos trazar la ruta de nuestros hijos. Lo que sí podemos hacer es ayudarlos a que lleven un buen equipaje, lleno de humildad, solidaridad, honestidad, disciplina, gratitud y generosidad. Podemos desear su felicidad, pero no ser felices por ellos.
No podemos seguir su travesía, ni ellos descansar en nuestros logros.
Los hijos deben hacerse a la mar desde el puerto donde sus padres llegaron y -como los buques- partir en busca de sus propias conquistas y aventuras con la preparación suficiente para navegar un largo viaje llamado Vida.
¡Cuán difícil es soltar las amarras y dejar zarpar el buque…! Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre a sus hijos, es la autonomía.
¡Hijos, buen viento y buena mar…!
(Autor desconocido).
Un aporte de nuestro socio Francisco Alomar
Junto con saludarle, vengo a darles las gracias por compartir esta reflexión de vida, que difícil resulta tomar las decisiones para navegar y dejar a los hijos emprender su propio viaje por el derrotero que el rey Neptuno en su oportunidad de vida les de a nuestros hijos, una gran enseñanza y conceptos de vida constituyen las herramientas que llevan nuestros hijos al soltar las amarras y hacerse a la mar con las expectativas renovadas e inconmensurables que entrega el conocimiento académico y en conocimiento empírico que viene a facultar a cada navegante en su travesía, por mi trabajo he tenido en muchas ocasiones recurrir a estas propuestas para motivar a los trabajadores y estudiantes en las propuestas para triunfar en la vida y para volver al mar de la vida con nuevos ensayos hasta encontrar la verdadera filosofía de vida, muchas gracias por compartir esta tribuna de vida.
Don Manuel
Muchas gracias por su comentario de tanta profundidad. Que bueno que la reflexión haya sido de su agrado.
Con especial consideración,
El editor