MIREMOS HACIA ADELANTE
Humberto Julio Reyes
¿Cómo no alegrarse días atrás al escuchar que quien oficia de vocero del gobierno decía algo tan de buen sentido, ya que no se puede avanzar mirando hacia atrás por el evidente riesgo de tropezar y caer?
Pienso que no fui el único que casi celebró su sabiduría y, a continuación, advertí que la frase apuntaba a no recordarle a las actuales autoridades sus pasados dichos y actuaciones respecto a los temas de seguridad.
El mensaje, en tono esta vez conciliatorio, nos llamaba a poner atención en los logros, que son más bien escasos en este prioritario tema, más que recordar su pasada permanente oposición a aprobar cualquier ley que intentara entregar más atribuciones para combatir la delincuencia en sus distintas formas.
Sin embargo, esto que podría parecer razonable, adolecía de algo fundamental a mi modesto entender: la ausencia de alguna mínima reflexión respecto a una equivocada conducta anterior o la intención de no volver a incurrir en ella en el futuro, cosa naturalmente que no se puede exigir de parte de una ortodoxa comunista siempre atenta a “la correlación de fuerzas”. Sería, imagino, una suerte de condenable “revisionismo” ya que “el Partido” nunca se equivoca.
Más evidente es la ausencia de convicción en la mentada frase cuando está en marcha con bombos y platillos toda una estrategia para explotar favorablemente los 50 años transcurridos desde el 11 de septiembre mediante un relato oficial que pretende definitivamente establecer “la verdad”, tal como en la novela de política-ficción “1984” de Orwell, últimamente vuelta a recordar en diversos artículos.
Y hay una doble paradoja ya que, junto con hacernos revivir todo aquello que pueda imputarse desfavorablemente a “los malos” en estos últimos 50 años, se nos pide “miremos hacia adelante” pero a partir del 11 de septiembre, como si todo hubiera comenzado ese día y olvidarnos de lo que hicieron los ahora “buenos” antes de esa trágica fecha.
Concluyo entonces que ella tenía en el subconsciente esa fecha al pedirnos que no miráramos hacia atrás lo que no cabe duda deja tranquilos a socialistas y afines que quisieron avanzar sin transar y a demócrata cristianos – hoy llamados ladina y ambiguamente por el renacido presidente del PC “aliados circunstanciales de los golpistas” – quienes prefieren hoy en día convenientemente sólo recordar a sus escasos parlamentarios que no adhirieron al acuerdo del 23 de agosto y no a quienes lo redactaron y promovieron y posteriormente justificaron la intervención militar.
En esta misma línea cómo no concordar con la columna “Cambiar de opinión” de Carlos Peña en que reprocha al Presidente no asumir la responsabilidad por lo que ha dicho anteriormente.
Presuroso acudió a “prestarle ropa” al interpelado un hoy “moderado demócrata” a quien tampoco le gustaría se le recordaran sus actuaciones como subsecretario de Justicia de la Unidad Popular, la más “notable” durante la toma del juzgado de Melipilla registrada en ese valioso documento testimonial que es “Anatomía de un fracaso”.
Para este hombre público lo que valen son las actuaciones y pedir a una autoridad que asuma responsabilidad por sus palabras “equivaldría a confundir la política con el confesionario”.
Le ha replicado hoy Peña en “¿Sólo palabras?”. columna que he disfrutado y cuya lectura me permito sugerir ya que con cortesía se le recuerda al defensor de causas perdidas su propia actitud de hace medio siglo atrás y que yo imagino no quisiera se le recordara, mejor “mirar hacia adelante”.
He mencionado a Orwell.
¡Cómo quisiera entonces este gobierno aplicar la modificación del pasado borrando todo registro de aquello que hoy incomoda a las actuales autoridades!
Supongo que Internet lo hace prácticamente imposible. Son esclavos de sus palabras.
Volviendo al inicio: estoy de acuerdo con la señora ministro, miremos hacia adelante pero a partir de 1967, por lo menos.
31 de mar. de 23
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